domingo, 26 de septiembre de 2010

LA INNOVACIÓN EN LAS OTRAS CORTES DE MÉRIDA

Mérida, capital de Extremadura, tiene Cortes elegidas por los extremeños para su representación, debate de sus problemas, legislar para su futuro y controlar la acción de su gobierno por ellos elegido. Es esa Cámara de representación, presidida por Juan Ramón Ferreira, un ejemplo de innovación en sus iniciativas, de la que han tomado ejemplo otras cámaras de España.

El 24 de septiembre de 1810, hace ahora doscientos años, se constituyó en San Fernando (Cádiz) una Asamblea Constituyente para defenderse de la invasión francesa, llenar el vacío de poder y convocar Cortes extraordinarias y constituyentes, que abrieron el camino hacia el Estado Social y Democrático de Derecho. Intervinieron ilustres extremeños en esas Cortes, como Muñoz Torrero. No pudo pasar inadvertida la efemérides ayer en Mérida, en una fecha en la que un partido en el poder se reunía por primera vez no para hablar de sí mismo, sino de los ciudadanos, y del futuro de todos. Y era la primera vez que ocurría, al margen de la federal acostumbrada previa a los congresos. Hasta en eso, ha sido innovadora Extremadura.

Aparte del documento final salido de la Conferencia, que servirá de base para los futuros programas electorales, la cita buscaba “Valores para el progreso”; es decir, avanzar a pesar de la crisis, y eso en unión con asociaciones y fundaciones representativas de la sociedad que no militan en el partido, y en base a tres principios marcados para la Conferencia: la participación, la igualdad y la libertad, “mirando hacia quienes más nos necesitan”, en palabras de su coordinador y secretario de Ideas y Programas de la ejecutiva regional, Alfredo Escribano.

La crisis no ha marcado los debates, aunque estuviere tras ellos, sino el futuro que debe estar presidido por la innovación para buscar un mejor futuro. Innovar fue quizás el verbo más repetido por los oradores: innovar para “buscar soluciones de futuro y hacer un país más moderno y de progreso”, en palabras de la presidenta de la mesa, Ana Soguer; “innovar en tiempos de crisis para saber qué tenemos que hacer y qué no debemos hacer”, en palabras del alcalde de Mérida, Ángel Calle; innovar, “que no significa tener un ordenador, sino conocer las necesidades e inquietudes de la sociedad”, en palabras del ex secretario general, Rodríguez Ibarra; innovación , porque “no son tiempos del pasado, sino para mirar al futuro” y porque “somos reformistas, no conformistas”, como dijera el vicesecretario general, José Blanco; innovar, “porque somos clásicos, pero innovadores” y hemos de serlo hoy más que nunca “porque nos cambiaron las preguntas cuando teníamos las respuestas” y porque valores como la cultura de la propiedad y la ilusión de la vida no son los mismos en una sociedad cambiante, que exige derechos, pero a la que hemos de recordarle que también tiene obligaciones, en palabras del Secretario General Regional Fernández Vara; innovar porque “no hay que tener miedo a los cambios”, según Jesús Caldera, vicepresidente de la Fundación Ideas; e innovar, finalmente, porque hasta la Conferencia Política ha sido transmitida en directo y ha propiciado la participación a través de las redes sociales, gracias a la pericia tecnológica de César Ramos, secretario de Nuevas Tecnologías y Ciudadanos en Red del PSOE de Extremadura.

Un partido que mira al futuro y es capaz de visualizar el porvenir, “es una fuerza capaz de todo”, dijo Blanco, porque ayer, en las otras Cortes de Mérida, no solo hablaron los representantes del pueblo y sus dirigentes, sino el pueblo mismo, de sus preocupaciones e inquietudes, en tiempos generadores de desconfianzas, siempre negativas, y no de esperanzas, motores de cambio y de adaptación como los que necesitamos.

BERREA SILENCIOSA ANTE EL LAMENTO DE LOS ROMPEDORES

Quizás hubiere un paraíso en la Tierra; pero fuimos expulsados de él y sólo nos queda el cielo como posible lugar de su localización. Por eso, en la liturgia de difuntos se ruega por él pidiéndole a los ángeles que le lleven al paraíso que no hubiere en la Tierra. “Al paraíso te lleven los ángeles en volandas/porque tuviste alas de paz…//El coro de los ángeles salga a tu encuentro/ y te reciba en son de triunfo,/para que junto con los Lázaros, pobres en esta tierra, tengas descanso eterno/ en el reino definitivo de los cielos…”

“Venimos de un mundo cruel”, decía la presidenta de la mesa de la Conferencia Política del PSOE en Mérida. Y por ello recordaba que, hace doscientos años, un grupo de extremeños, entre otros muchos, se reunieron y quisieron allanar en Cádiz el camino de la libertad y la soberanía de la nación que nos condujere al paraíso perdido por los pobres Lázaros de la Tierra.

A orillas del Guadiana, en la capital de Extremadura, se han reunido, también por primera vez, más de quinientos extremeños progresistas, no conformistas, que han deseado debatir para hallar entre todos nuevos “valores para el progreso” en la tierra de los hombres sin pan; respuestas de hoy para los hombres del mañana.

Berrean los ciervos entre los encinares y sus lamentos de pasión buscan solo la reproducción de sus genes en otras generaciones, la vida después de la vida. Qué buscan ahora los padres para sus hijos sino la felicidad que ya impusiere la Constitución de Cádiz como objetivo del Gobierno de la nación: “buscar la felicidad y prosperidad de los ciudadanos”, como apuntara Vara, el secretario general de los socialistas extremeños, el fin último de toda acción política; pero no podemos estar permanentemente esperando en la sala de espera; hay que salir de ella, como se hizo hace treinta años, recordaba Ibarra, porque la juventud espera respuestas y “los tiempos pasados no volverán”.

Mientras la berrea de Mérida busca en su trabajo respuestas como valores para el progreso, los bramidos de “los rompedores” no cesan ni un día, pero no porque busquen el paraíso para todos, porque ellos siempre lo hubieren, y, apostándolo todo por la crisis, se empeñan en poner palos a las ruedas del Gobierno para, a río revuelto, llenar su despensa de peces. Los salvapatrias, “los rompedores” que todos los días nos anuncian el Apocalipsis si ellos no volvieren a gobernar para sí; quienes predican que “España se rompe”, “la familia se rompe”, “la caja única de la Seguridad Social se rompe”…, cuando nada se ha roto, como recordaba Blanco, el vicesecretario general, aunque lo desearen para hacer de la tierra su propio paraíso…

Ante los bramidos silenciosos de quienes trabajan por los más, los lamentos de quienes tachan el cónclave de futuro de “teatrillo”, porque no pudieron cumplir sus promesas ante la llegada de la época de vacas flacas que nos vino de fuera; otros lamentan, en su berrea diaria, que nadie les impide, la “forma de hacer política” de quienes más dialogan con ellos, fijando las prioridades en tiempos de crisis, porque eso es ser leal con Extremadura y con España: actualizar los retos sin perder la ética como norte, decir la verdad aunque duela, y no mentir para confundir, sin dar bramidos de pasión por España, sino berreas que se pierden en el aire y que solo buscaren su propio paraíso perdido. No engendran ilusión quienes más berrean, sino quienes llevan en sus genes, además de la vida, la ilusión por el futuro de todas las vidas.

viernes, 24 de septiembre de 2010

BRILLE LA LUZ A PESAR DE LA OSCURIDAD DE LA NOCHE

En los empieces del otoño, no declina la vida política de la plenitud a la vejez. Amanece más tarde y cierra la luz sus cortinajes más temprano; pero el día es el mismo, como la segunda hierba o heno que produjeren los prados en la estación. Mérida capital congrega mañana a más de medio millar de delegados del Partido Socialista de Extremadura en su primera Conferencia Política.Renovarse o morir. El otoño no puede ser símbolo de declive para quienes esperan la cosecha de la estación y los frutos que sembraren en ésta para la primavera. El PSOE no descansa ni en la estación que invitare a ello, ya pasada, ni en las por venir. Pasa la luz, pero brillan las estrellas, como las farolas iluminan durante la noche oscura las calles apagadas...

La Conferencia Política pretende ser la selección de las semillas que alumbren los futuros programas electorales; la cosecha que ha de estallar en primavera; la renovada luz que exigen los ciudadanos, y la sociedad toda, para que aquella brille por encima de la oscuridad. Las ideas, las demandas, las preocupaciones, los problemas, las posibles soluciones, lo que preocupa y ocupa a la sociedad, que sus portavoces traducirán en las resoluciones pertinentes.

El partido es la sociedad misma; el PSOE, el que más se parece a ella, como acostumbra a decir, y lo fuere, el secretario provincial del partido en Cáceres, Juan Ramón Ferreira. Por ello, en la conferencia se reúne toda la sociedad que los representa: delegados, comités, ejecutivas, jóvenes, asociaciones, entidades, en un arco iris de participación, igualdad y libertad; en una connivencia de colaboración ideológica en virtud de la cual, quienes no están, también estén, porque todos son la sociedad misma y los beneficiarios de las respuestas que solicitan.

Frente a los agoreros que cada día reclaman respuestas, cuando todos los días se ofrecen, la mirada al futuro sin olvidar el presente mediante la participación, la igualdad y la libertad. Nada se impone en un partido que se abre hasta quienes no son de los suyos; que es capaz de presentar un millar de enmiendas a los documentos marco que se les presentan sobre la política, los ciudadanos y el propio partido.

Ha pasado, hace unos días, la estación más calurosa del siglo; pero nadie pasa, aunque la noche llegue antes, porque la nueva luz está al caer. Quienes piden ahora más luz, no reconocen, porque no hubieren memoria, o quisieren matarla, que ellos no se preocuparon en llevarla a nuestros pueblos en la medida en que hoy la solicitan; y la noche se hizo noche más larga y miles de extremeños hubieron de emigrar en busca de otras luces que no les propiciaren, porque ni las semillas tuvieren para la cosecha de otoño, y menos aún para la de primavera.

Llegar hasta aquí no ha sido fácil. Los principios siempre son difíciles, más aún cuando el abanico se abre y no se impone. No por mucho gritar amanece más temprano; ni por mucho urgir y preguntar pueden presumir de hacer política quienes durante siglos la hicieron solamente para ellos, sin contar con el pueblo. Todo para ellos, pero sin ellos.

La política, los políticos, deben constituir un referente y no un problema para los ciudadanos; porque sin la política, ni los políticos, los problemas serían mayores y otros vendrían, como siempre lo estuvieron, al acecho para sacar tajada de quienes menos hubieren, ni siquiera la esperanza.

A quienes les preocupa el presente y el futuro, no gritan: trabajan; recolectan las semillas para sembrar el futuro y que el granero no carezca nunca de lo imprescindible. Quienes se empeñan en afirmar lo contrario, y hasta ver la paja en el ojo ajeno, fueron los que siempre tuvieron para ellos, pero no para el resto. La Conferencia Política que el PSOE celebra mañana en Mérida persigue lo contrario de lo que afirman los otros: renovarse para no morir, sembrar para recoger, ofrecer más luz cuando la oscuridad se hace noche, porque ya hubimos bastante en el pasado y nadie, de quienes ahora gritan, llegaron para alumbrarnos. Esto es lo que está pasando..., sin que nada pasare porque no gritamos.

miércoles, 22 de septiembre de 2010

MIRÁNDOTE A LOS OJOS…

Mírame a los ojos cuando te hablo. Si no me miras, me parece que no me escuchas; si no me escuchas, no te hablo; si no te hablo, no existo para ti; si no existo, para qué hablarte si pareciere que converso a solas con la pared…

Mírame a los ojos cuando me hables, mírame a los ojos cuando te hablo… Si no lo haces, no te escucho, como tú no estás en mí si no me miras… Dónde mirar sino al espejo del alma que traduce el sentimiento y la emoción de la palabra. Cómo puede tu mirada vagar a otro lugar de mi cuerpo sino a aquel por el que te observo, a base de mirarte. Veo en tus ojos lo que dices y traduzco lo que callas. No miro a otra parte, amor, porque no hallarás en ella lo que buscas, como mis ojos tampoco lo encontrarán en ti.

Aunque no me hables, leo en tu mirada el discurso que esperare de ti. No me bastan tus manos sobre las mías, tus besos fruncidos a los míos: habla más tu corazón y tu alma por tus ojos que la lengua desbocada que me aleja de ti y me duerme con tu mirada. Busco en tu mirada tu habla sin palabras, el rayo incesante de tu luz que no se apaga; lo que me dijere tu alma; lo que no hablare tu corazón…

Mírame a los ojos cuando te hablo no porque resalten en mi faz, sino por el brillo que puedas ver en mis palabras. Me escuchas y no me vieres y sería feliz no porque no pudieres mirarme, sino porque tus sentidos estarían atentos a mis palabras. Si no me miras, no me escuchas; estás alejado de mí, aunque estemos frente a frente. Seríamos dos estatuas mirándose en la oscuridad… del fondo sin ojos de nuestra materia sin vida.

Mírame a los ojos cuando me hables porque te siento más cercano a mí; porque tus palabras me llegan por la mirada más que por los oídos o el calor de tus manos; porque sé que te diriges a mí, pensando en mí, y no en otra cosa o personas, como si lo que pensares se lo dijeres a todas… Te escucho y no estoy ausente en tu presencia; tu alma entra en la mía por tu palabra en la mirada. No la desvíes, cariño, porque creo que te alejas de mí, aunque estés presente. Mírame y no me rehuyas. Detén tu mirada en mis iris y en ellos hallarás el brillo que hallare yo en los tuyos. Ojos que ven, corazón que siente, como tus palabras que me llegan por tus ojos sobre los míos, antes que por los oídos, solo atentos a tu mirada; la mirada que brilla, que ve y escucha; la mirada, espejo de nuestras almas… No dejes de mirarme, amor, y escucharás los latidos de mi alma dolorida, ansiosa del fármaco de tu palabra…, mirándote a los ojos siempre…, como el galeno sin ojo clínico, apoyado en la luz de sus otros ojos para escudriñar el fondo de los tuyos. Mírame a los ojos, corazón, como si fuere la última vez que verme pudieres…porque no se ve lo que no se desea, sino lo que intuimos tras la mirada.

domingo, 19 de septiembre de 2010

EL DÍA EN QUE CANTAMOS CON LABORDETA EN ALCÁNTARA

La primera vez, quizá, que el profesor de Geografía e Historia, político, cantautor, y escritor José Antonio Labordeta vino a Cáceres no fue para grabar “Con la mochila a cuestas”, el programa de TVE que desgranaba en sus andares por España la vida, costumbres, paisajes y gastronomía del país amado, con la sencillez que acostumbrare y su nobleza baturra.

De Labordeta, fallecido esta madrugada en Zaragoza, a los 75 años, diputado durante dos legislaturas por la Chunta Aragonesista en el Congreso, tuvimos su última noticia el pasado día 6, cuando los ministros de Defensa y Educación del Gobierno de España se acercaron a su casa para imponerle la Gran Cruz de Alfonso X el Sabio. Antes habría recibido también la Medalla al Trabajo. Sentado en un sillón, su cara, casi desconocida, no parecía la misma por la enfermedad que se lo ha llevado; pero, aun así, esbozaba un rictus de emoción y sonrisa por la visita, expresión de la bondad que le acompañare en vida y su afán de justicia y ansias de libertad.

Sería, con toda probabilidad, a finales de 1971 cuando el profesor Senabre, entonces director del Colegio Universitario de Cáceres, invitó a Labordeta a dar un recital. Senabre, Medalla de Extremadura, que tantas puertas abriere a la libertad, habría prologado las Obras Completas de su hermano Miguel (Ediciones Javalambre, Zaragoza, 1972), al que seguía un “Retrato” del propio José Antonio sobre su hermano, y que un día me regalara en su despacho. Conocería, pues, también al cantautor.

No eran tiempos aquellos para cantar a la libertad si no fuere lejos de nuestra patria. El día anterior, les vi dirigirse al hotel “Alcántara” a tomar un café. “Ya está aquí”, me dije. Al día siguiente, un autobús lleno de estudiantes se dirigió al conventual de San Benito, de Alcántara, para escuchar su recital y oír, quizá por primera vez, su “Canto a la libertad”.

Pensaría Senabre que, lejos de la ciudad, en un inhóspito, entonces, convento abandonado, no hubiere problemas de censura ni multas de por medio por alteración del orden, como le ocurriere a un profesor de su claustro por ofrecer una conferencia y decir en Cáceres lo que no conviniere al régimen. Agonizaba ya el franquismo como José Antonio, cuatro años atrás, cuando le fue detectado un cáncer que ha terminado con su vida.

Fuimos los que fuimos, sin anunciar la visita, y nadie más nos acompañó que los sones de su guitarra y su potente voz, que llenó las naves del templo, erizándonos el vello por la emoción, aunque entonces los jóvenes no unieren sus manos ni movieren sus cuerpos al ritmo de la canción. Nos invitaría a cantar con él algún estribillo, quizá el de su “Canto a la libertad”, extraoficialmente himno de Aragón:

“Habrá un día
En que todos
Al levantar la vista
Veremos una tierra
Que ponga libertad.”

Años después, fue sonada su intervención en el Congreso, que me recordare el porqué de nuestra ida a Alcántara. “Cuando habla un diputado sin grupo mayoritario, y cuyo voto por lo tanto apenas cuenta, nadie le oye; los otros diputados se levantan y salen, murmuran… un insulto a la democracia.” Labordeta expuso las graves deficiencias del ferrocarril a su paso por Zaragoza, el abandono, la escandalosa subida de precios…, y se le ignoró, se rieron de él, le humillaron… “No sé cuántas veces va usted a Teruel en un coche lento, no con guardaespaldas y a esas velocidades que van ustedes. Yo voy tranquilamente (Varios señores diputados: oh, oh- Rumores). ¿No puede uno hablar aquí o qué? Coño, a ver si uno no puede hablar aquí. A la mierda, joder. (Rumores). Estoy hablando con el ministro y no con ustedes. (Continúan los rumores). Ustedes están habituados a hablar siempre porque aquí han controlado el poder toda la vida y ahora les fastidia que vengamos aquí a hablar las gentes que hemos estado torturados por la dictadura. Eso es lo que les jode a ustedes, coño, y es verdad, joder. A la mierda.”

“Con ternura –Miguel era un tiernísimo león de la injusticia- recibía a los amigos golpeados por el quehacer cotidiano”, decía José Antonio de su hermano.

Como él, José Antonio, siempre cantando a la libertad, sin olvidarse de quienes nunca la hubieren:

“Para que un pan que en los siglos
Nunca fue repartido
Entre todos aquellos
Que hicieron lo posible
Por empujar la historia
Hacia la libertad.”

Como a ti, José Antonio, a pesar de lo cual pregonaste la libertad en el templo nacional de la palabra y en Alcántara, cuando aún no pudieres hacerlo en libertad, pero te escuchamos, y nos enseñaste el camino hacia ella, cuando ya se barruntaba el nuevo amanecer.

sábado, 18 de septiembre de 2010

GORRIONES SOBRE LAS ACERAS CACEREÑAS

Al amanecer del viernes, hemos salido a la calle y visto los estragos del temporal breve, pero intenso del anochecer anterior: la alfombra de las hojas arrancadas de los árboles, las ramas de gruesos troncos caídas sobre los vehículos aparcados; y gorriones, ya dormidos en los árboles, que han caído sobre las aceras abatidos por el granizo, la lluvia y el viento… Alguno vivía aún, pero apenas podía dar un paso cuando regresábamos a casa. Veíamos por televisión el partido entre el Aris de Salónica y el Atlético de Madrid, que ya perdía por 1-0, en la Europe League. Y, de improviso, hemos visto y oído la granizada, la fuerte lluvia que abatía árboles y pajaritos, la gente que se refugiaba en el bar, asustada por el árbol que se le venía encima mientras conducía… No importan los daños; lo que importa es la vida, se dicen unos a otros. Las mujeres, asustadas, llaman por teléfono a sus familias para saber de ellos y decirles cómo están. Algunos se atreven a llamar a los bomberos, con la que está cayendo, para que le retiren las ramas de los árboles de su vehículo para regresar a casa. Al fin, la calma y la paciencia se abren paso y todo el mundo se hace cargo de la situación. Estarán en ello quienes deben estarlo, se dicen unos a otros. Solo cabe esperar…

A la media hora, el diluvio parece haber terminado. Al lado y enfrente, observamos cómo gruesos troncos han sido abatidos; el agua no halla caminos por los que discurrir; las aceras están alfombradas, no de hojas caducas, sino arrancadas por la fuerza de los vientos, la lluvia y el granizo; los gorriones yacen sobre las aceras como si hubieren sido abatidos por disparos de escopetas. Pasan los coches de la policía con sus luces azules encendidas; suenan las primeras sirenas. Las mujeres se dicen unas a otras: no salgas todavía…

Cuando la tormenta amaina, camino de casa, nos hacemos cargo de los destrozos del temporal. Los meteorólogos hacen sus lecturas, Los políticos, la suyas; los vecinos, dicen lo mismo de siempre: siempre que llueve, pasa esto. Todo el mundo parece haberlo denunciado y prevenido; pero hasta que no ha llegado, como la primavera, nadie sabe cómo ha sido.

Bomberos, policías, auxilio en carretera… han permanecido de guardia toda la noche y no han dado abasto para atender todas las llamadas de socorro. Enseguida, se han retirado de la calzada los árboles tronchados. Queda mucho por hacer; pero lo principal está arreglado: no ha habido daños personales, aunque sí muchos materiales.

Se han bajado las persianas, temerosos del agua y la visión de los rayos, que parecieren partir los cielos. La noche se ha cerrado. Nada se ve ni oye, sino los truenos lejanos en el horizonte.

De mañana, vemos las calles como nunca las vimos: alfombras de tapiz verde por las hojas caídas, ramas tronchadas de gruesos troncos descansando sobre los vehículos estacionados; gorriones que silenciaron su piar en los árboles, sobre las aceras, reventados por el granizo; los jardines desechos; hombres y mujeres, afanados todavía en limpiar el agua de garajes y locales; las máquinas de limpieza de las calles, a la espera.

Ha sido un pequeño diluvio, mínimo pero suficiente, como para avisarnos del peligro de las fuerzas desatadas de la naturaleza. En la duermevela, mientras oímos las últimas sirenas y el llanto de los niños, sobresaltados por los truenos que nunca oyeren, pensamos en los daños indeseados, en la limpieza por realizar, en los gorriones reventados sobre las aceras que procuramos evitar en nuestras pisadas, mientras las niñas, camino del colegio, preguntan a sus padres qué ha pasado para que la ciudad esté tan sucia y por qué los pajaritos no recogen las hojas caídas, como ellos, mientras la mamá responde: “Hija, eso lo hacen solo las cigüeñas…”

jueves, 16 de septiembre de 2010

CÁCERES, ¿Y POR QUÉ NO?

Vísperas de San Miguel y es llegada la hora de Cáceres. Y al Oeste, Cáceres, el otoño condensado de la Edad Media, Patrimonio de la Humanidad. En círculos concéntricos, Mérida, la romanidad aflorada hace un siglo, también patrimonio universal; Trujillo, el balcón de la conquista, aspirante, junto a Plasencia y Monfragüe, el triángulo a la espera; Badajoz, el poder moro; Guadalupe, patrimonio de Extremadura, físico y espiritual, y universal declarado por la UNESCO… Y por qué no mirar ahora hacia el Oeste, cuando toda España y media Europa ya lo hacen.

Prepara Cáceres sus nupcias con Europa: el Palacio de Congresos, el museo de arte contemporáneo, ya abierto; el remozamiento y revitalización del casco intramuros; los festivales de música y teatro; la red de museos de los alrededores… Ha vivido una espera de trabajo e ilusión en la que el premio solo es la esperanza de la capitalidad. Se ha embebido a sí misma con el solo anuncio: “Cáceres 2016”; se ha paseado el lema por todo el mundo; ha recorrido las redes en miles de nombres; ha brillado su nombre en plazas de media Europa con el año esperado; se ha paseado en el corazón de jóvenes y adultos; tal una maceta brilló de colores en los balcones…

Quien tanto ha esperado, y con tanta ilusión y trabajo sobrellevó la espera, no pudiere tener otro premio que el de la candidatura. El 27 y 28 son las fechas de la primera selectividad. Cada uno mira y barre para casa. Son muchos los llamados y pocos los elegidos; pero Extremadura ha sido una desde los empieces del proyecto: todos con Cáceres, capital cultural hoy del Oeste olvidado como una síntesis de lo que significare: puente con Portugal, Hispanoamérica y Europa. En Yuste murió una cierta idea de Europa, ahora renacida. El retiro del Emperador no puede ser eterno en el Oeste y debe aflorar como Emerita Augusta lo hizo hace un siglo. Europa debe mirar al Oeste porque desde aquí se miró, y se mira, a Europa y al mundo entero.

El consejero de Cultura andaluz ha instado a Europa a mirar al Sur y, después, la elegida tendrá todo el apoyo de su Junta, ha dicho. Cáceres lo ha tenido desde el principio de la carrera todavía por finalizar. Aquí dio el ex presidente Ibarra el pistoletazo de salida, asumido por todos, porque Extremadura toda se ha dicho a sí misma: Cáceres, ¿y por qué no? Entre las dieciséis candidatas, ya se ha marcado en el calendario ese año para ella, porque la cultura subsume sus potencialidades todas: el turismo, los paisajes, el arte, la historia, la dehesa, los mares interiores, el paraíso de las aves y de la cocina, una Extremadura diversa y plural, pero una en su sentir. Europa debe mirar ahora al Oeste, y a Cáceres, ¿por qué no? Por Mérida, Badajoz, Guadalupe, Trujillo, Plasencia, Monfragüe…, por el Valle, las Villuercas y la Siberia; porque somos puente entre continentes, porque nada hubimos en el pasado y todo lo esperamos en el futuro, con nuestro trabajo, esfuerzo e ilusión; porque somos Extremadura y estamos en el Oeste, cada vez más cerca de España y del mundo. ¿O alguien de fuera lo dudare sin conocerla?

domingo, 12 de septiembre de 2010

EL REGALO DE LA ESCRITURA

“¿Por qué dejamos de escribirnos? Es un regalo que pocos elegidos pueden compartir?” Me lo preguntaba y se respondía a sí misma, como suplicando mis letras, que considerare un regalo. Antes, la conversación era un regalo; la tertulia, el diálogo, cauces para revelar pensamientos y sentires. En la confianza, la palabra fluía como un sirimiri que llenare mañanas y ocios de tardes y noches. La televisión y la radio menguaron los diálogos que llenaren más que un simple entretenimiento ante la abulia de los tiempos. Devino, entonces, la separación espiritual y, con ella, la desconfianza, que apagare el habla, el diálogo, la conversación. Ya nada volvió a ser igual: la amistad de antes, los vecinos de antes, la unión familiar, el compañerismo. No solo se había perdido la carta como forma de comunicación, sino la comunicación misma. Apenas un “buenos días” y “hasta luego” se decían quienes pasaren horas físicamente unidos, compañeros de camino, separados en los andares de la vida.

En la distancia, y en la ausencia, la palabra escrita fuere siempre el mejor regalo: no solo se acordaban de ti; te regalaban su tiempo; te contaban su vida, la intimidad de su alma solo para la tuya. Leeía y reeleía, una y mil veces, aunque lo negare, aquellas letras del amigo que guardaba, como las fotos antiguas, en un viejo cabal de colegio. De cuando en cuando, tornaría a abrirlo para reeleerlas una vez más. Sus cartas eran su alma, un libro abierto que compendiaba quehaceres, pensamientos, filosofía, deseos…, la conversación ausente y siempre presente, que le llenare más que una breve conversación telefónica para preguntarse cómo estás. “Yo bien, gracias a Dios. ¿Y tú?”, como las antiguas de los abuelos. El correo electrónico y el móvil habían terminado con las cartas, con la escritura como medio de conversación. Costaba mucho escribir. Nadie tenía tiempo para nada y menos aún para gente, ya fueren familiares o amigos, a los que no veía, en ocasiones desde hacía mucho tiempo. El roce hace el cariño; el cariño provoca el roce…, le había escrito hacía tiempo, aunque no entendió el significado en su contexto; pero deseaba su cartas “como el regalo que pocos elegidos comparten”. Eso quería decirle. Se comparte entre dos; pero ella solo me hubiere escrito dos por cien que yo le remitiere. Y ahora le decía: “Espero que pronto podamos tomarnos un café con horas de conversación; o mejor, bebernos las palabras, con un café como excusa.”

Ya no quedaba ni la palabra entre tantas palabras. Deseaba volver a escucharme, y él a escucharla, las manos entrelazadas, “bebiéndose sus palabras”, como una carta eterna que siempre esperare y nunca recibiere; después de tantos cafés –“¿te aburro, cariño?-- “En absoluto, me respondía presta. Me has enseñado a valorar lo importante de lo accesorio, me has dado autoestima, confianza, fe y esperanza…” Y ahora recordaba mis cartas y me llegaba al alma con solo dos frases, mientras él también las esperare: la carta, o la radiografía del alma que veláramos con el burka de la desconfianza que nos desune cuando fuere más lo que nos une…

EL PRECIO DE LA LIBERTAD

La libertad no es un artículo de consumo; no se compra porque no tiene precio; pero puede lograrse. El jurisconsulto romano Ulpiano, uno de los más grandes de la Historia del Derecho, decía: “Libertas pecunia lui non potest” (La libertad no se puede pagar con dinero). El precio de la libertad es el más alto de todos. Ha costado muchas vidas perdidas en guerras inútiles. Nacemos libres, pero no lo somos del todo. Refrendan la Constitución y las leyes nuestro estatus de libertad, pero nos lo ahogan por todas partes. Por ello, ya la Declaración de los Derechos Humanos advertía en su artículo 4º que la libertad “es la facultad de hacer todo aquello que no perjudique a otro.” Pareciere que la libertad es para quienes la proclaman para sí, pero no para el resto, como si la libertad fuere un bien exclusivo y no universal. Siempre fue así, pero no tendría por qué seguir siéndolo.

Hubo un tiempo en que el poder fuere sinónimo de la libertad de quienes lo ostentaren, y la esclavitud, la mazmorra de quienes, aun libertos, no les retiraren sus cadenas. Universalizada, la libertad se categoriza. No hubieren libertad al mismo precio para quien ostenta el poder que para quien es súbdito de ese poder; para el amo que para el siervo; para quienes hubieren riqueza y para quienes nada tuvieren, más que su libertad. ¿Para qué, entonces, la libertad? Es más libre, como más rico, quien menos tiene, porque nada necesita; y menos aún quienes, ostentadores del poder, que trabajan por la libertad de los demás, se ven asediados y son mal vistos por quienes, aun tan libres como ellos, pretendieren lograr los frutos de su libertad, y no las hieles que le ofreciere la propia.

El Derecho Romano define la libertad como “la facultad de hacer lo que el derecho permite”. Ser libres y sentirse libres. Hay un enrocamiento entre el ser y el estar. La esencia de la libertad es inherente al ser humano; pero, ¿lo somos de verdad? Lo somos, pero no lo sentimos en plenitud, quizá porque la libertad no se proclama: se conquista; no tiene precio: se compra cada día.

“Libertad de los pueblos” fue el lema de los vencedores de la I Guerra Mundial, y llegaron dictaduras que aplastaron la libertad. “Libertad de los individuos” fue el de la II Gran Guerra y los vencedores tienen todavía la esencia de esa guerra por cumplir. “Libertad duradera” fue el título de la Operación urdida por los ejércitos estadounidense y británico para invadir y ocupar Afganistán, en respuesta a los atentados del 11-S de 2001, amparándose en el artículo 51 de la Carta de Naciones Unidas, que invoca el derecho a la legítima defensa. El objetivo de encontrar a Bin Laden no se ha cumplido y si el régimen talibán cayó, aún no ha sido vencido en el campo de batalla. Ni la Operación “Libertad Duradera” ni la Fuerza Internacional para la Asistencia de la Seguridad (ISFAD), establecida por el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas para asegurar la capital y sus alrededores, no han logrado ni acabar con los talibanes ni con los movimientos de su brazo armado; pero sí para acabar con la vida de miles de soldados y civiles que perdieron su libertad por tratar de asegurar la paz.

La mentira es el antónimo de la libertad. Ya dijo Jesucristo que “la verdad os hará libres” (Jn, 8, 31-38) y el jurista romano Gayo, que “la libertad es la más preciada de las cosas”. Por ello, no tiene precio, como la paz, aunque por eso mismo lo hubieren porque no se regalan; se conquistan.

martes, 7 de septiembre de 2010

UNA PERIODISTA EN EL “MARCO INCOMPARABLE

Han pasado cuarenta años, Ángeles, y reapareces hoy como protagonista de la noticia en el “marco incomparable”. No ejercerás como periodista quien lo fuere desde su llegada a Cáceres hace cuatro décadas. La noticia eres, hoy, tú. Por una vez, y afortunadamente no es una excepción, ha irrumpido la mujer como protagonista en Extremadura.

Nosotros nunca somos noticia, compañera, amiga, sino que ofrecemos las de quienes lo son; pero el destino ha querido que tú lo seas este año por méritos propios varias veces: has sido primer premio “Juanita Elguezábal”, ya sabes: aquella mujer que rompió barreras a finales del XIX en nuestra entonces ciudad provinciana, “por tu labor profesional y por haber defendido la profesión de forma digna y respetuosa con la cultura extremeña”. Tú viniste en un tiempo que era la alborada de la democracia, aún no llegada; pero viviste otro de maestra con las primeras generaciones de mujeres a quienes llevaste de la mano y enseñaste lo mejor de nuestra profesión, que no era flor de un día, sino espinas de veinticuatro horas. Lograste unir a hombres y mujeres de una profesión bendita y maldita, a la vez, en la lucha por su dignidad, en los referentes de Cáceres y Extremadura, en la lucha por nuestra tierra y por la igualdad de la mujer, en tu preocupación por los parados a quienes también azotare la crisis, en los objetivos culturales de la ciudad: Cáceres 2016… Y hubiste el júbilo de quienes coronan su obra con la satisfacción del deber cumplido.

Tus referentes fueron el coraje, la independencia y la libertad. Siempre gallega sin dejar de ser extremeña, conciliaste la dignidad de nuestra profesión con la defensa de la cultura extremeña de una forma digna y respetuosa. Y, así, llegaste a lo más alto de ella, mientras dabas a luz las mejores luces de tu vida, mostrando el camino a las mujeres valientes que concilian profesión fuera de casa y trabajo en ella.

En 1933, Margarita Xirgú fuere quizá la excepción que tú convertiste en regla. En silencio la escena, el Guadiana volvió a soterrarse durante algunos años y vuestra voz quedó oscurecida, silenciada, apagada; pero afloraría contigo y con otras, aun antes de que llegare la hora.

Unamuno dijo que había hecho hablar a Séneca; que Séneca explicó la historia de Medea, y Margarita hizo Medea, que escribió el personaje, imaginario o real, en un ser vivo que se apodera de nosotros en cuerpo y alma.

Hoy estás allí donde ella estuviere; entre Tajo y Guadiana, como a finales del XIX lo hizo en Cáceres Juanita Elguezábal, como Margarita en el 33, como tú desde principios de los 70 en nuestra ciudad, compañera, amiga, ex presidenta de afanes y labores por concluir, y hoy,

En la pantalla te veo, Juanita,
En mi alma te llevo, Margarita;
Mis oídos te escuchan, Medea;
Háblame como siempre, Angelita.

Bajo las siete sillas de tu horizonte
Lloran tus palomitas sin verte
Como yo lloro al oírte
Y sin ir, lloro al verte.
Mi alma está contigo
Y tu corazón, a buen abrigo.

domingo, 5 de septiembre de 2010

LAS MEDALLAS DE LOS GENERALES

Había observado desde pequeño las tribunas de los desfiles militares: los generales que escoltaban a los sátrapas llenaban su pecho de medallas, mientras la tropa de a pie, tan solo lucía el uniforme que los hacía uno en el movimiento de las extremidades, incluso en el “vista a la derecha” al pasar frente a la tribuna.

En cierta ocasión, un suboficial le confesó: “Hijo: los jefes se llevan las medallas y la tropa hace el trabajo.” Cuando le llevaban a la fiesta, apenas veía condecorada a la tropa; si acaso, a algún suboficial que otro que hubiere hecho méritos extraordinarios, como salvar vidas humanas, y que fuere propuesto por sus superiores; la mayoría eran para jefes y oficiales; a los generales se las ponían en acto solemne en el cuartel general, fuera de la vista de la tropa, pero a la vista de todos en los desfiles.

“No lo olvides, hijo: nuestra única medalla es nuestra bandera y el trabajo: lo demás, no importa. La tropa hace el trabajo y las medallas serán para ellos…” “Pero, ¿por qué?”, le insistía. “Siempre ha sido así y siempre lo será”, confesaba el sargento Vivas. En otra ocasión, le contaba su amigo “el capitán” que una vez hizo un gran servicio, por el que un día soñó con una medalla. “¿Y sabes a quien se la dieron?: a mi jefe.”

No volvió a creer en esas medallas que llenaban la pechera de los generales y que se otorgaban por méritos extraordinarios, y siempre recordaría sus palabras, las de un humilde suboficial de la Guardia Civil, y hasta las del agente amigo, que le reiteraron: “Hijo, lo nuestro es servir a la Patria y a nuestra bandera; el trabajo bien hecho; lo demás no importa. El cielo nos dará la recompensa que no nos diere la tierra, porque las bienaventuranzas tan solo las lograremos en el cielo, nunca en la tierra… Fíjate: hace dos mil años que las proclamó Cristo y aún siguen sin cumplirse y es el mayor alegato en favor de la justicia social de todos los tiempos; pero nosotros, a lo nuestro. A mí lo único que me emociona es la letra de nuestro himno. Escucha, hijo”, y cantaba emocionado mientras las lágrimas resbalaban por sus mejillas:

“Instituto, gloria a Ti
Por tu honra quiero vivir.
Viva España, Viva el Rey,
Viva el Orden y la Ley,
Viva honrada la Guardia Civil!

¿Te parece poco? Cantar nuestro himno me anima en mi tarea más que todas las medallas del mundo y los reglamentos que nos obligan… No esperes nunca recompensa alguna más que la satisfacción del deber cumplido…”

viernes, 3 de septiembre de 2010

UNA “FRÁGIL FLOR” EN EL PLENO DE PLASENCIA

“Mi madre es como una flor frágil y espero que su tallo aguante esta embestida”; “mis hijos son jóvenes como un roble y tienen salud para aguantar”; sus amigos creen en él y le quieren. Ha defendido la honradez de todos sus compañeros de corporación, incluidos los adversarios que le acusan; pero ha recriminado a uno de ellos, que mejor le conoce, que haya actuado como acusador antes que como abogado defensor; a aquel que apenas ejerciere la portavocía que le otorgare su partido para defender los intereses de la ciudad y que tan “en blanco” pasó la legislatura que ha necesitado “vender” por unas monedas la credibilidad que no le asistiere como político.

Cantero no ha bajado a la mina que representa, que obtuviere más dinero municipal que la que ha investigado, y que le ha llevado a llevar a la Fiscalía a dos compañeros inocentes. Cuando Blas Raimundo ha calificado de honrados a todos, incluido Miguel, este le ha llevado al patíbulo de la sospecha, de la duda; ha manchado su nombre inocente, aunque aún no se instruye la causa ni se hubiere adoptado medida alguna contra los imputados. Cantero ha picado en la piedra que no debiere, sin importarle las consecuencias que se derivaren de su actitud.

Blas Raimundo tiene la camisa blanca, inmaculada de pensamientos limpios y deberes hechos; los pies ligeros; y un nombre de planeos de limpios azules; una labor reconocida; un pueblo que le quiere; una familia que le adora… Apenas ha alzado su voz si no fuere para proclamar su inocencia, que refrenda su alcaldesa y su partido; pero se ha manchado su nombre, su honradez, su lealtad, y a los dos pueblos que le otorgaron su confianza, San Gil y Plasencia.

No ha pensado el abogado acusador en las consecuencias de la noticia; quizás ha buscado deliberadamente el daño por infligir, ya que en nada benefició a su ciudad el poder que esta le otorgare en su día. Y se va herido, pero como una fiera, deseando dar el último zarpazo, ya que no ha logrado alzar el valor de la política de las suelas de sus zapatos.

Cantero no debe creer tampoco en la presunción de inocencia y sí en la de culpabilidad, a tenor de la sabia lección que nos ofreciera su camarada moralejano Lomo; y olvida, porque no hubiere memoria, a una “frágil flor”, embestida por un vendaval de espinas en su corazón de madre afligida.

Hablará Blas Raimundo, alcalde de San Gil y concejal de Plasencia, donde le citaren; defenderá su honor e inocencia, como su compañero Enrique Torneo; pero sea cual fuere el resultado, Cantero se ha rebajado a sí mismo como hombre en el realce político que quiso tener y no pudo; y, sobre todo, se ha retratado en su carencia de humanidad, al olvidarse de una madre, la “frágil flor” de Blas, tan herida en su corazón, por cuya salud temiere su hijo más que por la imputación que le efectuaren. Y, ahora, junto a su inocencia, con lágrimas en los ojos, que solo derraman los inocentes, ha recordado el origen de su impoluta honradez. Cantero, empero, el honrado compañero, como tantos camaradas suyos del PP, prefieren ganar en los tribunales el honor que no les concediere el pueblo.

Cuando llegue su hora, ellos hablarán; sus abogados aportarán las pruebas; su alcaldesa les confirmará en la fe y San Gil y Plasencia les renovarán el “placet” que, como servidores públicos, ya se hubieren ganado y que una simple acusación puede manchar para siempre. Y la “frágil flor” brillará tanto que apagará la débil luz que nunca dio a Plasencia un abogado que pretendió ser acusador antes que defensor, fiscal antes que político, enemigo antes que compañero, desleal antes que amigo. Y así, su voz política quedó debilitada, apagada, silenciada para siempre, “en blanco”, como él pretendiere un día de 2007. Y aún así, quizá se pregunte: “¿Acaso soy yo, Maestro?” –“Tú lo has dicho…” (Mt. 26-25), porque usted nunca fue guardián de sus hermanos, sino defensor de causas perdidas.