jueves, 30 de julio de 2009

LOPE HERNÁNDEZ, UN TÉCNICO DE LA PROVINCIA DE CÁCERES


La figura de Lope Hernández Hernández, fallecido en Cáceres el pasado 28 de julio, hay que inscribirla en el marco de los técnicos administrativistas que, aun a pesar de trabajar en un régimen centralista, fue leal con sus jefes y fiel a la causa a la que sirvió durante toda su vida: la provincia de Cáceres.

Lope –don Lope, como le conocíamos--, licenciado en Derecho, fue técnico de la Diputación Provincial de Cáceres, cuya Oficina de Planificación Económica llevó durante muchos años. No había asunto alguno de la provincia que le fuere desconocido; pero, por encima de su lealtad como funcionario público a sus presidentes, habría que subrayar en él su fidelidad a la provincia.

La lealtad de don Lope a su provincia, a la que se debía, trascendía incluso al silencio oficial al uso o la fidelidad a unos principios que, independientemente de los de la época, no serían inmutables en el tiempo.

Esta crítica respetuosa al procedimiento administrativo, que paralizaba los expedientes eternamente en Madrid, tuvo su culminación durante la visita a Cáceres del último ministro de Obras Públicas de los gobiernos del Generalísimo Franco, Antonio Valdés y González Roldán. Tenía lugar en el salón de actos de la Diputación una sesión de trabajo con políticos y técnicos de la provincia para plantearle al ministro sus necesidades y peticiones. Lope no se cortó un pelo a la hora de hablar. Su exposición de aquella tarde, explicando los entresijos de los procedimientos administrativos y su retraso en los Ministerios, que paralizaba la buena marcha de la acción política, fue aplaudida por todos quienes llenaban el salón, los únicos aplausos quizá que pudieron sonar tras su interpelación al ministro.

No se paraba ahí don Lope: sus críticas constantes a los incumplimientos de la Ley del trasvase Tajo-Segura llenaron páginas documentadas en El Periódico Extremadura y en el semanario “Cáceres” de los lunes. Y no había en sus escritos otra ideología más que la de la ley, emanada de un Gobierno que la incumplió sistemáticamente.

Don Lope trabajó los domingos por la noche en la redacción del semanario “Cáceres”, en el que, además de sus habituales artículos, que ya llevaba escritos, despachaba los teletipos y realizaba brillantes disquisiciones sobre la política internacional, ya fuere sobre la guerra de Vietnam o el establecimiento de relaciones diplomáticas con China, un país, decía, a cuyos 1.000 millones de habitantes de 1973, no podía ignorar ni el régimen.

Sirvan estas líneas para reconocer su figura como funcionario, columnista, compañero, amigo y padre ejemplar.

miércoles, 29 de julio de 2009

¿QUÉ VENDE EXTREMADURA EN ESPAÑA?


No nos referimos, claro está, a las exportaciones de nuestros principales productos, a nuestro patrimonio histórico, artístico y cultural, a nuestras ferias y mercados, a nuestras fiestas de interés turístico, y a todo aquello que pudiéremos izar como bandera en el resto de España. Nos referimos, más bien, a la imagen de Extremadura en España, a la información que el resto de España tiene de Extremadura, a la que le llega, le interesa o le vendemos.Hace años, apenas existía Extremadura en el mapa informativo de España. Los esfuerzos de la Junta de Extremadura, y de su personaje más influyente, Juan Carlos Rodríguez Ibarra, por airear a los cuatro vientos que no éramos ya el culo del mundo, chocaba con la triste realidad de cada día.

De poco sirvieron los sacrificios por tener una delegación de la televisión pública o unas agencias informativas que, si daban noticias de la Comunidad, eran, en la mayoría de los casos, para consumo interno de los extremeños, a pesar de sus esfuerzos por vender a sus centrales en Madrid otra realidad bien distinta. Pocas veces trascendía Extremadura a los telediarios, para muchos españoles asumidos como el único medio informativo; los diarios nacionales apenas contaban con corresponsales y, si los hubieren, las informaciones eran escasas y a cuentagotas. De poco han servido los esfuerzos realizados por el Gobierno regional, primero con Canal Sur Extremadura y posteriormente con Canal Extremadura Radio y Televisión; y de otros medios digitales por ofrecer informativos propios a la sombra de los nacionales. Extremadura solo vende lo que interesa en España: la Extremadura profunda de Puerto Hurraco, la de la riada de Badajoz, los incendios que arrasan nuestra naturaleza; lo negro, lo negativo, la España profunda que muchos españoles consideran que seguimos siendo, y no la Extremadura vendida, en su otra realidad bien distinta, por la última campaña de Marca Extremadura.

Ya en 1988, Ibarra advertía contra esta especie de animadversión de los medios informativos nacionales contra la región, tras fallecer en accidente de circulación una de sus consejeras, la malograda María de los Ángeles Bujanda. Ni un telediario, casi ningún medio nacional, dio noticia de esa muerte. ¡Ay si hubiera sido de Cataluña, del País Vasco o de Madrid!, se lamentaba Ibarra.

Tuvo que llegar la matanza de Puerto Hurraco, el 26 de agosto de 1990, para que Extremadura fuera noticia nacional de portada durante semanas a partir de la fecha; o la riada de Badajoz, en la noche y madrugada del 5 al 6 de noviembre de 1997, para que volviera a ocurrir lo mismo... O ahora, los incendios en Las Hurdes, como si quisieran echarle más leña al fuego que ya padecimos.

Cabría preguntarse por qué Extremadura no es noticia nacional, ni en portada ni en un telediario, más que cuando ocurren cosas que, por lo demás, y tristemente, suceden en otros lugares de España. Por qué una noticia, como el incendio de Las Hurdes, "mata" a otras de las que se venía hablando, como los seis muertos del incendio de Cataluña y las 12.000 hectáreas quemadas en Aragón, frente a las 3.000 en la comarca extremeña; por no hablar de las razones de la CEOE para frustrar el pacto social... Todo se viene abajo cuando en Extremadura ocurre algo negativo, no cuando ocurren cosas positivas que congregan a centenares de personas de toda España, como el Festival de Teatro Clásico de Mérida, por poner un ejemplo cercano.

Lo mismo que dijo Ibarra en el 88, lo acaba de lamentar ahora el presidente Fernández Vara: "Parece como si solo hubiera habido un incendio", para añadir, según la agencia Efe, que no le gustaría pensar "las cosas que se dirían si hubiera ocurrido algo parecido a lo de Cataluña" y justifica su lamento con estas palabras: "Es algo que llevamos sobre nuestras espaldas y no lo podemos cambiar más que con el paso del tiempo."

No le falta razón al Presidente: Extremadura es lo que se ve y los misterios que se ignoran. Y nadie puede señalar a nadie porque, además de ser una culpa heredada, hoy lo es de todos, no de los periodistas que informan por obligación, pero cuyas "ventas" positivas tienen escaso o nulo eco en Madrid, sino porque es una devoción que a todos nos compete. Nadie ama lo que se ignora o lo que se desconoce; pero es deber de quienes lo conocemos y amamos difundir a todo el mundo que las desgracias que nadie desea pueden ocurrir en todos los sitios, pero que los buenos productos, la vida tranquila, los paisajes, la paz, el patrimonio de Extremadura, solo puede encontrarse aquí, descubriéndola para después amarla. Como cada día hacen más españoles, aunque los medios y los telediarios solamente informen de lo macabro.

martes, 28 de julio de 2009

SOLEDAD DE SOLEDADES


Hay otras peores soledades que la carencia voluntaria, o involuntaria, de compañía; o la del pesar y melancolía por la ausencia, muerte o pérdida de alguien o algo. La primera, la del soltero (del latín solitariu, que no tiene compañía habitual) puede ser reemplazada por múltiples quehaceres, aunque haya instantes para la melancolía y la soledad de quien no puede compartir su propia soledad. La segunda la va borrando el viento que esparce las pavesas del olvido de la muerte o la lejanía de quien un día amamos.

Pero, ¡ay de la soledad del alma y del corazón humanos!, sin su otro “yo” ansiado, añorado, visto, tocado, amado, física y moralmente! No hay peor soledad que la de quien se siente solo, o sola, sin alivio para su soledad. Mata la soledad de amor, la ausencia del amor perdido, la del no correspondido, la de éste sin que lo mereciere; el desunido amor que dejare huérfanos de amor a los frutos de ese amor, utilizados como moneda de cambio a su costa, sin otro mérito que el de haber nacido hijos de un amor roto… “Amores se van marchando/como las olas del mar./ Amores lo tienen todos,/pero quién los sabe cuidar…”, cantaba en una de sus mejores canciones la desaparecida Mari Trini.

Y, tras el desamor, la soledad. ¿Hubiere peor soledad que la de la mujer maltratada, que lo consiente por amor, aun a riesgo de su propia vida?, como si el amor fuere una propiedad singular y no compartida entre dos: en la justificación del maltratador que asume sus actos como si el objeto de su amor fuere una propiedad particular y no una dádiva del corazón; o en el de la amante que los justificare por amor sin que el amado fuese tributario de él, sino asesino de su propio amor y de los que con él compartiere… Es también la soledad la danza que se baila con ella, aunque a veces termine en la soledad de la vida, soledad de soledades del amor vivificante, que es ternura, veneración, afecto, pasión, deseo, atracción, mimo, celo, primor…

Indefinible la soledad del parado, condenado a otra peor soledad: la de quien se siente indefenso ante la vida, sin recursos para vivir, aunque hubiere recursos intelectuales y físicos bastantes para ello; sufridor de la vergüenza social de serlo por otros muchos que ni la vieren ni la sintieren; sin otra expectativa de vida, aunque la buscare, que la soledad que le otorga una condición que no mereciere, ante la pasividad de quienes, pudiendo hacer algo por remediarlo, nada hacen o miran para otro lado, utilizándolo como un número más en la contabilidad del paro, o de ganancias indebidas a su costa, ignorantes de su soledad; como indescifrable son los sentimientos de los jóvenes formados y sin futuro; de los despedidos sin causa y, ya, sin ayudas; de los afligidos y dependientes sin mano que les alivie; de los solitarios por voluntad que echan de menos la ternura ajena; de los sin fe ni esperanza, porque de ellos nunca será la tierra.

Pudiere ser sinónima la soledad del desamor, del odio, de la depresión o del descuido. “Soledad/es criatura primorosa/que no sabe que es hermosa/ni sabe de amor y engaños/ ay, mi Soledad”, en la canción de Emilio José. “Oh, Soledad, dime si algún día habrá/entre tú y el amor buena amistad./ Vuelve conmigo a dibujar las olas del mar,/dame tu mano una vez más”, que cantara La Oreja de Van Gogh… Canciones de soledad que tornan a nuestros oídos cuando la tristeza es la muerte lenta, o repentina, inesperada, de lo mucho que teníamos.

Soledad tras la muerte de Juana Izquierdo Regodón y Calixto Nevado, que dieron su larga vida por sus hijos y los hijos que alimentaren a sus hijos. No pasarán a la historia sino a la íntima de quienes les conocieron y amaron, a pesar de la grandeza de su amor, que les llevó de aquí para allá, en pos de los suyos, de pueblo en pueblo, de la costa al interior, del campo a la lonja, devorando su tiempo por los otros, y dejándonos la soledad del abatimiento, soledad de soledades en un tiempo todo soledad, como “amores (que) se vuelven viejos/antes de empezar a amar…!”

sábado, 11 de julio de 2009

LA ALCALDESA QUE NO QUIERE VERSE EN LA TELE DE OTROS

No le bastan tres sentencias en contra que estiman lo que “los otros” consideran que hizo mal: negar el derecho a la participación política de los legítimos representantes del pueblo a través del que les asiste a ser informados de los asuntos públicos; a tener los documentos que soliciten en el ayuntamiento de todos, a una parte importante de los cuales representan. No le es suficiente con que un tribunal reconozca que no había motivos para la “urgencia” de un pleno, convocado solo para dos de la oposición, una hora antes y por teléfono (también podría haberlo hecho por mensajería móvil). Le da lo mismo cambiar las actas, o no recoger en ellas todo lo que dijeren los representantes del pueblo en el pleno. La alcaldesa de Moraleja pasa de todo, incluidas las nuevas tecnologías, que pueden trasladar a los ciudadanos lo que hace tiempo era solo atributo del escribano, ayer de los secretarios, pero hoy de la foto, del audio y del video.

La alcaldesa de Moraleja niega con ello la libertad de expresión y de información y hurta a sus vecinos lo que en otros medios ella misma ejerce libremente, pero no con argumentos políticos, sino con la descalificación y el insulto permanente hacia los demás, como si ella fuere la única voz autorizada por su pueblo, la única con derecho a discrepar y la única con derecho a comunicar lo que hoy no se puede ocultar.

Niega la alcaldesa de Moraleja la mayor para erigirse a sí misma en la menor servidora de su pueblo. Reniega de la libertad de información si ésta no es para sí sola, como si su voluntad dominante la ejerciere con la censura de quien no desea, en modo alguno, más de lo que a ella le conviniere. Se sitúa, así, en los tiempos de los escribanos a quienes les faltare rapidez, tiempo y destreza, para recoger en las actas todo lo que hubieren de decir y que fuere dicho, pero que hoy son documentos inestimables que forman parte de la historia de los pueblos, y a los que es preciso acudir para escribirla y reescribirla.

La alcaldesa de Moraleja parece ignorar que vivimos en la Sociedad de la Información y en la era digital; que hemos pasado del periodismo escrito al digital, de la fotografía al video, de la radio a la televisión en directo o diferido. Lo aceptaría si fuere exclusivo y en su honor, o de los suyos; pero no de los otros; de la “maldita oposición” que quiere saberlo todo, porque es un derecho que le asiste y una obligación también para con su propio pueblo, no solo para sus electores. Y eso que en su pueblo tiene un magnífico espejo en el que verse a sí misma; una emisora que se merece Moraleja, Radio Interior, que le da voz, letras, y mañana quizá su misma imagen hablando en un acto público; una emisora que, si Moraleja se merece, es digna de los ciudadanos, pero no de quien niega a los demás lo mismo que ella se arroga para sí sola.

Esa actitud propia de las dictaduras es la que proclama, día sí y día no, la alcaldesa de Moraleja, al ordenar a “su” Policía Local que retire la cámara con que una militante socialista pretendía grabar el pleno extraordinario de ayer con destino a la página web del partido; es decir, un medio de comunicación que desea registrar un acto público para hacerlo público. Exactamente igual que cualquier medio de comunicación. Y no se necesita ser periodista para eso porque, de la misma forma, podría prohibir a cualquier ciudadano grabar en video o en móvil las fiestas de su pueblo, en la calle, en un acto público, lo mismo que un pleno.

Tanto tiempo esperando a que finalizasen las obras de la avenida principal de entrada a Moraleja para que después ella, por sí misma y sin consejas de nadie, coloque en la mediana de una carretera pública, la EX-109, no el torito de Osborne, sino los “toros escultóricos” que recorrerán estos días sus calles, para más distracción de los conductores que por allí entraren a “su” casa. Todo le da igual: gastar en festejos en tiempos de crisis más de lo que debiere, endeudar al ayuntamiento y subir los impuestos a los ciudadanos, porque ella, al contrario que la marquesa, sí llega a fin de mes.

Casi lo mismo que pasó el otro día en Alcántara. Había un relevo legítimo y pacífico en la Alcaldía; pero algunos ciudadanos, militantes socialistas, cuyo partido ganó las elecciones, deseaban mostrar su malestar. Menos de una docena exhibían, sin decir ni pío, una pancarta para expresar su desacuerdo. Ya antes, habían tomado posiciones seis patrullas de la Guardia Civil, enviados por alguien con autoridad, como si allí se fuere a provocar una revuelta popular. El cabo que mandaba la fuerza --una coacción ya de por sí a la libertad de expresión por su sola presencia- les instó enseguida a solicitarle un permiso que no necesitaren, y pidió dos documentos de identidad para responsabilizarles de lo que pudiere ocurrir. Nada pasó: simplemente la exhibición de una pancarta en desacuerdo con el relevo en la Alcaldía: Hizo fotos quien quiso y filmó en video quien lo tuviere a mano; pero, en el salón de plenos, había un enorme aparato de radiocasete para grabar los plenos. Si se puede grabar por audio, por qué no en video un acto público.

La alcaldesa de Moraleja no tolera lo segundo, pero sí lo primero, al utilizar a la Policía Local al servicio del pueblo, del que son servidores públicos, para ordenar que retiren la cámara del salón de actos, porque es de los socialistas, y no desea salir en la tele de otros, y que se difunda que les niega la palabra, el pan y la sal, a quienes, como ella, son legítimos representantes del pueblo; pero la señora alcaldesa, con actitudes como ésa, no se erige en la principal, sino en la última de la fila por su tozudez, ofuscación y porque quizá su reino no sea el de Moraleja, sino que esté en otro mundo de no sabemos qué galaxia perdida en la infinitud del universo.

lunes, 6 de julio de 2009

LA DOCTRINA Y LA LITURGIA: EL CASO DE CÁCERES


No se trata de mezclar religión y política; pero hay un paralelismo entre la filosofía política y la doctrina aplicable en la gobernanza política. Hay quienes anteponen la religión a la praxis política; la libertad de conciencia a la disciplina de los mandatos de su partido en un determinado supuesto político; quienes superponen las normas de la moral a las leyes emanadas de la voluntad popular en un Estado confesionalmente laico; quienes desearen gobernar con los principios de su fe religiosa la doctrina emanada de la ley civil. Y no son peores, en este aspecto, quienes se declaran ateos o agnósticos, sino aquellos fieles a una doctrina que pretende anteponer la de su propio partido y la voluntad popular a cualquier otra consideración

Viene a esto a cuento de la situación política en Cáceres tras el cese del “Doctor No” en la primera tenencia de alcaldía y en las delegaciones que le confirió la alcaldesa tras firmar el pacto de gobierno. La última asonada protagonizada por el díscolo concejal de IU la protagonizó el pasado viernes al recoger, primero, y devolver después, el premio “Pezuña”, otorgado por la Asociación de Periodistas de Cáceres, por sus malas relaciones con la prensa.

Una cosa es la doctrina política y otra, muy distinta y distante, la liturgia con que algunos pretenden adornarla, como los malos toreros que, aun a pesar de toda la buena faena que realicen con su lote, fallan a la hora de la verdad y, si obtuvieren recompensa alguna, como una vuelta al ruedo, la desprecian como si sintieren acreedores a un premio mayor. Decir a toro pasado, como ha afirmado el cesado primer teniente de alcalde, que la alcaldesa le produce “lástima y pena”, que “no se va a poder un paso en la ciudad”, es, aparte de una falta de respeto a lo que ella representa, a la ciudad entera.

No se puede estar en misa y repicando, a la vez, porque la liturgia exige una presencia participativa y no una negación permanente del sacrificio. No basta con oír ni escuchar si, cuando se pudiere, se niega después lo mismo en lo que se cree, en este caso la política, como vehículo canalizador de las legítimas aspiraciones de una ciudad que, además de aspirar a ser capital europea de la cultura en 2016, asume una serie de proyectos de futuro, que pueden ser claves en su desarrollo.

Como ha reconocido el presidente de la Junta de Extremadura, Guillermo Fernández Vara, al referirse a la cuestión, “se puede discrepar, pero no faltar al respeto y la dignidad, no solo de las personas, sino de lo que representan”. Todo lo contrario de lo que ha demostrado el concejal de IU respecto a la alcaldesa, la corporación y la ciudad entera. Si sus opciones políticas son legítimas, no lo son, empero, los desplantes, la falta de respeto, discrepar por razones de fe política de la liturgia que encarnaba su representación y delegaciones y, por tanto, de aquella que hubiere de acompañarle en la confianza que se le otorgó por delegación y pacto.

“En la vida –ha recordado acertadamente el Presidente Vara-- no siempre hay que optar por el camino más fácil, sino seguramente por el más complicado, pero por el más digno.” Y la dignidad, la propia y la de la representación que ostenta, han conducido a la alcaldesa de Cáceres a revocarle en la primera tenencia de alcaldía y en las delegaciones que le otorgare hace dos años.

La respuesta de los débiles no reside tanto en su doctrina política, sino en las pataletas de niño con que ha tratado de adornar su cese; mientras que la fortaleza política recae en las legítimas opciones de gobierno, progresistas y de futuro con que, quienes las asumen, se afanan en sacar adelante, por encima de las zancadillas de quienes rechazan la filosofía del pacto, que no es otra cosa que mirar, por encima de las opciones políticas, lo mejor para la ciudad, discerniendo lo menos bueno de la malo, lo malo de lo peor, el interés de los más antes que el abstencionsimo que a nada conduce, sino a retrasar deliberadamente lo que los ciudadanos esperan.

Amenazar ahora, como lo ha hecho tras su cese, el “Doctor No”, es, además de un brindis al sol, un insulto a la corporación y a la ciudad de Cáceres. Afirmar, como ha dicho, que “no se va a poder dar un paso en la ciudad”, supone negar la mayor que pareciere haber defendido y, como un niño, nos amenaza ahora a todos sin recreo, porque los lobos como él, con piel de cordero quizá, anden sueltos por la ciudad y no se pueda salir ni a pasear. En su compañía, no, desde luego, porque nos ha cansado con su doctrina y con su liturgia, que Cáceres no mereciere en modo alguno.



domingo, 5 de julio de 2009

LAS PUERTAS ENTREABIERTAS DE CÁCERES


Las respuestas del PP a la revocación de la primera tenencia de alcaldía y delegaciones que la alcaldesa de Cáceres había otorgado a su socio de gobierno de IU desde el comienzo de la legislatura, traslucen una cierta amargura, cuando no victimismo, por su parte Y cierto es que, para cualquier partido político, ganar las elecciones y no poder gobernar, puede producirle esa catarsis del “quiero, pero no puedo”, de “puertas abiertas” cuando en realidad solo están entreabiertas; de que cambien ellos ante que nosotros; del “puedo prometer” sin comprometerme para nada.

El sistema democrático, siempre perfectible, permite que no siempre gobierne el partido más votado; que una coalición de partidos se alce con el poder al sumar más votos de quien obtuvo la mayoría. Y eso ocurrió en Canarias, por ejemplo, en cuya Comunidad el PSOE obtuvo la mayoría y, sin embargo, la coalición entre el PP y Coalición Canaria-Partido Nacionalista Canario dejó a Juan Fernando López Aguilar con la miel en los labios tras haber logrado diez escaños más que CC y doce más que el PP. Y cómo traducir lo que ocurrió en numerosos pueblos de España, en los que, en unos casos, se ha hecho oídos sordos al pacto antitransfuguismo firmado por los dos grandes partidos nacionales o en otros, en los que se ha resucitado la pinza PP-IU, tan denostada hoy en Cáceres a la inversa.

El próximo martes se escenificará en uno de nuestros pueblos, Alcántara, lo que el PP ha calificado en Cáceres como “exceso de ambición”, “ocupar un sillón a cualquier precio” y de “pacto con fuerzas antagónicas”. El PSOE ganó las elecciones en la citada localidad con 4 concejales, por 3 del PP-EU, 1 del IPEX y 1 de IU-SIEX.. Pues bien, un pacto de gobierno permitió gobernar a IU con el apoyo de las otras dos fuerzas. Ese pacto prevé que el próximo martes la alcaldía pase a manos del PP, cumplido el ecuador de la legislatura. Nada antidemocrático, por lo demás, a pesar del acuerdo entre PSOE e IU de votar al candidato más votado, que aquí, como en otros lugares, no se cumplió.

El PP de Cáceres, sin embargo, enrocado en el sinsabor de haber perdido el poder por la misma vía que lo ganó en otros lugares, ha descalificado la actitud de la alcaldesa al cesar al “Doctor No”, con el beneplácito de una gran mayoría de los cacereños. El sinsabor de la derrota democrática es mayor que la victoria en las urnas, y difícilmente asumible por quienes no parecen compartir los deseos expresados con la boca pequeña de “apoyar los proyectos que consideren positivos para la ciudad”. ¿Acaso no lo era la aprobación del Plan de Saneamiento Municipal, al que el PP se opuso en el último pleno, al igual que el concejal de IU se abstuvo?

No puede acusar el PP a la alcaldesa, Carmen Heras, de falta de talante o de diálogo y negociación “por el bien de la ciudad”, cuando el cesado, y ellos mismos también, a pesar de sus buenos deseos, se han aliado para ponerle palos a las ruedas, ya heredados de sus propios gobiernos anteriores, a los proyectos en marcha.

La falta de coherencia que atribuyen y niegan al equipo de gobierno la demostraron igualmente en el último pleno que dio lugar a la crisis; pero ellos parecen mirar para otro lado, cuando se reafirman en que la deuda heredada la solucionen ellos. La oposición responsable y el “buscar lo mejor para la ciudad” o “arrimar el hombro” para que “Cáceres no tenga el freno de mano echado”, son estereotipos que habrían de aplicarse a sí mismos, pero no a la alcaldesa, que demasiadas muestras de talante, negociación, diálogo y paciencia ha demostrado en los dos últimos años. El PP ve la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio. Y si alguien “echa el freno” no ha sido precisamente la alcaldesa, sino los otros, que no le dieron ni el humano respiro del duelo, que ya es decir por quienes se califican a sí mismos como “oposición responsable”.

La alcaldesa recibió a la nueva portavoz del PP tras ser elegida. No ha entrado al trapo de descalificaciones políticas; ha mostrado su respeto, por igual, a las fuerzas que componen el consistorio; y ha logrado asumir la paciencia del santo Job con unos y con otros.

Ahora, espera Cáceres. En la responsabilidad de todos está su futuro, aunque los puntos de vista políticos se alcen demasiadas veces por encima de los intereses de la ciudad, aun a pesar de los buenos deseos mostrados por unos y otros.