La obra “Torrecillas de la Tiesa y su territorio”, que acaba de ver la luz, “es una valiosísima aportación, destinada a clarificar muchas dudas y a servir de guía y de referencia para todos aquellos que quieran conocer nuestro pasado y nuestro presente”, dice del libro del historiador José Antonio Ramos Rubio, el alcalde de la localidad Tomás Sánchez Campos. [1]
El origen del
nombre del municipio hay que buscarlo en los numerosos topónimos referidos a
las torres de la zona, en la que hay indicio de una antigua población que podía
ser la Torre de Mingo Caro. Según el investigador Plaza Rodríguez, hubo un lugar llamada La Tiesa, no lejos de La
Coraja, quien añade que La Tiesa,
Torrecillas, Centenera y Aldeanueva eran “asientos” distintos en los libros
sacramentales y que Torrecillas de la Tiesa no se halla registrada hasta el año
1853. No obstante, hay documentos sobre la Capellanía de Torrezillas de la
Tiesa desde al menos 1546, como así aparece en el testamento de doña Leonor Moñino del 24 de septiembre del
citado año. La población aparece también mencionada en un documento de 1704
como capellanía de la dehesa de Torrecillas de la Tiesa. La localidad es un
municipio situado al noreste de Trujillo, regada por los ríos Almonte y Tozo,
sobre el que se encuentran dos embalses. El río Tozo atraviesa el término, por
el suroeste, unos diez kilómetros. El municipio pertenece a la comarca
funcional de Trujillo, con una altitud de 480 metros. Históricamente, las
dehesas de encinas han sido conocidas como Montes
de Tozo. El clima es de tipo mediterráneo subtropical. La formación vegetal
es del tipo durilignosa con un bosque esclerófilo mediterráneo representado por
la encina y el alcornoque, junto a otras especies que forman el matorral: la
jara, el cantueso, aulaga… La base de la
economía es la agricultura de cereales: ganado ovino, bovino, porcino y
caprino. En su medio natural extensivo habita una numerosa fauna silvestre
(águila real, águila imperial, ciervo, jabalí…), que encuentra en la dehesa un
refugio natural. La superficie del término es de 140 kms cuadrados, de las
cuales el 75 por ciento se dedican a pastos, representado las tierras de labor
el 24 por ciento de las hectáreas. En Torrecillas de la Tiesa predominan los
latifundios sobre los minifundios, casi todos cercados con piedra. La población
llegó a alcanzar en 1950 los 2.842 habitantes, que comenzó a descender por el
despoblamiento a partir de los 60 del siglo XX.
Testimonios tradicionales de arquitectura tradicional que
definen la identidad de un territorio son los bohíos (bujíos) o chozos, los pozos
de nieve y pozos de agua, los molinos, las zahúrdas…, fieles testigos de la
cultura y herencia popular. El municipio ha estado siempre muy bien abastecido
de aguas por los numerosos manantiales que conserva el subsuelo: la Laguna
Grande, la Charca del Ladrillar, Laguna de la Gironda, Charca del Carrascal y
varios embalses como el del Tozo, Bustamante Carmonilla y Mascalinas y, más
alejados, Mascalinas o el Labradillo. Según el Interrogatorio de 1791, existió un lavadero de ropa, utilizado por
los vecinos para lavar la ropa. En la zona noreste se encuentra La Fuente de la
Peña, a 2 kilómetros de la población, por el camino de Los Tejares, lugar muy frecuentado por las mujeres que acudían
cargadas con los pilancones llenos de ropa sucia para lavarla.
La
villa de Torrecillas de la Tiesa fue de señorío desde la Edad Media hasta el
Estado Liberal del XIX, gozaba de fuero de realenga. Pasó de ser un lugar de la
Corona a ser vendido a un noble y, finalmente, de jurisdicción libre. El mayor
centro poblacional correspondiente a la Protohistoria se halla en La Coraja, dado a conocer por María Cleofé Rivero en 1974, antes de
las campañas de excavaciones iniciadas por el Departamento de Historia Antigua
de la Universidad de Extremadura en 1985. El castro de La Coraja posee en su interior un dolmen adosado a una vivienda o
posible recinto sagrado. En las excavaciones realizadas entre 1985-1988 se
halló abundante cerámica ibérica de líneas rojas y algunas falcatas ibéricas.
En la finca Los Casarones se han
localizado abundantes restos de una posible villa romana. Los orígenes del
actual emplazamiento del municipio arrancan en la Alta Edad Media. La presencia
visigoda en el territorio deja testimonios en la existencia de varias tumbas
excavadas en pizarra, en La Mascalina,
Cerro de la Peña, Bonilleja, Casarones del Tozo, Ladrillar
de Risel y Canalejas de Valdelahuesa. La extensa tierra de Trujillo, en la que
se enmarca Torrecilla de la Tiesa, estuvo en manos musulmanas desde el 714.
Desde que la tierra de Trujillo fuera reconquistada del dominio musulmán por Fernando II, la historia de Torrecillas
se mantuvo unida a la de Trujillo, pues desde esta ejercía el control de las
aldeas y pueblos que conformaban el territorio trujillano. El territorio y los
lugares que configuraban jurisdiccionalmente la tierra de Trujillo desde la
Baja Edad Media la convirtieron en la segunda comunidad de Villa y Tierra más
extensa de Extremadura. Torrecillas de la Tiesa tuvo mucha hacienda a finales
del siglo XV en posesión de don Juan
Pizarro, pariente de los Pizarro. En
1558, el rey Felipe II, necesitando nuevos recursos para
sus empresas militares, ordenó que se enajenasen los lugares que resultasen
necesarios, al objeto de obtener recursos suficientes para hacer frente a las
campañas militares. Entre las cinco aldeas de la jurisdicción de Trujillo que
fueron enajenadas estaba Torrecillas de la Tiesa, adquirida por Diego Pizarro de Hinojosa, declarándose
como villa en señorío particular a favor del citado noble trujillano, Uno de
sus sucesores fue Lucía Pizarro de
Carvajal, que se casó con don Lorenzo
de Quiñones y Neyra, VII marqués de Lorenzana, cuyo título y señorío
ostentaría su hijo don José de Quiñones,
el cual se casó con doña Francisca
Xaviera de Cabrera y Cárdenas, de quienes fue su hijo y sucesor don Francisco Javier de Quiñones, último
marqués de Lorenzana que vivió en Trujillo, cuyo palacio es la actual sede de
la Real Academia de Extremadura. El palacio fue donado por el marqués de
Lorenzana, don Mateo Jaraquemada Guajardo-Fajardo y su familia, mediante
escritura otorgada en Badajoz el 27 de marzo de 1982. Tras las oportunas obras
de reconstrucción interior, adecuamiento y mobiliario, fue inaugurado el 9 de
octubre de 2000 por Su Majestad la Reina
doña Sofía. El 27 de enero de 1762, Torrecillas compró al marqués de
Lorenzana, heredero de Diego Pizarro,
el derecho a su propia jurisdicción por 1.981.446 maravedíes de vellón. Durante
la Guerra de la Independencia, Torrecillas de la Tiesa sufrió el robo, saqueo,
destrucción y profanación de sus templos. En la guerrilla contra los franceses destacaron
unos vecinos de Torrecillas de la Tiesa, los hermanos Cuesta (Feliciano,
Francisco, Félix y Antonio). Las
Cortes de Cádiz suprimen en 1811 los señoríos y los corregidores y establecen
en cada ayuntamiento alcaldes, regidores y procurador síndico. A la caída del
Antiguo Régimen, la localidad se constituye en municipio constitucional de la
región de Extremadura, conocido entonces como Torrecillas.
Los
testimonios arquitectónicos más antiguos que se conservan corresponden a
finales del siglo XV. La iglesia parroquial de Santa Catalina es un templo de
una sola nave, con cinco tramos separados por arcos fajones de ladrillo de
medio punto.
En
1585 se erigió el rollo de Torrecillas de la Tiesa, una vez que Felipe II puso en venta el Señorío de
este lugar, que adquirió don Diego
Pizarro. Es una obra renacentista de notables dimensiones, que se halla en
la actualidad en la plaza del ayuntamiento.
El
origen del nombre de Torrecillas hay que buscarlo en los abundantes topónimos
aludidos a las torres de la zona. Además de ese conjunto de torres, palacios y
casas fuertes dispersos por las dehesas, poco a poco empezaron a formarse
núcleos a su alrededor formando caseríos o poblados. La Casa del Carrascal es un edificio residencial o casa fuerte que
poseyó don Juan de Orellana Pizarro, que
se halla situado en un lateral de la autovía Madrid-Lisboa, a 7 kilómetros de Trujillo,
y que ocupó una de las paradas de postas más importantes del Camino Real. En el
término de Torrecillas de la Tiesa se encuentra la casa fuerte de La Carmonilla, construida con
mampostería y sillería en las esquinas y zonas nobles. Es obra de la primera
mitad del siglo XV.
Los
puentes que se encuentran en el término municipal son interesantes obras de
ingeniería y elementos de arquitectura vernácula. Entre ellos, cabe citar el
puente del Cardenal, sobre el río Almonte, en el antiguo camino real de Madrid
a Badajoz, construido por el maestro cantero Pedro González en 1440, por iniciativa del obispo de Plasencia y
señor de Jaraicejo, don Juan de Carvajal.
El puente del arroyo Pizarrosillo se
halla a tres kilómetros al norte del municipio que, por su tipología, puede
fecharse en la segunda mitad del siglo XV. El puente del Labradillo, sobre el río Merlinejo, en el antiguo camino
de Trujillo a Torrecillas de la Tiesa, restaurado a mediados del siglo XX. El puente
de los Casarones, situado en el camino medieval que discurría sobre su
antecesor romano, trazado entre Trujillo-Torrecillas-Deleitosa para cruzar por
la Sierra de las Villuercas al noroeste de esta última localidad. Jiménez Valdós fecha esta obra en 1565,
obra del arquitecto trujillano Sancho de
Cabrera.
Entre
las tradiciones populares de Torrecillas de la Tiesa, hay que destacar la Fiesta del Labrador, tradición que se
remonta a los hechos milagrosos ocurridos el 22 de febrero de 1944, en que,
tras hacer una rogativa de nueve días a la Virgen de los Remedios, dada la
pertinaz sequía que amenazaba las cosechas, llovió y nevó el día 22 y todos los
vecinos se acercaron a la iglesia a dar las gracias a la Señora. La fiesta se
mantiene, celebrándose novena y misa mayor. Otra fiesta destacada es la
dedicada a San Gregorio, que se
celebra el 9 de mayo, en recuerdo de una plaga de langostas que azotó la
localidad y que, por intercesión de la Virgen, desaparecieron. Finalmente, entre el 7 y el 12 de septiembre
se celebran las fiestas patronales de “Guadalupe”
en honor a la Virgen de los Remedios. Son muchas también las fiestas y
tradiciones desaparecidas.
La obra se cierra con la bibliografía, un aparato documental y un cuento didáctico de Florentino Escribano Ruiz inspirado en la historia y costumbres de la localidad, titulado “Los poderes de la tercera mano".
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[1] Vid.: Ramos
Rubio, José Antonio: Torrecillas de la Tiesa y su territorio, Diputación de Cáceres, Cáceres, junio de 2020, 244
págs.