jueves, 24 de agosto de 2017

UN PADRENUESTRO EN EL COSO DE SANLÚCAR


            Los minutos de silencio proliferan cada día más en las plazas, fachadas de edificios públicos, estadios deportivos, cosos taurinos y hemiciclos de asambleas, parlamentos y otras instituciones. Ya sea ahora por las víctimas del terrorismo y, casi a diario, por el asesinato de mujeres por violencia machista, el minuto de silencio es una expresión de luto y condolencias realizada en silencio, como un rezo, meditación o reflexión sobre el hecho para el cual se solicita. El minuto de silencio es un gesto de respeto a los fallecidos por cualquier causa (natural, violenta...), del mismo modo que el izado de una bandera a media asta expresa en silencio el sentir de un país ante un acontecimiento de esas características.
            El rey Jorge V del Reino Unido (1865-1936) apoyó en 1919 la propuesta que le formulare el soldado australiano Edward George Honey, que combatió en las filas del ejército británico durante la I Guerra Mundial, aunque residente en la capital inglesa, de que el día 11 de noviembre del citado año se guardaren dos minutos de silencio en conmemoración del primer aniversario del tratado del armisticio, firmado un año antes.
            La duración habitual del gesto es un minuto (de ahí, minuto de silencio) que, en ocasiones, se alargan en el tiempo dependiendo de la conmemoración que fuere. Alfafar guarda cinco minutos de silencio por las víctimas de Barcelona... (Véase valenciaextra.com, de 18/08/2017). Durante el minuto de silencio, la gente permanece en pie, destocada la testa de sombreros, gorras y monteras, en respetuosa actitud hacía las víctimas, acompañado por música clásica que invita a la meditación, hasta que concluye con un aplauso general. Nadie con corazón humano se atreve a romper un minuto de silencio hasta que este concluye, salvo la excepción que siempre confirmare la regla de algún exaltado que pronuncia en alta voz algún grito extemporáneo.
            Hay, empero, alguna excepción a esa regla. Mucha gente se pregunta para qué valen los minutos de silencio, si no hace llegar nuestra voz de repulsa ante las situaciones violentas contra la libertad de la vida, aunque este implicare aquella. Es como la cabezada con que antes se hacía gesto de lealtad a un jefe de Estado y, hoy, a los familiares de los difuntos que despedimos.
            Ocurrió el domingo en el coso taurino de Sanlúcar de Barrameda. Andalucía tiene su propia idiosincrasia para expresar sus sentimientos: las palmas, los rezos, los vivas..., a muertos por violencia o por causas naturales. Dicen las crónicas que, el pasado domingo, día 20, en la plaza de toros de Sanlúcar de Barrameda (Cádiz) "se vivió uno de los momentos más emotivos que nos han dejado los atentados acaecidos en Barcelona... En pleno minuto de silencio y, antes de empezar la corrida de toros, un espontáneo alzaba su voz desde el tendido para rezar un Padrenuestro... y todas las personas congregadas en la plaza decidieron sumarse a la oración de este hombre...  (https://www.actuall.com/solidaridad/el-padrenuestro-se-impone-al-minuto-de-silencio-por-las-victimas-de-barcelona-en-una-plaza-de-toros/). Los toreros que participaban en la corrida eran El Juli, Talavante y Cayetano Rivera, que salieron a hombros de la plaza. La invocación al Padre de la vida y de la muerte, no fue, en esta ocasión, el silencio, sino la apelación a acoger en su reino a las víctimas. Andalucía no es Cataluña, pero es España, y una comunidad de sentimientos y de fe que se expresan en actos como este, de quienes muchos debieren tomar ejemplo.
 

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