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Juramento de los diputados en la sesión inaugural de las Cortes de Cádiz de 1810 (Grabado de Tomas Carlos Capuz, 1864) |
Antonio
Oliveros Sánchez (Villanueva de la Sierra, Cáceres,
17/01/1764; Talavera de la Reina, Toledo, 1820) fue un sacerdote católico y
diputado liberal por Extremadura en las Cortes de Cádiz, destacado por su
compromiso con las ideas progresistas durante la Guerra de la Independencia.
Nacido en el seno de una familia acomodada de la
localidad cacereña, famosa por haber celebrado la primera Fiesta del Árbol en
1805, fue hijo de Francisco Oliveros Durán, natural de la misma localidad, y de
Antonia Sánchez, natural de Villa del Campo. Tuvo dos hermanos: Miguel (1758) y
Josefa María (1760). Su nacimiento se produce durante el reinado de Carlos III,
un monarca ilustrado que implementó diversas reformas con el objetivo de
modernizar el país. Su vida y trayectoria reflejan la evolución de una España
convulsa, atrapada entre las sombras del absolutismo y la luz del
constitucionalismo y que, como figura destacada en las Cortes de Cádiz, encarnó
los valores de una generación dispuesta a luchar por la libertad, la justicia y
la dignidad humana.
El académico correspondiente de la Real Academia de la
Historia y de la Real Academia de Extremadura de las Letras y las Artes, José
Antonio Ramos Rubio, y el jurista José Luis Pérez Mena, abordan su periplo
vital y la interpretación de sus discursos y textos en una obra de reciente
publicación. [1]
Hasta su marcha a Salamanca, a los 13 años (1777),
Oliveros recibió una esmerada educación en Villanueva de la Sierra, con el
apoyo de su tío Andrés Oliveros, canónigo de la catedral de Coria. El 13 de
noviembre de 1777 comenzó sus estudios en Salamanca, matriculado en
Bachillerato de Artes, que obtuvo el 4 de noviembre de 1779. Después encaminó
su formación hacia los estudios teológicos en la Facultad Mayor de Teología,
matriculándose en Derecho Canónico, cuyo título de Bachiller recibe a los 21
años, el 19 de junio de 1784. Más tarde cursó Teología Moral y entre los años
1784 y 1787 se matriculó en los últimos cursos de Teología, opositando a la
cátedra de Regencia de Artes el 3 de julio de 1786 y el 11 de julio de 1787,
alcanzando los títulos de licenciado y doctor. Oliveros logró la plaza y
ejerció la actividad docente entre los años 1787 y 1792, fecha en la que fue
ordenado presbítero.
Abandonada la actividad docente, se dedica al ejercicio
del sacerdocio en Salamanca durante unos meses y, en febrero de 1793, se
traslada a Madrid tras conseguir unas de las canonjías vacantes de la Real
Capilla de san Isidro, estrechamente vinculada al culto del patrón de Madrid y
a la Corte y a la familia real.
En Madrid, Oliveros se reencuentra con su amigo Manuel
Mateo Luján, conocido de los años estudiantiles en Salamanca, donde estudió
Leyes y Cánones, seleccionado para una canonjía en Plasencia, a la que renunció
al no sentirse inclinado a la carrera eclesiástica, aunque después se juntarían
en Cádiz para elaborar nuestra primera Constitución. Por su parte, Oliveros se
dedicó exclusivamente al desempeño de su ministerio sacerdotal, aunque este se
vio truncado por el inicio de la Guerra de la Independencia, que marcará un
antes y un después en la vida de Oliveros.
Antonio Oliveros continuó la buena relación que, desde su
niñez, había adquirido con el cabildo de Coria, desde que su tío Andrés
Oliveros había ejercido como canónigo de la catedral.
El obispo de Tuy, Juan García Benito, fue un religioso
extremeño natural de Torre de Santa María (Cáceres) que desempeñó un papel
durante la Guerra de la Independencia Española (1808-1814) contra las tropas
napoleónicas. Durante el conflicto, muchas figuras de la Iglesia y autoridades
locales se vieron obligadas a huir de sus ciudades debido a la ocupación
francesa. Antonio Oliveros llegó a alojar en su casa de Villanueva de la Sierra
a obispos y familiares de canónigos de Coria y a alguna religiosa que huía del
enemigo. No olvidemos que el obispo José Álvarez de Castro fue un destacado
miembro del clero que se mostró decidido en su resistencia a la invasión
napoleónica. Durante la ocupación francesa de Hoyos, Álvarez de Castro fue un
ardiente defensor de la causa española. En 1809 fue capturado por las tropas
francesas, quienes lo ejecutaron, aparentemente por su implicación en los
esfuerzos de resistencia y en defensa de la independencia de España.
En 1810, Antonio Oliveros fue nombrado representante de
Extremadura en las Cortes de Cádiz en un acto celebrado en el palacio de la
Junta Superior de Gobierno de Badajoz. Las Cortes de Cádiz fueron un órgano
legislativo y de gobierno que se constituyó en 1810 con el objetivo de
representar a la nación española frente a la ocupación napoleónica, hecho
crucial porque comenzaron a trabajar en la redacción de la primera constitución
española, conocida como la Constitución de 1812 o La Pepa.
La provincia de Extremadura estuvo representada, además
de por Antonio Oliveros, por Francisco María Riesco, Gregorio Laguna, Antonio
María de la Vera, Juan María Herrera, Manuel María Martínez, Diego Muñoz
Torrero, Manuel Luján y Francisco Fernández Golfín. El 24 de septiembre de
1810, Antonio Oliveros prestó juramento de fidelidad y formó parte de las
Cortes hasta el 20 de septiembre de 1813, en que causó baja, llegando a ser
secretario de las Cortes entre agosto y octubre de 1811.
Cerrada la legislatura de 1813, Oliveros volvió a Madrid
para ocuparse solamente de sus tareas eclesiásticas en la iglesia y Capilla
Real de san Isidro.
Fernando VII regresó a España en 1814, declaró nula la
Constitución de Cádiz y todas las reformas llevadas a cabo por las Cortes entre
1810 y 1814. Su retorno marcó el inicio de un período conocido como La Década Ominosa, en el que inició una
política de represión dirigida contra quienes habían participado en el
movimiento liberal y apoyado la Constitución, que fueron arrestados junto a
Oliveros, Muñoz Torrero y José María Calatrava, entre otros. El primero fue encarcelado
en el presidio de La Corona, de Madrid, y en 1814 fue desterrado durante cuatro
años a un convento de san Antonio de la Cabrera, desde donde se trasladó al
convento jerónimo de Talavera de la Reina, donde falleció en 1820 y fue
inhumado.
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[1] Vid.: Ramos
Rubio, José Antonio y Pérez Mena,
José Luis: Antonio Oliveros y
Sánchez, cura patriota liberal y diputado constitucionalista (1764-1820), TAU
Editores, Cáceres, 2025.