sábado, 18 de julio de 2015

PROFESIONALIZAR LA ADMINISTRACIÓN


           Los nombramientos efectuados por el presidente Vara en el segundo y tercer nivel de la Administración Autonómica  --secretarios y directores generales—ilustran sobre el talante de la nueva política con que ha abierto su legislatura: mantener en su ejecutivo a dos directoras generales del anterior equipo de Monago (Blanca Irene Montero, anterior secretaria general de Financiación Autonómica, que pasa a ser secretaria general de Presupuestos y Financiación, y Verónica Puente, a la que mantiene en su cargo de directora general de la Función Pública), además de nombrar a políticos de su partido para otros cargos y a funcionarios con categoría de jefes de Servicio como directores generales, no solo da a entender que no quiere hacer tabla rasa del pasado, al premiar a unos funcionarios que lo han hecho bien, en una actitud que le honra, porque el funcionario no sirve al partido, sino a la Administración Autonómica y a la política que dimane del partido gobernante.


El Presidente da con ello una señal inequívoca de buena fe: no es preciso ser del partido para ser funcionario ni tampoco para ocupar una dirección general. Profesionalizar la Administración hasta este nivel es bueno para el funcionario y aconsejable para la propia Administración regional, gobierne quien gobierne. Es, lisa y llanamente profesionalizar la Administración. Algo de lo que ya se habló, pero de lo que los partidos parecen haber rehuido… hasta que llegó Vara.


La Administración no debe ser servida solo por militantes del partido. Estos canalizan la libre voluntad y opción política popular, mientras que la Administración sirve a todos a través de la institución en la que se encuadra. El nombramiento de funcionarios que han llegado a ser jefes de Servicios en su carrera profesional como directores generales supone la profesionalización de la Administración hasta un nivel mínimo y la profesionalización de la misma, que no tiene por qué colisionar con el programa político del partido que ha llegado al gobierno. La carrera diplomática es un buen ejemplo de ello: se puede ser embajador de tu país y defender en el que lo sea, los intereses de la nación y de los compatriotas que en él residan, independientemente del color político que asuma el funcionario que, en este caso, no debe, ni puede, ser otro, que la defensa del interés general del país al que representa y no los de su partido.


Políticos son los consejeros y, quizá, los secretarios generales; pero no los directores generales. Ha hecho muy bien el presidente Vara en dar esta lección no partidista de la Administración Pública que subraya, de otra parte, la profesionalización de la Administración Pública, tan necesitada de estímulos como reconocimiento de los mejores por méritos propios y no políticos.


Se da la circunstancia, muchas veces, de que los nombramientos políticos  lo fueren solo por razones políticas y de grupos del poder, pero no por méritos profesionales ni de vocación de servicio público. Por ello, nos congratulamos del nombramiento del director del Servicio Extremeño de Salud (SES), Ceciliano Franco, quien llevó a cabo, junto al presidente Vara, la implantación de la Sanidad transferida en Extremadura, colocándola en el segundo lugar del país. Su vuelta a él, por profesionalidad y experiencia, estaba cantada; como el regreso a la primera fila de la política regional de Ascensión Murillo, un tanto descolgada tras dejar el Senado y el Ayuntamiento de Mérida. No tanto así con la nueva directora general de Arquitectura, Vivienda y Políticas de Consumo. Ya lo dijimos cuando salió la lista a la Asamblea por la circunscripción de Cáceres: solo sabe hablar por teléfono... No sabemos qué habrá visto el Presidente en ella, aunque sí su secretario provincial. Va lista si hace aquí la misma política que hizo en Administración Local (2003-2007): nada de nada; pero Vara no sabe nada de esto. Es un claro caso de nepotismo político que principió en 2003, apadrinada por quien todos sabemos y  a quien todo se lo debe, y va por su tercera legislatura… ¡Qué sabrá ella de Arquitectura, Vivienda y Consumo…!  Al menos, Francisco Martín Simón, en Turismo, es un profesional trabajador de la política, como demostró en la misma legislatura en Plasencia como concejal y en la anterior como diputado en la asamblea. Se repiten los mismos errores, tanto en el partido como en el gobierno. Aquí no vale ser amiguito ni validos de nadie: hay que ser profesionales de la política al servicio de los ciudadanos. Lo demás, sobra.




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