El aplazamiento del
congreso federal del PSOE, previsto para el 21 y el 22 de mayo próximos, no
pretende "acompasar
los tiempos del partido con los tiempos de España",
como Pedro Sánchez ha declarado (politica.elpais.com, del lunes 28), por
mucho consenso que obtenga de los líderes regionales de su partido, sino más
bien de ganar él mismo tiempo ante sus detractores en su propia casa. Los
tiempos del secretario general socialista, y candidato fallido a la Presidencia
del Gobierno, no son los tiempos que necesita España y los españoles que, en
último caso, serán quienes pierdan tras ese singular anuncio cien días después
de las elecciones del 20-D y a 33 días de la convocatoria de nuevas elecciones de
no llegarse a ningún acuerdo, y ante la cita definitiva de hoy con el secretario
general de Podemos, Pablo Iglesias.
Su tiempo ya hace estaciones que se fue: primero, el 20-D
al cantar como victoria la peor derrota cosechada por el PSOE en toda su
historia, que le tendría que haber obligado a dimitir por decencia e irse a
casa, como Joaquín Almunia hizo en
el 2000, tras obtener 125 diputados, y no 90, como él; y segundo, tras perder
la segunda votación de investidura por 219 rechazos
frente a 131 (elperiodico.com, de
04/03/2016), notoriamente insuficiente para alcanzar la Presidencia, que se
había ofrecido al Rey a lograr en la segunda ronda de contactos, tras la
primera declinación del presidente del PP, Mariano
Rajoy, a intentarlo "porque
no tengo todavía una mayoría de votos a favor ni una mayoría acreditada de
votos en contra" (20minutos.es, de 20/01/2016), aunque anunció que seguiría
trabajando para lograr una mayoría suficiente. Tampoco Sánchez la hubiere, a pesar
del posterior pacto con Ciudadanos y el voto de gracia de CC, y de la
prórroga de un mes que solicitare al presidente del Congreso para poder
negociar (politica.elpais.com,
de 02/02/2016). Rajoy, que ganare
las elecciones, no ha movido ficha desde entonces, y pierde, y Sánchez, el perdedor, ha jugado sus
cartas como si fuere ganador, y, por ahora, gana...
El líder
socialista perdió el tiempo con sus viajes a Lisboa y Bruselas, que sonrojaron
a los españoles, como si no tuviere en su partido órganos ejecutivos y asesores
--la Ejecutiva y el Comité Federal-- para asesorarle en su hoja de ruta. En la
capital lusa viajó para entrevistarse con su colega y primer ministro, Antonio Costa, quien encabezó en
noviembre del pasado año un gobierno de izquierda con varios partidos, tras
desbancar once días después de su toma de posesión al partido conservador de Pasos Coelho, que ganó las elecciones,
y a pesar de no ser la lista más votada, y porque deseaba saber de primera mano
cómo lo había logrado; pero España no es Portugal... El
viaje fue, pues, simbólico (huffingtonpost.es, de 06/01/2016) y una pérdida de tiempo, porque
lo ocurrido en el país vecino no es extrapolable a España.
En el viaje a Bruselas, el líder socialista pidió al
primer ministro griego, Alexis Tsipras, aliado
de Podemos, que reclamara al presidente de la formación morada, Pablo Iglesias, que
desbloquee la situación y permita un gobierno de cambio en España,
todo esto en presencia de las cámaras de televisión y en medio de una cumbre
europea, que el presidente del Gobierno en funciones y del PP, Mariano Rajoy, consideró prudente no
valorar (elmundo.es/españa, de
17/03/2016). Con este viaje, Sánchez
traicionó a su socio de gobierno y, sobre todo, vendió su dignidad como
candidato, la de su partido y la de España, ante un político, al que antes
consideraba "mentiroso" y ahora utilizaba como "alcahuete"...
En la resolución
política aprobada por el Comité Federal, de 28/12/2015, el PSOE (véase psoe.es/media-content, de la citada
fecha) admitía no haber ganado las elecciones e invitaba a Rajoy a formar gobierno como fuerza más votada, al tiempo que
advertía a los españoles que el partido "estaría a la altura de las
circunstancias y asumiendo su responsabilidad" y, al mismo tiempo,
señalaba que "el PSOE apoyará el cambio frente a la continuidad de Rajoy y del PP" y su defensa de
políticas progresistas frente a las conservadoras, "y fomentaremos el
diálogo para el acuerdo frente a las imposiciones de unos y otros", y porque
su continuidad supone "una amenaza para la estabilidad del país".
Añadía también la resolución que "las nuevas elecciones deben ser la
última opción", porque supondrían un fracaso colectivo, y consideraba
innegociables "cualquier planteamiento que conduzca a romper nuestro
ordenamiento constitucional", porque la autodeterminación, el separatismo
y las consultas que buscan el enfrentamiento solo traerán mayor fractura a una
sociedad ya de por sí dividida".
Rajoy se vino
abajo tras su primera entrevista con Sánchez,
quien se limitó a decirle "no", una negativa que se repitió
diecisiete veces más y acusó al presidente en funciones de "ser
el responsable de que ambos partidos no hayan dialogado desde la celebración de
las elecciones" (abc.es, de 03/02/2016). "El no es no al PP y a Rajoy", afirmaba el día
23/12/2015. El presidente del PP no movió ficha y dijo al Rey lo que hubiere de
decir.
La cita de hoy miércoles con Iglesias ha venido precedida ayer martes por otra con su socio, Albert Rivera --el único líder de los
cuatro que ha mantenido desde las elecciones una actitud de diálogo por encima de partidismos--, que ve peligrar
su pacto tras el anuncio de la reunión y considera a Sánchez capaz de pactar con Podemos, IU y Compromís. "Si
Sánchez decide dar un bandazo y cambiar y quiere que Iglesias sea
vicepresidente, consideraremos roto el acuerdo",
ha declarado Fernando Páramo,
secretario de Comunicación de Ciudadanos (elmundo.es/españa,
de 29/03/2016). La patata caliente está
ahora en manos de Podemos, que tiene en sus manos seguir negociando, o romper
definitivamente, para conducirnos a las elecciones. Las líneas rojas marcadas
por el Comité Federal limitan su maniobra, si Iglesias no cediere. Ciudadanos le recordó ayer los límites a Sánchez. Por su parte, Rajoy, espoleado por los jóvenes
cachorros de su partido, desea
romper el bloqueo y solicita una reunión a Sánchez
y Rivera, para retomar la
negociación con ambos por separado (larazon.es/españa,
de 28/03/2016) y ayer se anunciaba que llamará a Sánchez después de su contacto con Pablo Iglesias, aunque Génova
ya no descarta la posibilidad de un gobierno de izquierdas
(elmundo.es, de 29/03/2016), "lo peor que le podía suceder a España",
en su opinión, alimentada por la crisis interna de Podemos. Todo es posible y
las consecuencias, aparte del tiempo perdido, solo revelan que Sánchez quiere ser presidente por
encima de todo, aun pactando contra los intereses de España. Los partidos y los
ciudadanos han malogrado ya demasiado tiempo, aunque, al final, siempre pierden
los mismos. Eso sí, para lo único que se ponen de acuerdo, por unanimidad, es
para tomarse 21
días de vacaciones por Semana Santa (elespañol.es, de 2/03/2016) o para fotografiarse ante el Congreso
en un minuto de silencio por los atentados de Bruselas, incluidos los observadores,
y no firmantes, del pacto antiyidahista...