martes, 5 de junio de 2012

LA AUSTERIDAD DE LOS POBRES

           Un pobre es un austero de solemnidad, porque es rígido en la forma de obrar y vivir. A un pobre le sobran todos los adornos, porque es ascético y frugal, sobrio como los monjes tras las paredes de su convento, templo de la austeridad, donde sus inquilinos viven de los productos que cultivan en sus huertas y de la fe que alimenta su espíritu.
                                                      
            Nunca se habló tanto de la austeridad como hoy, aunque se practicare durante siglos; pero hay una austeridad silenciada, la crisis del hambre, que siempre existiere en la Tierra, y subsiste, y otra más cacareada austeridad, que no fuere otra que la que pidieren los políticos al pueblo cuando para ellos no existiere o la tradujeren por recortes en todos los ámbitos, justo lo contrario de lo que prometieren y hubiere de ser su norte y guía: reforzar las áreas destinadas al bienestar, como la salud, la educación, la atención a los necesitados, congelaciones salariales, aumento de impuestos, acoso a los funcionarios…, poniendo al pueblo austero en situación de emergencia social, en la calle, en el retorno a la mayor crisis de todas: el hambre que pasaron nuestros padres y abuelos para construir un mundo mejor, que ahora despedazan, mientras ellos se enriquecen. La austeridad es para el pobre y la riqueza para los políticos, los ricos y los mercaderes.

            Harry Truman (1884-1972), trigésimo tercer presidente de los EE UU de América, fue un político austero en cuyo espejo debieran mirarse los actuales, porque cualquier parecido con la realidad sería pura coincidencia. Tras dejar la Casa Blanca, se trasladó a vivir a la única propiedad que tenía: una casa heredada por su esposa en Independence (Missouri), donde vivieron hasta su muerte.

            Cuando se retiró de la vida oficial en 1952, todos sus ingresos consistían en una pensión del Ejército de 13.507 dólares anuales. Cuando algún congresista se enteró de que se pagaba sus sellos de correos, el Congreso le otorgó un complemento, y más tarde una pensión retroactiva, de 25.000 dólares anuales. Tras la toma de posesión de su sucesor, Eisenhower, Truman y su esposa regresaron a Missouri conduciendo su propio coche, sin compañía alguna del Servicio Secreto, y no como hoy, en que lo hacen en helicópteros presidenciales y siempre con vigilancia y pensiones vitalicias. Cuando le ofrecían puestos corporativos con elevados salarios, los rechazaba diciendo: “Ustedes no me quieren a mí; lo que desean es la figura del Presidente, y esa no me pertenece: le pertenece al pueblo norteamericano y no está en venta…” Cuando el Congreso quiso darle la Medalla de Honor en su 87 aniversario, un año antes de su fallecimiento, la rehusó contestándoles: “No considero que haya hecho nada para merecer ese reconocimiento, venga del Congreso o de cualquier otro sitio.” Como Presidente se pagó todos los gastos de viaje y la comida de su propio bolsillo. Al final, escribió: “Mis vocaciones en la vida fueron ser pianista de una casa de putas o político. Y, para decir la verdad, no existe gran diferencia entre los dos.”

            En una casa de putas…, en eso se dice que han convertido España los políticos.  ¡Qué lejos del ejemplo de aquel gran presidente americano! Las redes sociales echan humo reclamando una justicia social que se les recorta cada día más y que muchos parecen ignorar, empezando por la casta privilegiada. Un ejemplo revelador de uno de estos mensajes, que pretende recortar los privilegios de los diputados nacionales, dice así:

            “Comparativa de sueldos y trabajo:

             Trabajador: 1.200 € por sacar adelante la producción.
             Policía: 1.600 € por arriesgar la vida.
             Bombero: 1.800 € por salvar vidas.
             Profesor: 1.400 € por prepararte para la vida.
             Médico; 2.200 € por mantenerte la vida.
             Diputado que no sabe hacer la “O” con un  canuto: 30.000 €, para joderte la vida a ti, al trabajador, al policía, al bombero, al profesor, al médico y al pianista de su casa… durante toda la vida.

            El debate austeridad-crecimiento, es falso. Por ello, nuestro Presidente del Gobierno de España, que dice hablar y hacer su programa político como Dios manda, afirma: “Creo que el debate entre austeridad y crecimiento tiene bastante poco sentido, porque una cosa es compatible con la otra y, además, una cosa es necesaria para la otra. Creo que hay una tercera cosa de la que nadie habla: austeridad, sí; crecimiento, también.” ¿Entendido? ¿Y quién sostiene nuestra deuda, quién baja la prima de riesgo y quién la paga? ¿Los pobres, quizá? ¿O habremos de ir a ver al pianista para que nos aconseje?

            ¿Qué preocupa a los españoles? La clase política no parece enterarse, aunque se lo diga la última encuesta del CIS: el paro (81,1%); los problemas económicos (46,7%) y la clase política (22,1%), las tres mayores preocupaciones de los españoles, según la última encuesta realizada entre el 3 y el 11 de mayo último. Esto se entiende mejor.

        




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