Cómo puedes, olvidar, cariño, el amor multitudinario que recibiste durante estos años; el afecto apasionado a quien, sin ver, le regalé mi amor vibrante; ternura de mi alma, a quien obsequié con mi abrazo maestro; corazón de mis entrañas a quien ofrecí el abrazo de la Extremadura gigante; amorosa pasión que elevé hacia ti en abrazo transmisor; pasión de todos en el abrazo de su corazón; admiración del mundo en el abrazo de futuro…
No me digas, patria amada, que mi derroche de amor fue un amor a primera vista; que el amor dura lo que dura; no me susurres, pasión, que mi amor por ti es el olvido del yo, porque mi predilección no se puede olvidar: quedará grabada siempre en ti, como mi declaración sin doble filo. Fueron mi amor, como mis abrazos, por ti y solo para ti. ¿No sentiste acaso mi amor tentacular en los abrazos que te diere sin besos, pero con calor?
Pusiste mi amor en cuarentena cuando mi cortejo se prometía eterno; mis lisonjas se multiplicaron en el ser y en el estar, porque no había distancias que nos separaren; mis galanteos no pretendieron tu amor a distancia, sino fusionado en las redes sociales que alimentaron y dieron vida a nuestra pasión inacabada. ¿No has visto, ternura, la fusión de abrazos que unieron continentes aún por explorar?
He sido amor y he estado contigo en la tierna expresión de mis abrazos. No te olvidaré, amor, porque nuestro cariño nunca se expresó en la distancia, aunque lo pusieren en cuarentena. Te pagaré con más amor el tuyo no correspondido, porque mi amor loco no luchará contra el loco amor. Amor sin besos es como chocolate sin queso. Abrazos sin ternura, como besos en la distancia. Apego de esperanza en el virtual abrazo de una distancia inexistente. Amor con fecha a la vista, ¿o habremos de esperar otra para nuestras nupcias, con las invitaciones realizadas?
Nunca olvidaré, debilidad, los siete abrazos que te diere, como los siete candelabros que alumbraron nuestro amor. ¡Oh, adoración, en ellos expresada!, afición no apagada, dilección manifestada, veneración a ti unida, enamoramiento cuya luz, por tan encendida, no se apaga. Recibe mis siete abrazos, multitudinarios, vibrantes, maestros, gigantes, transmisores, de corazón, de futuro. ¿O hubiere alguien que pudiere desasirnos, amor, del año que llevamos signado en nuestro corazón: Cáceres 2016…?
No me digas, patria amada, que mi derroche de amor fue un amor a primera vista; que el amor dura lo que dura; no me susurres, pasión, que mi amor por ti es el olvido del yo, porque mi predilección no se puede olvidar: quedará grabada siempre en ti, como mi declaración sin doble filo. Fueron mi amor, como mis abrazos, por ti y solo para ti. ¿No sentiste acaso mi amor tentacular en los abrazos que te diere sin besos, pero con calor?
Pusiste mi amor en cuarentena cuando mi cortejo se prometía eterno; mis lisonjas se multiplicaron en el ser y en el estar, porque no había distancias que nos separaren; mis galanteos no pretendieron tu amor a distancia, sino fusionado en las redes sociales que alimentaron y dieron vida a nuestra pasión inacabada. ¿No has visto, ternura, la fusión de abrazos que unieron continentes aún por explorar?
He sido amor y he estado contigo en la tierna expresión de mis abrazos. No te olvidaré, amor, porque nuestro cariño nunca se expresó en la distancia, aunque lo pusieren en cuarentena. Te pagaré con más amor el tuyo no correspondido, porque mi amor loco no luchará contra el loco amor. Amor sin besos es como chocolate sin queso. Abrazos sin ternura, como besos en la distancia. Apego de esperanza en el virtual abrazo de una distancia inexistente. Amor con fecha a la vista, ¿o habremos de esperar otra para nuestras nupcias, con las invitaciones realizadas?
Nunca olvidaré, debilidad, los siete abrazos que te diere, como los siete candelabros que alumbraron nuestro amor. ¡Oh, adoración, en ellos expresada!, afición no apagada, dilección manifestada, veneración a ti unida, enamoramiento cuya luz, por tan encendida, no se apaga. Recibe mis siete abrazos, multitudinarios, vibrantes, maestros, gigantes, transmisores, de corazón, de futuro. ¿O hubiere alguien que pudiere desasirnos, amor, del año que llevamos signado en nuestro corazón: Cáceres 2016…?
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