El “mago” Helenio Herrera, el mejor entrenador durante la década de los 50 y 60, creó una frase que hizo época en el mundo futbolístico, y furor en décadas sucesivas: “Una buena defensa es el mejor ataque”, conocida como el “catenaccio”; pero, junto a ello, inventó también la rapidez en el contraataque, porque un equipo que solo es capaz de defenderse, no podrá ganar jamás. Ni siquiera otra creación suya que reafirmaba la anterior, la creación del “libero”, el defensa libre o escoba, como los cabestros en un encierro sanferminero, podría desarrollar otro de sus argumentos para encarrilar el triunfo: la ambición por la victoria por encima de la estética, o “el jugador número 12”; es decir, una afición activa, que anime sin cesar a su equipo, por una encima de la actitud pasiva del espectador, a la espera de que sea su equipo el que le anime a él, ganando y jugando bien, o la conjunción de ética y estética.
A tal punto llegó el “mago” que, en cierta ocasión, sancionó a uno de sus pupilos del Inter de Milán por decir: “Vamos a jugar en Roma” en lugar de “Vamos a ganar en Roma”.
Hay una similitud entre estas prácticas y sentires futbolísticos y las que animan a ciertos políticos populares, practicantes a diario de “respuestas de urgencia y urgencia en las respuestas”, como si su única ambición fuere, por encima de la estética y de la victoria, minar al adversario político para que no se hable de lo que debiere hablarse, tapar sus propias vergüenzas y enarbolar como prenda de victoria acusaciones que el viento esparza para que sus prédicas no caigan en el olvido.
Tratar de hacer “leña del árbol caído” de la crisis, sin acordarse de quienes más la sufren; hablar reiteradamente de “despachos en la calle” y “despachos oficiales”; envidar a “doña Junta” a visitar comedores sociales, como si la institución desconociere la realidad; urgir al Presidente Fernández Vara a que le llame y que responda a todo lo que le pareciere, no deja de constituir una ironía sin gracia de Monago que, en la calle y en los medios de comunicación, más que en los despachos, pretende obtener un rédito del que, por el momento, carece. Y, además, utilizando la versión original de don Helenio Herrera, según la cual, “la mejor defensa es el ataque”, cuando él aún no había nacido para conocer el “catenaccio”.
Otro tanto parece ocurrirle a la alcaldesa de Moraleja, que solicita la presencia del juez Garzón en su pueblo para investigar al PSOE, y ve defensas por todos los sitios, que le impiden marcar y remarcar su propia arrogancia política ante los contraataques de la oposición socialista, cuando sus propios compañeros de partido a nivel nacional han puesto en tela de juicio su imparcialidad como juez… Pues acuda a los tribunales para lograr la victoria por encima de su estética; porque busca la victoria en el contraataque, sin el adorno de la estética política que habría de suponérsele.
Y sin ir más lejos, la portavoz del PP en el Congreso viene a Extremadura a solicitar, una vez más, lo que son derechos constitucionales: la tutela judicial efectiva, la presunción de inocencia y, además, al contrario de lo que urge su camarada de Moraleja, solicita un “juez imparcial”, dando por sentado que el juez Garzón no lo fuere, cuando aquella lo tiene por el mejor “justiciero”.
No siempre la mejor defensa es el ataque: ni Monago tiene razón para urgir respuestas de urgencia, que ya le da el propio Presidente Vara, en la Asamblea, donde debiere, por teléfono y a solas, más a menudo de lo que otros camaradas suyos quisieran en otras comunidades; ni la alcaldesa de Moraleja para defenderse atacando a los socialistas; ni la portavoz popular poniendo en tela de juicio la instrucción de una causa ni el acto de justicia imparcial, que se les supone a los jueces.
Lo que predica Monago lo hace el Presidente Vara con creces y con estilo; la ironía con que acepta la invitación de la Junta que preside, sobra; la urgencia en las respuestas que solicita se las da diariamente la Junta en respuestas de urgencia; lo mismo que está demás que Soraya Sáenz de Santamaría venga a Extremadura a reclamar lo que ya está en la Constitución; o que la alcaldesa de Moraleja esgrima en el ataque a los socialistas su mejor defensa y solicite la presencia de un juez para defenderse del contraataque adversario.
Se olvidan los populares del “jugador número 12” que, al final, será el mejor juez político en el que no reparan, como si su estética o su defensa les bastaren como el mejor ataque.
A tal punto llegó el “mago” que, en cierta ocasión, sancionó a uno de sus pupilos del Inter de Milán por decir: “Vamos a jugar en Roma” en lugar de “Vamos a ganar en Roma”.
Hay una similitud entre estas prácticas y sentires futbolísticos y las que animan a ciertos políticos populares, practicantes a diario de “respuestas de urgencia y urgencia en las respuestas”, como si su única ambición fuere, por encima de la estética y de la victoria, minar al adversario político para que no se hable de lo que debiere hablarse, tapar sus propias vergüenzas y enarbolar como prenda de victoria acusaciones que el viento esparza para que sus prédicas no caigan en el olvido.
Tratar de hacer “leña del árbol caído” de la crisis, sin acordarse de quienes más la sufren; hablar reiteradamente de “despachos en la calle” y “despachos oficiales”; envidar a “doña Junta” a visitar comedores sociales, como si la institución desconociere la realidad; urgir al Presidente Fernández Vara a que le llame y que responda a todo lo que le pareciere, no deja de constituir una ironía sin gracia de Monago que, en la calle y en los medios de comunicación, más que en los despachos, pretende obtener un rédito del que, por el momento, carece. Y, además, utilizando la versión original de don Helenio Herrera, según la cual, “la mejor defensa es el ataque”, cuando él aún no había nacido para conocer el “catenaccio”.
Otro tanto parece ocurrirle a la alcaldesa de Moraleja, que solicita la presencia del juez Garzón en su pueblo para investigar al PSOE, y ve defensas por todos los sitios, que le impiden marcar y remarcar su propia arrogancia política ante los contraataques de la oposición socialista, cuando sus propios compañeros de partido a nivel nacional han puesto en tela de juicio su imparcialidad como juez… Pues acuda a los tribunales para lograr la victoria por encima de su estética; porque busca la victoria en el contraataque, sin el adorno de la estética política que habría de suponérsele.
Y sin ir más lejos, la portavoz del PP en el Congreso viene a Extremadura a solicitar, una vez más, lo que son derechos constitucionales: la tutela judicial efectiva, la presunción de inocencia y, además, al contrario de lo que urge su camarada de Moraleja, solicita un “juez imparcial”, dando por sentado que el juez Garzón no lo fuere, cuando aquella lo tiene por el mejor “justiciero”.
No siempre la mejor defensa es el ataque: ni Monago tiene razón para urgir respuestas de urgencia, que ya le da el propio Presidente Vara, en la Asamblea, donde debiere, por teléfono y a solas, más a menudo de lo que otros camaradas suyos quisieran en otras comunidades; ni la alcaldesa de Moraleja para defenderse atacando a los socialistas; ni la portavoz popular poniendo en tela de juicio la instrucción de una causa ni el acto de justicia imparcial, que se les supone a los jueces.
Lo que predica Monago lo hace el Presidente Vara con creces y con estilo; la ironía con que acepta la invitación de la Junta que preside, sobra; la urgencia en las respuestas que solicita se las da diariamente la Junta en respuestas de urgencia; lo mismo que está demás que Soraya Sáenz de Santamaría venga a Extremadura a reclamar lo que ya está en la Constitución; o que la alcaldesa de Moraleja esgrima en el ataque a los socialistas su mejor defensa y solicite la presencia de un juez para defenderse del contraataque adversario.
Se olvidan los populares del “jugador número 12” que, al final, será el mejor juez político en el que no reparan, como si su estética o su defensa les bastaren como el mejor ataque.
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