Para escribir una novela histórica, antes hubiere que conocer la historia. Pudiere utilizarse un argumento de ficción, pero se sitúa en un momento histórico concreto y los acontecimientos históricos reales son relevantes en el desarrollo argumental.
Antes de publicar “El mozárabe” en 2001, el académico y novelista extremeño Jesús Sánchez Adalid confesó en una conferencia en Plasencia hace dos años que había ido a visitar a una profesora doctorada en esa época histórica para tener un mayor conocimiento de la historia social que la rodeare.
Recientemente, el autor ha manifestado en una videoconferencia que “no puede ceñirse como novelista solamente a su tierra” y que “tiene necesidad de abrirse a otras partes del mundo”, aunque no renuncia a continuar escribiendo novela histórica con orígenes y desarrollo en la región, “porque soy feliz en Extremadura y lo haré”. Puede hacer lo segundo sin renunciar a lo primero. No porque escriba un conjunto de novelas que se desarrollan en Extremadura, tiene por qué llamarse al novelista “localista o comarcano”.
El novelista, que fue presentado por el censor de la Academia, José María Álvarez, hizo estas manifestaciones al término de su conferencia “Novelas e historias en tiempos difíciles”, dentro del ciclo “Los académicos enseñan Extremadura”, que promueve la Real Academia de Extremadura de las Letras y las Artes desde la pasada primavera.
Repasó Sánchez Adalid en la citada conferencia su obra novelística en relación con Extremadura. “La luz de Oriente” (2006), que comienza en Mérida, en una época difícil y convulsa, en la que un joven de Medellín, Félix de Lusitania, se traslada a la capital de la provincia hispana a competir en el circo y después viaja a Roma y al Imperio Oriental, tratando de encontrar un sentido a su vida.
En “Félix de Lusitania” (2011), centrada en el año 248, milenario de la fundación del imperio, la capital se prepara para celebrar la efemérides, tras establecer la paz con los persas merced a la gestión de los embajadores imperiales, uno de los cuales es Félix de Lusitania. En el declive del Imperio, habla del culto al Emperador y de los cristianos que se negaron a seguirlo y cayeron en el libelo, un escape por el margen, al que san Cipriano de Cartago puso coto al sostener que “no se trata de ser cristiano, sino que había que dar testimonio de fe”.
Su trilogía del siglo XVI se enraiza también en Extremadura. En “El cautivo” (2005), Monroy de Villalobos es un joven noble del siglo XVI, que crece entre las fantasías que en él despiertan los relatos de caballerías y su deseo de formar parte de las huestes del rey y que, por obediencia al codicilio del testamento paterno, va a servir como paje al legendario castillo de Belvís, con el fin de hacerse caballero a la antigua usanza y servirá a Carlos V en Yuste. En “La sublime puerta” (2006), el personaje anterior, perteneciente ahora a los tercios de Felipe II, es apresado y hecho cautivo en la batalla de los Gelves, pero sus dotes como músico y poeta le convierten en esclavo del gobernador de Susa, quien se lo lleva a Estambul y, convertido al islam, lleva una doble vida entre los turcos, que le hará servir a importantes personajes de la corte. Finalmente, en “La Alcazaba” (2013), Judit, conocida por todos como La Guapísima por su extraordinaria belleza, cuando enviuda de Aben Ahmad al-Fiqui, un musulmán con el que su padre la casó por conveniencia, es rechazada por musulmanes y judíos debido a la situación extrema que se vive en Mérida, una ciudad en la que imperan las revueltas y las rencillas y donde todos se toleran, pero se temen.
Sánchez Adalid, aun en estas novelas relacionadas con Extremadura, sobrepasa y supera los localismos al trasponer fronteras con sus personajes. La propia novela trasciende a los personajes y su época. La trascendencia indica la idea de sobrepasar o superar. Félix de Lusitania no solo viene a Mérida para entrenarse en el circo, sino que después va a Roma y al Imperio Oriental. Y el novelista, sin salir de su casa e iglesia, nos traslada a esos otros mundos en los que quizá la trascendencia sea la búsqueda de un sentido de la vida, el interrogante sobre la existencia de Dios. También sea esta la otra historia trascendida en las novelas del autor.
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