sábado, 9 de mayo de 2009

UNA NUEVA PERCEPCIÓN DE EXTREMADURA


Casi no hacía falta que la encuesta lo revelara. Lo intuimos tras ver los anuncios en televisión; lo deseábamos; lo instábamos sin pronunciarnos, porque éramos conocidos no por lo que quisiéramos serlo, sino reconocidos por lo que nunca fuimos ni aspiramos a ser.

Hubo un tiempo en que fuimos los “malditos” de España, los eternos desconocidos, en que nos daba hasta vergüenza confesar nuestra patria chica de origen, porque de ella ni se sabía dónde estaba en el mapa y quienes lo supieren, tan solo tenían una idea confusa, estereotipada, tópica, injusta; de negras leyendas, de puertohurracos, habitada por enormes piaras de cerdos entre grandes dehesas de encinas y alcornoques; de santos inocentes masacrados por las injusticias de señoritos absentistas y rentistas que utilizaban a braceros como esclavos; que compraban votos para irse a la Villa y Corte de diputados o procuradores, y que para nada procuraban el bien común, sino el propio.

Extremadura era una finca por explotar en la tierra, en su ganadería, en sus recursos naturales, turísticos, medioambientales y, sobre todo, en su recursos humanos, en la fuerza intelectual de sus habitantes, durante siglos condenados a la ignorancia más absoluta por parte de los poderosos que apostaban, desde el poder, por mantener un “statu quo” que satisfaciera su ego, pero nunca las necesidades vitales de sus criados, condenados a sobrevivir en una tierra de supervivencia, sin oportunidades ni de formación ni de trabajo.

Nos daba sana envidia el anuncio, tan reiterado como conocido, de Andalucía: el “te quiere”, y vente a amarla, porque no encontraréis otra Comunidad igual en la diversidad y pluralidad de España: sus monumentos, sus pueblos encalados, sus playas, su gastronomía, sus espacios deportivos… ¿No hubiere Extremadura nada que vender?

Ibarra contribuyó, como ningún otro político lo hizo hasta ahora, a quitarnos el lastre de nuestro conformismo, de nuestra abulia y apatía; nos insufló la autoestima del ser extremeño, y vendió una nueva imagen de Extremadura en España: la percepción de una nueva Extremadura, con el orgullo de sus habitantes por serlo; pero nuestra percepción de Extremadura seguía anclada en el tiempo, como si fuere extrasensorial, porque nuestros sentidos no terminaban de percibir una cierta idea de Extremadura en España. Percibíamos lo de fuera --siempre mejor que lo propio--; ignorábamos lo nuestro, porque nuestros sentidos no llegaban a percibir lo que teníamos que, por verlo todos los días, nos pasaba inadvertido, infravalorado.

Hizo falta el empuje del Estatuto, de los alcaldes comprometidos por mejorar sus pueblos; de una nueva generación, ya no analfabeta, no universitaria y emprendedora, capaz de competir en igualdad de condiciones con el resto. Y hacía falta, sobre todo, saber vender, vender nuestra imagen real a través de los medios de comunicación de masas, porque lo que se ignora, no se puede percibir. Lo que se ve se percibe, porque entra por los sentidos, porque se conoce y comprende lo antes ignorado.

Por ello, un solo anuncio televisivo, con nuestros hombres y mujeres conocidos más allá de nuestras fronteras, como Calderón, Soraya o Sánchez Adalid, ha sido suficiente para mejorar la percepción que el resto de España hubiere de Extremadura: una región moderna, digna de conocerse y de ser visitada por sus paisajes, mares interiores, riqueza artística e histórica, su tranquilidad, el medio ambiente, calidad de vida; una región abierta a la modernidad y prosperidad; acogedora, dinámica y simpática; una Extremadura para vivir, no solo para morir; un paraíso por descubrir, una tierra para disfrutar e invertir, un oasis por explotar…

“Somos Extremadura”, la última campaña de Marca Extremadura para mejorar la opinión y el conocimiento de la región, ha dado sus frutos. Nunca una inversión dio mejores resultados, aunque los tiempos no estén para lo que algunos creen un derroche y para muchos otros era una necesidad. Porque no nos descubrirán si no nos descubrimos; no nos conocerán si no llamamos a las puertas de otros que nos ignoran. Extremadura les llama porque también es suya; Extremadura te acoge, porque siempre fue tierra de acogida; Extremadura es tuya porque es de todos. ¿O acaso alguien lo percibe solo extrasensorialmente y no por los sentidos, por la vista, sus colores y sabores.

Extremadura te llena. Ven a conocerla. ¿O alguien lo duda todavía?


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