No puede
decirse que haya un solo verdugo en el martirio de Santa Eulalia de Mérida.
Como en todos, hay una cadena de mando con un principio y un final. Desde el
emperador Diocleciano (Salona,
Dalmacia, 245; Split, Croacia, 313 d. C.), emperador de Roma desde el 20 de
diciembre del 284 hasta el 1 de mayo del 305 (solo) y del 01/04/286 hasta el
01/05/305 como Augusto de Oriente
con Maximiano como Augusto de Occidente, que pasó a la
historia asociado a la última y más terrible persecución que sufrió la Iglesia
primitiva. Diocleciano, percatado de
que el Imperio estaba demasiado expuesto al ataque si era gobernado por una
sola cabeza, instituyó la tetrarquía, una forma de gobierno compuesta por
cuatro personas, autodenominados tetrarcas, que se debió más a la coyuntura
político-militar que a una mejor forma de gobierno. Constancio se hizo cargo de Hispania, la Galia y Bretaña; Maximiano se encargó de Italia y
África; Galerio se estableció en el
Danubio, y el emperador se guardó para sí la Tracia, Egipto y Asia. Diocleciano reinó durante veintiún
años, renunció al trono y se retiró a Salona (actual Split), donde vivió hasta
su muerte.
Fueron
Galerio y Maximiano quienes le indujeron a convertirse en perseguidor de los
cristianos, decididos a abolir el cristianismo en todo el Imperio.
Promulgaron un edicto para derribar todos los templos hasta sus cimientos y
destruir las Sagradas Escrituras. Posteriormente, en tres decretos posteriores
acrecentaron la persecución: en el primero, se ordenaba que los obispos,
presbíteros y diáconos fueran ingresados en prisión; por el segundo, que fueran
torturados y forzados a sacrificar a sus ídolos; y el tercero incluía a los
laicos y al clero. La abdicación de Diocleciano
(01/05/305) y la consiguiente división del Imperio, llevaron la paz a algunas
provincias; sin embargo, donde Galerio y
Maximiano se mantuvieron en el
poder, la persecución siguió igual. La llamada persecución de Diocleciano, continuó siete años
después de su abdicación.[1]
A
finales del siglo III, cuando Diocleciano
se convirtió en emperador y creó la
Tetrarquía, procedió a reorganizar las provincias del Imperio. En el 298, la
Lusitania, cuyos límites se mantuvieron iguales a los que tenía en la etapa
anterior, fue integrada en la nueva Diocesis
Hispaniarum, cuya capital se situó en Augusta
Emerita, en la que residía el praeses,
o gobernador de la provincia, que adquirió rango consular, y el vicarius o vicario de la diócesis. Este
hecho supuso un cambio en la política imperial, ya que desde la época de Augusto la provincia más importante de
Hispania y con mayor rango había sido la Tarraconensis,
pasando a serlo desde Diocleciano la
Lusitania. La Diocesis Hispaniarum ocupaba la totalidad de la Península Ibérica,
el norte de Marruecos y las Islas Baleares.[2]
Publio Daciano (siglo
III) aparece como prefecto romano (praeses)
de Hispania y gobernador de la Bética en tiempos de Diocleciano. Se le sitúa primero en Caesaraugusta (Zaragoza),y posteriormente, en Cataluña, la Galia y
el norte de África. Se le relaciona con las muertes de famosos mártires
católicos, entre ellos Eulalia de Mérida.
[3] Pero,
además, la historia nos ofrece otros dos nombres relacionados con la Mártir. El
edicto imperial sobre la prohibición de dar culto a Jesucristo fue ejecutado
con sede en Augusta Emerita. En la
"Pasión a Santa Eulalia" se cita a Calpurnianus: "Gracias al testimonio literario de su pasión,
escrito sin duda en Mérida sabemos, en efecto, quién guió los pasos
espirituales de la santa: la instruyó el presbítero Donato, mientras que regía la sede metropolitana el papas u obispo Liberio; y Liberio
efectivamente suscribió como obispo de Mérida las actas del concilio de Elvira,
celebrado a principios del siglo IV. En cuanto al praeses que gobernaba Mérida, el propio nombre oscuro Calpurniano, que nos da la pasión es
buena garantía de autenticidad frente al famoso Daciano, que hemos visto aparecer en la contrahechura
barcinonense." [4]
En cambio, otras fuentes epigráficas
dicen que en la fecha en que murió Santa
Eulalia ostentaba el poder en Lusitania Aurelius Ursinus, quien fue el que le dijo: "De todos estos
sufrimientos te librarás si le ofreces este pan a los dioses, y les quemas este
poquito de incienso en sus altares", tras mostrarle todos los instrumentos
de tortura a los que se podía enfrentar si no obedecía la orden del emperador. [5]
[1] Vid.:
Enciclopedia Católica Online, en htpp://ec.aciprensa/wiki/diocleciano.
[2] Vid.: https://es. wikipedia.org/wiki/diocesis de
Hispania.
[3] Vid.: https://es.wikipedia.org/wiki/Publio
Daciano.
[4]
Vid.: Gil,
Juan: La Pasión de Santa Eulalia, trabajo leído en un simposio organizado
en el Museo Nacional de Arte Romano de Mérida hace algunos años por el profesor
E. Sánchez Salor, en https:/dialnet.unirioja.es/servelet/articulo? codigo
289165.
[5] Vid.: http:/www.extremaduramisteriosa.com/la
leyenda de santa eulalia y sus nieblas.