El presidente del
Gobierno y del PP apeló el pasado sábado, ante los candidatos de su partido
reunidos en Madrid para la foto de unidad, al voto de los "seres humanos
normales" frente a la frivolidad de unos, el sectarismo de otros, y los
populistas, demagogos y amateuristas de los emergentes, anteponiendo la
responsabilidad y eficacia de los suyos como partido de España. ¿A que llama Rajoy "seres humanos
normales": quizás a sus votantes, al partido que ha sacado a España de la
crisis, que pretende alcanzar los 20 millones de empleados en la próxima legislatura...?
Al llamar a sus votantes "seres normales de
España", y "gente honrada que quiere a su país", Rajoy identifica a su partido con
España, y al resto como "no españoles", frívolos, sectarios,
populistas y demagogos. El presidente no parece aceptar el hecho de que todos
somos españoles, sino los sondeos de opinión --como el de ayer de Metroscopia
publicado en "El País"-- que sostiene que la disputa electoral del
24-M se encuentra entre cuatro partidos políticos, a escasa distancia unos de
otros, como en la Liga, en la que solo habrá un vencedor; pero no en las elecciones
autonómicas y locales, en los que los pactos entre los dos grandes de ayer y
los emergentes Podemos y Ciudadanos serán necesarios para el gobierno de municipios
y comunidades autónomas, aunque no le guste y le convenza. El bipartidismo ha
muerto; las mayorías absolutas no volverán. Ya no hay una España electoral,
sino cuatro, cuyos ciudadanos también quieren a su país; pero no aquel al que
nos condujeron los partidos que hasta ahora la gobernaron, los que negaron la
crisis y quienes dicen que la arreglaron, los que miraron para otro lado ante
la corrupción del poder, los que enfurecieron a las minorías que hoy se vuelven
contra ellos...; aquellos que nada cumplieron y los que hicieron lo contrario
de lo prometido; quienes se ensañaron con la clase media hasta aniquilarla,
cuyos hijos se ven obligados a huir de su patria, como sus padres y abuelos,
para buscarse la vida; y aquellos, en fin, que conculcaron derechos
fundamentales y constitucionales básicos para todos. Y hasta aquí hemos
llegado.
El presidente Rajoy
no teme tanto la pérdida del poder como que este caiga en manos de quienes
llama "populistas" y "demagogos", que pueden echar para
atrás los logros conseguidos hasta ahora, y retrotraernos a un pasado todavía
peor. Ya lo advirtió la `lideresa´ Esperanza
Aguirre quien, a pesar de haber vuelto a la vida privada, regresó a la
pública, por la irrupción de Podemos, ante lo cual dijo que no podía mantenerse
de
perfil, porque si este ganara las legislativas del próximo
otoño, "no se volverá a "votar
libremente en España", al prescindir de algunos mecanismos
democráticos para sustituir a un partido cuando lo hace mal, "y se acabó
la democracia occidental tal y como la conocemos"... El PP puede
identificarse con la estabilidad que supone su proyecto, pero no con España en
exclusiva, ni con su presente ni futuro, porque la nación es de todos los que
habitan en ella. Olvidamos con frecuencia la Constitución cuando no nos
interesa: "La soberanía nacional reside en el pueblo español, del que
emanan los poderes del Estado" (artículo 1.2).
Es decir: el PP es estabilidad, futuro, experiencia
política, recuperación económica..,, el partido único del movimiento andante.
El resto, ha querido decir, supone la frivolidad, la incompetencia, la
aventura..., "y
se puede perder lo conseguido"; pero, ¿qué ha
conseguido la clase media, sostén del país?, sino una vuelta de tuerca para
atrás, en la que ha perdido derechos consolidados desde los tiempos del partido
único y de la gloriosa. España ha
dejado de ser un partido único, señor Rajoy,
porque ustedes se lo han buscado. Ojalá de las urnas salga lo que desea por el
bien de España; pero no descalifique al resto, porque quizá sus palabras se
vuelvan contra usted. Otra cuestión es que muchos de los suyos ya se abracen a Ciudadanos
(su miedo), mientras Podemos critique propuestas económicas de este y del PSOE,
como si ellos hubieren también la infalibilidad papal (los adversarios que se
comen por los pies). El gobernador del Banco de España, Luis María Linde, no fue comprendido, tampoco, con lo que dijo --y
no quiso que se interpretara como se hizo--, al solicitar a la clase política
la tentación de actuar por "intereses
electoralistas" y definir como
"patriotismo" las medidas adoptadas por el Gobierno para reducir el
déficit, reformar el mercado laboral y sanear la banca. Ante las críticas
recibidas, Linde señaló que, al
hablar de "patriotismo" se refería a "actuar por el interés
general y a largo plazo". El gobernador había recibido una dura crítica
del portavoz económico socialista, Manuel
de la Rocha, quien afirmó que "destruir el Estado del bienestar no es
patriotismo". Una cosa es la
libertad de expresión y otra la ley
mordaza, contra la que los españoles solo pueden manifestarse ante el
Congreso virtualmente, porque No
somos delito. Somos españoles normales.
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