Puede ocurrir también que una final de Copa no solo
interese en España, en Hispanoamérica, el norte de África o Asia y haya que
acomodar, por tanto, el horario de los partidos a la previsible audiencia, que
es preciso aumentar, como en los clásicos, que les procuran muchos ingresos por
la gran audiencia que hubiere en esas zonas del planeta. Tampoco es eso.
Una final de Copa, aunque no la disputen los principales,
siempre resulta atractiva para rentabilizar la inversión efectuada, más aún
cuando se ha sacado a concurso su retransmisión y una cadena procure, con
horarios no adecuados, ponerlo a horas inadecuadas para fastidiar al personal
en lugar de servirle. Y para nada es un partido, entonces, de interés general,
que sea preciso retransmitir a hora adecuada, por cadena pública, y mirando por
el recreo, solaz y descanso de los españolitos, a quienes solo les interesare
el partido y no otros programas que nos anuncia la cadena transmisora para
seguir con ella cuando finalice aquel, como si quisieren imponernos la compañera
de cama.
A tal punto llega la codicia recaudatoria que las
localidades valencianas de Sueca y Almusafes (Valencia) se vieron obligadas a
cancelar la retransmisión de la final de la Copa del Rey en pantallas gigantes
por expresa prohibición de Telecinco. Hacía años que el Valencia CF no se
colaba en la final, motivo por el cual los dos municipios habían organizado en
las plazas de sus pueblos una fiesta para que todos sus habitantes pudiesen
seguir y disfrutar juntos del partido como buenos vecinos, aficionados y seguidores
del club más representativo de su Comunidad. “El motivo no es otro que las
pantallas suponen un perjuicio claro para Mediaset España, que es quien habría
prohibido la retransmisión en pantallas gigantes, al reducir los datos de
audiencia de nuestra retransmisión y, proporcionalmente, los ingresos
publicitarios susceptibles de ser generados a través de la misma.” [1]
No es ese el motivo de este comentario, sino el de la
hora de comienzo del partido, que no se dilucidó hasta después de la prórroga y
los penaltis, aunque cualquiera de los contendientes hubiere méritos bastantes
para haberlo ganado en buena lid tras finalizar el tiempo reglamentario. No es
eso, no: es la hora inapropiada para los españoles y su traducción por el
locutor, que se empeñaba en decir que la hora en la que hablaba era de la noche
o de la mañana, como si el tiempo y las horas no corriesen como el viento que
nos conduce al sueño, al final del partido, de la prórroga y de los penaltis.
Ignorare el locutor la canción de Luis Miguel, "El reloj": "Reloj, no marques las horas / porque voy a enloquecer / ella se irá para siempre / cuando amanezca otra vez." No otra cosa pareciere que deseare el locutor quien, además, como hacen todos, nos invita a seguir después del partido otros programas-estrella de su cadena, para ganar audiencia.
Nada de eso. La hora es la indicación del momento en que
sucede o se hace una cosa en relación con cada una de las veinticuatro partes
en que se divide el día. La pregunta que corresponde a la indicación de la
hora, se formula, en la lengua general culta, en singular. ¿Qué hora es? (en ella, la palabra hora tiene el sentido genérico de `momento del día´). Solo es
normal el plural en la frase hecha de intención reprobatoria: ¿qué horas son estas? “¿Cómo que qué horas
son estas de llamar? ¡Pero si ha sido usted quien…! (GaMay Operación, Esp.
1991). En la respuesta, el verbo va en singular si se trata de la una (Es la una y diez) y en plural, en el
resto de los casos (Son las diez y media;
son las dos menos cuarto).
Existen dos modelos diferentes para expresar la hora:
aquel en que se emplean tan solo los números del 1 al 12 (o los números
cardinales correspondientes), añadiendo, si es necesario, la indicación del
tramo del día al que corresponde la hora expresada: “de la mañana” (desde que
sale el sol hasta el mediodía): A las nueve de la mañana hacía ya un calor
insoportable; “de la tarde”
(desde el mediodía hasta que el sol se pone): Contraerán matrimonio mañana a la una de la tarde; “de la noche”
(desde que anochece hasta medianoche): No
llegaron hasta pasadas las nueve de la noche; “de la madrugada” (desde la
medianoche hasta que amanece): A las tres
de la madrugada, el frío era insoportable. No es correcta la expresión doce de la tarde, usada en lugar de doce
de la mañana, del día o del mediodía. El modelo de doce horas es el más
utilizado cuando la hora se escribe con letras y el más común en textos
literarios o periodísticos. También puede usarse este sistema si se opta por
escribir la hora con cifras; pero, en este caso, para evitar ambigüedades,
deben emplearse, tras los números, las abreviaturas a. m. (del latín ante meridiem, antes del mediodía) y p.
m. (del latín post meridiem, después
del mediodía): 5.30 a. m. (cinco y media de la madrugada) y 5.30 p. m (cinco y
treinta de la tarde). Para las doce de la mañana se recomienda el empleo de la
abreviatura m (meridies, mediodía).
Aquel en que se emplean los números del 0 (para las doce
de la noche) al 23 (o los numerales cardinales correspondientes), que presenta
la ventaja de no requerir precisiones adicionales, ya que a cada hora del día
le corresponde un número diferente. Este modelo se expresa con preferencia en
cifras, en lugar de letras y se usa especialmente en contextos en que se
requiere la máxima precisión con el mínimo de elementos: El autobús saldrá a las 15.00 h. de la Plaza de España.
La hora puede expresarse en letras o en números. En
textos literarios o periodísticos, así como en cualquier otro tipo de texto en
que la precisión horaria no es un factor de especial relevancia, la hora se
escribe preferentemente con letras: Me
llamó a las diez y media para saber si había llegado bien. En horarios,
convocatorias, informes técnicos o científicos o cualquier otro tipo de texto
en que la precisión horaria es un factor relevante, se usan preferentemente los
números: La cena se servirá a las 22.30
en el comedor principal. Se ruega puntualidad. No es recomendable mezclar
letras y números: es preferible escribir las diez de la noche que las 10 de la
noche. En el uso de letras y números influye también que se trate de horas
exactas o aproximadas. En la expresión aproximada de las horas no suelen utilizarse
números, sino letras, añadiendo fórmulas como alrededor de, hacia, y pico…
Si la hora se escribe con números, debe tenerse en cuenta lo siguiente: para
separar las horas de los minutos, se usa el punto o los dos puntos.
Opcionalmente puede emplearse tras las cifras el símbolo h (hora) que, como todos los símbolos, debe escribirse sin punto
(salvo que se trate del que marca el final del enunciado): 17.30 o 17:30 h. Las
horas en punto se expresan mediante dos ceros en el lugar que corresponde a los
minutos: 22.00, 22:00. Cuando se usan las abreviaturas a. m., m. y p. m., no
debe añadirse el símbolo h, por ser
evidente que se trata de una referencia horaria: 17.30 h. o bien 5.30 p. m. [2]
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