Barcelona,
no así otras partes de Cataluña, no luchaba el 11 de septiembre de 1714 por “la
libertad de los catalanes”, menos aún por la libertad de una nación
inexistente, sino por la libertad de que el señor, una oligarquía de señores
barceloneses, dispusiere libremente de sus vasallos, y decidir, entre otras
cosas, sobre su vida y muerte, sin que el rey pudiere intervenir. El famoso
bando de Casanova es, sobre todo, una proclama antifrancesa, y en ella se pide
a los españoles, no solo a los franceses, “derramar gloriosamente su sangre y vida por su rey,
por su honor, por la patria y por la libertad de toda España”.
La
Guerra de Sucesión no fue “en defensa de las libertades catalanas”, sino en
defensa del trono de España, no de Aragón, y mucho menos de Cataluña, entre el
pretendiente, el archiduque Carlos de Austria, frente a las pretensiones de
Felipe de Borbón. Es notorio que holandeses e ingleses apoyaron a la Casa de
Austria, y Francia, a los borbones.
Cataluña
no pudo perder su autonomía política porque no la tenía. Fue Barcelona,
seguidora de la Casa de los Austria, la que terminó capitulando tras el asedio,
y aceptando a Felipe V como rey de España.
De otro
lado, conviene precisar que las Leyes de Nueva Planta no son “castellanas”,
sino que suponen la eliminación regalista, tanto para Castilla como para
Aragón, de las instancias oligárquicas estamentales intermedias entre súbditos
y la Corona. Es decir, con las citadas leyes son abolidas las Cortes y las
Diputaciones, que habían sido el instrumento de acción de determinadas élites,
sobre todo en Aragón, para mantener sus privilegios. La única “autonomía” que
se pretende abolir con la Nueva Planta es la disposición del señor sobre su
vasallo.
Como afirmara
ayer Antonio Elorza en “El País”, recordando a Umberto Eco, Mas ha logrado “producir
su propia verdad contando mentiras” y “ha convertido a sus seguidores en
hinchas de un equipo apasionado con la victoria”. Y Cataluña nos está
invadiendo con sus muchas mentiras, la última de las cuales –que Colón fue
catalán--, que resulta preciso desmentir.
Es
mentira que Cataluña sea la región española que más paga a Hacienda. Con
diferencia por habitantes, es Madrid, y después Baleares. Hay otras Comunidades
que también aportan más de lo que reciben, como La Rioja, Aragón y Asturias;
pero en ninguna de ellas ha habido protestas, porque todo el mundo entiende que
las regiones menos favorecidas deben recibir más de lo que aportan por un
principio básico de solidaridad, del que solo se ha quejado el nacionalismo
catalán.
No
puede decirse tampoco que la burguesía catalana haya sido emprendedora,
arriesgada e innovadora, como la de otros países europeos: la burguesía
catalana ha sido fundamentalmente una burguesía proteccionista. Acude a Madrid
para que le suban los aranceles y conseguir, de este modo, el monopolio español
para sus productos. En Cataluña, la burguesía se limitó, por ejemplo, a que
Franco decidiera crear la SEAT, filial de la FIAT, con capital público, e
instalarla allí.
Cataluña
no tiene motivos para quejarse del trato recibido en la historia de España. En
todo caso, serían las regiones menos favorecidas, como Extremadura, Galicia,
Asturias, Aragón, Canarias y las dos Castillas, tanto en infraestructuras
construidas –la última, el AVE—como en
empresas públicas instalas en su territorio. En ambos sentidos, Cataluña, el
País Vasco y Madrid han sido las regiones favorecidas.
Los
catalanes no tienen razón alguna para quejarse de que “sus” autopistas son de pago,
y el resto de las autovías en España son gratuitas. En los años sesenta no
había dinero en España y por eso se recurrió a las autopistas de peaje, que se
construyen, en su inmensa mayoría, en Cataluña: Barcelona-Zaragoza,
Barcelona-Francia, Barcelona-Valencia, y el dinero para financiarlas salió del ahorro
de todos los españoles. En una época en la que en algunas zonas de España se
pasaba hambre, los escasos ahorros de sus bancos y cajas iban a financiar las
autopistas de peaje catalanas; pero, además, tuvimos que pedir préstamos en
dólares al extranjero, que hubieron de ser avalados por el Estado español.
Es
mentira que Cataluña genere más riqueza
que la que recibe. Navarra y Baleares tienen una renta per capita superior, y Madrid, la obsesión de los catalanistas,
además del Real Madrid y Pepe, supera a Barcelona en comercio e inversión
industrial, y aún serían menos sin el mercado, los capitales y la mano de obra
españolas.
Cataluña
ha disfrutado de una situación de privilegio que ha impedido que otras regiones
de España se desarrollen industrialmente. Si planteara cualesquiera fórmulas de
salida de la nación española, o de pertenencia meramente formal, como el famoso pacto con la Corona propuesto
por Pujol, o el malogrado “Estado asociado a España” de Ibarretxe, el resto de
España tendría que replantearse su política de compras hacia Cataluña, y abrir
un periodo transitorio de aranceles para dar una oportunidad a que la industria
se desarrolle en otros lugares de España.
El
objetivo final del nacionalismo catalán es conseguir el mayor grado de
independencia política, incluso formando un estado catalán, que nunca ha
existido en la historia, pero conservando las ventajas económicas; es decir,
vendiendo sus productos en el resto de España gracias a las ventajas económicas
de las que han disfrutado, sin ser solidarios con las regiones pobres.
El nacionalismo
catalán, en fin, avanzará siempre que le resulte rentable ser nacionalista. La
ley electoral española favorece claramente a las opciones regionalistas. Así,
Convergencia i Unió, con menos votos que Izquierda Unida, tiene más del doble
de diputados que esta. Lo mismo le pasa a ERC. Los separatistas catalanes han
apoyado tanto al PP como al PSOE, cuando estos estaban en minoría, a cambio de
ventajas económicas, haciendo de partido bisagra y aprovechándose para sacar
réditos económicos. A los niños se les enseña una historia, en la que se les
explica que los separatistas catalanes han sido un pueblo oprimido por el resto
de España; pero no todo cuela y convence, como la pregunta propuesta por Mas,
que no habla de secesión ni de independencia, sino de constituirse en un Estado
más de la UE, como la última de que Colón fue catalán. Eso sí, al mismo tiempo
que habla de independencia, pide al Estado el adelanto de 500 millones del
Fondo de Liquidez Autonómica (FLA), que pagamos todos los españoles. Y encima
presumen de que los Mozos de Escuadra serían su ejército salvador…, que encima
protestan en castellano contra su gobierno.
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