miércoles, 3 de abril de 2013

LOS MUERTOS VIVIENTES

         No están muertos, pero viven como si lo fueren. Ni se les ve ni se les oye; están, pero no se les espera; pero continúan ahí, agazapados, escondidos, avergonzados de su situación. Viven sin vivir en sí, como santa Teresa: "Vivo sin vivir en mí/ y de tal manera espero/ que muero porque no muero..." Fuera de la necrópolis, donde reina el silencio de los muertos, la ciudad, los pueblos y las villas, viven sin vivir en sí, con un silencio cada día más espeso, que discurre como la lava del volcán que todo lo mata. Los letreros de las ciudades indican más muerte que vida: "se vende, se traspasa..." La ciudad muere, se muere, porque, aunque hubiere vida para vivirla, nada espera ya de un mundo cada día más ególatra, en el que los pocos ricos, cada día fueren más ricos, y los pobres, cada vez más pobres. Disminuye el ahorro ante la escasez de dinero; no hay dinero porque no hay trabajo; y, sin ellos, disminuye el consumo. Cierran los comercios y las pequeñas industrias; la reforma laboral engendra más paro; el paro incuba miseria; la miseria conduce a la desesperación y a la muerte. Las calles están vacías, pero no porque llueva, sino porque antes no lloviere lo que tuviere que llover.

            Censa Extremadura 152.869 parados; pero no se les oye ni se les escucha, porque no tienen voz; y si la hubieren, los detentadores de su voz la subvierten en eufemismos: "caída moderada", "se suaviza".., mientras bajan los cotizantes a la Seguridad Social, suben los ERES nuestros de cada día; el principal problema de la región no merece ni una sola medida de gracia para combatirlo... Hasta los partidos se convierten en hermanitas de la caridad para buscar alimentos, en lugar de buscarla en la política correctora de los desequilibrios, que fuere su misión.

            A qué hablar de escraches, de acoso, de violencia que nada resuelve, cuando se ha perdido toda esperanza. Viven, pero buscan la muerte antes de ser desahuciados: 3.145 suicidios en 2010 en España: unos por impagos hipotecarios, otros por impagos de alquiler; algunos por ocupación indebida; unos lo intentan; otros mueren por causas desconocidas, pero relacionadas con el desahucio. Todos buscaron la muerte cuando tenían vida abundante; pero los políticos miraron para otro lado, como si la vida de los demás no fuere con ellos, sus votantes.

            Teresa ansiaba la muerte para encontrarse con su Amado. En España se busca la muerte por no encontrarse solo en la calle; solos y desvalidos; pidiendo con la escritura sin decir nada de palabra; rastreando en la basura la comida que da vida; con nocturnidad, y sin alevosía, para no herir más su espíritu de la vergüenza propia que no tuvieren algunos políticos. Y antes de dejar su país, como sus padres y abuelos, abandonan la vida. No esperan la muerte: salen a su encuentro, al contrario que Teresa:
 
"¡Ay, qué larga es esta vida!
¡Qué duros estos destierros,
esta cárcel, estos hierros,
en que el alma está metida!
Solo esperar la salida
me causa dolor tan fiero,
que muero, porque no muero."
 
 
             Sin salida, solo la muerte pone el punto final a todos los desvalimientos posibles y los sufrimientos insoportables; la muerte prohibida por ley divina y humana, pero ansiada y hallada por todo remedio, porque solo ellos abonaron la vida convirtiéndola en necrópolis..., donde también irán ellos algún día, como los lodazales en que las aguas desatadas convierten hoy los campos que un día tanto la ansiaren...

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