El PSOE ha concluido su
Conferencia Política que, bajo el lema "¡Conectamos!", ha celebrado
este fin de semana en Madrid, con un grito de guerra por boca de su secretario
general: "El PSOE ha vuelto", como si se hubiera ido desde 2011, tras
la amarga derrota de primavera, y el congreso de Sevilla de 2012, que apostó
por "continuidad frente a cambio", como ha recordado Carme Chacón, y
que quien encarnare el partido desde entonces, Alfredo Pérez Rubalcaba, ha
querido desmitificar afirmando que él era el cambio, y por eso ha traído a su
partido de vuelta: el retorno a sus orígenes, a la renovación radical de su proyecto,
a la vuelta a las esencias, a marcar directrices diferenciadoras con la derecha;
al cambio, en fin, frente a la continuidad que pareció ahogar su voz frente a
la aplastante mayoría de los vencedores, que ha terminado por cercenar de raíz
el proyecto reformista que iniciara Felipe González.
Pero,
cómo conectar con esas masas, ahora desamparadas, huérfanas de liderazgo y de
voz, desahuciadas de sus viviendas, trabajo y pensiones; atracadas en la
esencias mismas de su orgullo político progresista; amparadas por plataformas y
mareas que levantan su voz contra las injusticias, a falta de líderes que les
defiendan y les devuelvan el orgullo de ser y sentirse españoles, en una nación
de iguales, en la que los paganos de la crisis no sean los de siempre: los más
necesitados, frente a la amnistía y los indultos dados a quienes nunca lo
merecieren; el pueblo desencantado por los cantos de sirena de unos y otros,
quienes les robaron y mintieron y quienes no han sido capaces de liderar hasta
la fecha una respuesta que devuelva la ilusión a una España desesperanzada,
resignada, incrédula ante la clase política que la representa.
"¡Conectamos!",
¿con quién o quiénes? : con
los más débiles y necesitados, remarcando una diferencia ideológica que les
separa de la igualdad y solidaridad que otros no desean para todos; conectar
para recuperar el rostro que hubimos y no la cara de tontos que pretenden
hacernos creer que llevamos; conectar para quienes desean ver otros rostros en
el Gobierno de España que conecten con ellos; conectar para reconstruir y
modernizar nuestro proyecto de vida en común, incluida Cataluña en la España de
la que siempre fue y es parte; conectar con quienes protestan porque hubieren
razones para ello y porque no todos pensamos lo mismo; conectar con quienes
defienden una reforma fiscal justa y solidaria, en la que paguen más quienes
más tienen y que nada paguen quienes nada tienen; conectar con el feminismo, el
ecologismo y el laicismo, con respeto a las ideas contrarias. Hay que conectar
con todos los que desean un cambio como el del 82, y no con los que desean
parches para salir del paso y que nos conducen al abismo; hay que conectar para
convencer, para ilusionar, para transformar lo que es de todos para todos, no
solo para unos cuantos. Hay que conectar con España, con la España de todos que
unos intentan apropiarse para sí, como si fuere su coto privado de caza, y
afrontar una reforma fiscal que ya se está pidiendo a gritos, porque no podemos
soportar más la injusticia de que paguen por los medicamentos lo mismo quienes
ganan 18.000 euros que los que ganan 100.000.
Hay
que acabar con la corrupción para poder conectar; es preciso implantar un
espíritu ético que invite a cesar a los procesados; tenemos que acabar con las
amnistías fiscales. Para ganarse el futuro, hay que restablecer los derechos de
los trabajadores y una reforma que no crea empleo, sino que lo destruye; urge
reformar el sistema electoral para que electores y elegidos no solo se vean a
través de los medios y no tengan más participación en la cosa pública que sus
votos, a través de listas desbloqueadas y listas cremallera que garanticen la
paridad de representación de hombres y mujeres; es urgente reformar el sistema
de elección de los órganos constitucionales para acabar con el partidismo y
profesionalizar su independencia.
Si
eso es conectar, estaría bien la conexión. Otra cosa es hallar el líder y el
equipo capaces de llevarlo a cabo. Y si el PSOE es el único partido que lleva
en sus siglas la E de España, no están los tiempos para reformas
constitucionales que acaben con un consenso que tanto costó construir. Bien
está pedir austeridad y transparencia a todos, empezando por la cabeza del
Estado; pero, como bien recuerda el PP, hay que tener un mensaje único para
toda España, y no hay por qué avergonzarse de utilizar su nombre y de eludir,
bajo una aspiración legítima, a la hora del juramento o promesa del cargo, la
lealtad a quien se le debe: al Rey, y del Rey abajo, ninguno, aunque nadie sea
intocable y la Justicia sea igual para todos. No queramos ser más papistas que
el papa cuando no somos ni papables... Aspiremos a reformar para mejorar, no a
reformar para recortar derechos, como ha hecho hasta ahora el PP, sin olvidar
que el derecho a decidir es de todos, incluida la forma de Estado, que ahora no
toca. ¡Pues solo nos faltaba eso...!
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