domingo, 25 de diciembre de 2016

EL RESPETO A LA LEY EN EL DISCURSO DEL REY

 
           En su tradicional discurso navideño dirigido a los españoles en la antesala de Navidad, el Rey de España ha apelado a cuidar y mejorar nuestra convivencia que, "ante todo, exige respeto y consideración a los demás; respeto y consideración también a las ideas distintas a las nuestras", porque "la intolerancia y la exclusión, la negación del otro o el desprecio al valor de la opinión ajena, no pueden caber en la España de hoy".
            Sin mención expresa a las crisis de identidad política que pulula por el horizonte del país, Felipe VI ha mostrado su deseo de que, una vez superada "la compleja situación política" que nos ha tocado vivir en el año que finaliza, "el diálogo y el entendimiento entre los grupos políticos permita preservar e impulsar los consensos básicos para el mejor funcionamiento de nuestra sociedad", en clara invitación a la clase política para renovar una concordia entre los españoles, que es básica para el futuro. En este sentido, el soberano ha recordado con énfasis que "vulnerar las normas que garantizan nuestra democracia y libertad solo lleva a tensiones y enfrentamientos estériles que no resuelven nada y, luego, al empobrecimiento moral y material de la sociedad", ahora sí, en un claro aviso a la deriva soberanista que sostienen algunos. Y ha subrayado que "el progreso, la modernización, el bienestar, requieren siempre de una convivencia democrática basada en el respeto a la ley, en una voluntad decidida y leal de construir y no de destruir, de engrandecer y no de empequeñecer, de fortalecer y no debilitar"
            El monarca ha recordado el "gran patrimonio común que compartimos", que "merece el cuidado de todos y que todos debemos ayudar a proteger como lo mejor que tenemos y somos: como lo mejor de lo que nos une". Ante ello, el Rey ha advertido que, con la esperanza de que la recuperación se consolide, "todos deseamos que nos permita crear mucho más empleo y de calidad y también corregir tanto las desigualdades derivadas de una crisis tan profunda como la que hemos vivido como fortalecer, en general, nuestra  cohesión social, que es una garantía para asegurar la estabilidad y el equilibrio de nuestra sociedad".
            No ha olvidado en su discurso el soberano a las familias que han sufrido las recientes inundaciones; al valor de la familia en la sociedad, que ha permitido a muchos a sobrellevar los peores momentos; a los servidores públicos que garantizan nuestras libertades, atienden nuestros hospitales o educan a nuestros hijos; y a los compatriotas que, dentro o fuera de España, velan por nuestra seguridad, defienden nuestros valores y contribuyen al avance de la ciencia y al enriquecimiento de la cultura, que "son la imagen de nuestro país y también hacen posible que nuestro Estado funcione".
            El Rey ha invitado también a seguir construyendo nuestro país, construyendo a la vez Europa. Para ello, ha recordado, la importancia de que "muchas familias puedan recuperar su nivel de vida y que nuestros jóvenes puedan tener oportunidades de futuro, de ilusión, de confianza", pero, sobre todo, de que las personas más desfavorecidas o más vulnerables tengan la certeza de que no se quedarán en la soledad del camino que España tiene que recorrer en el siglo XXI.
            En el momento de pensar en la España que queremos para las próximas décadas, en el que parece haber un consenso a priori, Felipe VI apela a forjarla con solidez, para lo que "debemos concentrar nuestras energías en mirar hacia el mundo que nos rodea, y darnos cuenta cabalmente por dónde se va". En ese futuro que nos espera, el Rey cree en "una España consciente, solidaria, firme en su valores, alejada del pesimismo, de la desilusión o el desencanto; en una España decidida a superar las dificultades que, aunque grandes, son también vencibles".
            Para el monarca, no son tiempos para encerrarnos en nosotros mismos, sino para abrirnos al mundo; "son tiempos para profundizar en una España de brazos abiertos y manos tendidas, donde nadie agite viejos rencores o abra heridas cerradas". Es preciso tener "la fuerza y el empuje suficientes como para anticiparnos y asumir el protagonismo necesario en la nueva era que se abre ante nosotros".
            Ningún reproche a nadie, tan solo observaciones al respeto, la ley y la convivencia entre todos. No otra cosa ha hecho él, el Rey, durante este año, y a eso invita también a los representantes de la sociedad y a todos los españoles para profundizar en una "España  de brazos abiertos y manos tendidas" y no en el "sí porque sí"...

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