viernes, 15 de agosto de 2025

SAPONI, EL GRAN CATOVI


    Como si pareciere una premonición: hace unos días hablaba con un amigo, quien me decía que la última vez que le vio recordaba su nombre. Sabíamos los dos que ya hacía tiempo que no salía de casa, la última quizá fue la inauguración del parque que lleva su nombre en la barriada del Perú, que él inaugurare y que los vecinos pidieron para él. No quiso. Era el alcalde. Tuvo que venir uno de sus sucesores, el joven alcalde socialista, Luis Salaya, para darle el honor que entonces rehusare, el 3 de junio de 1922: “Parque Alcalde José María Saponi Mendo”.

    Hace pocos días me encontraba en un bar del barrio junto a una señora quien, tras pagar y antes de marcharse, le dijo a la camarera: “Soy nieta de Antonio Silva.” La camarera se quedó tal cual y le pregunté si sabía quién era. Por supuesto que no. Se lo dije: fue alcalde de Cáceres durante la dictadura de Primo de Rivera (1923-1924) y durante la II República (1934-1936). Tiene calle en Cáceres, saliendo de Cánovas, a la derecha. Entonces, recordé a su descendiente Piedad Silva (Cáceres, 1948), licenciada en Filología Clásica, primer premio “Cáceres” de novela corta” con su novela “Sencilla y múltiple” (1979), a quien entrevisté para el Diario Extremadura en su casa familiar cuando vino de Canarias para recoger el premio.

    Nadie en Cáceres podrá decir que no conociere a José María Saponi (Cáceres, 19/06/1938; 14/08/2025), fallecido ayer en la ciudad de su vida a los 87 años de edad, no solo porque fuere alcalde de Cáceres tres veces por mayoría absoluta (de 1995 a 2007), sino porque fuere el más votado: ganó otras dos elecciones, pero no pudo gobernar, porque los pactos no lo hicieron posible: en 1991 y en 1997. La primera por el pacto PSOE-EU, que hizo alcalde a Sánchez Polo, y la segunda en la que la ciudad tuvo a su primera alcaldesa, la socialista Carmen Heras, por el triple pacto del PSOE con IU-Siex y Foro Ciudadano. Saponi, entonces, decidió retirarse de la política. Escribí entonces un artículo titulado “La primera regidora de Cáceres”, que en verdad lo fuere, pero que él no entendió, replicándome que las elecciones has había ganado él. Por supuesto, alcalde, pero la democracia es así… Desde entonces nos profesamos una recíproca admiración y amistad. Le enviaba correos hasta que supe que dejó de leer el ordenador. Le llevaba mis libros a su casa, recordando la anécdota que me contare cuando su hermano y él pugnaban por bajar a por el Diario Extremadura para llevárselo a su padre. Me los agradecía: “Gracias, Félix, por la remisión de tus correos que me son de gran utilidad.” Le felicité por última vez en su 80 cumpleaños. Hasta escribió un artículo sobre mi libro “Retratos de personajes extremeños”, en el que figuraba él.

    Compartimos mesa y mantel varias veces; le entrevisté en ocasiones; hasta coincidimos en el “Marbella”, donde tomaba unas cervezas con sus amigos al terminar la jornada laboral… Al principio, iba andando al ayuntamiento, pero no podía llegar o lo hacía tarde: todo el mundo le paraba, le hablaba, le pedía, hasta le aconsejaban. Una vez tuvo un grave trastorno físico y su sobrino, médico, decidió llevarlo a Salamanca. Cuando regresó, no podía dar un paso sin que le parase la gente. Tuve que esperar un rato para preguntarle cómo se encontraba y decirle que me alegraba verle.

    Por encima de todo, Saponi por todo nombre, era el gran catovi de Cáceres. Fallecido el inventor del neologismo, su compañero de corporación por Extremadura Unida (EU), Julio Antonio Sánchez Buenadicha (Tornavacas, Cáceres, 1938; Cáceres, 26/01/2025), autor de “Nadie más catovi que yo”… De la misma quinta y se han ido el mismo año. En las primeras elecciones a las que se presentare, su partido le adjudicó el lema “De Cáceres de toda la vida”…  y Buenadicha creó la palabra. Y uno y otro fueron “catovis” hasta el final. Saponi, de Cáceres de toda la vida; Buenadicha, por propia voluntad y su destino, como escribiere de él el 27 de enero.

    Funcionario, profesor, licenciado en Derecho, deja al gran amor de su vida, Julia, y a sus cuatro hijas y siete nietos. Descanse por siempre en paz quien todo lo dio por Cáceres y por ellos.


 

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