lunes, 16 de junio de 2025

BERLANGA, HISTORIA Y PATRIMONIO


Iglesia de Nuestra Señora de Gracia, Monumento de Interés Histórico-Artístico en 1990

    “Berlanga es un escenario olvidado por los grandes cronistas de la Historia, pero no por eso menos relevante. Es en este tipo de pueblos pequeños y recónditos, donde el verdadero pulso de la España que fuimos late con más fuerza. Porque Berlanga, como tantas otras villas que salpican nuestra geografía, ha conocido más que nadie la miseria, la violencia y la supervivencia. Y es, precisamente en ese olvido, en esa resistencia llamada a los caprichos del destino, donde reside su grandeza.”

    Con estas palabras, el alcalde de Berlanga, Andrés Ortiz Chacón, define en el prólogo el ser histórico de su pueblo, cuya historia y patrimonio conjugan en la obra sus autores a lo largo de quince capítulos: María del Carmen Calderón Berrocal, doctora en Historia en la especialidad de Historia Medieval, Ciencias y Técnicas Historiográficas y Documentos, cronista oficial de Cabeza la Vaca (Badajoz) desde 2022, y José Antonio Ramos Rubio, doctor en Historia, académico, escritor, docente y cronista oficial de Trujillo. [1]

    En su capítulo “Berlanga en la Historia”, el doctor Ramos Rubio afirma que, aunque los primeros rasgos de la presencia humana en Berlanga son de la Prehistoria, fue durante la dominación romana cuando la región experimentó un notable desarrollo, al formar parte de la Lusitania, una de las provincias más importantes del Imperio Romano en la Península. Su situación estratégica, cercana a rutas comerciales y agrícolas, permitió que la población prosperara en esa época. Los romanos introdujeron avances en infraestructuras y agricultura que dejaron su huella en la forma de explotar los recursos naturales, como los olivares y las viñas, que continúan siendo importantes en la región.

    Uno de los hallazgos más importantes corresponde a un yacimiento romano, vinculado a una villa o yacimiento rural. De época romana destaca el puente sobre el arroyo Culebras, Bien de Interés Cultural en 1989, en el camino entre Córdoba y Mérida. Con la caída del Imperio Romano y la llegada de los visigodos primero y los musulmanes después, vivió un período de transformación.

    El período clave para Berlanga llegó durante la Reconquista, cuando el avance de los reinos cristianos en los siglos XII y XIII recuperó la región para la Corona de Castilla, en que fue repoblada por naturales cristianos bajo el mando de la Orden de Santiago, y se benefició de las nuevas estructuras de poder que se instauraron bajo su protección. Durante la Edad Moderna, Berlanga vivió un proceso de consolidación como comunidad agrícola, basada principalmente en el cultivo de cereales, el olivo y la vid. Entre 1493 y 1539 emigraron a América veintiséis berlangueños, uno de ellos Tomás de Berlanga, obispo de Panamá. Otro fue el jesuita Juan Vela, evangelizador de Paraguay.

    Durante el siglo XVIII, Berlanga censaba 1.100 vecinos. A comienzos del siglo XX era un municipio predominantemente rural, cuya economía se basaba en la agricultura y en la ganadería. La mecanización de la agricultura, junto con la mejora de las comunicaciones, favoreció una cierta mecanización del campo; pero, a partir de la década del 50, la población sufrió el impacto del éxodo rural.

    En la Guerra Civil Española, Berlanga cayó pronto bajo el control de las fuerzas franquistas. Tras la guerra, la economía estuvo marcada por el contexto de la posguerra y el modelo de autarquía impuesto por la dictadura. La mayoría de la población dependía casi exclusivamente de la agricultura y la ganadería. En los años 50 y 60 sobresale una economía de subsistencia y latifundismo. En las últimas décadas, Berlanga ha enfrentado los desafíos de la despoblación y la transformación económica, promoviendo el turismo rural y sostenible.

    Sobre el patrimonio histórico-artístico, Ramos Rubio destaca que las casas poseen el modelo de las clases sociales del ámbito rural y las de tipo hidalgo con las fachadas barrocas repletas de decoración y, en cuanto a la arquitectura, destaca la Casa de la Encomienda, construida entre 1515 y 1550, y era el lugar en el que se administraban los bienes, tierras y rentas de la Orden de Santiago; el hospital de la caridad para enfermos pobres, fundado en su testamento en 1727 por el doctor Cristóbal Díez Vizuete; y el pósito, donde se guardaba la reserva de trigo de la población.

    En lo que respecta a los edificios religiosos, los autores analizan la historia y el arte de la iglesia parroquial de Nuestra Señora de Gracia; y las ermitas de santo Domingo, Nuestra Señora de la Concepción, santa Catalina, Virgen de los Dolores y san Isidro.

    La doctora Berrocal dedica un capítulo a la desmembración de Berlanga de la Orden de Santiago, según la Real Provisión de Felipe II por la que desmembraban los territorios de Berlanga y Valverde de la Encomienda de Reina. Encomienda del Bastimento, de Azuaga, de la Mesa Maestral de la Orden de Santiago y el convento de san Marcos de León, esgrimiendo e insertando Letras Apostólicas que justifican y confirman al monarca estos derechos, que obra en el archivo municipal.

    Asimismo, la cronista de Cabeza la Vaca dedica otro capítulo a la significación de la Casa de la Encomienda, que disponía de una casa y de dos construcciones, una para el almacenamiento de pan y otra para el vino.

    Otro capítulo lo dedica al Reglamento de Higiene de la villa de Berlanga, un documento de 1918, de acuerdo con las Ordenanzas Municipales de Higienes de 1910.

    María del Carmen Berrocal escribe también sobre las casas solariegas de la localidad, el patrimonio documental de Berlanga entre 1574-1997 y la mina de santa Catalina que, a principios de la década de 1870, registró la sociedad londinense Hermanos Murrieta & CIA con dos minas de plomo.

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[1] Vid.: Calderón Berrocal, María del Carmen y Ramos Rubio, José Antonio: Berlanga,, historia y patrimonio, Diputación de Badajoz, 2025,293 págs.


sábado, 14 de junio de 2025

LA REAL ACADEMIA DE EXTREMADURA RECIBE EL “PREMIO UNAMUNO AMIGO DE LOS PROTESTANTES”


            

Casiodoro de Reina

La Real Academia de Extremadura de las Letras y las Artes (RAEX) ha celebrado hoy en Trujillo su tradicional Día anual, que viene desarrollando desde 2021, con una conferencia del académico Miguel del Barco Gallego sobre el musicólogo, folclorista y compositor placentino Manuel García Matos y la entrega del “Premio Unamuno amigo de los protestantes”, que ha recogido la directora, María del Mar Lozano Bartolozzi.

    La doctora Lozano abrió al acto subrayando los orígenes y fundamentos del Día de la institución, creado para fomentar la imagen de la misma; defendió los valores del folclore extremeño al que se dedica la fecha y presentó al orador, Miguel del Barco, como músico y compositor.

    El académico del Barco Gallego recordó los orígenes del Conservatorio de Madrid, fundado por la reina María Cristina, y la llegada a él, en 1951, de García Matos, a quien definió como “un folclorista único en nuestra tierra”. Seguidamente recordó las principales obras del musicólogo placentino –“Cancionero popular de la Alta Extremadura” y “Cancionero popular de la provincia de Cáceres”--, puso en video dos obras del compositor: “Marcha procesional de la Cofradía Sacramental Eucarística de la Sagrada Cena y Nuestra Señora del Rosario de Cáceres” y el “Baile del Quita y Pon”, e interpretó, finalmente, al órgano, tres piezas de su composición: “Leyenda de Extremadura”, ”Preludio sobre La Aurora” y “¡Hosanna!”.

Cipriano de Valera

    A continuación tuvo lugar la entrega del “Premio Unamuno amigo de los protestantes en su edición de 2025 a la RAEX en su décimosexta edición, con la intervención del presidente de “Protestante Digital” y portavoz de la Alianza Evangélica Española, Pedro Tarquis, quien se refirió a la estrecha relación de Unamuno con el protestantismo.

    El director del Centro de Investigación y Memoria del Protestantismo Español y de la Colección Histórica de la Editorial, Emilio Monjo, justificó el premio por las Jornadas organizadas por la Academia a Casiodoro de Reina (Montemolín, Badajoz, 1520; Francfort, 1594), religioso jerónimo español converso al protestantismo, famoso por realizar la traducción al castellano de la Biblia, llamada “Biblia del Oso”, y Cipriano de Valera (Fregenal de la Sierra, Badajoz, 1531; fallecido no antes de 1692 en Londres), monje jerónimo exclaustrado, converso al protestantismo y humanista, autor de la llamada “Biblia del Cántaro” (1602), considerada como la primera edición corregida de la “Biblia del Oso”.

    Tras recibir el premio, la directora de la RAEX recordó la vinculación de Unamuno al protestantismo y la labor de la Academia en difundir en sus Jornadas anuales de humanismo las principales figuras extremeñas, como Arias Montano, El Brocense, Luis de Toro, Nebrija… y, en 2019 y 2021, las dedicadas a Casiodoro de Reina y Cipriano de Valera.

    Al acto asistieron el secretario general de Cultura de la Junta, el subdelegado del Gobierno en Cáceres, la concejala de Cultura de Trujillo, académicos numerarios y correspondientes y otras representaciones.


miércoles, 4 de junio de 2025

PACO VALVERDE PRESENTA EN PLASENCIA “DESDE LA TORRE LUCÍA EN GRADA”


Paco Valverde, junto al presidente de la Diputación, el alcalde y la directora de “Grada”


    El maestro y especialista en pedagogía terapéutica y audición y lenguaje Paco Valverde presentó ayer en su ciudad natal, Plasencia, de la que es hijo predilecto, su libro “Desde la Torre Lucía en Grada (2020-2025)”, una obra que recoge cincuenta y ocho artículos publicados en la citada revista desde enero de 2020 a marzo de 2025, titulados “Desde la Torre Lucía” como homenaje a la torre “a cuya sombra amanezco diariamente desde hace sesenta años, para hacer comentarios, recordar efemérides, otear la actualidad y la historia y costumbres de mi ciudad y región”.

    Valverde abrió el turno de intervenciones para su resaltar su vínculo con la Torre Lucía, cabecera de los artículos bajo cuyo paraguas se acogieron al comienzo de la década de los ochenta del pasado siglo en el desaparecido semanario “El Regional” de Plasencia y que ha proseguido en la revista “Grada” desde 2020.

    El autor desentrañó ante un auditorio compuesto por representantes de la sociedad placentina, alumnos y compañeros de profesión que llenaron la sala, su relación con esa Torre, testigo, como él, del ayer y del hoy desde cuyas almenas se encarama cada día para ser testigo privilegiado de su tiempo que vierte en sus artículos, recopilado en esta obra que ofrece a sus lectores.

    En sus intervenciones, el presidente de la Asociación Cultural “Pedro de Trejo”, Juan Carlos López, destacó de su maestro la fuente de cultura que reúne en su biblioteca “Abitaex”, que calificó como una de las más importantes de Extremadura, y el presidente de la Diputación, Miguel Ángel Morales, así como el alcalde de la ciudad, Fernando Pizarro, subrayaron el carácter humanista del maestro que sobresalen en su trayectoria profesional, como escritor y como persona, y el primero hizo hincapié en el carácter de Plasencia como segunda ciudad de la provincia, con la que la Diputación desea mantener las mejores relaciones, para beneficio de sus ciudadanos.

    La directora de la revista “Grada”, Anuncia Maján”, puso de relieve las virtudes del maestro y escritor Paco Valverde en sus columnas publicadas en la revista y su trayectoria vital como enseñante, padre y alma de asociaciones en favor de las personas discapacitadas.

    El acto, organizado por la Asociación Cultural placentina “Pedro de Trejo”, de la que el autor es presidente de honor desde 2023, tuvo lugar en la sala capitular del parador de turismo de la ciudad, presentado por María Antonia Rivera, la primera concejala placentina de la democracia, miembro de la directiva de la citada asociación. 


sábado, 31 de mayo de 2025

GABRIEL DE TREJO, UN CARDENAL PLACENTINO EN ROMA Y PRESIDENTE DEL CONSEJO DE CASTILLA



Cardenal Trejo (Biblioteca Nacional)

Gabriel de Trejo Paniagua y Loaysa 
(Plasencia, 1562; Málaga, 12/02/1630) [1] fue abad, obispo, capellán real, oidor, fiscal, presidente del Consejo de Castilla, caballero de la Orden de Alcántara, miembro de la Inquisición, cardenal, comisario del Santo Oficio, catedrático, rector de Salamanca, consejero de Estado y juez de la Real Chancillería de Valladolid, entre sus muchos cargos.

    En la Universidad de Salamanca se doctoró en Derecho Civil y Canónico. En dicha universidad desempeñó las cátedras de Instituta, Código y Vísperas y, más tarde, el cargo de rector. Emparentado con la mujer de Rodrigo Calderón, favorito del valido duque de Lerma, merced a él fue promovido a diversos puestos de la Administración de Justicia: en 1607 ingresó en una fiscalía de la Chancillería de Valladolid y, al año siguiente, a una plaza de oidor de la misma. En la Corte, fue fiscal del Consejo de Órdenes Militares, inquisidor y capellán mayor del convento de las Descalzas Reales, ya en Madrid. El rey Felipe III le concedió el hábito de la Orden de Alcántara y le nombró fiscal del Consejo de Órdenes.

    El 2 de diciembre de 1615 llegó al cardenalato, otorgado por el papa Paulo V, a instancias de Felipe III. Fue miembro de las Congregaciones Reales del Índice, del Concilio y de la Inquisición. Conoció dos cónclaves: el de 1621, en el que fue elegido papa Gregorio XV, en el que no participó, y el de 1623, en el que sí participó y en el que estuvo a punto de ser elegido, aunque vetado por Francia, fue elegido papa Urbano VIII, quien le nombró arzobispo de Salerno, según cuenta el autor del blog “Cosas de las Casas”.

    El 10 de enero de 1627, el cardenal llegó a Madrid procedente de Roma para ser obispo de Málaga, donde hizo su entrada el 16 de enero de 1630. Falleció el 11 de febrero de 1630 y fue inhumado en la catedral malagueña. A su muerte, legó más de 50.000 ducados para la redención de cautivos, la lactancia de expósitos y otras obras pías. Un hermano suyo, Antonio de Trejo, general de la Orden de San Francisco, fue nombrado en 1618 obispo de Cartagena, y otro, Pedro de Trejo, capellán mayor del convento real de la Descalzas y abad de san Isidoro de León.

    Tiene dedicada una calle en Málaga, en la zona de Las Flores.

    El cronista oficial de Burgohondo (Ávila), José Antonio Calvo Gómez, pudo descubrir los “Papeles pertenecientes al cardenal de Trexo” en la Embajada española ante la Santa Sede, donde se depositaron tras regresar de Italia, donde se afirmaba que fue abad de santa María la Real del Burgo, de Burgohondo, entre 1617 y 1630.

    En el blog “Cosas de las Casas”, su autor cuenta la intervención del cardenal Trejo desconocida para los “casitos” y madrileños: la supervisión de la canonización de santa María de la Cabeza, patrona de Madrid, junto con su esposo, san Isidro Labrador. Afirma el autor de Casas de Millán que, desde 1212, el pueblo cristiano les había “canonizado” a ambos. Hubo intervenciones de varios papas para aumentar su veneración, especialmente del cardenal Cisneros, natural de Torrelaguna, que promueve el culto a su paisana.

    El proceso de beatificación y canonización de santa María de la Cabeza se inicia en 1612. El 12 de abril se firma el edicto de testigos, que concluye el 28 de julio de 1617, proceso que se paralizó hasta 1693, bajo el reinado de Carlos II, en que la Santa Sede aprueba el culto de la sierva de Dios María de la Cabeza.

    Para poner en orden todo el proceso, Felipe IV manda al cardenal Trejo que intervenga, nombrándole instructor de la causa, escribiendo también para el mismo efecto a don Francisco de Castro, su embajador cerca de Paulo V, quienes presentaron en Roma los procesos de la vida, virtudes y milagros de la sierva de Dios.

    Con todo este cúmulo de experiencia religiosa y política no es extraño, para el autor, que llegara a los cargos más altos: el cardenalato y la presidencia del Consejo de Castilla.

    Su blasón se encuentra en la fachada lateral del convento de san Francisco en Plasencia, antiguo convento del mismo nombre: el castillo sobre ondas de los Trejo, y el emblema se rodea de una bordura, que dice: GABRIEL: S: R: E: PRESBITER CARDENALIS: DE TREJO; se timbra de capelo, y se acola con la cruz de la Orden de Alcántara, sobre una bella cartela barroca.

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[1] Bibliografía consultada: Sobre el lugar de nacimiento del cardenal Gabriel de Trejo, sus biógrafos sostienen diversas teorías: unos dicen que nació en Casas de Millán (Cáceres) y otros no dudan de su origen placentino. Así, Ricardo Gómez Rivero señala la primera localidad como su lugar de nacimiento, aunque asegura que sus padres Antonio de Trejo Monroy y Francisca de Sande Paniagua y sus abuelos paternos y maternos eran oriundos de Plasencia (Diccionario biográfico español de la Real Academia de la Historia): la web de la diócesis de Málaga confirma su nacimiento en Plasencia (https://www.diocesismalaga.es/includes/tabla-episcopologio-ficha.php?id=50). El cronista mayor de las Indias y de los reinos de las dos Castillas, el maestro Gil Gonçalez Dávila, en su obra Teatro Eclesiástico de las iglesias metropolitanas y catedrales y vidas de sus arzobispos y obispos y cosas memorables de sus sedes, al referirse a los cardenales y obispos naturales de Plasencia y su obispado, cita al cardenal Gabriel Trejo, presidente del Consejo de Castilla y obispo de Málaga, entre otros. Joaquín M. Díaz Serrano, en un artículo publicado en La Voz, diario independiente de la noche de Madrid, de 2 de julio de 1925, titulado “El pintor y el obispo”, le cita como nacido en Plasencia. El autor del blog “Cosas de las Casas” señala que la persona más relevante de Casas de Millán “no era normal que naciera en Plasencia y fuera bautizado en Casas de Millán”, como acredita con la partida de bautismo, aunque por su relevancia se le haya dado como lugar de nacimiento el de Plasencia.

 

viernes, 30 de mayo de 2025

“MEMORIA Y CIUDAD: ARTE, ARQUITECTURA Y CULTO EN EL TRUJILLO DE LOS SIGLOS XIX Y XX”


Vivienda 6 en la Plazuela de San Francisco, mediados del siglo XVIII.
Edificio actual de Cáritas Interparroquial del Obispado de Plasencia.

    La dinámica social y económica de la ciudad de Trujillo durante el tránsito entre los siglos XIX y XX (segunda mitad del XIX y la primera mitad del XX, principalmente) a través de dos dimensiones fundamentales en la configuración histórica de su tejido social: la vivienda y el espacio funerario (cementerio), es el objetivo de la nueva obra de los doctores José Antonio Ramos Rubio y Raúl Gómez Ferreira, que acaba de ver la luz. [1]

    La obra se sustenta, según los autores, en un enfoque interdisciplinar que articula los campos del patrimonio etnológico, la antropología cultural y la historia del arte, con el objetivo de profundizar en la comprensión de los procesos culturales que modelaron tanto la vida cotidiana como las prácticas funerarias en el contexto trujillano.

    Los autores parten de la premisa de que tanto la vivienda como la última morada no constituyen entidades fijas o atemporales, sino que están sujetas a transformaciones que responden a variables socioeconómicas, culturales e históricas. De esta forma, se examina la vivienda no solo como una estructura física, sino también como un espacio cargado de significados ideológicos que reflejan la cosmovisión de la sociedad, mientras que el análisis del cementerio permite abordar las formas de representación de la muerte y su función como mecanismo de continuidad cultural.

    El prologuista, Billy Segura, doctor ingeniero agrónomo en Jauja (Perú) y profesor de la Facultad de Agronomía, subraya que, a finales del siglo XVIII, Trujillo mantenía aún una estructura urbana de matriz medieval, articulada en torno a su castillo, la Plaza Mayor y los ejes que comunicaban con los arrabales y caminos reales. Las grandes casas señoriales, muchas en decadencia, seguían dominando el paisaje urbano, y la ciudad presentaba escasa expansión extramuros. El modelo constructivo seguía basado en técnicas tradicionales: mampostería, adobe y cubiertas de teja árabe.

    Con las transformaciones políticas del siglo XIX (Guerra de la Independencia, Constitución de Cádiz, desamortización de Mendizábal) se modificaron profundamente las relaciones de poder en Trujillo. La nobleza comenzó a ceder espacio a una burguesía terrateniente y comercial, nutrida por los procesos de desamortización y liberalización de la propiedad. La evolución urbanística y arquitectónica de Trujillo entre los siglos XVIII y XX revela una progresiva reconfiguración del espacio urbano impulsada por las élites burguesas, que asumieron un rol activo en la construcción de una nueva imagen de la ciudad. Esta transformación, según el prologuista, no se limitó a las viviendas y espacios públicos, sino que también se proyectó en el ámbito funerario, donde el cementerio municipal se convirtió en un escenario privilegiado para la representación simbólica del poder, el gusto y la memoria familiar.

    Según los autores, en la segunda mitad del siglo XIX y hasta mediados del siglo XX, la burguesía junto con la herencia noble que aún queda en Trujillo, son ejemplos notorios del dominio de la ciudad. La nobleza es hasta mediados del siglo XIX la gran propietaria de la arquitectura centrada en la zona intramuros, nobles avecindados en Trujillo, como Juan de Orellana Pizarro, José de Vargas, Conde de Gavia la Grande y Valdelagrana o los Marqueses de Santa Marta o de la Matilla; mientras que, a mediados del siglo XIX, se produce una importantísima expansión por el llano, destacando la burguesía emergente como dueña de los medios de producción y consumo en la ciudad y propietaria de las viviendas que se construirán en barrios como el Campillo, calle de San Antonio, Nueva o Encarnación. Igualmente, la clase obrera compartirá zonas de habitabilidad en estos barrios y en la primera mitad del siglo XX en la avenida de la carretera a Plasencia (casas de Doña Margarita), las 70 casas baratas en la carretera de Cáceres o las “casas de los obreros” en el Paseo del Mercadillo, construcciones de nueva planta sobre solares situados en el extrarradio del casco urbano.

    Como complemento fundamental del análisis urbano y arquitectónico, el estudio incorpora el examen del espacio funerario desde una perspectiva antropológica centrada en el “culto a los antepasados”, entendido como una manifestación cultural compleja que articula prácticas simbólicas, religiosas y sociales en torno a la muerte.

    La obra se articula en dos grandes capítulos: la arquitectura urbana y la condición social (burguesía y clase obrera) de la segunda mitad del siglo XIX hasta mediados del siglo XX) y el arte efímero en el cementerio de Trujillo (neoclasicismo, romanticismo, historicismo y eclecticismo) y el culto a los antepasados a través de la antropología y las diferencias sociales.

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[1] Vid.: Ramos Rubio, José Antonio y Gómez Ferreira, Raúl: Memoria y ciudad: Arte, arquitectura y culto en el Trujillo de los siglos XIX y XX, TAU Editores, Cáceres 2025, 438 págs.


FERNANDO RUIZ Y SOLÓRZANO, ARZOBISPO DE MÉRIDA DE YUCATÁN (MÉXICO), HIJO ADOPTIVO DE MÉRIDA

Ruiz de Solórzano, arzobispo de Mérida
(Yucatán, México)


    El Pleno del Ayuntamiento de Mérida, en su sesión extraordinaria celebrada el 12 de mayo de 1950, bajo la presidencia de su titular, Juan Francisco Baviano Giner, acordó nombrar Hijo Adoptivo de la ciudad al excelentísimo y reverendísimo señor doctor don Fernando Ruiz Solórzano, arzobispo metropolitano de Mérida del Yucatán (México), “simbolizando así en su ilustre persona la cordial expresión del sentir del pueblo católico emeritense a sus hermanos yucatecos”.


    En la visita, realizada el día 16 del mismo mes, se le hizo entrega al ilustre huésped de un pergamino en el que se hizo constar el citado acuerdo, “por sus méritos personales y las amistosas relaciones establecidas ya entre nuestra ciudad y su hermana de Méjico” [1]


    Fernando Ruiz y Solórzano (Pátzcuaro, Estado de Michoacán, 10/10/1903; Mérida, 15/05/1969) fue ordenado sacerdote en 1928 y en 1944, nombrado por el papa Pío XII, segundo arzobispo de Yucatán (México) y el número 37 de sus obispos.


    El canónigo Juan B. Buitrón, de Morelia, Michoacán, escribió en una revista mensual para sacerdotes [2] la biografía del arzobispo de Yucatán. Entre otras cosas, daba cuenta de que perdió a su padre siendo niño “y su madre vino a sumar pobreza”. A los 4 años comenzó a frecuentar la primera escuela. Cuatro años después ingresó como infante y acólito en la Colegiata de Nuestra Señora de la Salud. Durante los cursos de 1913 a 1915 cursó la instrucción primaria en el Seminario Auxiliar de Pátzcuaro. Tras pasar dos años trabajando en una tienda, gracias al canónigo Juan Maldonado, ingresó en el seminario de Morelia en 1918. Llegó a la ciudad en plena revolución, en ella hizo sus estudios y en plena revolución ejerció su ministerio sacerdotal. En la tarde del 28 de febrero de 1928, un pelotón armado irrumpió en los restos del seminario de Morelia. Le preguntaron si era el encargado de la casa y se lo llevaron preso y permaneció encerrado en un calabozo durante veintidós días. El 24 de marzo de 1928 era ordenado sacerdote. El Seminario, perseguido implacablemente, tuvo que dejar Morelia. Tras diez años, volvió y su obispo le nombró secretario de la curia diocesana.


    En 1950 pidió en Roma la fundación de un colegio escolapio en su diócesis. El padre general confió la fundación a la provincia de Cataluña. Sin embargo, los ofrecimientos hechos no se realizaron. En 1953 el padre provincial ordenó a los religiosos que abandonaran Mérida. [3]


    Tomó posesión como arzobispo el 14 de abril de 1944 y falleció el 15 de mayo de 1969 durante un viaje en trasatlántico con destino a Roma, apenas un mes después de celebrar sus bodas de plata episcopales. Había intervenido como padre conciliar en las dos primeras sesiones del Concilio Vaticano II.


    En su consagración como arzobispo intervino como consagrante principal monseñor Luis María Martínez y Rodríguez, arzobispo de México, Distrito Federal, y como consagrantes, principales, Luis María Altamirano y Bulnes, arzobispo de Morelia (Michoacán) y Alberto Mendoza y Bedolla, obispo de Campeche.


    En abril de 1969, para la celebración del aniversario, habían llegado como invitados los obispos Jesús Acevedo, José Jesús García Ayala, José de Jesús Tirado Pedraza y Victoriano Álvarez, de Campeche, Ciudad Victoria y Apatzingán, respectivamente.


    La fiesta tuvo lugar el 16 de abril. Comenzó con un retiro en la Casa de la Cristiandad, dirigido por el obispo Tirado Pedraza, al que acudieron 120 sacerdotes de Yucatán, Tabasco y Campeche. Después, el clero le ofreció un homenaje, durante el cual el arzobispo recibió como obsequio un cuadro de Nuestra Señora y el Niño y un pergamino con ramillete espiritual.  Durante la celebración se leyó una carta del papa Pablo VI de felicitación al arzobispo por sus bodas de plata episcopales. [4]


    Tras su fallecimiento, bajo el título “Ha muerto un hijo adoptivo de Mérida” [5], sin firma, podía leerse en un diario regional: “La noticia vino escueta y casi disimulada entre los sueltos de prensa: monseñor Fernando Ruiz y Solórzano, arzobispo de Mérida del Yucatán, ha fallecido cuando viajaba desde Nueva York a Nápoles en el trasatlántico “Micheangelo” a consecuencia de un colapso cardíaco. “El arzobispo se dejó ganar --dice Santillana- por el fervor contagioso, por la devoción entusiasta hacia Santa Eulalia del inolvidable don César Lozano Cambero y se hizo fervoroso también de la “Santita”. Comenzó entonces una estrecha relación espiritual entre las dos Méridas. El Ayuntamiento, que presidía entonces el también inolvidable don Francisco Baviano le nombró hijo adoptivo de la ciudad.” Todavía se recuerda su última estancia en Mérida y su visita a los locales de la HOAC donde, reunido con los obreros, compartió con ellos su tabaco, y se informó detalladamente de los problemas de cada uno. Descanse en paz.”


    Santillana escribía, por su parte, en el mismo diario que “el arzobispo de Mérida del Yucatán, paladín del movimiento obrerista en Méjico, condenado por ello en su país a muerte civil, quiso conocer la ciudad homónima de su sede. Y en una de sus visitas a Roma –acaso en la visita ad limina-- vino a España y estuvo en Mérida. Comenzó entonces una estrecha e ininterrumpida relación espiritual entre las dos Méridas. Monseñor Ruiz Solórzano dedicó a este culto una capilla, donde oficiaba frecuentemente en su catedral, y nombró a don César canónigo honorario de la Santa Iglesia Catedral de Mérida del Yucatán. Monseñor visitó varias veces Mérida, la última cuando vino a recibir el nombramiento de hijo adoptivo, que se le entregó en artístico pergamino”. Por su parte, la Hermandad de Santa Eulalia le regaló una preciosa imagen, tallada, de Juan de Ávalos. [6]


    Una gran multitud, en torno a las 40.000 personas, le rindió su último tributo en el funeral oficiado en la catedral. Su cadáver fue inhumado en el mausoleo sacerdotal del cementerio de Yucatán. [7]


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[1]  Vid.; Archivo Histórico Municipal de Mérida (AHMM).

 [2] Vid.: Christus, revista mensual para sacerdotes, año 9, núm. 104, de 1 de julio de 1944, págs. 571-582.

 [4] Vid.: Web de la Archidiócesis de Yucatán.

 [5] Vid.: “Ha muerto un hijo adoptivo de Mérida”, en el diario Hoy, de 23/05/1969.

 [6] Vid.: Díaz Santillana, Santos: Un hijo adoptivo de Mérida fallecido: Monseñor Ruiz y Solórzano, en diario Hoy, de 25/05/1969.

 [7] Vid.: Monseñor Ruiz Solórzano, sepultado en la ciudad de Mérida del Yucatán, en el diario Hoy, de 23/05/1969.



miércoles, 21 de mayo de 2025

EL ATENEO DE CÁCERES HOMENAJEA AL PROFESOR SÁNCHEZ BUENADICHA



    Los ateneístas cacereños han rendido esta tarde un homenaje de recuerdo y gratitud a quien fuera uno de sus socios destacados, el profesor de Filosofía, político y escritor, Antonio Sánchez Buenadicha (Tornavacas, 1938; Cáceres, 26/01/2025).

    El acto, presentado por Gloria Casado, se ha iniciado con la muestra de un audiovisual de su vida y obra, en el que se han recogido sus estudios, los centros de enseñanza en los que profesó la Filosofía, su vida política como concejal y diputado regional, su actividad como articulista y como hombre integrado en la sociedad a través de la vicepresidencia de Cáritas nacional.

    Su compañero y amigo Juan Verde hizo una semblanza de Buenadicha, en la que recordó la publicación de su libro “Cómo llegar a ser profesor y no morir en el intento” y las vicisitudes que rodearon la publicación conjunta. Destacó su sabiduría, su libro de cuentos y el que le dedicó a él; contó diversas anécdotas de su vida y leyó el escrito que le dedicó tras su fallecimiento.

    El ateneísta Francisco Rubio intervino a continuación para afirmar que Sánchez Buenadicha dejó “una huella imborrable en la vida política, social y cultural de Cáceres”. Repasó su vida política, sus artículos publicados en El Periódico Extremadura, y subrayó como cualidades que “era un amigo con el que se podía hablar de todo”, su compromiso con la ciudad que le acogió y subrayó que “su presencia sigue viva con todo lo que tocó con su palabra” y que se le recordará como “el gran catovi y gran amigo que fue”.

    La directora del Ateneo, María Ángeles López, señaló que, aunque no conoció a Buenadicha en profundidad, destacó de él su seriedad con humor y su preocupación por su ciudad como ejemplo vivo de lo que vale Extremadura y significó que el acto es “un recuerdo que nos hace estar orgullosos de lo que hacemos”.

    Su hijo Carlos interpretó seguidamente al piano la obra “Nocturno”, de Chopin.

    El acto concluyó con la entrega de un ramo de flores y una placa de recuerdo a su viuda, Teresa, quien finalmente agradeció a todos los ateneístas y compañeros su asistencia al acto de homenaje a su esposo, “quien consideró el Ateneo como su segunda casa”.