El perfil ha sustituido al curriculum como el tractor al arado. Toda persona tiene un curriculum, pero no todas tienen un perfil. Han crecido los curriculums, pero disminuyen los perfiles. Se desecha lo primero, porque todos lo hubieren, y se prefiere lo segundo. Y entonces, muchos son los llamados, pero pocos los elegidos. Todos tienen un perfil, pero no todos dan el perfil.
El perfil que se busca para darle nombre no es aquel con el que la Policía ficha a un malhechor: de perfil derecho, izquierdo y de frente. El perfil es el todo frente a la parte que retrata el cuerpo; no es una línea del contorno o la silueta de una cosa, como el perfil de un paisaje o la talla de una modelo para la pasarela. El perfil es el conjunto de rasgos peculiares que caracterizan a una persona o cosa. Hay un perfil del consumidor como hay un perfil del currante o del escaqueador; un perfil del hombre honrado frente a otro del estafador; hay un perfil que da la talla y otro que no llega a ella. El perfil se define también como los complementos y retoques con que se remata una obra o cosa, cuando solo restaren los últimos perfiles para inaugurarla. El perfil, es algo más que la silueta, el contorno, la línea, la forma, la figura, el rasgo, el trazo, el adorno… El perfil es más de alma que de cuerpo; más de espíritu que de trazos definitorios del intelectual o del artista; más de compromiso que de afiliación; más de militancia activa que de audición pasiva, más de fe vivida que de cumplimiento obligado; más de profesionalidad en el trabajo que de estar en él sin trabajar. El perfil es el ser y el saber estar.
Subsume el perfil un conjunto de capacidades y competencias que identifican la formación de una persona para asumir en condiciones óptimas las responsabilidades propias del desarrollo de funciones y tareas de una determinada profesión.
El hábito no hace al monje como el título al profesional, ni tampoco lo da el curriculum. El perfil es el título y sus circunstancias porque, a veces, quienes buscan perfiles para darles nombre, ni tuvieren título ni curriculum ni perfil, sino tan solo un nombre del santoral, al que ni siquiera hicieren merced. Tuvieren más perfil quienes todo lo aprendieren en la universidad de la vida y los campesinos que viven de su huerta, aunque no llueva, que los elegidos a dedo sin perfil y sin curriculum.
Unos políticos, reunidos en sanedrín, confeccionan las listas electorales comenzando por arriba y por atrás hasta que los elegidos se encuentren en el número fijado. No buscan perfiles, sino nombres, amigos, deudas políticas que saldar, puestos de trabajo a quienes lo perdieron. El aparato no busca perfiles, ni falta que le hicieren, porque cualquiera vale lo mismo para un roto que para un descosido. Una auxiliar administrativa pasa a ser diputada regional por la gracia de su ama, a la que en otro tiempo insultare, pero lo que cuenta es el futuro. La casta privilegiada de la sociedad dice buscar perfiles para después ponerles nombre; pero más bien hacen la lista sin buscar perfiles inexistentes, aunque ellos los exijan para los demás.
Un “dios” del aparato de un partido advirtió un día de confección de listas que un alcalde no daba “su” perfil, no el perfil; lo sustituyeron por otro como cabeza de serie y el fracaso electoral fue rotundo. Un político que se jactare de reunir a los mejores, no cumple ni el periodo de embarazo para echar a la calle a secretarios y directores generales, quizá porque no cumplieren con su perfil. ¡Oh, el perfil! Con tantos curriculums y no damos el perfil que exigimos a los demás. Ellos que tanto exigen no cumplen con lo que predican porque no hubieren ni curriculums ni perfiles, solo sectarios alrededor que votaren sin saber lo que hace su mano derecha porque ignoraren también lo que hiciere su izquierda; pero, al fin, “más vale hombre feo con buen arreo que mozo bonito y sin un pito”, aun sin perfil ni curriculum.
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