El doctor en Historia del Arte, José Antonio Rubio Ramos, en
colaboración con Óscar de San Macario,
acaba de publicar la obra “Carmonita y su
entorno arqueológico. Una población
de la comarca de Lácara” [1] que, como afirma su
alcalde, David Gaspar Corchero, en
el prólogo, “servirá para completar el conocimiento de la historia y del
patrimonio cultural” de la localidad.
Carmonita es una población que se nutre culturalmente de
las dos provincias extremeñas, al encontrarse en la provincia de Badajoz y ser
rayana con Cáceres. Aunque su territorio tiene orígenes remotos, tal y como
denota la existencia de monumentos megalíticos, tras la reconquista la zona
quedó despoblada, por lo que se encargó a la Orden de Santiago su repoblación.
En el siglo XIV hubo un poblamiento discontinuo hasta que, a finales del siglo
XV, se consolidó una aldea estable.
La localidad se sitúa en el poniente de la Vía de la
Plata, en una loma de poca elevación dominada al oeste por el cerro de la
Gineta, lindando con la provincia de Cáceres, en un paraje agreste cubierto de
dehesa, monte bajo y matorral mediterráneo y de encinas y alcornoques. Al sur
se extiende una penillanura de unos 400 metros, lugar en el que se halla el
núcleo de población. La extensión del término es de 38,89 kilómetros cuadrados
y los principales cursos de agua que atraviesan el término son los arroyos
Pedregoso y Coto Calderón. Carmonita pertenece a la comarca de Lácara. Las
aguas del Guadiana entran mansamente en la comarca procedentes de las presas de
Orellana y del Zújar para ser embalsadas de nuevo en la presa de Montijo, a la
altura de Esparragalejo. Dos canales (Montijo y Lobón) riegan 24.000 y 14.000
hectáreas, respectivamente. La comarca posee dos zonas bien distintas, como son
las zonas de Vegas Bajas del río Guadiana y las zonas de dehesa y bosque
mediterráneo. En las vegas del Guadiana aún existen restos de importantes
villas romanas, alquerías y visigodas y una red de arterias, canalillos y
acequias que se remontan a la ocupación musulmana. La población se dedica
esencialmente al sector agropecuario y el municipio tiene una urbanización
irregular, con casas de una o dos plantas. Con una población agrícola y ganadera,
conserva en muchos de sus barrios la típica arquitectura con las peculiaridades
y materiales propios de la zona.
Los primeros pobladores de Carmonita se aprovecharon de
las condiciones naturales en las orillas de río y riachuelos, como lo prueba la
industria lítica hallada, que indica que estos lugares eran utilizados como
lugares de caza. Su territorio circundante cuenta con interesantes monumentos
megalíticos. No solo el denominado dolmen de Carmonita, sino también el dolmen
de Lácara, el dolmen del Portugués y el desaparecido dolmen de Louriana,
cercano al monasterio franciscano del mismo nombre. El mejor conservado es el
dolmen de Lácara. El Bronce Final supuso el impulso definitivo para estas
comunidades, que empiezan a definirse como comunidades estructuradas por
influencia de los contactos con gente atlántica y mediterránea. A lo largo del
I milenio, los contactos de la Vettonia con Tartessos se intensifican y algunos
hallazgos identifican las mercancías con el comercio a través de la Vía de la
Plata. La fundación de Emérita Augusta supuso la integración de su amplio
territorio en la estructura del Estado romano. La calzada romana Vía de la
Plata cruza el término municipal de Casas de Don Antonio de norte a sur, a tan
solo 5 kilómetros del término municipal de Carmonita. En el entorno cercano a
la localidad se implantan los modelos itálicos con el asentamiento en villae, como principal modelo de
ocupación del medio rural, habiéndose localizado material cerámico en
superficie y sillares graníticos en yacimiento altoimperiales de Las
Torrecillas, La Dehesilla, los Frontones, junto al puerto de las Herrerías, o
el regato del Trampal y una posible canalización romana para llevar agua del
río Ayuela a Las Torrecillas. En el siglo V, el Imperio Romano entró en una
total crisis política, económica y social, que originó su derrumbe y provocó la
desaparición de su unidad política y administrativa. En el siglo VI, los
visigodos se establecieron en la Península Ibérica. Su presencia en el
territorio queda suficientemente atestiguada por el número de basílicas en
lugares relativamente cercanos a Carmonita. El territorio fue ocupado por las
tropas árabes en el 712. La fundación de Carmonita se atribuye al asentamiento
en la zona de musulmanes oriundos de Carmona (Sevilla). En el siglo X se
instalan en la zona tribus norteafricanas. En 1237, el maestre Vasco Rodríguez de Cornago le concede a
Mérida un segundo Fuero y Carmonita pasa a pertenecer a la Orden de Santiago. A
raíz del Fuero de Mérida de 1253 comienzan a llegar pobladores de Galicia y
León que van formando núcleos de población y surgen aldeas en el término de
Mérida que se van repoblando, como Carmonita, Cordobilla, Aljucén, Montánchez o
Lácara. La Guerra de la Independencia contra Francia deja en 1809 en poder de
los franceses casi toda la región. Las Cortes de Cádiz marcan un cambio
importante al suprimir en 1811 los señoríos y los corregidores y establecer en
cada ayuntamiento alcaldes, regidores y procurador síndico elegidos por la
población. Carmonita fue una aldea de la vecina población de Cordobilla, siendo
de reducida entidad poblacional. Hasta mediados del siglo XIX, la iglesia
parroquial era aneja a la parroquia de Cordobilla.
Las manifestaciones artísticas más notables de Carmonita
son: el dolmen de su nombre, a 1 kilómetro de la población, formado por una
cámara de tendencia circular, conservándose diez ortostatos, con un diámetro
interior de 3,26 metros y un corredor de 4,89, de grandes lajas colocadas longitudinalmente.
Un segundo es el dolmen del Prado de Lácara, Monumento Nacional en 1931, además
de los dólmenes de la Cueva del Monje y de la Cueva del Moro. Entre los
santuarios rurales, los más conocidos son los altares rupestres, o peñas
sagradas, en los que se hacía sacrificios de toda índole. Otra obra artística
destacada es la basílica de Santa Lucía del Trampal, que debió formar parte del
algún monasterio, descubierta en 1980 por los entonces alumnos de la Facultad
extremeña de Filosofía y Letras Juan Rosco
Madruga y María Luisa Téllez
que, junto al catedrático de Historia del Arte, Salvador Andrés Ordax, dieron a conocer el hallazgo en diversas
publicaciones. El monumento más importante de la localidad es la iglesia
parroquial de Santa María Magdalena, del siglo XVI. En las cercanías de la
localidad existieron varias ermitas, algunas ya desaparecidas, como la ermita
de San Blas. A 800 metros del casco urbano se encontraba la ermita de los
Mártires y entre 2015-2016 se construyó la ermita de San Isidro Labrador en la
finca de “El Empastao”. Más alejadas se hallaban la ermita de San Jorge y la
ermita de San Ildefonso. Otros lugares de interés son: el Pozo de las Viñas y
molinos, la cárcel y pósito y la cruz de término, situada en la carretera a
Cordobilla
Entre las tradiciones populares caben destacar: la
tradicional comida del Domingo de Resurrección junto al paraje del dolmen: la
romería de San Isidro Labrador, el sábado más cercano al 15 de mayo: la semana
cultural y fiestas en honor a Santa María Magdalena; las fiestas en honor del
Santísimo Cristo del Perdón, del 13 al 16 de septiembre y Los Tueros (leño
grueso o tronco seco), que acarrean los mozos y depositan en la plaza del
pueblo. El día 24 de diciembre al anochecer, los queman mientras que cantan y
beben a su alrededor quienes han cumplido18 años antes de Nochebuena, tradición
que aún perdura.
La obra concluye con un cuento inspirado en los dólmenes
de Carmonita y alrededores, “Los duendes de las piedras gigantes”, de Florentino Escribano, y un epílogo del catedrático
de Historia, Juan A. Fernández Requejo.
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[1]
Vid.: Ramos Rubio, José Antonio y De San Macario Sánchez, Óscar: Carmonita y su entorno arqueológico. Una
población de la comarca de Lácara, Ayuntamiento de Carmonita, Gráficas
Diputación de Badajoz, Badajoz, 2020, 190 págs.
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