domingo, 1 de noviembre de 2009

MERCADERES EN EL TEMPLO DE GRANADILLA

Granadilla es un templo en su iglesia, en sus murallas y castillo. Es monumento histórico-artístico nacional desde 1980. Fija el Real Decreto 2428/1980, de 26 de septiembre, la zona histórica-artística, que comprende todo el conjunto intramuros, incluyendo el castillo y la muralla, y una zona de respeto, incluyendo todo el perímetro poligonal exterior a la muralla y a una distancia constante de ochocientos metros de ella. La tutela y defensa de este conjunto, que queda bajo la tutela del Estado, será ejercida a través de la Dirección General del Patrimonio Artístico, Archivos y Museos por el Ministerio de Cultura (Véanse el artículo 2º y anexos del citado Real Decreto, en el BOE núm,. 270, de 10 de noviembre de 1980, págs. 25306-25307).

No parece que esa “tutela y defensa” fuere ejercida por organismo competente alguno. Desde hace varios años, extramuros de la población, una muchedumbre invade, a menos de ochocientos metros, esa zona de respeto prevista en el Real Decreto: son los mercaderes que acuden, como los buitres, a la llamada de una fiesta también de respeto: barras de bar, casetas con música por todo lo alto, chiringuitos de feria, mercaderes de ocasión para “hacer su agosto” a rebufo de la llamada que supone el 1 de noviembre para los descendientes de Granadilla, que acuden con sus hijos nacidos en el exilio, a honrar a sus muertos. Cientos de vehículos perturban una paz que, en sus primeros años, se traducía en el tradicional oficio religioso y la visita al cementerio. No fueren bastante dos patrullas de la Guardia Civil para poner paz y orden en el orden violado de la zona de respeto, y en el respeto obligado a quienes, hijos de Granadilla, cumplían con sus ritos, y este otro a cuál más importante: el reencuentro en la plaza, las presentaciones de descendientes desconocidos, el recuerdo de su infancia y madurez, el destierro anunciado...

No acuden ya muchos, por impedimentos físicos o por edad, sino porque ven allanado su templo y convertido su pueblo en una feria de mercaderes, que prostituye una de las dos visitas anuales a la villa perdida.

Hubiere de recordar, según el Evangelio, la expulsión de los vendedores del Templo (Mt: 21: 12, 13, 17; Lc 19: 45-48; Jn 2: 14-16): “Llegan a Jerusalén; y entrando en el templo, comenzó a echar fuera a los que vendían y a los que compraban en el Templo; volcó las mesas de los cambistas y los puestos de los vendedores de palomas y no permitía que nadie transportase cosas por el Templo. Y les enseñaba, diciéndoles: ¿No está escrito: Mi casa será llamada Casa de Oración para todas las gentes? ¡Pero vosotros la tenéis hecha una cueva de bandidos! Se enteraron de esto los sumos sacerdotes y los escribas y buscaban cómo podrían matarle: porque le tenían miedo, pues toda la gente estaba asombrada de su doctrina. Y al atardecer, salía fuera de la ciudad”.

Los mercaderes del templo de Granadilla campan a las afueras, a menos de ochocientos metros. Entran en su templo no para orar; visitan el cementerio donde no hubieren deudos; trepan castillo y murallas y quisieren entrar también en las casas cerradas, que nunca fueren suyas. Los estudiantes, cuando los hubiere el 1 de noviembre, salen de excusión para no ser testigos del espectáculo, y proseguir el día 2, fiesta religiosa de difuntos, en la paz que hallaren en la villa perdida.

Mañana comienza un nuevo turno para alumnos de Salamanca. Los mercaderes han salido todos al atardecer; pero han roto la paz del templo, “porque el atrio exterior se haya convertido en un mercado” (Mt: 21, 13).

No puede prohibirse a nadie la entrada a un monumento histórico-artístico para visitarlo, excepto a las horas convenidas; pero el 1 de noviembre, por sus santos y señas de identidad para los hijos de Granadilla, menos aún. Porque si el Maestro expulsó a los mercaderes del templo fue por celo hacia las cosas de su Padre: “No hagáis de la Casa de mi Padre una casa de mercado.” Y en eso, además de la oración en el templo, han convertido Granadilla el 1 de noviembre los mercaderes del Templo.

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