domingo, 28 de diciembre de 2008

LA EDAD DE LA INOCENCIA

Los Santos Inocentes tenían el alma limpia de culpa: eran inocentes en toda regla. Los santos inocentes extremeños de Delibes son, aun maduros, candorosos y sencillos. ¿Cuál es la edad de la inocencia? “Ayer, 20 años cumplí/ la inocencia perdí…”, cantaba Mari Trini en los 70. La inocencia no tiene edad. A la inocencia pura de los bebés sacrificados por Herodes se superpone la inocencia de los sin la malicia. Hay una inocencia obligada por la edad y otra que deviene de un estado del alma. El carácter prolonga como un éxtasis la inocencia del inocente frente a la malicia del perverso.

Alejandro Fernández y Gloria Estefan cantan en “El jardín”.
“Hasta que llegaste tú
Con la inocencia que aún desconocía
Con la mirada que alivia mis heridas
Con ese beso de amor que se olvida…”

La inocencia no tiene límites ni confines, ni se halla con la sabiduría ni se encuentra con la madurez. Siempre hay un recodo del alma que nos invita a ser inocentes, aunque no lo deseemos.

La inocencia es un estado del alma que tiende a ser aprehendido por los bárbaros que la intuyen como fruta fresca del árbol caído. Así, Julio Iglesias lo refleja en “Fuiste mía”:

Lo mejor de tu vida
Me lo he llevado yo.
Lo mejor de tu vida
Lo he disfrutado yo.
Tu experiencia primera
Despertar de tu carne
Tu inocencia salvaje
Me la he bebido yo.”

Como si la inocencia fuere un estado mental transitorio del que aprovecharse permanentemente, y el inocente, un ser sin voluntad de ser racional, de cuya inocencia se aprovecharen salvajes, avaros, desalmados y maltratadores, que buscan en la inocencia del ser la propia debilidad y maldad de su ser inhumano.

Herodes buscó culpables y halló inocentes, que pagaron con su vida la ira de su inocencia. Los Herodes de hoy siguen buscando culpables y solo hallan inocentes en lugar de los malvados. Los inocentes siguen cayendo como culpables; y los culpables siguen libres como si fueren inocentes. Inocentes en la inocencia, inocentes en la inmadura madurez de los hombres injustos que prostituyen la inocencia en la sabiduría de los perversos, los hombres nacidos para torturar a los justos inocentes. Como Herodes, que solo halló inocentes en vez de culpables; como la inocencia de los más, que confían en quienes no debieren y quizás en quienes nunca hallaren: ni la confianza debida ni la inocencia que se les supone, aun todos infantes, aun todos hombres, inocentes, pero con la inocencia perdida, ¿o quizás extraviada?

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