lunes, 10 de junio de 2013

EL ESTADO DE LA REGIÓN

            ¿Y cuál es el estado de la región? Se proponen sus instituciones cada año preguntarse a sí mismas por ese estado y, realizado el diagnóstico, emitir un conjunto de resoluciones de orientación general de la política de la Junta para el tiempo que restare de legislatura. Teóricamente, la Junta propone y la Asamblea dispone; el Ejecutivo hace la prognosis y la Cámara orienta la dosis; sin embargo, nada de eso suscita en el cuerpo electoral el menor interés, aunque en ello le fuere la vida, más que su vida misma que, en lugar de avanzar, retrocede en el tiempo; que, en vez de ganar en calidad y progreso, se estanca; que pierde más que gana; que retrocede más que avanza. Una sociedad que pasa de su clase dirigente, porque no hubiere fe en ella; totalmente apática, decepcionada, desconfiada, desengañada, resignada, indiferente, desesperanzada... Ese es el verdadero estado de la región, su prognosis moral, que ni los médicos, ni menos aún los políticos, pueden curar porque se hubiere producido tal desafección hacia la clase política que, no habiendo fe en ella, menos aún restare esperanza.
              ¿A qué, pues, un debate y unas propuestas de resolución para orientar el futuro? Para cumplir el expediente y nada más. Si la realidad no superara la ficción que se nos pretende exponer como el "no va más" de la política por quienes solamente creyeren en ella porque de ella vivieren, y muy bien, no perderíamos el tiempo para sentarnos frente al televisor y escuchar a políticos, incapaces de convencer por muy serios que se pongan, sobre las recetas para salir de la crisis, porque esta no fuere con ellos, sino con los más necesitados, a los que purgan cada día más sus bolsillos sin vergüenza ni pudor alguno que no hubieren.
              Mentiríamos si dijéramos que el pueblo está más interesado en otros circos que en el clásico de Mérida, con todo el respeto a sus señorías. Desgraciadamente, interesan más el fútbol y los toros como entretenimiento que un debate político, que ya sabemos a dónde nos conduce. Casi nadie tiene interés en un debate del que no esperan nada bueno para ellos. Ya decía María Ostiz en "Un pueblo es...": "Con una frase no se gana un pueblo/ni con un disfrazarse de poeta./A un pueblo hay que ganarlo con respeto./Un pueblo es algo más que una maleta/ perdida en la estación del tiempo/y esperando sin dueño a que amanezca...."
              Porque es una grosería reírse de los ciudadanos a su costa; quitarles su Puntos de Atención Continuada para que, cuando la enfermedad llame a su puerta, no hubieren sanitarios que les alivien y les curen; son groseros los políticos que engañan a los pensionistas para financiar la sanidad a su costa; los que sacan pecho con la reducción del déficit a costa de los más necesitados, con recortes brutales, que no reformas, en sanidad, educación, asistencia social, dependencia...; porque es una grosería comparar la pensión de un jubilado con la de una viuda; porque es una grosería que un ciudadano tenga que cotizar 25 años para percibir una pensión y a los diputados les baste con tres o seis, según los casos, y que a los miembros del Gobierno les baste con jurar o prometer el cargo para cobrar la pensión máxima... "Un pueblo es, un pueblo es, un pueblo es/abrir la ventana en la mañana y respirar/la sonrisa del aire en cada esquina, y trabajar, y trabajar/uniendo su vida a un ladrillo en la esperanza/mirando al frente y sin volver la espalda..." Porque es una grosería que los diputados de este país estén exentos de tributar un tercio de su sueldo del Impuesto sobre la Renta y, así, aunque ganen entre 60.000 y 80.000 euros netos al año, les sale a devolver la declaración. "A un pueblo hay que ganarlo frente a frente/ respetando las canas de su tierra..."/ Porque es una grosería que sus señorías, cuando dejan el cargo, tengan un colchón de dieciocho meses con el ochenta por ciento de su sueldo; o que los ex ministros, ex secretarios de Estado y ex altos cargos, tras cesar en su cargos, sean los únicos ciudadanos españoles que pueden obtener dos sueldos públicos.. Grosería es transmitir a la sociedad que los funcionarios y los pensionistas son una carga para sus bolsillos; porque es una grosería que oculten sus privilegios mientras revuelven a la sociedad contra quienes de verdad les sirven. Porque es una grosería, en fin, que solo ellos vean el amanecer mientras el resto ve su ocaso.
              Y, de este modo, el estado de la región no puede ser otro que la desesperanza, la indiferencia, la desilusión, la apatía... porque los pastores se dejan ir su rebaño y ni siquiera saben llevarlo al redil, porque no todos los electos fueren los mejores y trabajaren para todos, sino para sus intereses, que no fueren los del pueblo.
              "El estado soy yo y mis circunstancias..." Solo nos faltare por oírle eso al presidente que debiere ser de todos los extremeños. ¿Y las circunstancias del resto? He ahí la cuestión.

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