"Stabat Mater Dolorosa" (Estaba la Madre
dolorosa)
Iuxta crucem lacrimosa (Junto a
la Cruz, llorosa)
Dum pendebat filius (En que pendía
su Hijo).
Cuius animam gementem (Su alma gimiente)
Contristatam et dolentem (Contristada
y doliente)
Pertransivit glaudius (Atravesó la
espada)
Tercera palabra de Cristo en la Cruz: "Mujer: aquí
tienes a tu hijo... Aquí tienes a tu madre " (Jn., 19, 26-27). Sin nadie
más en la Tierra, la expiración a punto, camino su Madre de la soledad, a quién
encomendar su cuidado sino al discípulo amado, Juan y, junto a él, a todos los
cristianos. El papa Pablo VI la declara Madre de la Iglesia en la clausura del
Vaticano II (21 de noviembre de 1964): "Proclamamos a María Santísima
Madre de la Iglesia, Madre de todo el pueblo de Dios, así de los fieles como de
los pastores que la llaman Madre Amorosa... Tú, que por tu mismo divino Hijo,
en el momento de su muerte redentora, fuiste presentada como Madre al discípulo
predilecto, acuérdate del pueblo cristiano que se confió a Ti..."
La Madre tiene otro hijo; el discípulo más amado tiene a
su madre. Testamento del amor recíproco: quien recibiere amor, entrega todo su
amor. Todo lo recibió de su madre en la tierra quien ahora se entrega a su
Padre; pues qué triste fuere darlo todo
sin recibir nada; ofrendarlo por siempre en la última hora.
Traduce Lope la segunda secuencia del "Stabat
Mater" :
"Oh, cuán triste y cuán aflicta
se vio la Madre bendita,
de tantos tormentos llena!
Cuando triste contemplaba
y dolorosa miraba
del Hijo amado la pena."
La Virgen de pie, a la derecha de Cristo Crucificado;
Juan, a la izquierda, tema del arte cristiano. El "Stabat Mater" ha
ilustrado cerca de doscientas composiciones musicales: Palestrina, Haydn,
Vivaldi, Liszt, Verdi... La Madre sufriendo a los pies de la Cruz.
Los cristianos tenemos dos madres en nuestra vida: la que
nos la dio, nos ampara y protege, a quien siempre recurrimos y apelamos; y la
Madre del cielo, a quien suplicamos mercedes y amparo, bajo advocaciones mil:
Montaña, Puerto, Argeme, Altagracia, Guadalupe, Prado, Encinar, la Jara, Piedad,
Santa María del Trampal, Soledad, Eulalia..., mil nombres de la Madre, con
nombres de formaciones vegetales, especies cultivadas, plantas mediterráneas,
como la vid y el olivo; árboles y gramíneas; de sauces, enebros, fresnos y sabinas;
árboles míticos..., tantos nombres y advocaciones como la riqueza cultural y
etnográfica de España que nos rodeare; tantos como nombres de mujer, de
topónimos, a los que invocamos así en la tierra, tan cercana a nosotros, como
al cielo que nos acoge... "Stabat Mater", siempre junto al Hijo, como
nuestra madre terrenal, como la nuestra en los cielos..., según los versos de
la séptima secuencia del "Stabat Mater" de Lope de Vega:
"Porque acompañar deseo
en la Cruz, donde le veo,
tu corazón compasivo"
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