Detalle de la fachada sur de la iglesia, con la torre a la derecha y escalinata que salva el desnivel con el espacio contiguo. |
El libro "La iglesia parroquial de El Salvador de Almoharín, un monumento en continua evolución", [1] es el fruto de una laboriosa recopilación de datos elaborada a partir de la investigación documental, pero también del conocimiento personal que tiene uno de sus autores de la historia de los últimos setenta años, con el apoyo de la tradición oral, lo que permite abarcar más de un siglo, según señalan los autores en la Introducción de la obra. Ese autor no es otro que el primero de los que firma el libro, que, como señala la alcaldesa en su Presentación, José Fernández Salas, es hijo de la localidad, arquitecto y profesor honorario de la Universidad de A Coruña, quien cuenta los secretos del monumento que tan bien conoce, no solo por la investigación elaborada por el mismo durante muchos años, sino también por haber realizado dos restauraciones importantes, una en la iglesia y otra en la torre, durante la pasada década y que, junto al profesor de Historia del Arte, José Antonio Ramos Rubio, con numerosas investigaciones sobre Extremadura y sus pueblos, nos aporta su valioso estudio del monumento. Para el prologuista y director de la Academia de Extremadura, Francisco Javier Pizarro Gómez, en "los autores se da la concurrencia de que aúnan ambos aspectos, imprescindibles y complementarios: la comprensión de la arquitectura a partir de la construcción y las nuevas herramientas de toma de datos y representación gráfica, que suministran una información inédita que permite acercarse a otros periodos históricos con una mirada nueva".
La iglesia de El Salvador de Almoharín o de la
Transfiguración (según denominación original), declarada Monumento Nacional en
1979, o Bien de Interés Cultural, según la nueva terminología, es el edificio
más representativo del patrimonio cultural de la localidad y de su identidad
colectiva. Está situada en la Plaza Mayor, construida en mampostería granítica
y en los contrafuertes, con sillares del mismo material. La torre está exenta y
se sitúa al lado oriental de la iglesia. Tiene planta cuadrada, con tres
cuerpos y linterna octogonal. En los primeros años del siglo XVI se añadió el
primer cuerpo de campanas. En el siglo XVIII se incorporarían los dos últimos,
que constituyen unidad arquitectónica; el tercero, que es el campanario actual
y el cuarto, como linterna de remate, campanario menor y caja de reverberación.
En la fachada sur del tercer cuerpo y, a ambos lados de la ventana, figuran los
escudos de la Orden de Santiago, colocados en el siglo XVIII.
La actual planta es de tipo basilical, compuesta de tres
naves y cinco tramos. Exteriormente, existe una galería porticada a doble
altura en la fachada principal. Es lo que permanece de un atrio más amplio, que
avanzaba hacia la plaza entre cuatro y cinco metros en forma de tribuna con
escalinata y trampas. Esta parte, conocida como El Paseo, fue demolida entre
los años 36 y 40 del pasado siglo. Los cuatro primeros tramos de la basílica
mantienen cierta unidad de trazado, mientras que el quinto presenta un acusado
estrechamiento a los pies, debido a la incrustación del baptisterio, que
corresponde a otra obra distinta incorporada a mediados del siglo XVI, lo que
obligó a su integración, mediante la apertura de un arco diafragma en el muro
de los pies de la nave de la Epístola. La actual forma del templo es un
cuadrilátero irregular, en el que se inscribe una planta basilical de tres
naves. Las alineaciones de la nave del Evangelio son octogonales como contraste
a lo que ocurre en la nave de la Epístola, lo que sugiere que así fue concebida
la nueva obra en su conjunto y así hubiera sido construida en su totalidad la
primitiva iglesia medieval de cruz latina anterior al siglo XVI. Es posible que
la obra comenzara por la fachada norte, construyéndose inicialmente esta y el
brazo correspondiente al crucero.
La iglesia de la Transfiguración, actualmente de El
Salvador, se debió construir en el siglo XV, o tal vez antes, aunque las
primeras noticias de su existencia son de 1498, en una descripción de la misma
que hacen los visitadores de la Orden de Santiago y que corroboran algunos
elementos arquitectónicos de su cabecera. Los visitadores describen una iglesia
de tres naves sobre tres arcos de cantería labrada, en sus visitas entre 1498 y
1503.
En noviembre de 1501, el campanario de la iglesia debía
ser sencillo y de poca altura, según el relato de los visitadores, que ordenan
"alzar el campanario un poco porque las campanas están bajas". La
orden de elevar el campanario no fue cumplida como se mandó, porque el párroco
y los vecinos decidieron, en su lugar, transformar para tal fin la citada torre
medieval, situada detrás de la cabecera de la iglesia, calle de por medio. Para
ello, añadieron a la misma un nuevo cuerpo y alojaron en él las campanas. Así
lo recogen los visitadores en 1503. Y, como consecuencia de sus
extralimitaciones, los responsables fueron penalizados a pagar el sobrecoste.
A mediados del siglo XVI se realizan obras importantes en
la iglesia, que transformarán su planta de cruz latina en basilical con tres
naves. Es posible que estas obras no hubiesen comenzado antes de 1529, habida
cuenta de la crisis de despoblación en la zona a causa de la peste y emigración
por diversos motivos, entre 1508 y 1529, durante cuyo periodo Almoharín pasó de
tener 220 vecinos en 1498, a 120 en 1515, de modo que no lograría recuperar sus
mejores niveles hasta 1529, con 239 vecinos. Las obras del siglo XVI serían el
punto de partida de sucesivas ampliaciones y cambios, durante más de dos
siglos, que modificarían la imagen de la iglesia, sucesivamente, hasta alcanzar
su máximo esplendor hacia finales del XVIII.
La denominación popular "Los Moros" de la
Torre, muy arraigada, forma parte de la tradición oral de Almoharín, aunque no
hay constancia fehaciente de que se justifique dicho nombre ni se conozca
ningún estudio iconográfico que haya interpretado tan particular
representación.
El popular Paseo, que prolongaba el actual atrio de la
iglesia hasta la plaza, no fue concebido para tal fin. Antes de ser así, el
atrio formaba parte del camposanto y, cuando fue demolido, entre los años 30 y
40 del pasado siglo, aparecieron restos humanos allí enterrados. En realidad
era la parte residual de dicho camposanto, que fue siendo ocupado por el
edificio de la actual iglesia, en la que también se hacían enterramientos. De
este modo, las sucesivas ampliaciones del templo fueron limitando la superficie
exterior hasta el reducto final que sirvió para el nuevo uso, exhumados los
restos allí sepultados. A partir de 1814 se puso en servicio el cementerio
viejo en la ermita de los Santos Mártires que estaba en la Vega y, por
consiguiente, cesaron las inhumaciones en iglesia y atrio, pero debieron
mantenerse las sepulturas y nichos ocupados hasta 1855, cuando se realizaron
las obras del Paseo.
Todas las obras que se hicieron hasta finales del siglo
XVIII e, incluso, la incorporación del Paseo en el XIX, perfeccionaron y
engrandecieron el monumento; pero algunas posteriores han sido perjudiciales y,
en algunos casos, destructivas, como ocurrió con la instalación del viejo reloj
de la Torre o de la Villa, que estuvo allí durante dos siglos, hasta su
restauración en el XX, en que se recuperó su imagen original. Lo mismo ocurrió
con la demolición del popular Paseo, realizada entre los años 36 y 40 del
pasado siglo que, al parecer de quienes lo vivieron, se pretendió ampliar la
plaza para la fiesta de los toros. La destrucción del Paseo fue un error que
destruyó gran parte del mejor espacio urbano de Almoharín y le quitó prestancia
a la iglesia y la plaza.
A finales del siglo XX y principios del XXI se realizaron
diversas actuaciones en la iglesia y en la torre, como la ordenación del
presbiterio y la disposición de nueva tribuna para situar el altar en el centro
y adaptación a la nueva liturgia del Vaticano II (años 80); la restauración de
la iglesia, en la que se recupera la integridad del atrio, incorporando de
nuevo los soportales cegados (1994); la restauración de la estructura de la
cubierta de la iglesia, con la reparación de diversos daños en bóvedas y problemas
de estanqueidad en las cubiertas (1997) y, en el año 2000, la restauración de
la torre de la iglesia y la restauración del retablo mayor.
La obra concluye con dos apéndices: "Algunas notas sobre la música de Almoharín", de Juan Lanzas Amador, y "Unamuno y el cancionero de Almoharín" quien, en 1905, recopiló en la localidad diversos romances que se cantaban en Nochebuena.
[1]
Vid.: Fernández Salas, José y Ramos Rubio, José Antonio: La
iglesia parroquial de El Salvador de Almoharín, un monumento en continua
evolución. Edit.: Diputación Provincial de Cáceres, Cáceres, enero de 2020.
Presentación de Molina Márquez, Antonia,
alcaldesa de Almoharín; prólogo de Pizarro
Gómez, Francisco Javier, catedrático de Historia del Arte y director de la
Real Academia de Extremadura de las Artes y de las Letras, 213 páginas.
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