sábado, 16 de junio de 2012

“EN LA ACERA DE ENFRENTE”

           El Juzgado de lo Social número 4 de Badajoz ha condenado al Ayuntamiento de Olivenza por la “modificación sustancial” de las condiciones de trabajo del ex director de una residencia de mayores y de una auxiliar administrativo, en funciones de secretaria adjunta al anterior, al vulnerar su derecho a la dignidad, al considerar el alcalde popular de la localidad que ambos “estaban en la acera de enfrente”, al ser reconocida por ellos mismos su afinidad al PSOE. En la sentencia, el juez ha condenado al consistorio, tras declarar extinguida la relación laboral, a abonar al primero con 66.219 euros y a la segunda con 17.120, además de 3.126 euros a cada uno por la vulneración del citado derecho a la dignidad.

Los cambios de gobierno, capitalizados en muchas ocasiones por personas no expertas en Derecho y en  gestión administrativa, suelen conllevar despidos por causas políticas, además de las consabidas afectas al personal eventual, interino o de confianza; pero nunca “por estar en la acera de enfrente”, que más bien pareciere una venganza política que una cuestión de escisión de la relación laboral.

            “Estar en la acera de enfrente” no ha sido siempre sinónimo de ser diferente a la mayoría, de pensar u opinar de forma distinta a los que no opinan igual que nosotros; a la calle que nos separa, delimitada por dos aceras que requiere decisión para unirlas, sin que por ello fuéremos condenados; a estar del lado opuesto a una opinión particular; al sentir que no se está en lugar de los hechos y que solo se fuere un espectador; o que la acera de enfrente es para los valientes y aguerridos soldados y militantes que sustentaren una ideología salvadora de la patria….

            “Estar en la acera de enfrente” significaba en el antiguo régimen ser maricón, vago o maleante, personas no reconocidas por los puristas del sistema. En la antigüedad, hombres y mujeres debían circular por lados opuestos a la calzada, como en las misas preconciliares al Vaticano II, en que las mujeres ocuparen la izquierda y los hombres,  la derecha de las dos bancadas del templo; o como en las piscinas de la Ciudad Deportiva de Cáceres, ahora clausuradas, en que varones y mujeres hubieren de ocuparlas separadamente por altos setos que evitasen miradas lascivas o libidinosas. Mujeres y hombres circulaban  por lados diferentes a la calzada y si alguien mostrare indicios de homosexualidad, eran invitados a cambiarse de acera para unirse al lado de las mujeres.

            Durante el franquismo, era costumbre que vagos y maleantes, rufianes, proxenetas y gays, se pasearan por los números pares de la Gran Vía, entonces avenida de José Antonio. De tal guisa que, conocedores de la costumbre, podían pasearse por la acera de los pares “si buscaban tema”; y si fueres hetero, caminabas por los impares, mirando con cierta envidia a los de la acera de enfrente. Resultare que el lado de los pares es ahora Chueca. ¿Quién se lo iba a decir a los hoy llamados gays? Siempre se dijo que a Lorca lo asesinaron “por rojo y maricón”, aunque el investigador malagueño Miguel Caballero, autor de “Las trece últimas horas en la vida de García Lorca”, lo atribuya a las rencillas familiares que enfrentaban a los Lorca con los Roldán y los Alba.

            La situación en los hemiciclos parlamentarios de las familias de diversas ideologías nace en tiempos de Luis XVI, en Francia, cuando se situaron a la derecha de la Presidencia de la Asamblea Nacional la nobleza y el clero, y a la izquierda, la burguesía y al pueblo llano. Las democracias occidentales mantienen hoy la situación de izquierda y derecha a la vista de la Presidencia de las Cámaras y, cuando hubiere cambio de gobierno, se limitan a cambiar el tapiz de los sillones del Gobierno para mantener en su sitio a rojos y azules, excepción hecha por el actual presidente de la Junta de Extremadura, que cambió el lugar consuetudinario por problemas de agenda, así como los nombres de las instituciones de la Comunidad que figuran en el Estatuto, por ellos aprobado.

            Las calles tienen dos aceras, la izquierda y la derecha, y los viandantes son libres de caminar por cualquiera de las dos, aunque a veces colisionen los derechos de quienes van por la suya y de quienes prefirieren la de sombra a la de sol. Por algo, un ayuntamiento regido por el PP, como el de Villagarcía de Arousa, aprobó en mayo pasado una ordenanza que prohibía a los peatones detenerse en grupos en las aceras o la restricción del uso de patines y bicicletas en plazas y calles peatonales. La derecha ha patrimonializado las calles y hasta las aceras. Fraga dijo que “la calle era suya” cuando en realidad quiso decir que él era el responsable de que nadie caminase por la acera no debida. Los ingleses han mantenido la tradición de que los vehículos a motor circulen por la izquierda porque por ese lado circulaban los carruajes, para evitar darles latigazos a los caballeros andantes de la derecha que por ellas caminaren hacia el Parlamento de Westminster en lugar de a los caballos. Al ex presidente de la Junta y actual secretario general del PSOE extremeño, Fernández Vara, le acusaron  en el hemiciclo de haber pertenecido a la organización juvenil de la derecha antes de militar en el PSOE. Tomó la palabra su maestro, Ibarra, y sentenció: “El Reino de los cielos está lleno de arrepentidos”, o, lo que es lo mismo, “arrepentidos los quiere el Señor”, o “de sabios es rectificar”. Cuando llegó a la Presidencia de la Junta, Vara no pidió carné del partido a algunos de sus colaboradores y se la jugaron; cuando Monago tomare posesión, el 7 de julio del pasado año, dijo, como maestro de ceremonias litúrgicas del Vaticano antes de un cónclave”: “Extra omnes” (fuera todos)… que no pertenezcan a mi cónclave… Vara se tragó, por no pedir el carné, a gente que trabajó para él y hoy lo hace para el PP. Monago echó a la calle a eventuales, interinos y “gente de mal vivir”… de la acera de enfrente, como el alcalde de Olivenza, lo que ha dado lugar a depresiones, pobreza y separaciones matrimoniales múltiples. Olvida el origen político de muchos de los suyos, que antes compartieron escaño en su sitio del hemiciclo y que fueron notables de hasta tres partidos diferentes, pero hubieren una sola fe y tres filiaciones distintas, como en el misterio de la Trinidad: el sillón parlamentario, que les diere más réditos que su profesión, si la hubieren, aunque a la hora final renegaren tanto de su credo político como religioso tras el “extra omnes” que también se les aplicare a otros del mismo redil, pero de la acera de enfrente…, como en el caso de Olivenza.


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