martes, 28 de junio de 2016

LA GOBERNABILIDAD DE ESPAÑA

 
           Todo hacía pensar que los resultados de las elecciones del 26-J, tan distintos de los del 20-D --y la actual situación del país, después de una legislatura de seis meses perdida, y la coyuntura internacional, tras el brexit del Reino Unido, cada día más desunido-- harían recapacitar a los líderes de los partidos políticos sobre un deseo claramente expresado en los últimos meses: facilitar la gobernabilidad del país y no ir a unas terceras elecciones.
            Ya en el debate celebrado en Antena 3 por cuatro de las mujeres representativas de los principales partidos se dedujo que los grandes partidos no garantizaban que hubiese unas terceras elecciones (véase efe.com., de 10/06/2016); pero entonces, estábamos lejos de adivinar el futuro, pese a los sondeos más pesimistas para algunos, y la incidencia de la política europea, de otro. Sin embargo, el fantasma del bloqueo político volvía a estar presente en los últimos días de campaña, a la vista del enrocamiento con que todos los partidos "ilustraban" su política de pactos. Nadie parecía ceder en sus posiciones, lo que haría a España ingobernable tras el 26-J (véase abc.es/elecciones, de 21/06/2016).
            Los sondeos, empero, se equivocaron, y nos dibujan un escenario distinto al anterior, en el que se refleja un bipartidismo resistente a los envites de los emergentes, aunque se necesiten pactos para la gobernabilidad. Nadie puede negarle al PP sus dos victorias seguidas, aun insuficientes (de 123 a 137 escaños) para gobernar por sí solo, ni tampoco que suma más que el anterior pacto suscrito por PSOE y Ciudadanos (90 más 40=130), suscrito el 24/02/2016, tras dos semanas de negociaciones a contrarreloj y con cesiones de uno y otro (véase elmundo.es/españa, de la misma fecha), que las bases de Podemos enterraron en su referéndum de mediados de abril, al bloquear cualquier iniciativa de Pedro Sánchez para ser presidente, apostando incluso para ir a unas nuevas elecciones (véase elmundo.es/españa, de 18/04/2016). Pablo Iglesias se escudó en sus bases para protegerse, de este modo, de que le culpasen a él de no haber llegado al acuerdo, al proponer como punto de partida solo una coalición de los socialistas con ellos y la exclusión de Ciudadanos. Unos y otros han pagado caro esos vetos, al reducir su representación el PSOE (de 90 a 85, el peor resultado de su historia) y no cumplir los objetivos deseados la coalición de Unidos-Podemos, que pasa de los 69 anteriores del segundo a los 71 de ahora, tan sólo dos escaños más que sin ella y la pérdida de 1,2 millones de votos.
            Las elecciones del 26-J nos han legado un PP reforzado, un PSOE que se mantiene como principal partido de la oposición, aun más debilitado, y el fracaso de la coalición de izquierdas, Unidos-Podemos, que no ha logrado el anunciado sorpasso (adelantamiento) a los socialistas, y la bajada de Ciudadanos (de 40 a 32 escaños), un escenario que mantiene las dudas sobre la formación de gobierno, en un panorama político de incertidumbre para superar el bloqueo (véase politica.elpais.com, de ayer).
            Las apelaciones de un Rajoy fortalecido ante los resultados a los dirigentes del PSOE y Ciudadanos, apelando a su responsabilidad para acordar cuanto antes un gobierno estable (elmundo.es/españa, de ayer), "abierto a todas las fórmulas", incluida la presencia de Sánchez y Rivera en el gobierno, ha sido respondida ya por los partidos: el PSOE ha confirmado que ni apoyará ni se abstendrá en una hipotética investidura del líder popular; el secretario de Organización --el ineficaz César Luena-- llega aún más lejos al decir que "ni por acción ni por omisión" refrendarán un gobierno presidido por el ganador (el mundo.es/españa, de ayer). A qué espera Pedro Sánchez para dimitir, si tiene vergüenza torera, tras los dos resultados más negativos de la historia de su partido, sin haberse aprendido aún la lección de Pérez Rubalcaba quien, en mayo de 2014, tras los malos resultados cosechados en las elecciones europeas, anunció que abandonaría el cargo de secretario general y el 26 de junio, el de diputado en el Congreso, abriéndole a él la puerta de la secretaría general. ¿Esperará quizás a rebajar su cuota de diputados por debajo del medio centenar para largarse?
            Sin embargo, la opinión del secretario general socialista se vio ayer contestada tanto por los presidentes de Extremadura y Andalucía, Fernández Vara y Susana Díaz: el PSOE debe pasar a la oposición y dejar gobernar a Rajoy, el primero se decantaba por la abstención y la segunda por pasar a la oposición y reconstruir su proyecto político. A esta posición se sumaron  los presidentes socialistas de Aragón, Francisco Javier Lambán, y Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, que urgieron a los suyos que permitan que España cuente con un Gobierno (véase diariodesevilla.es, de hoy). Todo se verá en el próximo Comité Federal del día 9 de julio, que debe cortarle el vuelo a un secretario general que ya ha perdido todos sus créditos, ponerle las pilas, y fijar la fecha del próximo congreso federal.
            Albert Rivera (Ciudadanos), que ha perdido ocho escaños y 400.000 votos y se ha quedado a 380.000 del PSOE, cambia de opinión tanto como de camisa, lo que puede perjudicarle en el futuro al ignorarse el sentido de su brújula. Tras conocer los resultados de la jornada electoral, evita hablar de veto a Rajoy y no se moja con la abstención; pero señala que "no vamos a hacer presidente a Rajoy con  nuestros 3,2 millones de votos" (elmundo.es/españa, de ayer). Qué decir de quien ha cambiado cinco veces en seis meses su discurso sobre la política de pactos: empezó pidiendo a PSOE que dejase gobernar al PP, después instó al PP a hacer esto mismo con el PSOE, y en los últimos días repetía que su partido votaría en contra de que Rajoy repita como presidente; y antes de los comicios aseguraba que votaría no a un gobierno del PP o a uno del PSOE "porque no representaban su proyecto" (infolibre.es, de 19/06/2016). ¿Por qué pactó entonces con el PSOE? ¿Y quién es él para arrogarse vetar a Rajoy para poder pactar con el PP?
            España no puede esperar más, ni permitirse el lujo de ir a unas terceras elecciones. Perderíamos nuestra credibilidad como país y todos los españoles nos veríamos arrastrados a una situación similar a la del Reino Unido, en la que ahora todos lamentan la situación creada, que desearían revertir. Los intereses de España y su gobernabilidad deben estar ahora por encima del interés de los partidos. De lo contrario, los líderes que hoy se lo creen pasarán a ser los últimos de la fila y el pueblo soberano dará a cada uno lo suyo. No hay más excusas. Ahora les toca a ellos mover ficha por la gobernabilidad de España.
 

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