Publiqué el pasado 7 de
enero “Lo que se llevó el año de la COVID-19”, artículo en el que recordaba a
algunos extremeños, o relacionados con la región, que el covid-19 se llevare el
pasado año: Carlos Falcó y Fernández de
Córdoba, marqués de Griñón, hijo de la marquesa de Mirabel; el teólogo y
jurista Antonio García Moreno, de
Almendralejo; el policía Antonio
González Pacheco, Billy el Niño,
de Aldea del Cano (Cáceres) y el catedrático que fuere de la Uex y doctor
honoris causa por la misma, Antonio
Rodríguez de las Heras, a los que, con el tiempo, habrá que unir a otros
más que vayan surgiendo, como el de Joaquín
Paredes, profesor y secretario de Organización regional de IU, fallecido
ayer en Trujillo a las 55 años por el covid-19. [1] Añadía otros dos, cuyos
fallecimientos por causas distintas, pasaron inadvertidos para la sociedad
extremeña: Eusebio Cano Pinto,
primer secretario provincial del PSOE de Cáceres, diputado al Congreso por
Cáceres y eurodiputado, y Miguel
Planchuelo Herresánchez, jefe superior de Policía de Bilbao, condenado por
el Tribunal Supremo por el secuestro de Segundo
Marey.
Dudé de si fueren todos los recordados o me olvidare de
alguno que, conocido su fallecimiento, ignorare su causa. Pensé enseguida, y
así lo hice, en enviárselo al maestro y bibliógráfo de Extremadura, el profesor
Pecellín Lancharro, que, sin duda
alguna, me sacaría de mis olvidos. Y así fue: se lo remito, una vez publicado,
y me contesta que el coronavirus se ha llevado también “a paisanos tan valiosos
como José Iglesias Benítez (poeta), Francisco Murillo García, profesor, y Fernando Flores del Manzano, profesor y
novelista”. Le respondo agradecido por su luz, con la salvedad de que el último
no se me pasó por alto, porque le conociere personalmente, y le dediqué un
obituario tras su fallecimiento [2], que no fuere por el
covid-19, sino por una insuficiencia cardíaca, según publicó un periódico
regional. [3]
José Iglesias
Benítez (Villalba de los Barros, Badajoz, 1955; Madrid, 14/10/2020), poeta,
editor y crítico literario. Fue profesor de EGB por la Escuela Universitaria de
Formación del Profesorado de Badajoz y licenciado en Geografía e Historia
(Sección de Arte) por la Universidad Complutense de Madrid. Falleció en Madrid
el 14 de octubre pasado, a los 65 años, por coronavirus.
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José Iglesias Benítez |
Socio fundador de la editorial extremeña “Beturia
Ediciones”, fue también socio de la Unión de Bibliófilos Extremeños (UBEx) y socio
de número del Hogar Extremeño de Madrid y de la Asociación de Escritores
Extremeños. Su compromiso con la literatura y con su tierra le llevó a dar
recitales y conferencias en ámbitos culturales y extremeñistas de toda España.
Entre otros premios, recibió la “Lira de Oro” del
“Garcilaso de la Vega” de Toledo, en 1995, por su extenso poema “Oración de la
luz” (Ed. Azacanes, Toledo, 1995). En 2007 recibió el “García Plata de Osma”,
del Círculo Extremeño de Torrejón de Ardoz, por su conjunto de sonetos “Políptico
de la luz herida”. Ese mismo año su pueblo le honró rotulando con su nombre la
nueva Casa de Cultura. Obtuvo también el premio “José Gerardo Manrique de
Lara”, otorgado por la Asociación de Escritores y Artistas de España por su poema
“Demolición del ángel”.
Algunos de sus poemas han sido musicados por importantes
compositores, entre otros por el organista Miguel del Barco, exdirector del
Conservatorio Superior de Música de Madrid. Ejercía la crítica literaria y de
arte y prologó diversas obras, como poemarios, ensayos y relatos, de diversos
autores.
Entre sus obras publicadas, cabe destacar: “Cuando el
amor me llama” (Madrid, 1984), “En esta lenta soledad del día” (Beturia Edit., Madrid,
1988), “Antología breve para una historia íntima” (plaquette, edición no venal,
Café del Infante, Villaviciosa de Odón, 1997); “Clamor de la memoria” (Beturia,
Edit., Madrid, 1988), “Retablo del amor profano y otros sonetos” (Asociación de
Vecinos Santa Marina, Badajoz, 2003), “Ritual de la inocencia” (Edit. Huerga y
Fierro, Cáceres, 2007); “Revelaciones”
(Diputación Provincial de Cáceres, Cáceres. 2007), “La voz y el tiempo” (Antología
poética 1988-2013), “La luz en el espejo” (Editora Regional de Extremadura,
Mérida, 2015), “De gastronomía y otras nostalgias” (Beturia Asociación
Cultural, edición conmemorativa 25 aniversario, separata, Beturia, edic. 2012 y
“Poetas de la Extremadura exterior 1990-2010” (Edit. Sial). [4]
Francisco Murillo
García (Llerena, 09/12/1943; Barcelona, 02/11/2020). Estudió Humanidades y
Filosofía en el Seminario Diocesano de San Atón de Badajoz y posteriormente en
la Universidad Pontificia de Comillas, donde cursó los últimos años de
Teología. Fue ordenado sacerdote en 1967. Más tarde se licenció en Historia
Contemporánea por la Universidad Nacional de Educación a Distancia.
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Francisco Murillo (izda.) con su amigo Manuel Pecellín (dcha.) |
Ejerció el sacerdocio en Campanario (Badajoz) entre los
años 1967 y 1976. Muy pronto se dio a conocer con sus clases en el Colegio
Libre Adoptado (primero en el Pósito y después en la Academia), por sus
homilías y en el desarrollo de su labor parroquial. Las monjas de la
Providencia pusieron a su disposición las instalaciones de las que disponían,
que convirtió en un foco de cultura y formación de la juventud (conferencias,
clases de alfabetización, reuniones de concienciación social en los círculos de
estudio de la Hermandad Obrera de Acción Católica, HOAC…) Recordado como un
sacerdote comprometido, sus conocimientos del francés y del alemán los puso a
disposición de los emigrantes al extranjero que necesitaban traducir algún
documento oficial de los países en los que se hablaren dichas lenguas. Su amigo
y compañero en el Seminario Manuel Pecellín recuerda su oposición a cualquier
injusticia, su posicionamiento con el débil, firme y constante, pero pacífico y
humilde. En sus homilías manifestaba el
compromiso cristiano con los que sufren. Su labor se vio cuestionada, cuando no
agredida, por un sector muy peculiar y asfixiante de la sociedad campanierense,
reacia a cualquier cambio, según recuerdan tras su muerte sus amigos José María
López Blanco y Diego Jesús Barquero Caballero. A finales de los sesenta y
principios de los setenta, algunos estamentos de la sociedad entienden que
algunos de sus textos pudieran llegar a ser subversivos. Tuvo choques con el
alcalde y el obispo por el contenido de sus homilías y sus clases de religión.
Cesado como profesor de la Academia e incomprendido y acosado, abandonó Campanario
en 1976.
En Barcelona, la ciudad que le acogió,
encuentra trabajo en la enseñanza, aprueba oposiciones a Magisterio, se
seculariza y conoce a la que habría de ser su mujer en su primer colegio
público, Fina, “lo más hermoso que me ha ocurrido en mi vida”, con la que forma
un hogar en 1981. Viajero impenitente, recorre junto a su familia, a la que
pronto se agregan sus hijos Nuria y Pablo, gran parte de Europa. Su esposa
fallece el 04/05/2008. Enfermo de Alzheimer, en sus últimos destellos de
lucidez conocerá a sus nietos, Marina y Mael. [5]
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[3] Vid.:
Rodríguez Muñoz, Raquel: Fallece en Plasencia el escritor Fernando
Flores del Manzano, en El Periódico
Extremadura, de 01/04/2020.
[4] Vid.: Web de
la Asociación de Escritores Extremeños,
ficha de autores.
[5] Vid.: Gómez,
Soledad: Obituario: Homenaje a
Francisco Murillo, en Diario Hoy,
de 13/12/2020.