Hay algo más que une de por vida a la desaparecida villa de Granadilla con el vecino y hermano pueblo de Zarza de Granadilla. No solo su archivo parroquial, desde finales del XIX hasta su desaparición, custodiado hoy en la casa curato de Zarza; o sus últimos archivos civiles, en el Ayuntamiento de esta última localidad.
En el día de la Asunción de Nuestra Señora, cuyas parroquias se acogen a la misma advocación religiosa, conviene recordar los vínculos que siempre unieron a los dos pueblos y el matrimonio de derecho y la separación de hecho que supone el statu quo actual.
Zarza fue siempre el pueblo más cercano a Granadilla. Las antiguas ferias de ganado de la villa perdida pasaron a celebrarse en Zarza; el comercio que no tenía la villa, ni la banca ni los servicios, pasó a prestarlos el vecino cuando comenzó su decadencia tras el anuncio de las expropiaciones. Algunos de sus habitantes se marcharon a vivir allí, lo más cerca posible de su pueblo, para verlo y sentirlo desde la proximidad. Las mozas casaderas de la villa, ya sin baile durante los últimos años, iban los domingos a Zarza durante los últimos años de vida en el pueblo; los mayores y los jóvenes, a ver el fútbol y los toros por la tele, en un pueblo que nunca tuvo luz eléctrica, sino la de los viejos candiles y carburos.
El Decreto 134/1965, de 6 de mayo, por el que se acordó la disolución del municipio de Grandilla e incorporación de su término municipal a los limítrofes, fijaba, además de su disolución, la incorporación de aquél a los límítrofes de Zarza de Granadilla y Mohedas, con la divisoria determinada por el cauce del río Alagón; es decir, la margen izquierda del río para Zarza y los terrenos de la margen derecha, para Mohedas de Granadilla, desestimándose las pretensiones de La Pesga y Abadía, que no fueron tenidas en cuenta a tenor de los informes oficiales.
Sin embargo, al hilo de la realidad, cabría preguntarse: ¿de quién es Granadilla? Por supuesto, no es del Cid ni de los firmantes del Decreto, el Generalísimo Franco y su ministro de la Gobernación, Camilo Alonso Vega. Es de la Confederación Hidrográfica del Tajo.
Esta peregrina situación dio lugar en 1979 a que el entonces alcalde de Zarza de Granadilla, Teodoro de las Heras Camisón, se dirigiese al gobernador civil de la provincia, para solicitarle una llave para poder entrar al pueblo en caso de peligro, al ser de su competencia el pueblo. El gobernador accedió a ello, haciéndole saber que solo podría utilizarlas en caso de extrema necesidad, como un incendio. Las puertas de la villa ya estaban cerradas a cal y canto. El pueblo es de Zarza, pero no puede el alcalde acceder a él ni cuando lo desee; el término es suyo, pero la propiedad jurídica del pinar se adscribe a Parques Nacionales.. El regidor de Zarza ha de otorgar los permisos de obras y hasta de los puestos de feria que se sitúan a las afueras del pueblo el 1 de noviembre; pero nada es suyo: todo es de otros.
El nuevo cementerio, construido en 1960, ante el temor de que las aguas inundaran el antiguo, situado camino abajo de la Puerta de Coria, permaneció en total abandono hasta el año 2000. Gracias a un habitante de la villa, hoy jubilado y residente en Zarza, Guillermo González Rivero, “El Capi”, permanece limpio por su propia voluntad, sin que nadie pague sus gastos de viaje y de mantenimiento. “El Capi” se ha construido allí su propio panteón, para cuando llegue su hora. Antes de él, los chicos que conviven en Granadilla en el Programa de Recuperación de Pueblos Abandonados procuraban mantenerlo limpio antes del 1 de noviembre. El 5 de abril de 2000 recibía sepultura la primera vecina de Granadilla que quiso descansar definitivamente en su pueblo tras su abandono. A ella le siguieron otros. Algunos familiares han llevado hasta Granadilla las cenizas de sus deudos para esparcirlas en el pueblo que les viera nacer.
Pero, qué hizo la Confederación por “su” propiedad: nada. Se dejó arruinar el pueblo, como se está dejando arruinar el Poblado de Gabriel y Galán. Solamente “El Capi”, la Mancomunidad de Trasierra-Tierras de Granadilla, el Grupo de Acción Local “Cáparra”, el Programa de Recuperación de Pueblos Abandonados; el actual alcalde de Zarza, Miguel Ángel González Paniagua, que hace más de lo que quisiere y pudiere; Verónica Muñoz Encinar, ex gerente de la Mancomunidad; Carmen Luque, gerente del Grupo de Acción Local; el Grupo M de Zarza de Granadilla, capitaneado por Juan Luis Campos y Javier Camisón; la Asociación de Turismo Tierras de Granadilla, con Teófilo Magdaleno a la cabeza, han arrimado el hombro contra viento y marea para que no muriera la villa, cuyo castillo es icono turístico de la Mancomunidad, como el Arco de Cáparra lo es del Grupo de Acción Local.
Granadilla y Zarza de Granadilla fueron siempre un matrimonio bien avenido de conveniencia; a partir de 1965 de derecho y hoy mantienen, pese a su separación de hecho, una unidad que ni la Confederación, con su pasotismo, ni nadie, podrá borrar en los anales de la historia. Expropiación por Decreto, reparto de límites, sí; pero no divorcio a la carta cuando ninguno de los dos pueblos lo huebiere deseado nunca.
En los soportales del viejo ayuntamiento de Granadilla, una placa, colocada hace unos años por el alcalde de Zarza de Granadilla, memora esa unión: “En homenaje a todos los hijos de Granadilla, como testimonio de respeto, gratitud y fraternidad. Excmo. Ayuntamiento de Zarza de Granadilla.”
En el día de la Asunción de Nuestra Señora, cuyas parroquias se acogen a la misma advocación religiosa, conviene recordar los vínculos que siempre unieron a los dos pueblos y el matrimonio de derecho y la separación de hecho que supone el statu quo actual.
Zarza fue siempre el pueblo más cercano a Granadilla. Las antiguas ferias de ganado de la villa perdida pasaron a celebrarse en Zarza; el comercio que no tenía la villa, ni la banca ni los servicios, pasó a prestarlos el vecino cuando comenzó su decadencia tras el anuncio de las expropiaciones. Algunos de sus habitantes se marcharon a vivir allí, lo más cerca posible de su pueblo, para verlo y sentirlo desde la proximidad. Las mozas casaderas de la villa, ya sin baile durante los últimos años, iban los domingos a Zarza durante los últimos años de vida en el pueblo; los mayores y los jóvenes, a ver el fútbol y los toros por la tele, en un pueblo que nunca tuvo luz eléctrica, sino la de los viejos candiles y carburos.
El Decreto 134/1965, de 6 de mayo, por el que se acordó la disolución del municipio de Grandilla e incorporación de su término municipal a los limítrofes, fijaba, además de su disolución, la incorporación de aquél a los límítrofes de Zarza de Granadilla y Mohedas, con la divisoria determinada por el cauce del río Alagón; es decir, la margen izquierda del río para Zarza y los terrenos de la margen derecha, para Mohedas de Granadilla, desestimándose las pretensiones de La Pesga y Abadía, que no fueron tenidas en cuenta a tenor de los informes oficiales.
Sin embargo, al hilo de la realidad, cabría preguntarse: ¿de quién es Granadilla? Por supuesto, no es del Cid ni de los firmantes del Decreto, el Generalísimo Franco y su ministro de la Gobernación, Camilo Alonso Vega. Es de la Confederación Hidrográfica del Tajo.
Esta peregrina situación dio lugar en 1979 a que el entonces alcalde de Zarza de Granadilla, Teodoro de las Heras Camisón, se dirigiese al gobernador civil de la provincia, para solicitarle una llave para poder entrar al pueblo en caso de peligro, al ser de su competencia el pueblo. El gobernador accedió a ello, haciéndole saber que solo podría utilizarlas en caso de extrema necesidad, como un incendio. Las puertas de la villa ya estaban cerradas a cal y canto. El pueblo es de Zarza, pero no puede el alcalde acceder a él ni cuando lo desee; el término es suyo, pero la propiedad jurídica del pinar se adscribe a Parques Nacionales.. El regidor de Zarza ha de otorgar los permisos de obras y hasta de los puestos de feria que se sitúan a las afueras del pueblo el 1 de noviembre; pero nada es suyo: todo es de otros.
El nuevo cementerio, construido en 1960, ante el temor de que las aguas inundaran el antiguo, situado camino abajo de la Puerta de Coria, permaneció en total abandono hasta el año 2000. Gracias a un habitante de la villa, hoy jubilado y residente en Zarza, Guillermo González Rivero, “El Capi”, permanece limpio por su propia voluntad, sin que nadie pague sus gastos de viaje y de mantenimiento. “El Capi” se ha construido allí su propio panteón, para cuando llegue su hora. Antes de él, los chicos que conviven en Granadilla en el Programa de Recuperación de Pueblos Abandonados procuraban mantenerlo limpio antes del 1 de noviembre. El 5 de abril de 2000 recibía sepultura la primera vecina de Granadilla que quiso descansar definitivamente en su pueblo tras su abandono. A ella le siguieron otros. Algunos familiares han llevado hasta Granadilla las cenizas de sus deudos para esparcirlas en el pueblo que les viera nacer.
Pero, qué hizo la Confederación por “su” propiedad: nada. Se dejó arruinar el pueblo, como se está dejando arruinar el Poblado de Gabriel y Galán. Solamente “El Capi”, la Mancomunidad de Trasierra-Tierras de Granadilla, el Grupo de Acción Local “Cáparra”, el Programa de Recuperación de Pueblos Abandonados; el actual alcalde de Zarza, Miguel Ángel González Paniagua, que hace más de lo que quisiere y pudiere; Verónica Muñoz Encinar, ex gerente de la Mancomunidad; Carmen Luque, gerente del Grupo de Acción Local; el Grupo M de Zarza de Granadilla, capitaneado por Juan Luis Campos y Javier Camisón; la Asociación de Turismo Tierras de Granadilla, con Teófilo Magdaleno a la cabeza, han arrimado el hombro contra viento y marea para que no muriera la villa, cuyo castillo es icono turístico de la Mancomunidad, como el Arco de Cáparra lo es del Grupo de Acción Local.
Granadilla y Zarza de Granadilla fueron siempre un matrimonio bien avenido de conveniencia; a partir de 1965 de derecho y hoy mantienen, pese a su separación de hecho, una unidad que ni la Confederación, con su pasotismo, ni nadie, podrá borrar en los anales de la historia. Expropiación por Decreto, reparto de límites, sí; pero no divorcio a la carta cuando ninguno de los dos pueblos lo huebiere deseado nunca.
En los soportales del viejo ayuntamiento de Granadilla, una placa, colocada hace unos años por el alcalde de Zarza de Granadilla, memora esa unión: “En homenaje a todos los hijos de Granadilla, como testimonio de respeto, gratitud y fraternidad. Excmo. Ayuntamiento de Zarza de Granadilla.”
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