lunes, 29 de diciembre de 2008

SERREJÓN: DE LAS MOCIONES DE URGENCIA A LA URGENCIA DE LA MOCIÓN DE CENSURA


Parecía cantado lo que iba a venir desde agosto pasado: la moción de censura de la única concejala popular en alianza con los independientes. Obsesionados por las percepciones recibidas por los miembros de la anterior corporación (2003-2007), como si el pueblo no tuviere necesidades ni proyectos mayores para su futuro ni alguna otra cosa que saber desde la toma de posesión de la actual corporación, el 16 de junio del mismo año, reclamaron ambos grupos las cuentas.

El equipo de gobierno hubo de salir al paso de una información propalada por la concejala del PP, y desde el sábado 27 pasado, alcaldesa por la gracia de los tres independientes, en torno a “posibles irregularidades en el cobro de dietas por parte de los miembros del anterior equipo de gobierno”.

El 9 de agosto, el grupo socialista en el gobierno legítimo negaba entonces las acusaciones vertidas contra la alcaldesa, Nélida Martín, y argüía que no solo no había permitido el acceso a la información a la que tenían derecho, sino que emplazaba a “los cuatro” (los tres independientes y la única concejala popular) a tener ocasión de examinarlas el 20 del mismo mes. Además, echaba por tierra la urgencia de las mociones de acuerdo con los informes jurídicos del secretario de la corporación y de la Dirección General de Administración Local de la Junta de Extremadura, “por no estar debidamente justificadas y vulnerar el derecho del resto de los concejales a estudiar con el detenido sosiego las propuestas que en ellas se contienen, que podrían ser incluidas, además, en el apartado de ruegos y preguntas”.

Los tres ediles independientes y la concejala del PP habían aprobado tres supuestas mociones de urgencia, entre ellas una sobre las cuantificaciones percibidas por los miembros del anterior equipo de gobierno, que Administración Local de la Junta requirió que fuesen anuladas “para adecuarse al ordenamiento jurídico”.

Por otro lado, el grupo socialista recalcaba entonces que todas sus propuestas para aclarar el acuerdo que regulaba las indemnizaciones de la actual corporación para adecuarlas a las recomendaciones de la Dirección General habían sido rechazadas por la alianza cuatripartita de independientes y populares.

Llegó el 20 de agosto, y desde entonces nunca más se supo. No hemos sabido que haya habido, como afirma el secretario general de los populares cacereños, una etapa de “división y ruptura”, ni hemos tenido conocimiento por la Subdelegación del Gobierno de que los habitantes de Serrejón se hayan enfrentado entre sí en una etapa “de alcaldía socialista de división y ruptura”.

Tratar de justificar lo injustificable, por oportunismo político de ocasión, como hace el secretario de los populares cacereños, eso sí que es “sectarismo y partidismo”, que propicia un cambio de gobierno en el que la nueva alcaldesa representa una opción política legítima, pero única entre dos grupos que agrupan a seis concejales más, entre ellos los tres del Partido Socialista, que obtuvieron la mayoría.

El “buen humor y la alegría de vivir” que predica el señor Casero, no se sostiene por este precedente de verano, en el que la oposición quiso dar un “golpe de mano” que no se atrevió a dar cuando hubo que hacerlo, sino a toro pasado, y por la vía de urgencia, desestimada entonces por los informes jurídicos. No parece sino que la “novia elegida” por los tres ediles independientes lo haya sido por una rabieta de los cuatro, pero nunca de los ciudadanos de Serrejón, pueblo al que el señor Casero promete ahora un futuro de prosperidad, “donde con el trabajo se aprenda y se progrese cada día”, como si los habitantes de la localidad necesitaren su optimismo locuaz para ello, o una cara nueva que representa tan solo la séptima parte de la delegación de poderes que realizaron en su día.

Ni Monago ni usted, con toda la representación legítima que les haya sido otorgada por su partido, son quienes para dar lecciones al Partido Socialista, y menos aún con la arrogancia con que han puesto el pie en la calle, arrasando con la palabra lo que no pudieron con los votos. Otros tampoco lo consiguieron ni aun con mentiras, luego trocadas en verdades. Su modelo de pluralidad y convivencia es también el socialista, pero su método no parece seguir los derroteros de aquélla, sino que opta por el negativismo divisor de la sociedad, como si todos sus miembros fueran tontos en vísperas del día de la inocencia.






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