sábado, 25 de enero de 2014

ENTRE AUCTORITAS Y POTESTAS


           No hubiere habido quizás otro presidente de una Cámara legislativa en democracia que tuviere más paciencia que Manuel Marín, presidente del Congreso de los Diputados (2004-2008), en la segunda legislatura de Zapatero. Hubo de aguantar burlas, chanzas, zapatazos, risotadas... de la bancada popular, sin que su ánimo --templado en las largas negociaciones de Bruselas antes de la entrada de España en la Unión Europea- se alterase más allá de la prudencia de quien ostenta la potestas, además de la auctoritas, que se le supone.
 
            Sin embargo, el diputado popular hoy por Murcia, y en aquella legislatura por Valencia, Vicente Martínez Pujalte, famoso por sus broncas durante la última legislatura del gobierno socialista, acabó con la paciencia del presidente Marín. Durante un debate sobre Afganistán, Pujalte protagonizó tal algarada con insultos y pataleos, que el presidente de la Cámara hubo de expulsarle. El diputado abandonó el hemiciclo haciendo reverencias burlonas al presidente y a la bancada socialista. Se da la circunstancia de que el diputado popular es numerario del Opus, cuyos miembros tienen votos de pobreza, castidad y obediencia, y se vio obligado a abandonar su vida de castidad para poder casarse con la secretaria de Estado de Turismo desde el 31 de diciembre de 2011. Pujalte pasó a la historia por ser el primer diputado expulsado del Parlamento por su comportamiento y no por afeitarse el bigote para contraer nupcias. Un mal ejemplo y estigma para su señoría que, a su condición de representante del pueblo, unía la de ser miembro de una Obra que le compromete todavía más en la ejemplaridad que también se les supone.
            No sabemos si el diputado socialista Antonio Rodríguez Osuna, habrá tenido el honor de ser el primer expulsado en la historia de la Cámara regional. Lo que sí está claro es que los anteriores presidentes tenían más paciencia y aguante, más auctoritas, que el actual presidente popular, quien, en apenas dos minutos y medio, le expulsó tras darle dos `advertencias´ e instarle a la tercera a "abandonar el hemiciclo"..., por lo que consideró un gesto ofensivo hacia él, al reprocharle que se había tocado la cara con la mano y señalarle con el dedo índice, como diciendo "vaya jeta tiene la presidencia", según su propia explicación, y que negaba a continuación con expresivos gestos el diputado.
            El presidente de la Cámara regional, Fernando Manzano, mezcla y confunde, más veces de lo que fuere deseable, su papel institucional como presidente de la institución --la potestas, que le asiste en plenitud por elección-- con su rol político como hombre de partido (es el secretario regional del PP) y tal circunstancia le hace perder la auctoritas que se le supusiere.
            De otro lado, en el mismo pleno se iba a votar una propuesta de rechazo al proyecto de ley del aborto, que contaba con los votos a favor del PSOE, IU y PREX-CREX, con lo que se produciría el resultado de 33 a favor y 32 en contra. Cuando por segunda vez la izquierda hubiera podido ganar una votación en la actual legislatura (recordemos la votación de noviembre de 2012, cuando un diputado socialista se equivocó en la votación a favor de suprimir la paga extra a los funcionarios, que se ganó por 33 votos a favor --los 32 del PP más el del diputado socialista- y 32 votos en contra, los 29 del PSOE más los 3 de IU), muchos han sospechado en la rapidez del presidente en expulsar a un diputado socialista para no perder la votación antes que en su auctoritas para mantener el orden en el hemiciclo. En la pasada legislatura, algunos de los suyos, hoy en cargos institucionales, hacían más gestos y reproches con las manos y con la voz a los portavoces socialistas en la tribuna, y nada pasare...
            En el Derecho Romano se entiende por auctoritas una cierta legitimación socialmente reconocida, que procede de un saber y que se otorga a una serie de ciudadanos. La auctoritas la ostenta aquella personalidad o institución, que tiene capacidad moral para emitir una opinión cualificada sobre una decisión. Si bien dicha decisión no es vinculante legalmente, ni puede ser impuesta, tiene un valor de índole moral muy fuerte. El concepto de auctoritas se contrapone al de potestas, o poder socialmente reconocido.
            Cómo entender, pues, la potestas. El mismo Derecho Romano entiende por tal el poder socialmente reconocido, que ostenta la autoridad que tiene capacidad para hacer cumplir una decisión. ¿Qué línea divisoria delimita ambos términos? Para algunos autores, como Mikel Agirregabiria, el matiz distintivo estriba en que la auctoritas se ejerce con flexibilidad, diálogo y contando con las opiniones de los demás. Rafael Domingo, recuerda la precisión de Álvaro D' Ors, entre auctoritas como saber socialmente reconocido, y potestas como poder socialmente reconocido.
            Para otros autores, como David Devesa, de la Universidad de Navarra, la auctoritas era una forma de legitimación social que procedía del saber, de la valía, una capacidad moral para emitir opiniones cualificadas que eran valoradas por la comunidad y que, aunque carecían de valor vinculante legalmente, su fuerza moral era innegable. La potestas, sin embargo, hace referencia a la capacidad legal para tomar decisiones; al cargo, al liderazgo formal. Lo idóneo, según este autor, es que para el ejercicio de cualquier liderazgo o cargo, sea precisa la concurrencia de auctoritas y potestas, aunque, en ocasiones, se hacen visibles dos estilos diferenciados de liderazgo.
            No puede haber un liderazgo basado solo en la potestas  sin la concurrencia de la auctoritas, que es lo que le pasa a Manzano, que deja hacer a los suyos, mientras a los demás no les pasa ni una. Sencillamente, porque no une potestas con auctoritas. La primera se le supone; la segunda se pone en cuestión en casos como el citado.
 

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