jueves, 29 de noviembre de 2018

JOSÉ FERNÁNDEZ LÓPEZ, INDUSTRIAL Y MECENAS DE MÉRIDA


            José Fernández López (Lugo, 08/09/1904; Madrid, 21/12/1986), empresario, benefactor, filántrapo,  como le conoce Juan Carlos López Díaz en un trabajo sobre su vida y obra,[1] llegó a Mérida en 1935 para hacerse cargo del Matadero Provincial" y "durante los siguientes cuarenta años, este industrial gallego desarrolló en Extremadura, y sobre todo en Mérida, una de las trayectorias empresariales más destacadas del siglo XX". Su padre, Antonio Fernández Fernández, o Antón de Marcos --nombre con el que era conocido--, fue uno de los comerciantes de ganado más afamado de la provincia de Lugo, y de Carmen López Valcarce, con quien tuvo cuatro hijos: Antonio, José, Manuel y Concepción Fernández López. El padre falleció en accidente de circulación en 1931, a los 55 años de edad. Los hermanos Fernández López estudiaron en Madrid en la década de los años veinte: Antonio, Ingeniería de Caminos; y José, Derecho. Este último se licenció en  la Universidad de Santiago y obtuvo el doctorado en Madrid, en 1927. Contrajo matrimonio con María del Rosario Sousa-Faro Sanjurjo, en 1944 en Barcelona, con la que tuvo seis hijos: José María (Madrid, 1945, doctor en Bioquímica, presidente de Zeltia), María de la Paloma (doctora en Políticas, Derecho Internacional y abogada), Luis Carlos, Manuel María (presidente de Pescanova y de Kiwi España, S. A.), María Margarita y Fernando (abogado).[2] Falleció en Madrid el 21 de diciembre de 1986 y fue inhumado en la cripta de la catedral de la Almudena.
 
            En su dilatada trayectoria empresarial destacan la dirección y gestión del Matadero de Porriño (Pontevedra), la patente de Conservas Louriña y la fundación de los Laboratorios Zeltia en 1939. En 1941 formó Frilugo y en 1951, Grigsa y otras industrias como Industrias Pecuarias Gallegas, Granxa do Louro, Industrias Forestales Gallegas, Construcciones Louriña y Sial, ICI Farma y las empresas filiales Xilazel, S. A. y Helixsa. El despegue del negocio de Fernández López surgió del Matadero Industrial de Mérida, instalación arrendada por el joven abogado gallego en la que, además de las tareas de sacrificio del ganado, se elaboraban embutidos, salchichas y conservas de carne muy populares en los años cuarenta, especialmente las comercializadas con la marca Apis.[3] Durante su gestión, la industria se potenció espectacularmente a nivel nacional. Fundó Corchera Extremeña, S. A., mayor referente mundial en la producción de productos de corcho;  Frutos Selectos, Semillas Selectas, Pelefise, Alumbres Químicos de Levante, Paternal Española (Sica), Nutrimentos Animales, S. A. (Nuasa), Productores de Actinidia y Pielefrisa. En el campo minero-metalúrgico, fue propietario y gestor de la granja Céspedes, declarada como modelo nacional. Intervino junto a sus hermanos en Kaolines de Lage, en Titania, en Sial y en las minas cacereñas de Logrosán. En 1944  fundó Transportes Ferroviarios Especiales, S. A. (Transfesa) para la explotación del material ferroviario de su propiedad o arrendado y transportes por carretera, mar o aire. Los vagones de su propiedad fueron de ancho internacional, lo que le permitió circular por vías ibéricas y el resto de Europa hasta Rusia. Concibió el cambio de ejes en frontera, que en la actualidad está operativo y es el único para mercancías. Introdujo el kiwi en España, procedente de Nueva Zelanda, bajo el reclamo "Kiwis aus Galicien", hoy denominada Kiwi España. S. A., que produce más de mil toneladas y que dirige el cuarto de sus hijos, Manuel María. Además de la Sociedad de Estudios y Explotación de Material Auxiliar de Transportes (Semat) en 1942, en 1948 participó en la creación de la Sociedad de Almacenaje y Transporte (Saltra), dedicada al transporte y almacenaje de toda clase de productos, tanto en el tráfico nacional como internacional. En 1961 fundó Pescanova, empresa pionera en el sistema de pesca y en creación de puestos de trabajo, que llegó a ser la mayor empresa pesquera de Europa occidental.
            Como filántropo, donó el Museo de Minerales de Mérida; contribuyó a la restauración de la iglesia de Santa María la Mayor, donó el edificio de la Casa de Cultura y ayudó a fundar la Escuela de Maestría Industrial de Mérida, sufragando el edificio y sus gastos. Apoyó el Museo de Pontevedra y la creación del Colegio Universitario de Vigo. Fue un gran coleccionista de pintura de finales del siglo XIX y principios del XX, que cedió en su mayor parte al Museo de Pontevedra.
 
            Como reconocimiento a su obra le fueron otorgados la Gran Cruz de la Orden Civil de Alfonso X el Sabio (1944), la Encomienda de la Orden del Mérito Civil (1965), la Gran Cruz del Mérito Agrícola (1969), la Gran Cruz del Mérito Naval con distintivo blanco (1972), la Gran Cruz del Mérito Militar (1972), la Medalla de Oro de Mérida (1974) y Medalla al Mérito en el Trabajo. Fue hijo adoptivo de Mérida (1945) y de Porriño (1974); Uve de Oro de Vigo (1973), miembro correspondiente de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando (1973) y Mejor Empresario Extremeño (1981). Una calle y un colegio de Porriño llevan su nombre.[4]
            José Fernández López creó riqueza (más de 5.000 fichas de empleados, solo del Matadero, se conservan en el Archivo Histórico de Mérida). En la hora de su muerte, el entonces alcalde de Mérida, Antonio Vélez, dijo que "Fernández López había conseguido que el Matadero fuese una bandera de proyección de Mérida, casi tan importante como el Teatro Romano". [5] Su hijo, Luis Fernández, declaró durante el acto inaugural de la exposición "Cuando sonaba la sirena, José Fernández López y la Mérida industrial" que "su padre creó 1.000 puestos de trabajo en el Matadero Industrial y 800 en Corchera Extremeña".[6] Días antes, se anunciaba la creación de la Fundación José Fernández López para promocionar el conocimiento de su figura  y la Mérida de su tiempo y fomentar proyectos y actuaciones de carácter cultural y patrimonial.[7]  El industrial gallego afincado en Mérida da nombre a la avenida donde se sitúa la casa en la que vivió, hoy residencia oficial de los presidentes de la Junta de Extremadura, conocida en Mérida por su nombre,[8] y que el presidente Monago anunció que se ponía a la venta, junta a  la Oficina de Extremadura en Lisboa, durante un debate parlamentario tras saltar a la luz sus viajes a Canarias como senador, anuncio que ahogó el objetivo del propio debate.[9]
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[1] Vid.: López Díaz, Juan Carlos: José Fernández López, industrial y mecenas de Mérida. Treinta años de su muerte, en Revista de Estudios Extremeños, Vol. 72, núm. 3, 2016, págs. 2049-2078.
 
[2] Vid.: Martínez Gil, José Luis: Diccionario de biografías de la Real Academia de la Historia, y Wikipedia.
 
[3] Vid.: Sánchez Calvo, Isabel:  Fernández López, José (1904-1986), en La web de las biografías.
 
[4] Vid.: Ob.cit.
 
[5] Vid.: López Díaz, Juan Carlos: José Fernández López, el empresario de Extremadura, en  el Diario Hoy de 27/12/2016.
 
[6] Vid.: Mérida repasa su historia en el siglo XX a través de la figura de José Fernández López,  en el diario.es, de 16/12/2017.
 
[7] Vid.:  Morcillo, M. Ángeles: La Fundación Fernández López impulsará proyectos culturales y de patrimonio, en el Diario Hoy, de 13/12/2017.
 
[8] Vid.:  Barrasa, D.: Monago cierra la casa para presidentes, en La Crónica de Badajoz, de 11/11/2011.
 
9  Entonado Arias, Rocío:  Monago pone a la venta la casa oficial del presidente para obtener al menos 2 millones, en El Periódico Extremadura de 28/11/2014.
 
 

sábado, 24 de noviembre de 2018

LA EXTREMADURA SOLIDARIA EN DONACIONES


          Cruz Roja Española de Cáceres conmemora hoy el 125 aniversario de la fundación de la institución en la ciudad. Fue el 26 de noviembre de 1893 cuando tuvo lugar el acto fundacional en la Diputación Provincial. Ciento veinticinco años después, la institución conmemora más de un siglo de historia, compromiso y dedicación a la sociedad, tanto en tiempo de guerra como de paz. Cruz Roja se encuentra presente en catorce localidades de la provincia, cuenta con 5.800 voluntarios y más de 12.500 socios. Su labor se enmarca hoy en programas con personas mayores, drogodependencias, socorros y emergencias, formación, juventud, planes de empleo y medio ambiente, según informa la institución. "Han sido 125 años en los que la Cruz Roja ha estado acompañando a la ciudadanía cacereña siempre que la han necesitado." [1]
            Si fuere verdad que Extremadura como región ocupa los últimos índices europeos de pobreza y exclusión social, paro, renta, pensiones..., no fuere menos cierto que otros índices la sitúan en el podio de la solidaridad. Cuanto más pobres, más solidarios; a más necesidades, más solidaridad. Cómo, si no, podrían vivir tantos jóvenes en paro, tantos mayores solos, de no ser por instituciones como Cruz Roja y de la Iglesia, que se afanan en subvenir las necesidades sociales de tantas miles de personas. "Contigo Cáceres" es el lema bajo el cual la institución recuerda hoy un siglo y cuarto de dedicación a la sociedad.
 
            Hay, empero, otros índices que nos muestran la más noble cara solidaria del ser humano, como las donaciones, ya fueren de sangre o de órganos para trasplante. Los extremeños fueron el pasado año, por cuarto año consecutivo, los números uno de España en donación de sangre con respecto al número de habitantes, en el que las hermandades lograron 22.000 litros, que cubrieron las necesidades hospitalarias. [2]
            A esta primera y más antigua donación humana, habría que añadir otros índices más recientes y también solidarios: la donación de órganos para trasplantes, gracias a los cuales pueden seguir viviendo muchas personas. En 2017, Extremadura logró otra cifra record con 50 donaciones de órganos [3], factor  que, según el consejero de Sanidad y Políticas Sociales, José María Vergeles, había superado el objetivo que se había marcado la Organización Nacional de Trasplantes para 2020 de 40 trasplantes por millón de habitantes, que desglosaba del siguiente modo: 26 donantes en el Complejo Hospitalario de Cáceres, 22 en el de Badajoz y 2 en el de Mérida. Otro record, al día, fue el de trasplantes renales, con 54 en 2017, el mayor dato histórico de la Comunidad y del Hospital Universitario de Badajoz (antes Infanta Cristina), centro de referencia para este tipo de trasplantes, con 912 realizados desde la puesta en marcha del servicio. El pasado año, según el consejero, se realizaron 23 trasplantes hepáticos, se implantaron 63 córneas y se produjeron seis donaciones de tejido óseo. Hizo hincapié el consejero en que "para un trasplante de hígado se necesitan 60 bolsas de sangre", por lo que subrayó que "sin los donantes de sangre, no sería posible el trasplante". De los 3.072 donantes de sangre registrados en 2017, 3.930 fueron nuevos donantes.
 
            El pasado año, Extremadura registró también 1.364 nuevos donantes de médula ósea, según informó el Área de Salud de Badajoz [4]. Esta cifra supuso un incremento del 27 por ciento sobre el ejercicio de 2016, cuando se contabilizaron 1.067 casos, por lo que alcanzó su cifra record en toda la serie histórica desde que se inició en 2011.  En el conjunto nacional, España registró también un record en el número de nuevos donantes de médula ósea (78.291), que elevó la cifra nacional, a 1 de enero pasado, a 357.492 donantes. El pasado año se realizaron en Extremadura 38 trasplantes de médula ósea, que elevan a 468 el número de ellos realizados desde que se activó el Programa en la región. En 2017 se realizaron, asimismo, 414 donaciones de cordón umbilical.
            En su pobreza, los extremeños son "donantes de vida" [5] con su sangre y órganos vivos o perdidos.
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[1] Vid.: Gallardo, Antonio: Cruz Roja Española en Cáceres conmemora el 125 aniversario de su creación, en la invitación al acto de hoy.
 
[2]  Vid.: Domínguez Cuesta, Jesús: Extremadura solidaria, en El Periódico Extremadura de 04/10/2018.
 
[3] Vid.: Vergeles, José María: Extremadura logra otra cifra record con 50 donaciones de órganos en 2017, en extremadura.com, de 23/01/2018.
 
[4]  Vid.: Web de la Gerencia del Área de Salud de Badajoz.
 
[5]  Vid.:  Vergeles, José María: Los donantes de médula ósea crecen un 27 por ciento en Extremadura en 2017, en cadenaser.com, recogido de la agencia Efe, de 16/02/2018.


viernes, 23 de noviembre de 2018

JESÚS DELGADO VALHONDO, EL MAESTRO Y POETA UNIVERSAL EXTREMEÑO


           Jesús Delgado Valhondo (Mérida, 19/02/1909; Badajoz, 23/07/1993), maestro, poeta, articulista y  escritor. A los 6 años sufrió una poliomelitis, cuyas secuelas físicas (quedó cojo) y emocionales marcan su vida y su poesía, al comprobar demasiado pronto la fragilidad del ser humano y la necesidad de buscar a Dios, para averiguar las razones de tan estremecedora indefensión".[1] Tras la muerte de su padre, notario en Mérida, su familia se traslada a Cáceres cuando tenía 9 años, donde estudia Magisterio y aprueba la oposición del cuerpo de maestros en 1934. Allí se relaciona con los profesores Pedro Caba y Eugenio Frutos.  Inicia su carrera docente en Trevejo (Cáceres). Tras la Guerra Civil, fue sancionado y trasladado forzoso por su afiliación a Alianza Republicana y por haber ostentado el cargo de secretario de UGT en el sector de enseñanza, en base a la Ley de 10 de febrero de 1939, que fijaba normas para la depuración política de funcionarios públicos. Más tarde ejercería su profesión en Campolugar, Garganta la Olla, Gata, Zarza de Alange, Mérida y Badajoz, donde se jubiló en 1979. Fue cofundador de la revista "Alcántara" (1945) y de la Asociación de Escritores Extremeños. En 1978 recibió el I Premio de Poesía Hispanidad y en 1979 fue teniente de alcalde de Badajoz por la lista de UCD. En 1988 recibió la Medalla de Extremadura por sus méritos, profesionales y humanos, y en julio de 1988 fue nombrado hijo predilecto del Ayuntamiento de Mérida. Es también hijo adoptivo de Badajoz. La Biblioteca Pública de Mérida lleva su nombre. En 2005 se creó la Fundación Delgado Valhondo para la difusión y promoción de su obra.
 
            Su primera obra poética no aparece hasta 1942, cuando tenía 33 años. Al faltarle el apoyo institucional, tuvo que publicar continuamente fuera de la región (Alicante, Santander, San Sebastián, Sevilla...) "De todas maneras, Valhondo quiso ser siempre un poeta universal y no consintió nunca que le encasillaran en reducidos regionalismos. Así, su poesía será admirada y muy alabada por extremeños como Eugenio Frutos, Pedro Caba, Pedro de Lorenzo, pero también por escritores de fuera como Juan Ramón Jiménez, quien declaró: "Ahora se escribe en España muy buena poesía. Aquí traigo un libro, La esquina y el viento, de Delgado Valhondo, nutrido de la mejor poesía moderna." [2]
 
            De su producción literaria, sobresalen en poesía las obras: Hojas húmedas y verdes (1944), El año cero (1950), La esquina y el viento (1952), La muerte del momento (1955), Canto a Extremadura (1956), La montaña (1957), Primera antología (1961), El secreto de los árboles (1963), ¿Dónde ponemos los asombros? (1969), Canas de Dios en el almendro (1961), La vara de avellano (1974), Entre la hierba pisada queda la noche sin pisar (antología, 1979), Un árbol solo (1979), Inefable domingo de noviembre (1982), Huir (1994). Poesía completa (1943-1988). Recopilaciones: Poesía. Introducción y notas de Ángel Sánchez Pascual (1988); Poesía completa (tres tomos, 2003). En prosa: Yo soy el otoño, Cuentos y narraciones (1975), Ayer y ahora (1978), Abanico (1986), Cuentos (1986) y El otro día (1990). Relatos: Yo soy el otoño (1953), Cuentos y narraciones (1975), Ayer y ahora (1978), Cuentos (1986) y El otro día (1990). Teatro: La vida en los muebles... Novela: Isaac.
 
            "Sus poemas --dice Robles Blanco--[3] recogen los matices existenciales, religiosos y hasta neorrománticos que se dieron en los poetas de la Generación del 36, pero tratados de un modo cotidiano."
 
             En una entrevista publicada en 1990, Delgado Valhondo, preguntado por las constantes de su obra literaria (Dios, el tiempo, el amor y la muerte como temas centrales), contestaba sobre la razón de sus referentes: "Dios es para mí el hombre; es todo; el dios mío no es un dios de barba y flequillo. El amor... creo que es lo que mueve el mundo; y el hombre, y este en su paisaje, un paisaje que me ha llenado mucho, y la calle, que es una parte de mi paisaje...." [4] Tras ser enterrado en Mérida en 1993, hizo ponerse en su lápida este epitafio. "Ya soy tierra extremeña", síntesis del amor por su tierra y del sentido trascendente con que concebía la vuelta a su origen".[5]
 
            El 26 de febrero de 1988, Antonio Salguero Carvajal presentó en la Facultad de Filosofía y Letras de Cáceres su tesis doctoral titulada "La poesía de Jesús Delgado Valhondo", dirigida por el doctor Gregorio Torres Nebrera, [6]
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[1] Vid.: Salguero Carvajal, Antonio: Jesús Delgado Valhondo, Web de la Asociación de Escritores Extremeños (AEEX).
 
[2] Vid.: Robles Blanco, Feliciano: 40 intelectuales extremeños ilustres. (Inédito).
 
[3] Vid.: Ob. cit.
 
[4]  Vid.: Pinero, Félix: Extremeños de nuestro tiempo. Jesús Delgado Valhondo: Prefiero ser poeta de pueblo a ser un académico en Madrid, en el Diario Extremadura del 14/10/1990, págs. 52-53.
 
[5]  Vid.:  Salguero Carvajal, Antonio,  en Ob. cit.
 
[6] Vid.: Salguero Carvajal, Antonio: La poesía de Jesús Delgado Valhondo, Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Extremadura, Cáceres, 1988.

sábado, 17 de noviembre de 2018

"EN TREN POR EXTREMADURA CON GREGORIO MARAÑÓN (1948)"


           Con motivo del Día del Libro, en abril de 2002, Caja Extremadura reeditó el libro de este título [1], narrando las vicisitudes de un viaje en tren por Extremadura durante 1948. Marañón [2], "con una prosa sencilla y clara, escribió en 1948 esta sugestiva visión de Extremadura, con ocasión del viaje conmemorativo del centenario del ferrocarril en España. Un viaje más particularmente literario por haberlo hecho en tren, pues, como es sabido, el tren y su cosmos ferroviario (locomotoras, vagones, estaciones, viajeros...) han sido objeto de romántica inspiración para poetas y novelistas", señala el prologuista, Teófilo González Porras.
            Marañón se propone contar "la Extremadura que yo he visto, tal como yo creo que es". El viajero parte de la estación de las Delicias, a la que denomina como "el comienzo de un callejón sin salida que se pierde en el campo, en la tierra que el poeta llamó tierra, la más tierra..., la región donde España se muerde la cola para no ser más que España". Aunque su primer destino fuera Cáceres, y después Trujillo, Coria, Plasencia, Las Hurdes, Yuste, Guadalupe, Badajoz, Alange, Medellín, Don Benito, Zafra, Almendralejo, Jerez de los Caballeros, Mérida y Badajoz, donde concluye su viaje, no puede ir en tren a todos los sitios, incluso alguno ha desaparecido. El viajero no obstante, se detiene más que en el tren, en la contemplación de los monumentos, de los campos, en las gentes, en la historia y en quienes la hicieren o escribieren.
            "En el tren de Cáceres a Astorga llegamos a Plasencia, tendida a la vera del Jerte...", dice Marañón en la página 28. [3] Al salir de Guadalupe, afirma: "Al romper el día es la marcha. Unos minutos después, las hondas emociones de la visita al Monasterio se diluyen en el ambiente de paz medieval del pueblo de Guadalupe; y, más tarde, en el camino que nos lleva hasta Plasencia donde el tren nos espera. Otra vez, mientras caminamos, vuelve a nosotros el recuerdo del poeta: ¡Fértiles tierras tiene Guadalupe!" (Pág. 39).
            Más adelante (págs. 40-41), el viajero se detiene en este medio de transporte que, desde finales del XIX, usaron los extremeños: "Ahora el tren nos lleva a Badajoz. "¡Cuánto costó,  --recuerda-- desde los primeros estudios de Mr. Pithington [4], que el Badajoz lejano estuviera enlazado con su camino de hierro con Madrid! El antiguo camino real que vio pasar la litera de Felipe II, a través de Toledo y Extremadura, para entrar en Portugal, por Badajoz, y morir en Aldea Gallega, frente a Lisboa, tuvo desde la segunda mitad del siglo pasado su paralela línea férrea. Y es, de todas las de España, la que hasta más tarde, ha conservado su aspecto de ferrocarril primitivo y familiar, el que vemos en los grabados de ahora hace cien años, como el del cuadrito de Balaca que tengo ante los ojos mientras escribo. Más profunda es aún esa sensación en los pequeños trenes que surcan la región: trenes locales, casi familiares, para uso de los mercados agrícolas o mineros, en los que se engancha, de precario, un vagón de viajeros, isabelino. De uno de estos modestos ferrocarriles se refiere que, habiendo caído en la cuenta el jefe de estación, después de haberle dado la salida, de que podía chocar con otro tren, que, en dirección contraria, venía, por la vía única, y no habiendo telégrafo, envió un propio, a caballo, que alcanzó fácilmente la locomotora y evitó la colisión. Con asombro me contaba un ilustre médico de Madrid que yendo, en otro tren local extremeño, salió a esperarle, a una estación de tránsito, un amigo suyo con el ruego de que le acompañase a su casa a almorzar; añadiendo para tranquilizarle: he hablado ya con el maquinista para que nos espere, como así fue. Vamos a Badajoz, y desde allí, en tren, en los grandes o en los pequeñitos cuando se pueda o, si no, por los caminos, recorremos, como en la otra Extremadura, algunas de las ciudades y pueblos, los más representativos de la provincia, los que mi vagabundeo me hizo conocer."
            A su paso por Coria, capital diocesana de Cáceres, Marañón escruta, desde una tierra sin caminos de hierro, el atraso extremeño. "Coria --dice-- fue hasta muy cerca de nosotros, una ciudad perdida en lo más áspero de España. En 1847, casi ayer, decía la descripción más autorizada del país que los caminos que por el partido cruzan son todos de herradura y aunque transitan carros por ellos, tienen que separarse algunas veces para buscar un terreno que les sea practicable. En otros puntos se hallan casi interceptados por la espesura del monte y son harto peligrosos y expuestos. Apenas habrá en toda Europa otra ciudad, de la que en fecha análoga, pudiera decirse algo parecido..., una extraordinaria ciudad, no muerta, sino anclada en un remanso del río caudal de la vida, que todo lo arrastra y mixtifica. Nos fuimos con pesar de esta Coria, inaccesible al correr de la Historia."
            ¿Por qué Extremadura no tuvo más caminos de hierro, o fue a la cola de España? Antonio Blanch [5] lo expresa claramente: "Nuestro país se sumó tarde a la expansión del ferrocarril, sobre todo por el retraso acumulado en el conjunto de la economía española del periodo y no solo por la circunstancia de que llegara unos años más tarde que otros países europeos."
            Extremadura cuenta con una red ferroviaria de 725 kilómetros. El 15 por ciento de sus traviesas son del siglo XIX, las más antiguas de España. Es la única región española que no dispone de trenes de ferrocarriles de larga distancia. No hay líneas electrificadas y estas solo tienen un carril. Tras el cierre de la línea Plasencia-Salamanca-Astorga, en 1984, después de 75 años, el Lusitania (Madrid-Lisboa) dejó de pasar por la ruta más corta y ahora atraviesa municipios salmantinos... [6] Y seguimos esperando al AVE desde el 2000...

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[1] Marañón, Gregorio: En tren por Extremadura con Gregorio Marañón (1948)". Edit.: Caja de Extremadura. Imprenta La Victoria, Plasencia, 2002, 53 págs.
 
[2] Marañón y Posadillo, Gregorio (Madrid, 19/05/1887-27/03/1960) fue un médico endocrinólogo, historiador, escritor y pensador español, perteneciente a la generación de 1914, cuyas obras tuvieron una gran relevancia internacional en los ámbitos científico e histórico. Ha sido el único español académico de número de cinco de las ocho Reales Academias de España (Lengua, Historia, Bellas Artes, Nacional de Medicina, y de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales). Fundó, junto a Ortega y Gasset y Pérez de Ayala, la Agrupación al Servicio de la República, aunque no tardó en criticarla por su incapacidad de aunar a todos los españoles. Desde diciembre de 1936 hasta el otoño de 1942 vivió fuera de España. De regreso a su patria, la dictadura lo utilizó para mejorar su imagen exterior. En 1922 acompañó al rey Alfonso XIII en su célebre viaje a Las Hurdes, que supuso un cambio para una comarca con graves problemas socios-sanitarios, producto de su aislamiento. Fue autor de 38 libros de Medicina, 18 de Historia y 12 de pensamiento; 220 prólogos de libros, y artículos y monografías científicas (más de 500). El día de su fallecimiento, el Ministerio de Educación ordenó que no hubiera clases en todos los niveles educativos del país.
 
[3] Vid.: Línea de Palazuelo-Astorga. Ruta de la Plata en Zamora, en http://www.afzamorana.es/linea_plata.htm. "El tramo de la línea cerrada tiene un recorrido de 107,607 kilómetros, que discurren por nuestra provincia, de los 341 kilómetros que tiene entre Plasencia y Astorga. El primer tramo de esta línea fue el de Plasencia a Béjar, en el año 1884. Entre Plasencia y Hervás (55,730 kms.) se comenzó la explotación el 15 de abril de 1896. La inauguración oficial de toda la línea se produce el 21 de junio de 1896... En octubre de 1984, el Consejo de Ministros decide el cierre de varias líneas por ser deficitarias y, en este caso, la supresión del servicio de viajeros de la Ruta de la Plata, entre Plasencia y Astorga..., supresión que toma efecto el 1 de enero de 1985, fecha triste en la historia de los ferrocarriles españoles."
 
[4] Vid.: Blanch Sánchez, Antonio: La llegada del ferrocarril a Extremadura: una época de especulación y corrupción, Revista de Estudios Extremeños, 2013. Tomo LXIX, núm. I, págs. 437-460. En la pág. 445, sobre Antecedentes del ferrocarril en Extremadura, se afirma que "dentro de los proyectos  para implantar el ferrocarril en la península se empezó a tener en cuenta la importancia que tendría una línea de ferrocarril que partiendo de Madrid llegara a Portugal por Badajoz, que facilitaría el intercambio de las lanas, carnes y otros productos de Extremadura. Se llegó incluso a constituir la Compañía "Camino de Hierro Central de España de Madrid por Mérida a Badajoz", que envió a Extremadura al ingeniero inglés George Pithintgton para estudiar el camino que pasaría por Toledo, Talavera, Trujillo y Mérida, donde enlazaría con la de Mérida a Sevilla y Cádiz, por una parte, y por otra , a Badajoz y Lisboa. El proyecto, que se remonta a 1846, no fraguó por lo inconcreto del mismo y los escasos apoyos financieros."
 
[5]  Ob. cit.
 
[6] Vid.:  Viejo, Manuel: El lento viaje del tren extremeño al siglo XXI, en El País de 23/07/2017.