miércoles, 11 de febrero de 2015

HOMONIMIA EN EL DISCURSO POLÍTICO

 
           Entendemos por homonimia aquellas palabras de igual pronunciación, pero que tienen distinto significado (votar y botar), la igualdad de nombres entre dos personas o cosas, y por homofonía, palabras de diferente significado que coinciden en su escritura (vaca y baca); la paronimia, en cambio, alude a palabras semejantes en el sonido, pero que se escriben de forma distinta (callado y cayado).
            El discurso político reciente ha añadido la lengua de signos, tanto en público como en televisión, en un intento de superar las barreras de la comunicación de las personas sordas, aunque en ocasiones sus intérpretes no estén a la altura de la formación que se les supone. Ocurrió durante el funeral por Mandela, en que el intérprete fue acusado de no seguir las normas gramaticales ni la estructura del lenguaje: "Soy sordo y no comprendo lo que dice", manifestó el presidente de la Federación Sudafricana.
            No parece que esta irrupción del lenguaje para todos, excepción hecha del último, haya desatado sus fuerzas con el énfasis que le es propio en el habla para acercarse al elector con la homonimia, la homofonía y la paronimia, en un intento que, más que aclarar programas y promesas, intenta confundirle para apropiarse de otros mensajes cuando no del nombre que los personifica. El discurso político de campañas electorales se ha transmutado del clásico mitin que encendía el ánimo de los propios de un partido, con voto ya decidido, a otras formas de comunicación que, transmitidas por las redes sociales, se acercan a un mayor abanico de electores o indecisos, que son quienes pueden dar el vuelco a un resultado electoral, y no los asistentes, por periclitados, a un mitin electoral, al que acuden los fijos, sin contar con las variantes de intención, estimación de voto, más cocina.
            Ya en las últimas campañas, la homonimia se utilizaba como un eslogan electoral para apartar del mapa electoral al adversario político, apelando al voto para "botar" al contrincante. Hoy se diría: "Vota a Vara para botar a Monago", como ayer el inadvertido portavoz popular Miguel Cantero apelaba en Plasencia al voto "para que no te la den en blanco", jugando, en primer término,  con la acción verbal que significa lo contrario de lo que se apela, o con el apellido de la adversaria más temida.
            La clase política --que sabe de esto tanto como el intérprete de signos del funeral de Mandela-- deja en manos de sus agentes de márketing, o mercadotecnia, lo que han de hacer, o no, en sus campañas, para cifrar en un video los logros conseguidos y, de paso, echar fuera al adversario. Del "ahila palanti" como lema de un Día de Extremadura, Monago se pasa ahora al running (correr de forma efectiva y sin lesiones), abandona la mercadotecnia,  y presenta su video promocional de cara a la campaña electoral próxima, en el que nos relata los logros conseguidos, bajo el título  "Hacemos Extremadura", y afirma que "no solo demostramos que podemos, sino que además lo hacemos". Ratifican sus corifeos que el actual presidente y su partido son los primeros de España en dejar la mercadotecnia en favor del mensaje; pero no olvida, como otros colegas, al partido emergente, al que ya le echó un tiento por un "si acaso" electoral en su discurso de fin de año. El presidente Rajoy atacaba recientemente a "quienes quieren cambiar el sistema", mientras el gallego, Núñez Feijóo, no le fue a la zaga al afirmar:  "Soy más de Podemos que los de Podemos". Nada digamos de Esteban González Pons que, como prestidigitador de la homonimia, se quedaba solo en el mapa electoral al jugar con las palabras. Otros, en fin, se atreven a hacer juegos de palabras con la que está más en boca de sus adversarios, como si de una devolución de pelota a su terreno se tratare, como el líder del PSOE, Pedro Sánchez: "Ni los de Podemos son tan castos ni yo tan casta."
            Poder es tener expedita la facultad o potencia de hacer algo; tener más fuerza que alguien, vencerle luchando cuerpo a cuerpo; hacer es ejecutar, poner por obra una acción o trabajo; producir algo, darle el primer ser... No hay correlación entre poder y hacer. Se puede prometer algo, pero no hacerlo, como se ha demostrado fehacientemente en esta legislatura que finaliza. No siempre poder es hacer (se puede fumar, pero no se debe...) Quienes juegan con la homonimia entre poder y hacer, pueden estar jugando con fuego, o poniendo la mano sobre él, ignorantes quizá de la célebre frase de Rafael Gómez Ortega, El Gallo (1882-1960), el torero hermano de Joselito, que inmortalizó la frase: "Lo que no puede ser, no puede ser. Y, además, es imposible." O desconocen también aquella del clérigo, matemático y literato inglés, Levis Carroll (1832-1898): "Si así fue, así pudo ser; si así fuera, así podría ser; pero como no es, no es. Es cuestión de lógica." Ni siquiera la frase de Unamuno en la Universidad de Salamanca, el 12-12-1936, con ocasión de la apertura de curso, en una inesperada intervención: "Vencer no es convencer, porque para convencer hay que persuadir... Me parece inútil pediros que penséis en España. He dicho."
            El video promocional de Monago nos recuerda, por su idealización, sátira o caricatura, el epíteto de Garcilaso:
            "Cerca del Tajo en soledad amena
            de verdes sauces hay una espesura
            toda de hiedra revestida y llena,
            que por el tronco va hasta el altura
            y así la teje arriba y encadena
            que el sol no halla paso a la verdura;
            el agua baña el prado con sonido,
            alegrando la vista y el oído."
 

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