El profesor Antonio Viudas, a la derecha, y el concejal de Cultura, Ignacio Gómez, a la izquierda, durante la entrevista conferencia. (Foto cedida) |
El
pasado sábado, 30 de octubre, en el Centro Cultural Santa Ana de Guadalcanal tuvo
lugar la conmemoración del centenario de la publicación del “El miajón de los castúos”, poemario de
1921, el libro más veces editado en Extremadura (rondando los 100.000
ejemplares). Allí, el concejal de
Cultura, Ignacio Gómez Galván,
entrevistaba a Antonio Viudas Camarasa,
académico de Extremadura, biógrafo y autor de tres ediciones críticas de las
obras de Luis Chamizo (1982, 1991 y
1994).
En
la entrevista, el concejal de Cultura le pregunta si cree que en la obra
literaria de Chamizo se hermanan dos
géneros con un origen similar, el poético y el dramático, a lo que el profesor Viudas Camarasa responde:
“Félix Rebollo es el primer valedor del
sistema piramidal universitario que reconoce la importancia de Luis Chamizo. Da una lectura nueva de Chamizo. El pensamiento de Chamizo se transmite a través del
teatro poético. Chamizo usa un
método tradicional que triunfó con Lope
de Vega en la Edad de Oro y en el modernismo de su admirado amigo Eduardo Marquina y otros como Benavente. Teatro y poesía son dos ejes
importantes que se complementan en el escenario de cada poema: la naturaleza.”
“El
drama del ser extremeño, de ser obrero, campesino, labrador castúo –continúa el
profesor Viudas—lo expresa Luis Chamizo poética y dramáticamente. Pedro Caba, el filósofo olvidado, tiene
un excelente ensayo sobre El ser extremo,
basado en El miajón de los castúos.
Un drama del castúo que se salva gracias a la honradez, el trabajo, a la ética
social de los divinos y humanos mandamientos cuyo fin es conseguir la justicia
social trabajando y esperando. Justicia social que facilita que quien trabaja
prospere, como hizo el tinajero que se puso a campesino viñador; que de
una tierra llena de piedras, jara y charneca, la transformó en labor productiva
de aceite de calidad y buen vino con el que sacarle producto a las tinajas de
fabricación propia y esta trama teatral de la vida del obrero extremeño la
aderezó con su verso musical.”
Más
adelante, el biógrafo de Chamizo
manifestó que el poeta de Guareña se posicionó en su obra “en favor de los
castúos labradores que aran sus propias tierras, en favor del arado yuntero
frente a los latifundistas extremeños y en favor del martillo de quienes tienen
sus propios talleres, un martillo que lo vivió de cerca en su padre, que pasó
del torno del alfarero a las herramientas industrializadas de fabricación de
conos y en los ratos libres a esforzarse con el arado roturando las desbrozadas
tierras jarales de La viña del tinajero”.
Al
ser preguntado por qué el poeta se libró del fusilamiento en la guerra, el
académico responde: “Sin su ama nodriza, Josefa
“la yegüera”, madre de un activista
republicano de Guareña, no hubiera sido posible que se salvara su niño. Quien quiera matar a mi niño, decía, antes me tendrá que matarme a mí. Fue un
milagro, gracias al cual sus cinco niñas y Virtudes
disfrutaron de un padre y esposo honrado y bueno durante nueve años y cuatro
meses más.” Entre el 18 de julio y el 30 de agosto de 1936, Chamizo debió sufrir lo indecible,
sobre todo desde el 11 de agosto en que fusilaron en Guareña a muchos amigos y
conocidos suyos, con el temor de que si lo encontraban en su escondite, sabía
que a él le tocaría idéntico o parecido fusilamiento.
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[1] Vid. Ramos Rubio, José Antonio: El tinajero poeta, novela histórica, TAU Editores, Cáceres, 2021, págs. 87, 88 y 142, 148 págs.
[1] Vid. Ramos Rubio, José Antonio: El tinajero poeta, novela histórica, TAU Editores, Cáceres, 2021, págs. 87, 88 y 142, 148 págs.
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