Lo dejamos todo para
mañana, pero mañana no será hoy. Puede que no tengamos mañana, sino solo el
pasado. "Algo es y nada después", dice el refranero. "Tiempo
presente, un segundo: lo demás, o es pronto o es futuro". Nos ata el
tiempo y olvidamos que "vuela sin alas" y el presente, al mentarlo, "ya es ausente". Acostumbramos a
dejar para mañana lo que podemos hacer hoy; lo fiamos todo a última hora, y
puede que esa hora nunca llegue. "No tengo tiempo" cuando estamos en
plena posesión de él. Los españoles hablamos del después, del mañana,
porque será otro día. "Después hablan los españoles", pero
"después de estirar la pata, de nada sirve la plata". Decimos que
"los cementerios están llenos de ricos", porque todos son iguales en
el camposanto, pese a que la vida sea una desigualdad completa. Cómo pasa el
tiempo y no miramos el tiempo. Miramos el mar en verano y no sabemos por dónde
andan los amigos de un día. Perdimos el amor de nuestra vida y ya es tarde para
volver atrás. "No tengo tiempo", "lo dejamos para después",
"mañana será otro día", y puede que ese día, que ese después, nunca
lleguen. Mañana no será hoy, porque nunca llegará. Pronto, tus hijos no serán
tuyos; tu tiempo no será tu tiempo. Será otro tiempo en que no tendrás amigos,
ni nadie que pregunte por ti, porque los perdiste, al decirle
"mañana" o "después"...
"Te llamo", pero nunca llegó esa llamada. Lo dejamos todo para
después, como si fuese lo mejor. Las prioridades cambian, el encanto se pierde;
temprano se convierte en tarde; el reloj no se para; los hijos crecen; la vida
pasa y se nos va. No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy, porque mañana
puede que no llegue y no será hoy. El día da paso a la noche; los días a los
meses; los años a la vida. La vida se acaba. Mañana y después serán tarde. El
día es hoy; mañana ya no habrá después. No digas nunca mañana ni después.
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