lunes, 1 de noviembre de 2021

LUIS CHAMIZO VUELVE A GUADALCANAL


 
El profesor Antonio Viudas, a la derecha, y el concejal de Cultura, Ignacio Gómez, a la izquierda, durante la entrevista conferencia. (Foto cedida)

    En el verano de 1921, el escritor y poeta extremeño Luis Chamizo (Guareña, 1894; Madrid, 1945) se dirigió a Guadalcanal (Sevilla) para dar el pésame a los deudos de don Cándido Gordo Villarte, que había fallecido. Su padre mantenía una gran relación con la familia Cordo, por ser Cándido una de sus mejores clientes en la compra de tinajas. Allí conoció a Virtudes, su hija, de la que quedó prendado y con la que contrajo matrimonio el 18 de febrero de 1922 en la iglesia de Santa María de la Asunción.  En el centenario de su nacimiento (1944), los restos de Chamizo fueron trasladados desde el cementerio madrileño de La Almudena al cementerio municipal de la villa de Guareña, su pueblo natal, donde el ayuntamiento, sus paisanos y los beneficios de la obra editada por la Real Academia de Extremadura, “Texto y vocabulario de “El miajón de los castúos”, del profesor Viudas Camarasa, colaboraron para levantar un panteón de granito.  [1]   
    
El pasado sábado, 30 de octubre, en el Centro Cultural Santa Ana de Guadalcanal tuvo lugar la conmemoración del centenario de la publicación del “El miajón de los castúos”, poemario de 1921, el libro más veces editado en Extremadura (rondando los 100.000 ejemplares). Allí, el concejal  de Cultura, Ignacio Gómez Galván, entrevistaba a Antonio Viudas Camarasa, académico de Extremadura, biógrafo y autor de tres ediciones críticas de las obras de Luis Chamizo (1982, 1991 y 1994). 

En la entrevista, el concejal de Cultura le pregunta si cree que en la obra literaria de Chamizo se hermanan dos géneros con un origen similar, el poético y el dramático, a lo que el profesor Viudas Camarasa responde:

Félix Rebollo es el primer valedor del sistema piramidal universitario que reconoce la importancia de Luis Chamizo. Da una lectura nueva de Chamizo. El pensamiento de Chamizo se transmite a través del teatro poético. Chamizo usa un método tradicional que triunfó con Lope de Vega en la Edad de Oro y en el modernismo de su admirado amigo Eduardo Marquina y otros como Benavente. Teatro y poesía son dos ejes importantes que se complementan en el escenario de cada poema: la naturaleza.”

“El drama del ser extremeño, de ser obrero, campesino, labrador castúo –continúa el profesor Viudas—lo expresa Luis Chamizo poética y dramáticamente. Pedro Caba, el filósofo olvidado, tiene un excelente ensayo sobre El ser extremo, basado en El miajón de los castúos. Un drama del castúo que se salva gracias a la honradez, el trabajo, a la ética social de los divinos y humanos mandamientos cuyo fin es conseguir la justicia social trabajando y esperando. Justicia social que facilita que quien trabaja prospere, como hizo el tinajero que se puso a campesino viñador;  que  de una tierra llena de piedras, jara y charneca, la transformó en labor productiva de aceite de calidad y buen vino con el que sacarle producto a las tinajas de fabricación propia y esta trama teatral de la vida del obrero extremeño la aderezó con su verso musical.”

Más adelante, el biógrafo de Chamizo manifestó que el poeta de Guareña se posicionó en su obra “en favor de los castúos labradores que aran sus propias tierras, en favor del arado yuntero frente a los latifundistas extremeños y en favor del martillo de quienes tienen sus propios talleres, un martillo que lo vivió de cerca en su padre, que pasó del torno del alfarero a las herramientas industrializadas de fabricación de conos y en los ratos libres a esforzarse con el arado roturando las desbrozadas tierras jarales de La viña del tinajero”.

Al ser preguntado por qué el poeta se libró del fusilamiento en la guerra, el académico responde: “Sin su ama nodriza, Josefala yegüera”, madre de un activista republicano de Guareña, no hubiera sido posible que se salvara su niño. Quien quiera matar a mi niño, decía, antes me tendrá que matarme a mí. Fue un milagro, gracias al cual sus cinco niñas y Virtudes disfrutaron de un padre y esposo honrado y bueno durante nueve años y cuatro meses más.” Entre el 18 de julio y el 30 de agosto de 1936, Chamizo debió sufrir lo indecible, sobre todo desde el 11 de agosto en que fusilaron en Guareña a muchos amigos y conocidos suyos, con el temor de que si lo encontraban en su escondite, sabía que a él le tocaría idéntico o parecido fusilamiento.

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[1] Vid. Ramos Rubio, José Antonio: El tinajero poeta, novela histórica, TAU Editores, Cáceres, 2021, págs. 87, 88 y 142, 148 págs.

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