Licenciado en Arquitectura por la Escuela
Técnica Superior de Madrid en 1962, obtuvo el doctorado en 1972. Especializado en restauraciones de edificios históricos,
ha dejado en su ciudad natal y Extremadura una huella imborrable en “la
arquitectura como servicio público”, como dijere de él otro arquitecto de
prestigio, Rafael Moneo, a quien
sucedió como pensionado en la Academia de España en Roma[i], donde Dionisio permaneció becado entre 1963 y
1964
Entre
otros cargos públicos, en 1979 fue nombrado inspector general de Monumentos de
la Dirección General de Bellas Artes; después, primer subdirector general de
Restauración de Monumentos (1981-1983); más tarde, director general de Bellas
Artes (1983-1986) y a continuación, primer director general del Instituto de
Restauración y Conservación del Patrimonio Cultural, creado por su iniciativa.
Medalla de Extremadura en 2001 por “su dilatada y
brillante carrera como arquitecto y su importante labor en defensa del
patrimonio artístico-extremeño y español” [ii], fue también Medalla de
Oro al mérito en las Bellas Artes en 2005; ganador en 1999, junto a Francisco Fernández Longoria, del
concurso para la realización del Museo del Ejército en el Alcázar de Toledo; en
1995 había ganado, junto a Rafael
Olalquiaga, el concurso restringido para la ampliación del Museo del Prado.
Premio del Centro Internacional para la Conservación del Patrimonio (CICOP) en
2006 en la modalidad correspondiente a la trayectoria profesional, entre otros
reconocimientos, han avalado su trayectoria profesional.
En
Extremadura, sus obras más reconocidas son: el hotel “Alcántara” de Cáceres
(1966), en la avenida Virgen de Guadalupe; la restauración del convento de san
Benito, en Alcántara (Cáceres) en 1984 y 1985; las obras de rehabilitación de
edificios históricos, como los palacios de La Generala y las Casa de los Ribera,
en la ciudad monumental de Cáceres, para la Universidad de Extremadura; la
restauración de la catedral de Coria y las iglesias de santa María y san Martín
de Trujillo. Asimismo, transformó el antiguo hospital de san Juan de Dios de
Mérida para sede de la Asamblea de Extremadura (1984-1985).
El gran legado dejado a Cáceres por Dionisio Hernández Gil fue, sin duda, la llamada que le hizo al
alcalde de Cáceres para explicarle el plan del Gobierno de tramitar ante la
UNESCO el expediente para que Cáceres fuese declarada Ciudad del Patrimonio
Mundial, que tan bien relata el periodista Florentino
Velaz en su libro biográfico sobre Iglesias
Marcelo. [iii]
El alcalde encarga al concejal de Cultura, Marcelino
Cardallliaguet, y al archivero municipal, Antonio Rubio Rojas, la coordinación del dosier, que se envía al
Ministerio de Cultura. Hernández Gil
le llama de nuevo para decirle que el 26 de noviembre se reúne la comisión del
patrimonio mundial de la UNESCO y va a verse el expediente y a declararse a
Cáceres como Patrimonio de la Humanidad, junto con Toledo y las Torres
Mudéjares de Teruel. Le aconseja que prepare la maleta y el traje para asistir
a la ceremonia de la declaración. Juan
Iglesias se lo comenta al teniente de alcalde para asuntos internacionales,
Juan Bazaga, y ambos sacan billete
para estar en París el día 26 de noviembre de 1986. El relator elegido para
exponer los méritos de Cáceres es el profesor de Historia del Arte de la
Sorbona, Leon Pressouyre, que hace
una defensa apasionada del tema de Cáceres. “La califica como la pequeña
Florencia de España y dice que esta ciudad es la expresión del tránsito de la
Edad Media a la Moderna.” El director general de la UNESCO, el senegalés Amadou-Mahtar M´Bow, toma la palabra en
inglés y anuncia a la sala que está presente la delegación de Cáceres,
encabezada por su alcalde Juan Ángel
Iglesias Marcelo, que se levanta y saluda a la concurrencia con una pequeña
inclinación de cabeza. El director general pregunta a los presentes si alguien
desea intervenir o dar alguna objeción a la declaración de Cáceres. Nadie pone
reparos e, inmediatamente, declara ante todos los asistentes que el comité
acuerda la inclusión de la ciudad vieja de Cáceres en la lista del Patrimonio
Mundial.
El embajador de España ante la UNESCO, los arquitectos
del Ministerio y el alcalde de Toledo, que asistía también a la reunión, se
saludan efusivamente como ocurrió con la inclusión de Toledo y Teruel. El
embajador recibe en su despacho a las delegaciones de las tres ciudades y les invita
a un almuerzo. Por la noche, tras regresar al hotel, los enviados cacereños
hablan con el alcalde en funciones, Marcelino
Cardalliaguet, que publica un bando el día 25 y organiza una colección de
fuegos artificiales para conmemorar la efeméride del 26 de noviembre. Meses
después de la inclusión de Cáceres en la lista de Patrimonio Mundial, los
concejales de la Corporación cacereña Cardalliaguet
y Bazaga visitan la UNESCO para
entregar un obsequio al director general en agradecimiento a su apoyo a la
declaración, En nombre del ayuntamiento le ofrecen un cuadro del pintor Massa Solís que recoge la ciudad vieja
de Cáceres. El pintor acompaña a los dos ediles en la entrevista y comprueba
que su obra la instalan en la galería de otros pintores importantes del siglo
XX, junto a dos cuadros de Picasso y
Miró.
Ese fue, sin duda,
el gran legado que Dionisio Hernández
Gil dejó a su ciudad, además de sus obras; pero aquí los hombres pasan,
aunque perduren sus obras y el silencio selle su muerte…
[1] Vid.: Moneo,
Rafael: Dionisio Hernández Gil y la
arquitectura como servicio público, en El
País de 21/12/2021.
[2] Vid.: Diario Oficial de Extremadura (DOE), núm. 88, de 31/07/2001. Decreto 118/2001, de 25 de julio, de concesión de la Medalla de Extremadura a Don Dionisio Hernández Gil.
[3] Vid.: Velaz Domínguez, Florentino: Biografía. Juan Iglesias Marcelo, alcalde ejemplar, Diputación de Cáceres, 2016, págs. 95-103.
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