El presidente del Congreso de los Diputados, José Bono, dijo ayer, ante de las frases lapidarias de Felipe González y de Ibarra en la presentación de su libro “Rompiendo cristales”, acto al que asistió en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, otra de las suyas que, a simple vista, podría resultar obvia; pero que, por su formalidad institucional y por la importancia del debate, no puede pasar inadvertida.
Dijo Bono que “la opinión de los presentes es mucho más importante que la de los ausentes”, al término de la tercera jornada de debate presupuestario y ante los escasos 70 diputados que se encontraban en ese momento en el hemiciclo.
De su expresión, cabe deducir una obviedad manifiesta, porque solo los presentes pueden votar las propuestas, mientras que los ausentes, aunque tuvieren criterio para ello, no pueden hacerlo. En este caso, cuentan los presentes, nunca los ausentes, porque el voto es indelegable en la Cámara, aunque la voz tienda, por lo general, a ser una sola por grupos. De ahí que subrayare la importancia de los presentes frente a la de los ausentes, que no pueden contar a la hora de la verdad, y que la opinión de los primeros es más importante que la de los segundos.
Durante los debates presupuestarios, calificados por algún diputado como “un coñazo”, la presencia máxima en el hemiciclo ronda el centenar y solo en las votaciones puede registrarse un aforo completo. Esta abstinencia presencial ha obligado al presidente a reorganizar el horario de votaciones, que no se celebrarán antes de las 17.30 horas, para no dar el espectáculo de un hemiciclo casi vacío.
No obstante, Bono ha defendido la labor de los diputados y dice que “siempre hay una explicación a su ausencia. Extender la imagen de diputados no trabajadores me parece que no es justo.” Los congresistas pueden estar en sus despachos siguiendo la sesión y acudir cuando son llamados a votar, bien porque no les compete defender a ellos las propuestas de grupo o dar réplicas a la oposición en su caso.
Tras el desliz del diputado Ramón Aguirre, otrora diputado por Cáceres, que no acudió cuando le tocaba hacerle una pregunta al ministro Solbes sobre el paro, todos aceptaron sus disculpas, y hasta el presidente ha defendido su justificación.
No obstante, la foto de la imagen semivacía de los escaños no deja de sorprender a la gran mayoría desconocedora de los hábitos parlamentarios. No se puede generalizar, empero, que la mayoría haga novillos, pero sí que estén cuando han de estarlo por obligación.
Ya la portavoz del PP ha tomado severas medidas ante la ausencia de sus diputados, como lo harán, sin duda, cualesquiera otros partidos si los suyos faltaren más de la cuenta. Lo importante, en todo caso, es que el Congreso legisle bien para todos y, por supuesto, “la opinión de los presentes es mucho más importante que la de los ausentes”. Un aviso para navegantes y desertores de la representación que ostentan. Valen las disculpas y las ausencias justificadas; pero éstas no deben nunca alzarse como la regla, sino como la excepción. Quizá Bono quiso decir también eso mismo.
Dijo Bono que “la opinión de los presentes es mucho más importante que la de los ausentes”, al término de la tercera jornada de debate presupuestario y ante los escasos 70 diputados que se encontraban en ese momento en el hemiciclo.
De su expresión, cabe deducir una obviedad manifiesta, porque solo los presentes pueden votar las propuestas, mientras que los ausentes, aunque tuvieren criterio para ello, no pueden hacerlo. En este caso, cuentan los presentes, nunca los ausentes, porque el voto es indelegable en la Cámara, aunque la voz tienda, por lo general, a ser una sola por grupos. De ahí que subrayare la importancia de los presentes frente a la de los ausentes, que no pueden contar a la hora de la verdad, y que la opinión de los primeros es más importante que la de los segundos.
Durante los debates presupuestarios, calificados por algún diputado como “un coñazo”, la presencia máxima en el hemiciclo ronda el centenar y solo en las votaciones puede registrarse un aforo completo. Esta abstinencia presencial ha obligado al presidente a reorganizar el horario de votaciones, que no se celebrarán antes de las 17.30 horas, para no dar el espectáculo de un hemiciclo casi vacío.
No obstante, Bono ha defendido la labor de los diputados y dice que “siempre hay una explicación a su ausencia. Extender la imagen de diputados no trabajadores me parece que no es justo.” Los congresistas pueden estar en sus despachos siguiendo la sesión y acudir cuando son llamados a votar, bien porque no les compete defender a ellos las propuestas de grupo o dar réplicas a la oposición en su caso.
Tras el desliz del diputado Ramón Aguirre, otrora diputado por Cáceres, que no acudió cuando le tocaba hacerle una pregunta al ministro Solbes sobre el paro, todos aceptaron sus disculpas, y hasta el presidente ha defendido su justificación.
No obstante, la foto de la imagen semivacía de los escaños no deja de sorprender a la gran mayoría desconocedora de los hábitos parlamentarios. No se puede generalizar, empero, que la mayoría haga novillos, pero sí que estén cuando han de estarlo por obligación.
Ya la portavoz del PP ha tomado severas medidas ante la ausencia de sus diputados, como lo harán, sin duda, cualesquiera otros partidos si los suyos faltaren más de la cuenta. Lo importante, en todo caso, es que el Congreso legisle bien para todos y, por supuesto, “la opinión de los presentes es mucho más importante que la de los ausentes”. Un aviso para navegantes y desertores de la representación que ostentan. Valen las disculpas y las ausencias justificadas; pero éstas no deben nunca alzarse como la regla, sino como la excepción. Quizá Bono quiso decir también eso mismo.
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