martes, 30 de septiembre de 2025

DIEGO DE VERA DE ALBURQUERQUE Y MOSQUERA, REGIDOR PERPETUO DE MÉRIDA


Escudo de armas de los Vera en Mérida

    Hijo de Diego de Vera y Tovar y de Ana Mosquera Figueroa, este caballero alcantarino, por nombre igual que el paterno, Diego de Vera de Albuquerque y Mosquera (Mérida, 1640-1688), fue gentilhombre de Carlos II de España, regidor perpetuo de Mérida, visitador general de la Orden de Alcántara y gobernador de Gata y de Villanueva de la Serena. Fue bautizado en la iglesia de Santa María el 5 de mayo de 1640.


    Fue VII Señor de los mayorazgos de Palazuelo y Carija por muerte en la niñez de su sobrino, Juan de Vera y Tordoya, y del mayorazgo de Alburquerque en Mérida sucedió a su hermano primogénito Juan de Vera de Alburquerque, VI señor, fallecido sin descendencia.

    Matrimonió en primeras nupcias el 28 de mayo de 1658 en la iglesia de Santa María con María Mexía de Ocampo, hija de Diego Mexía de Ocampo, regidor perpetuo de Mérida y procurador en las Cortes por la Provincia de Extremadura, y de María Cavero, natural de Montijo, que falleció sin descendencia en plena luna de miel, el 24 de abril de 1659. Contrajo un segundo matrimonio el 14 de abril de 1661con María Ortiz de Zúñiga Leiva y Fajardo, hija de Alonso Ortiz de Zúñiga, caballero de la Orden de Santiago, y Juana Antonia Fajardo de Guevara, V Marquesa de Espinardo.

    Enrolado en la milicia, Diego de Vera de Albuquerque y Mosquera sirvió en la plaza de Badajoz durante la Guerra de Secesión de Portugal, siendo uno de los primeros que acudieron de la Orden de Alcántara. Fue nombrado gobernador del partido de Gata, plaza que fortificó, para defenderla de los ataques portugueses. Posteriormente se le nombró Visitador de la Orden y en 1669 era gobernador de Villanueva de la Serena y su partido.

    Fruto del segundo matrimonio, tuvo doce hijos, de los que solo hay constancia de diez, pues los otros dos debieron nacer y morir siendo niños en Villanueva de la Serena, cuyo archivo parroquial debió desaparecer en la Guerra Civil. Son los siguientes: Ana Leonor (1662), murió en la niñez; Leonor María (1664), matrimonió en Esparragalejo en 1681, llevando una dote de 4.000 ducados, con Joaquín José Ovando y Ulloa, Señor de Zamarrilla y caballero de la Orden de Calatrava, dejando larga descendencia; Juana Antonia (1665), murió con cuatro años y fue sepultada en Santa María; Ana María, bautizada en Gata en 1666 y fallecida en Jerez de los Caballeros en 1706; Juan Alonso (Villanueva de la Serena, 1669; Espinardo, 1731), que heredó los señoríos del Palazuelo y Carija y el Marquesado de Espinardo, y fue regidor perpetuo de Mérida y corregidor de Plasencia; María, bautizada en 1677 y fallecida el 4 de diciembre de 1684; Alonso José, bautizado el 24 de marzo de 1680 y fallecido el siguiente 15 de abril; Juana bautizada el 28 de octubre de 1681 y fallecida el 18 de noviembre siguiente; María Teresa que sería monja en las Descalzas Reales de Madrid y vivía en 1719; María Catalina, bautizada el 17 de enero de 1684 y fallecida soltera en Madrid en 1738.

    Diego de Vera murió joven, el 8 de octubre de 1688 y está inhumado en la iglesia parroquial de Santa María. Su esposa moriría mucho después, no sin antes haber heredado el Marquesado de Espinardo, título otorgado por Felipe IV el 24 de octubre de 1626 a Juan de Leiva y Fajardo, comendador de Mostachuelos en la Orden de Calatrava, capitán general del Ejército y consejero de Guerra. Doña María V Marquesa de Espinardo, falleció en Madrid el 6 de febrero de 1725 y fue inhumada en el convento de las Descalzas Reales.

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Bibliografía consultada: Navarro del Castillo, Vicente Historia de Mérida y pueblos de su comarca, Tomo III, familias e hijos ilustres de Mérida, siglos XV al XX, capítulo XXIII, págs..223-226. Artes Gráficas  Boysu, S. L., Mérida, 1992.


lunes, 29 de septiembre de 2025

FELICIANO ROCHA PIZARRO, DE CANÓNIGO DOCTORAL EN CORIA A OBISPO DE PLASENCIA


No fue casualidad que Feliciano Rocha Pizarro (Hinojal, Cáceres, 02/02/1870; Plasencia, 16/08/1945) coincidiese en su etapa de Coria con el obispo Pedro Segura y Sáenz como vicario general y provisor del Obispado, para que fuese su obispo auxiliar en Toledo cuando aquel ostentó la sede primada, desde 1929 hasta la toma de posesión de la sede metropolitana por Isidro Gomá en julio de 1933, de la que después sería vicario capitular hasta su nombramiento como obispo de Plasencia de 1935 a 1945.

Nacido en el pueblo cacereño de Hinojal, fue ordenado sacerdote en 1894 tras haber cursado los estudios de Latín y Humanidades, Filosofía, Teología y Derecho Canónico en el Seminario conciliar. En 1896 fue nombrado secretario de Estudios e Instituciones Dogmáticas. Ese mismo año se licenció en Derecho Canónico en la Universidad Pontificia de Toledo y en la de Salamanca alcanzó los grados de Teología en 1898.

Elegido examinador sinodal en el sínodo diocesano de Coria de 1897, entre este último año y 1901 fue ecónomo de las parroquias de Zarza de Montánchez y de Alcántara. Posteriormente fue párroco de San Vicente de Alcántara, provincia de Badajoz, en junio de 1903, que perteneció a la diócesis cauriense hasta 1958, y, poco después, párroco de Alcántara y arcipreste del distrito. En 1909 fue trasladado a la parroquia de San Mateo de Cáceres y, en el concurso de parroquias del mismo año, obtuvo la de Santiago de la misma ciudad, en la que permaneció hasta 1918, en que ganó por oposición la canonjía doctoral de Coria.

Como párroco de San Mateo de Cáceres fue vicepresidente de la junta directiva de la Tienda Asilo de Cáceres, una entidad benéfica que ayudaba a las personas más desfavorecidas. Entre 1910 y 1917 fue director espiritual de los nazarenos de Cáceres y miembro de la Junta Provincial de Beneficencia. En 1919 fue nombrado juez pro sinodal; y en 1921, administrador del erario diocesano y prefecto de Estudios del Seminario conciliar. En diciembre de 1922 fue promovido a la dignidad de chantre o maestro cantor de la catedral y en agosto de 1926 logró el cargo de deán. El 15 de agosto de 1927, el provisor de Coria, Feliciano Rocha, celebró una misa para inaugurar el hospicio de niñas en lo que sería el Colegio de la Inmaculada, después Colegio Mayor Universitario “Francisco de Sande” y hoy Centro de Estudios Presidenta Charo Cordero.

El 24 de octubre de 1928 se anuncia su nombramiento como obispo auxiliar del cardenal Segura en Toledo, a los 58 años. Su nombramiento se produce el 9 de noviembre, fecha en la que también es designado obispo de Aretusa. Fue consagrado obispo auxiliar el 17 de marzo de 1929 por el nuncio monseñor Tedeschini, junto a los obispos de Plasencia y Coria, Justo Rivas y Dionisio Moreno Barrio, respectivamente. Durante su mandato como obispo auxiliar de Toledo tuvo dos reveses: el enfrentamiento con el Gobierno, tras dejar su puesto de cardenal-arzobispo Pedro Segura, por presión del Gobierno republicano, y otro con el cardenal arzobispo de Tarragona, Vidal y Barraquer, que se opuso al régimen de Franco, que lo exilió en Suiza, donde murió en septiembre de 1943.

El martes 30 de octubre de 1928, el Ayuntamiento Pleno de Hinojal, presidido por Marcelo Durán, le nombró Hijo Predilecto por unanimidad y aclamación.

El 6 de octubre de 1931 fue elegido vicario episcopal del Arzobispado de Toledo en sede vacante tras la renuncia del cardenal Segura. Tras estar vacante durante cinco años la sede placentina por el fallecimiento de su titular Justo Rivas Fernández, Feliciano Rocha Pizarro fue designado obispo de Plasencia el 28 de enero de 1935, a los 64 años, y en esta permaneció hasta su muerte el 16 de agosto de 1945. El nuevo obispo de Plasencia hizo su entrada en la capital de la diócesis y tomó posesión de ella el 10 de marzo de 1935.

El 9 de febrero de 1936 inauguró las obras de reforma del templo de San Martín de Trujillo promovidas por su entonces párroco Rafael García López, quien en 1967 sería deán de la catedral y vicario general de la diócesis.

El 22 de febrero de 1936 realizó un informe sobre el asalto, quema y saqueo de la iglesia del Salvador de Béjar, situada enfrente de la Casa Consistorial, que los comunistas libertarios llevaron a cabo el día 20 y que, según una información del diario ABC del 17 de abril de 1936, la convirtieron en un salón de cine, destrozando todo el interior del templo, retablos, imágenes y buena parte del archivo, datado en el siglo XVIII, quedando en pie solo los muros. El ministro Calvo Sotelo se refirió en un discurso en el Congreso a los incendios y asaltos a iglesias, según recoge el Diario de Sesiones de las Cortes del 15 de abril. En septiembre de 1936 asiste, junto a las autoridades y mandos militares, a una jura de bandera. En 1943 funda la Hermandad del Via Crucis.

El 22 de junio de 1945 el diario ABC de Madrid informa que el obispo se encuentra en grave estado, al padecer bronconeumonía y que ha recibido el Santo Viático. El 16 de agosto, el mismo periódico anuncia que se halla en gravísimo estado, temiéndose un fatal desenlace. Ha sufrido un ictus hemorrágico cerebral, consecutivo a la hipertensión que venía sufriendo hace años.

El obispo fallece el 16 de agosto de 1945, a los 75 años y cinco meses de edad. Fue obispo durante dieciséis años y cuatro meses. El 18 de agosto tienen lugar las exequias en la catedral. Su tumba se halla a los pies de la escalinata del altar mayor.

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Bibliografía utilizada: Rivero, Francisco, cronista oficial de Hinojal: Feliciano Rocha Pizarro (1870-1945, un obispo de Hinojal, ponencia presentada en los Coloquios Históricos de Trujillo en 2021; La vida de Feliciano Rocha por años, en la web de la Real Asociación de Cronistas Oficiales.


viernes, 26 de septiembre de 2025

“ARROYO DE LA LUZ, TIEMPOS DE HISTORIA Y HERENCIA VIVA”


“El proceso de investigación llevado a cabo por Ramos Rubio, García Carrero y Leal Muro en este trabajo sobre el patrimonio e historia de Arroyo de la Luz es, sin lugar a dudas, una de las más significativas contribuciones al conocimiento de este singular rincón de Cáceres. Su labor, meticulosa y apasionada, ha conseguido que un vasto cúmulo de hechos, tradiciones y memorias se haya convertido en un relato coherente y profundamente respetuoso, con el alma del lugar”, afirma en el prólogo de la obra el alcalde de la localidad, Carlos Caro Domínguez. [1]

    El origen de esta localidad próxima a Cáceres se remonta, según los autores, a época romana, aunque el asentamiento humano en su entorno data de tiempos prerromanos, como lo demuestran algunos restos arqueológicos encontrados en la zona. En la Edad Media, la localidad fue repoblada durante la reconquista cristiana, pasando a ser una aldea más de Cáceres, que muy pronto quedó bajo el poder señorial de los Herrera. Este vínculo marcó profundamente el desarrollo de la villa, dotándola de carácter militar y religioso, En el siglo XVI, Arroyo del Puerco, primitivo nombre del espacio que actualmente ocupamos, adquirió gran relevancia económica y social gracias a la ganadería y el comercio.

    La iglesia de Nuestra Señora de la Asunción es el monumento más emblemático de Arroyo de la Luz y un ejemplo destacado del gótico tardío con influencias renacentistas. Construida entre los siglos XV y XVI, su interior alberga importantes retablos, entre los que destaca el retablo mayor de Luis de Morales, conocido como “El Divino”, Es la mayor colección de obras que se conserva y la única que permanece completa en el mismo lugar para el que lo creara.

    La localidad cuenta con varias ermitas que reflejan la profunda religiosidad de la población, entre ellas la ermita de San Sebastián, San Antonio Abad, La Soledad, ejemplos de arquitectura popular, así como el Santuario de Nuestra Señora de la Luz,

    La villa conserva un interesante conjunto de casas solariegas y palacios, testimonio de su importancia histórica, construcciones que presentan en sus fachadas escudos nobiliarios, como el Palacio de los Condes de Benavente.

    El Convento de San Francisco, fundado en el siglo XVI, es otro de los elementos clave del patrimonio religioso de la villa. Aunque en la actualidad está en desuso, su estructura refleja la estructura sobria y funcional de la época y actualmente restaurado parcialmente acoge diversos actos culturales a lo largo del año.

    Arroyo de la Luz no solo destacada por su patrimonio material, sino también por sus tradiciones profundamente arraigadas. Una de las más importantes y conocidas es la Fiesta de la Luz, declarada de Interés Turístico Regional. La celebración tiene lugar el Lunes de Pascua y combina elementos religiosos y festivos, con una procesión y espectaculares carreras de caballos que recorre la calle principal del pueblo, la Corredera.

    La villa conserva expresiones culturales como la gastronomía típica, entre la que destacan platos como las coles con buche, el frite extremeño, las migas y los dulces tradicionales.

    Arroyo de la Luz es, según los autores, un legado que perdura en el tiempo y su compromiso con la preservación del patrimonio es notable. Combina su rica herencia histórica con un entorno natural privilegiado, rodeado de dehesas y paisajes que invitan al visitante a disfrutar tanto de su historia como de su belleza.

    La obra se estructura en ocho capítulos: El medio físico y natural. La localidad está situada en una llanura elevada que se prolonga de norte a sur y se enmarca dentro de las denominadas “Ruta de las Cigüeñas” y “Ruta de las Chimeneas”, debido a la abundancia de las mismas. Se encuentra en un entorno natural caracterizado por una geología y relieve variado, que han influido en su evolución histórica y económica.

    La Historia. Arroyo entronca sus raíces en el Calcolítico (3.000-2.000 a C.), habiéndose hallado interesantes restos arqueológicos, una larga historia en la que ha sabido conjugar sus largas tradiciones con la modernización de su economía.

    En el tercer capítulo, El patrimonio artístico, se aborda el estudio histórico-artístico de las iglesias de Nuestra Señora de la Asunción, San Sebastián y San Antonio Abad; las ermitas de la Soledad, San Bartolomé y San Blas y Nuestra Señora de la Luz; el convento de San Francisco, la arquitectura civil de los palacios, las cruces de término y cruceros, el Rollo o Picota, el castillo de los Herrera, el Hospital de la Piedad o de la Encarnación, la capilla de la Casa de la Calera y la arquitectura urbana.

    El capítulo cuarto, sobre la Etnografía y la arquitectura vernácula, está dedicado al estudio del lavadero, los chozos o bohíos, el pozo de las matanzas, el pósito, la casa popular y la artesanía y gastronomía.

    Las fiestas y tradiciones populares es el objeto de estudio del capítulo quinto.

    El sexto capítulo, titulado Ecos de Arroyo, corre a cargo en su totalidad del doctor Alejo Leal Muro, quien aborda los recuerdos y tradiciones de una tierra de luz; el día de la Luz, con la procesión, la Luz, las carreras, las carrozas, las amazonas y niños y la bajada de la Virgen; el día de los alfareros, la matanza y los que también están y representan a Arroyo.

    La bibliografía y las imágenes para el recuerdo cierran la obra, perfectamente ilustrada y con gran profusión fotográfica.

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[1] Vid.: García Carrero, Francisco J.; Ramos Rubio, José Antonio y Leal Muro, Alejo: Arroyo de la Luz, tiempos de historia y herencia viva. Edic.: Alejo Leal (Medicina y valoración de daño corporal), Iberprint Artes Gráficas, Montijo, Badajoz, 2025, 265 págs.


sábado, 20 de septiembre de 2025

LA MARQUESA DE PINARES Y MÉRIDA


    Hay una calle en Mérida, Marquesa de Pinares, que enlaza las del Ferrocarril y la Avenida de Extremadura. Todos los emeritenses la conocen y saben dónde está situada, al ser una de las principales arterias de la ciudad; pero quizá no conocieren su historia, aunque se han cumplido más de dos siglos y medio desde el fallecimiento de la benefactora que le dio nombre. Ya en 1994, el hijo adoptivo de Mérida, arqueólogo e historiador, Sáez de Buruaga, advertía su nombre y obra en las actas municipales de 1784. [1]

    Antonia de la Rocha y Molina (Mérida, 1724; Madrid, 18/09/1775), pertenecía a la casa de los marqueses de Ureña. Era nieta del primer marqués y sobrina nieta del cardenal fray Gaspar de Molina y Oviedo. Sus padres fueron Fernando Antonio de la Rocha y María Antonia de Molina, naturales de Mérida. Fue bautizada en la iglesia de santa María el 19 de febrero del año de su nacimiento, recibiendo los nombres de Antonia Manuela Isabel, según la cronología que señala Navarro del Castillo en su obra.

    Pasó su infancia en la ciudad hasta que su padre fue nombrado corregidor en Écija y Jerez de la Frontera y pasó a vivir en las citadas ciudades. Al fallecer su padre, se trasladó a vivir a Madrid con su tío el cardenal Molina, presidente del Consejo. En la capital contrajo nupcias con Bernardo de Riquelme y Salafranca, regidor perpetuo de Murcia y I Marqués de Pinares, gracias a la influencia del mismo cardenal Molina. Al morir su esposo y no tener descendencia, el título nobiliario pasó a su hermano, Pedro Riquelme Salafranca, capitán de Marina, casado con una hermana de la marquesa viuda, doña Teresa, natural de Mérida, y bautizada como ella en la iglesia de santa María, que sería la II marquesa consorte de Pinares.

    Antonia de la Rocha y Molina falleció en su casa de la calle del Álamo, en Madrid el 18 de septiembre de 1775, dejando en su testamento el encargo de que se fundase con parte de sus bienes una obra pía en su patria chica. El encargo de la fundación legal de esta obra pía fue dado a su albacea testamentario, el licenciado Antonio Alarcón Lozano.

    El citado albacea, por escritura firmada ante el escribano de la Corte Francisco de Villa el 1 de marzo de 1776 fundaba la obra pía Patronato Real de Legos, cuyo capital lo constituían 12.000 ducados, valor de su casa de la calle del Álamo. Estos ducados estaban dispuestos a censo consignativo al 3 por ciento anual en cabeza de su hermana y heredera doña Teresa, ya citada. Los ducados daban un importe de 3,960 reales anuales, pagaderos en dos plazos, el 30 de junio y el 31 de diciembre de cada año. Para cumplir con referida obra se nombraba un patronato, constituido por cuatro personas. A saber: el gobernador del partido de Mérida, el regidor decano de su ayuntamiento, el párroco más antiguo de santa María y don Vicente Elías de la Rocha y Molina, caballero de la Orden de Santiago, hermano de la fundadora. A su muerte, el que heredase su mayorazgo. El primer heredero fue su hermana doña Teresa.

    Para la administración de los referidos intereses se nombraba un seglar con el sueldo de 25 ducados anuales, que cobraría y pagaría las mandas, que eran las siguientes: cada año y los días 18 de septiembre y 31 de diciembre se dirían en el convento de santa Clara cien misas por las almas de la fundadora y de su esposo. Se elegía esta iglesia porque en ella residía como monja su hermana María Teresa y también por la extremada pobreza de este convento. En los días citados se entregaban a las monjas cien reales.

    En el aniversario del fallecimiento de los marqueses se repartirían 400 reales de vellón entre viudas y pobres vergonzantes, señalados por el párroco de santa María, como mejor conocedor de las necesidades de sus feligreses. Cada cuatro años y con el numerario acumulado y no repartido en las mandas anteriormente señaladas, se entregarían a doncellas casaderas y pobres, principalmente hijas de labradores y artesanos, una dote de cien ducados para poder atender a su casamiento. El número de dotes sería el que diera lugar el capital acumulado de los réditos. Las solicitudes de las doncellas serían aprobadas por los cuatro patronos señalados; y si alguna doncella no se casaba en los tres años siguientes al que se le otorgó la dote, quedaría sin efecto la entrega de esta.

    Finalmente, si su hermana Teresa De la Rocha y Molina, sobre la que quedaba impuesto el censo, o sus sucesores, querían redimirlo mediante la entrega del capital de 12.000 ducados, estos se emplearían en fincas en el término de Mérida o pueblos de sus alrededores, con cuyas rentas se seguirían cumpliendo todas las referidas mandas.

    Esta obra pía siguió cumpliendo sus fines hasta el año 1875, en el que la Delegación de Hacienda de la provincia de Madrid acordó inscribir el capital de la misma a favor del Estado, mediante la entrega de 15.230,76 pesetas. [2]

    Pedro María Plano y García (Mérida, 1851-1900), alcalde, industrial y erudito emeritense, consagra en su obra “Ampliaciones a la historia de Mérida….” un capítulo a la señora marquesa viuda de Pinares, como emeritense agradecido a la memoria de la fundadora de su obra pía, y transcribe las nueve cláusulas de la escritura de constitución de la misma. Y finalizaba diciendo: “Cuando como presidente del Patronato pude averiguar tamaño atropello, elevé, con mis compañeros de Junta, un recurso al excelentísimo señor ministro de Hacienda, que lleva fecha de 23 de febrero de 1888, acompañándole testimonio de la escritura de fundación con todos los justificantes precisos para probar la improcedencia de los que se había hecho, y reclamando la devolución de ese capital con sus réditos, a fin de poder seguir cumpliendo la voluntad  sagrada y respetable de la señora marquesa de Pinares. El recurso fue entregado personalmente en el Ministerio de Hacienda por el entonces diputado a Cortes por este distrito, el general don José de Castro y López, sin que se haya resuelto en ningún sentido. Antes por el contrario, al tratar de removerlo recientemente, contestan en el ministerio que allí no existe tal asunto.” [3]

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[1] Vid.: Sáenz de Buruaga, José: Materiales para la historia de Mérida (de 1637 a 1936), Diputación Provincial de Badajoz y Ayuntamiento de Mérida, pág. 187: “El regidor don Manuel Leal de Cáceres hace presente a la ciudad que no se cumplen en todas sus partes las disposiciones testamentarias de la Marquesa Viuda de Pinares, doña Antonia de la Rocha y Molina, que fundó la obra pía de su nombre. Había que dar dote a casadas y hacer también sufragios por el alma de la señora, lo cual no se realizaba desde hacía tres o cuatro años. Acuerdo de hacer llamamiento y tratar de ello. (1784, f 554).

 [2] Vid.: Navarro del Castillo, Vicente: Historia de Mérida y pueblos de su comarca, T. III. Familias e hijos ilustres de Mérida, siglos XV al XX, capítulo XXXI: doña Antonia de la Rocha y Molina, Marquesa de Pinares y su obra pía a favor de los menesterosos emeritenses, Artes Gráficas Boysu, S. L., Mérida, 1992, págs. 285-287.

 [3] Vid.: Pedro María Plano y García: Ampliaciones a la historia de Mérida de Moreno de Vargas, Forner y Fernández, Imprenta y Encuadernación de Plano y Corchero, Travesía de Santa Eulalia, 1894, págs.. 99-103.


miércoles, 17 de septiembre de 2025

JOSÉ ANTONIO SÁNCHEZ DE LA CALLE, PROFESOR E HISTORIADOR PLACENTINO


    Alternó la enseñanza con la investigación: ha publicado once libros y unos sesenta artículos sobre demografía, historia, arte, biografía, economía y pedagogía. En los últimos treinta años se ha ocupado en la realización de una Enciclopedia Bibliográfica sobre Plasencia y su entorno, centrada en ejemplares escritos por placentinos que giren en torno a la ciudad, aunque los escritores no hubieran nacido en ella pero llevaran un tiempo considerable asentados en la misma, y que hubieran publicado en la ciudad del Jerte.

    José Antonio Sánchez de la Calle (Plasencia, 1956) realizó sus estudios primarios y secundarios en su ciudad natal. Cursó el Bachillerato en el Instituto “Gabriel y Galán”, donde años después profesaría cátedra. Licenciado en Geografía e Historia por la Universidad de Extremadura, se doctoró en la misma con la tesis La población de Plasencia en la época contemporánea (1870-1970).

    Profesor agregado de Enseñanzas Medias por oposición, ejerció la docencia en Cáceres, Santander, Madrid, Montijo, Getafe, Plasencia y Avilés. Durante dos años desempeñó el cargo de asesor de Nuevas Tecnologías en el Centro de Profesores de Plasencia (1998-2000) y durante otros cinco en el Centro de Profesores de Coria (2007-2012). En 2021 se jubiló en el IES “Mariano José de Larra” de Madrid.

    Ha recibido varios premios por su labor investigadora, como el primero de los Coloquios Históricos-Culturales del Campo Arañuelo (1997) y el tercer galardón de los mismos; otros dos en los concursos literarios “Avenida de la Vera” y otros dos premios de investigación histórica “Pedro de Trejo”, que llevaron aparejados la publicación de los mismos.

    Sus once libros publicados son los siguientes:

    Aproximación a la demografía de Plasencia (1871-1900) según el Registro Civil. Plasencia, 1985, Ayuntamiento de Plasencia, Diputación Provincial de Cáceres y Caja de Ahorros de Plasencia, Sanguino-Offset, 184 págs.

    La población de Plasencia en la época contemporánea 1800-1970). Resumen de la tesis doctoral leída en la Facultad de Filosofía y Letras de Cáceres en diciembre de 1991. Universidad de Extremadura, Badajoz, 1993, 42 págs.

    Plasencia, la perla del Valle del Jerte. Editora Regional de Extremadura, Badajoz, 1994, 36 págs.

    Plasencia. Historia y población en la época contemporánea (1800-1900), Asamblea de Extremadura, Badajoz, 1994, 683 págs.

    La mortalidad infantil en Plasencia durante los siglos XIX y XX. Hacia una historia de la Casa Cuna y el Hospicio, Plasencia Diseño Gráfico, S. L., Ayuntamiento de Plasencia, 1998, 198 págs.

    Una bibliografía de Plasencia. Fichas, resúmenes y catalogación de obras relacionadas con Plasencia. Tomo I. Libros. Institución Cultural El Brocense de la Diputación Provincial de Cáceres y Ayuntamiento de Plasencia, Salamanca, 2006, 885 págs.

    Una bibliografía de Plasencia. Fichas, resúmenes y catalogación de obras relacionadas con Plasencia. Tomo II. Artículos. Institución Cultural El Brocense de la Diputación Provincial de Cáceres y Ayuntamiento de Plasencia, Jaraíz de la Vera, 2008, 847 págs.

    Plasencia. El placer del recuerdo. Editorial Amberley, Londres, 2010, 128 págs.

    Plasencia. Tradiciones y lugares. Editorial Amberley, Londres, 2011, 128 págs.

    Las revistas de Plasencia (siglos XIX y XX). Asociación Cultural Placentina “Pedro de Trejo” y Círculo Empresarial Placentino, Plasencia, 2019, 340 págs.

    Una bibliografía placentina. Adenda, Libros (2006-2024). Asociación Cultural Placentina “Pedro de Trejo”, Gráficas Pedro Arroyo, 390 págs.

    Es autor de más de sesenta artículos, la mayoría sobre temas placentinos, publicados en revistas de la ciudad y de la región, sobre asuntos muy diversos y con raíces en la historia: la organización parroquial placentina en los siglos XIX y XX, el cólera de 1834 en Plasencia, la mujer placentina en la época contemporánea, la población placentina en el siglo XIX, apogeo y decadencia del comercio en Plasencia, causas de la mortalidad en Plasencia durante los siglos XIX y XX, los efectos del vino en Plasencia durante la segunda mitad del siglo XIX y principios del XX, la Guerra Civil y la posguerra en Plasencia (1936-1944), historia de la emigración en Extremadura y su situación actual (1995), la estacionalidad de la natalidad en Plasencia en los siglos XIX y XX, el vino en el Fuero de Plasencia (siglo XIII), las comarcas del Campo Arañuelo, La Jara y Los Ibores a mediados del siglo XIX, contribución al estudio de los salarios, precios, crisis y relaciones laborales en el Norte de Extremadura durante la segunda mitad del siglo XIX y principios del XX.

    Sánchez de la Calle aborda también el callejero placentino (1998), la mortalidad infantil en los ámbitos urbanos y rurales del norte de Extremadura (1800-1970), “La Voz de Mayorga”, tres lustros en la ciudad del Jerte (2002); patrimonio bibliográfico de Plasencia: las revistas del siglo XX; dinámica y estructura social de la población extremeña, metodología y didáctica; historia de la imprenta en Plasencia (finales del XVIII a principios del XXI), el obispo Casas y Souto y su labor epistolar; semblanza del sacerdote liberal José García Mora, ensayo sobre las revista taurinas en Plasencia en el siglo XX, cincuenta años de revista en el IES “Gabriel y Galán” de Plasencia, economía y población en Plasencia durante la Guerra Civil y la posguerra (1936-1944), la Guerra Civil en Plasencia: represión, economía y población, historia de la prensa placentina, revistas de Semana Santa, historia de la Asociación Cultural “Pedro de Trejo” y la historia de la educación en Plasencia, entre otros. 


lunes, 15 de septiembre de 2025

SALVAR A LOS NIÑOS


    A mediados de agosto, el número de niños muertos por desnutrición y hambre en Gaza sobrepasaba el centenar, según datos de la oenegé Save the Children International (Salvar a los niños), que tiene como finalidad trabajar por los derechos de la infancia. Se suman a los más de 40.000 registrados como muertos o heridos debido a los bombardeos y ataques aéreos de los enemigos de sus padres, según datos del Fondo de la ONU para la Infancia (UNICEF). A esa fecha, había al menos 17.000 niños no acompañados o separados de sus familias y un millón de niños “profundamente traumatizados y sin acceso a la educación”.

    Las muertes por inanición se han convertido en cotidianas. La crisis humanitaria se agudiza y la asistencia sostenida se debilita cada día más. Los hospitales y las escuelas que sirven de refugio caen bajo las bombas. La desnutrición aumenta; las muertes se incrementan. Muchos viven en refugios hacinados, inseguros, carecen de espacio y privacidad, especialmente ellos y sus madres. Hasta los suministros para los espacios mínimamente habitables se agotan; no hay suministros para ellos, ni los vitales de saneamiento, agua y comida.

    Los niños son niños. ¿Qué culpa tienen ellos de las guerras, de quienes dicen defender a unos y atacan a los otros? Los vemos cada día con la mirada perdida, con sus cuerpecitos famélicos, tanto como sus madres, que tampoco hubieren nada que comer, ni que darles a ellos. Tienen muy poca vida en vida. En su inocencia, los niños dicen que desean ir al cielo, porque allí hay comida, agua, dulces y chocolate.... Allí no hay guerras ni bombardeos que les quiten lo poco que tienen y la ayuda que no les llega, porque otros necesitados se la roban. Los niños son quienes más pagan el precio del conflicto. La hambruna es un hecho. La desnutrición amenaza la vida de más de cien mil niños.

    Qué sentir y qué hacer ante la mirada perdida de esos niños solo huesos, cuando en Occidente vemos crecer a nuestros niños sanos y robustos, con la sonrisa que ofrecen a sus madres cuando, ya saciados y limpios, sólo buscan el sueño reparador que les hace crecer, entre los besos y caricias de sus progenitores…

    Casi dos años ya de guerra y van 60.000 muertos. Envueltos en las pocas sábanas que quedan, reciben sepultura entre las lágrimas de un pueblo, ya con sus sistemas de atención a la salud, agua, saneamiento e higiene, casi destruidos. Les lanzamos alimentos que solo algunos se llevan y a otros matan.

     Ya no hay lugar para ellos, ni descampados para jugar con pelotas o juguetes de trapo. Juegan con botellas y latas vacías, hasta con los restos de los misiles. Juegan en las calles abiertas entre los escombros para el paso de los carros huyendo con sus enseres hacia ninguna parte, porque no hay salida. Las fronteras permanecen cerradas. No hay tregua para la paz.

    Gaza no puede dormir por las explosiones. La vida de los niños pende de un hilo. Las madres no tienen lágrimas para llorar a sus difuntos. Los niños ya no tienen padres ni quien les acoja. Son niños huérfanos, hambrientos, moribundos, sin voz ya para pedir agua ni llanto para solicitar alimento. Sus sueños ya están rotos, su infancia perdida…


viernes, 12 de septiembre de 2025

LA SOCIEDAD NUCLEAR ESPAÑOLA REÚNE EN CÁCERES A 700 PERSONAS PARA EVALUAR EL ROL DE LA ENERGÍA NUCLEAR


La Sociedad Nuclear Española (SNE) celebrará su LI Reunión Anual en la ciudad de Cáceres del 22 al 26 de septiembre. El encuentro, considerado el principal foro profesional del sector nuclear en España, reunirá a más de 700 asistentes en el Palacio de Congresos y Exposiciones de la ciudad, según informa Foro Nuclear.


Durante cinco jornadas, especialistas, investigadores y representantes institucionales analizarán el presente y el futuro de la energía nuclear en un contexto marcado por la descarbonización, la presión sobre la seguridad de suministro y el incremento de la demanda energética, especialmente en sectores como los centros de datos.


El programa incluirá más de 300 ponencias, sesiones plenarias y talleres sobre operación a largo plazo de las centrales, innovación tecnológica y aspectos socioeconómicos de esta industria. Además, se habilitará una zona expositiva con presencia de empresas del ámbito nuclear y se ofrecerán actividades culturales para los asistentes.


Con el objetivo de fortalecer los vínculos entre el ámbito técnico y el entorno local, la SNE organizará actividades divulgativas en distintos puntos y espacios. Habrá talleres STEM (enfoque educativo destinado a mejorar el aprendizaje  para estudiantes de secundaria), sesiones de mentoring (aprendizaje mutuo y transmisión de conocimientos) para alumnas de 3º y 4º de la ESO a cargo de profesionales de Women in Nuclear (WiN), y charlas informales bajo el formato «La ciencia es la caña», impulsadas por Jóvenes Nucleares. Además, se impartirá un curso básico de introducción a la energía nuclear dirigido a universitarios.


La elección de Cáceres como sede, provincia donde se sitúa la central nuclear de Almaraz, coincide con un momento clave para el futuro del parque nuclear español, en un contexto en el que los profesionales nucleares consideran imprescindible revisar el calendario de cierre nuclear previsto a partir de 2027. En este escenario, el encuentro se convierte en un espacio de reflexión técnica y social sobre el esencial papel de la energía nuclear en el modelo energético actual.


La Reunión Anual de la SNE, en la que Foro Nuclear participa anualmente de forma activa con la presentación de ponencias, organización de charlas y presidencia y coordinación de sesiones técnicas, se ha consolidado como un espacio de referencia para la comunidad científica, las empresas del sector, las administraciones y la ciudadanía interesada en el debate energético. En su LI edición, se propone una vez más según sus organizadores, “como lugar de encuentro para repensar el futuro de la energía desde el conocimiento técnico, el análisis riguroso y el diálogo social”.


 

lunes, 8 de septiembre de 2025

EL DR. SÁNCHEZ DE LA CALLE CALIFICA COMO “ÉPICA” LA NOVELA DE SU DISCÍPULO ÁLVARO RUBIO SOBRE PLASENCIA


El autor y su maestro de Historia en Plasencia.


    El doctor en Historia y profesor jubilado de Enseñanzas Medias, José Antonio Sánchez de la Calle, ha calificado como “épica” la segunda novela de su discípulo en el Instituto “Gabriel y Galán” de Plasencia, Álvaro Rubio”, “Regis legatum” (El legado del rey), presentada en el Parador de Turismo de Plasencia en la mañana de ayer.

    Sánchez de la Calle se refirió al marco histórico de la novela, a los valores inherentes a la nobleza y al periplo geográfico por el que discurre la misma, que calificó de “épica”, frente a la primera, “Mi vida sin ti” (Editorial Vive Libro, Madrid, 2017), “más lírica”.

    En sus palabras de presentación, el doctor Álvaro Rubio, que ejerce la Medicina en Alemania, en las especialidades de cirugía cardíaca, vascular e intensiva, se refirió en sus palabras de presentación a “su amor por la literatura y la historia” y, aunque hace veintisiete años que dejó su tierra, “he encontrado tiempo para indagar y escribir un fragmento de una memoria que merece ser contada”. Seguidamente hizo una presentación de su segunda novela a través de los cuatro personajes principales; los protagonistas, Sancha de Zúñiga y Alonso de Herrera, y el obispo, Gutierre Álvarez de Toledo, y fray Tomás de Torquemada, y prefirió dejar al dictamen del lector su parecer sobre la obra, una vez leída.

    Al acto asistieron, además de familiares y amigos, profesores de su Instituto en Plasencia, su ciudad de nacimiento a la que le dedica la obra, y antiguos compañeros que llenaron por completo la sala capitular.


domingo, 7 de septiembre de 2025

BEATA ANA DE JESÚS, DE PLASENCIA A SER HIJA PREDILECTA DE SANTA TERESA EN ÁVILA


    Ana Lobera Torres
Beata Ana de Jesús
, conocida en su vida religiosa como Ana de Jesús (Medina del Campo, Valladolid, 25/11/1545; Bruselas, Bélgica, 04/03/1621) fue una religiosa española, discípula de santa Teresa de Jesús, que continuó su obra tras su muerte, fundando conventos de descalzas en Granada y Madrid y después en Francia y Bruselas. Fue beatificada por el papa Francisco el 29 de septiembre de 2024 en Bruselas.

Pertenecía a una familia conocida entre la nobleza española, hija de Diego de Lobera y de Francisca de Torres, y fue bautizada el mismo día que vino al mundo, ya que nació sorda y muda, y así estuvo hasta los siete años, hasta que rompió a hablar. A los pocos meses de nacer murió su padre y a los nueve años, su madre, quedando junto a su hermano Cristóbal, que sería jesuita, bajo la tutela de la abuela materna. Desde muy joven manifestó una clara tendencia a la espiritualidad, que chocaba con las aspiraciones matrimoniales de su abuela. Según sus biógrafas, en 1560, a los 15 años, intentando evitar la corte de pretendientes, se marchó con su hermano a Plasencia para vivir con abuela paterna, pero esta, como la otra, no entendía sus deseos de ser monja. Compartía su vida de familia con jóvenes de su misma inclinación espiritual, ya que su hermano fue jesuita; su prima María Lobera ingresó como carmelita descalza y otra prima, María Cabrera, fue clarisa en Plasencia.

En 1563, recién instaurado el Colegio de la Compañía de Jesús en Plasencia, a los 18 años, se puso bajo la dirección espiritual de su fundador, el P. Pedro Rodríguez y, bajo su dirección, comenzó a vislumbrar su clara vocación religiosa, aun sin saber en qué Orden debía profesar. En 1569, el P. Rodríguez fue destinado a Toledo, donde conoció la obra reformadora que llevaba a cabo la madre Teresa, donde se encontraba realizando su quinta fundación. Ese año, Ana enfermó de fiebre cuartana o malaria. En 1570, su confesor le escribió a Plasencia informándole que Teresa de Ahumada fundaba conventos a la medida de su ideal y ella contestó que le expusiera su vocación a la madre Teresa y le dijera el convento donde tenía que profesar. Esta le responde que se cure de su enfermedad y le recomienda Ávila, por ser ella la priora. Mientras esperaba su respuesta, falleció su abuela materna en Medina del Campo y, un mes después de recibirla, murió su abuela paterna en Plasencia, con lo que allanó el camino de su vocación.

En la homilía de su beatificación en Bruselas, el papa Francisco subrayó, refiriéndose a Plasencia, que “en esta próspera tierra pudo florecer también el testimonio de la monja carmelita Ana de Jesús. Esta mujer estuvo entre las protagonistas, en la Iglesia de su tiempo, de un gran movimiento de reforma, tras las huellas de una gigante del espíritu, Teresa de Jesús, del que difundió los ideales en España, en Francia y también aquí, en Bruselas, que en aquellos tiempos se llamaban los Países Bajos Españoles”.

El 31 de julio de 1570 se traslada a Ávila, donde toma el hábito de novicia el 1 de agosto, a los 24 años.  Teresa de Jesús había avisado desde Toledo que le impusieran el nombre de Ana de Jesús. A mediados de agosto, la madre Teresa regresa a Ávila y conoce a quien sería una de sus más ilustres hijas y defensora acérrima de su carisma. El 1 de noviembre, Teresa de Jesús la envía a la nueva fundación de Salamanca. De camino, en el convento de Mancera, conoce a otra persona que sería clave en su vida: san Juan de la Cruz. El 22 de octubre de 1571 toma el hábito y profesa. Al año siguiente, la fundadora la nombra sacristana y enfermera. En Salamanca permanece hasta 1575 y convive estrechamente con Teresa de Jesús, con la que establece un fuerte vínculo que duró hasta el fin de sus días.

En febrero de 1575, la santa se la lleva a la fundación del Carmelo de Beas de Segura (Jaén), de la que Ana es nombrada priora. El 21 de enero de 1582 funda el Carmelo de Granada, donde san Juan de la Cruz fue elegido prior de los frailes de Granada. En julio de 1586 abandona Granada en compañía del místico para fundar en Madrid, donde inaugura el Carmelo de santa Ana el 17 de septiembre de 1586.

En 1604 fue elegida para encabezar la expedición de carmelitas descalzas que fundarían en Francia, El 18 de octubre inauguran el Carmelo de París; el 15 de septiembre de 1605, el de Dijon y el 14 de mayo de 1606, el Carmelo de Amiens.

En agosto recibe la petición de la infanta Isabel Clara Eugenia, hija de Felipe II, para fundar en Bruselas, que acepta con la firme condición de llevar también a los frailes carmelitas, El 22 de enero de 1607 inaugura el primer Carmelo belga, del que fue priora hasta su muerte. El 4 de noviembre funda el Carmelo de Lovaina y el 7 de febrero de 1608, el Carmelo de Mons.    

Las monjas de Beas fueron las primeras en adaptar los poemas sanjuanistas a las melodías populares de su época para poderlas cantar. Una monja de esta comunidad fue la que le inspiró las cinco últimas estrofas de su famoso Cántico Espiritual. La madre Ana le animó a concluirlo, y a ella se lo dedicó. Sus superiores le encargaron recopilar los libros de santa Teresa, dispersos en la Inquisición y en manos particulares, para entregárselos a fray Luis de León, que se encargó de su publicación. El autor de La perfecta casada le dedicó a ella su Comentario al libro de Job.

Tras siete años de terrible enfermedad, en que se queda totalmente paralítica, fallece a los 75 años, el 4 de marzo de 1621, en su Carmelo de Bruselas. Cuando su cuerpo estaba expuesto en el coro, ocurrió su primer milagro: la curación de una carmelita, Juana del Espíritu Santo, que estaba tullida, y, al besarlo, comenzó a caminar.

El 14 de diciembre de 2023, el papa Francisco aprobó el milagro para la beatificación de Ana de Jesús, atribuido a su intercesión.

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Bibliografía consultada: Yuste, Belén y Rivas-Caballero, Sonnia Laura, en Historia Hispánica, de la Real Academia de la Historia (https://historia-hispanica.rah.es/biografias/26660-beata-ana-lobera-torres); portal web de la diócesis de Plasencia, de 1 de octubre de 2024; Ana de Jesús: la pupila de santa Teresa y san Juan de la Cruz ya tiene milagro para su beatificación, en Vida Nueva, de 14/12/2023