sábado, 26 de noviembre de 2016

LA MILITANCIA Y LOS MILITANTES

 
           Los políticos recurren más a la voz militancia que a la de los militantes, como si estos no formaren parte de aquella. Se considera que un militante pertenece a una determinada ideología, grupo o partido político, o que defiende una ideología concreta. Se es o no militante en favor de algo: es simpatizante del partido, aunque no milita, suele decirse, como aquellos otros que afirmaren: soy católico, pero no practicante...; es decir, que no milita en el cumplimiento de los preceptos de su iglesia. Militancia es la condición de militante. Deriva del latín: militaris, el que milita como soldado en un ejército; de ahí que entendamos como tal que la militancia presupone la condición de militante, quien brinda su apoyo a una causa o proyecto que figura en un partido o colectividad. La militancia es, pues, el conjunto de los militantes de una organización.
            Hay una diferencia sustancial entre militante y simpatizante. El militante es un soldado que colabora con una organización, movido por un sentimiento ideológico por el cual se siente identificado. Un simpatizante, empero, es aquel que está de acuerdo con la filosofía política de cierto partido o coalición, pero no milita en ellos, aunque la apoye, colabore, le preste asistencia... Hay militantes y afiliados; este simpatiza; aquel trabaja voluntariamente para su organización, además de pagar una cuota para su sostenimiento, y se presupone que se halla en primera línea de batalla para hacer proselitismo de su ideología; el afiliado, apenas cuenta; en ocasiones, ni la militancia, sólo requerida para que actúe como interventora en las mesas electorales y como plausómetro en los mítines: todo lo decide la cúpula del poder: las listas, los cargos, los asesores... Todo el mundo desea figurar en las listas; los cargos, más que una carga, resultan ser un premio con el que se distingue a los ahijados, familiares o allegados, no tanto por formación, ideología o trabajo como por plus a una lealtad obligada para la supervivencia política, que, además, está muy bien retribuida, muy por encima de la media de quienes debieren ser beneficiarios de la política: los parados, los más necesitados, sobre quienes se cargan impuestos y tasas mil para mantener el ejército de la clase política y sus fieles y no tan abnegados asesores y empleados, que tan solo sueñan con su buen sueldo a final de mes, que es lo único que les importa, como un día me dijere un alto cargo de la Junta de Extremadura.
            Un dirigente político extremeño se refirió en cierta ocasión a los militantes de su partido como "las putas bases" que se pasaba por el arco del triunfo; pero, cuando las necesitaba, bien que las llamaba a apretar las filas. Sigue ocurriendo lo mismo. Tras la caída del exsecretario general del PSOE, Pedro Sánchez, un militante interesado dijo por devoción: "A Pedro le han elegido 62.000 militantes y le han apartado 132" (véase hoy.es, de 09/10/2016); pero olvidaba referirse --como si el Comité Federal no fuere el máximo órgano entre congresos para decidir la política de alianzas por la que aquel derivaba-- a la sangría de militantes que se dieren de baja desde su elección: 1.000 diarios, unos 24.300 en sus dos años en el cargo, muy superada por los 18.900 militantes que se dejó atrás su antecesor, Pérez Rubalcaba (véase ecodiario.eleconomista.es, de 10/11/2016), que devino de la crisis económica y del ocaso de Zapatero en la Presidencia.
            El exsecretario general del PSOE, Pedro Sánchez, reaparece hoy sábado 26 de noviembre en Xirivella y en Sueca (Valencia) en sus primeros actos públicos tras abandonar el escaño para hablar del futuro de la socialdemocracia y para insistir en sus tesis conocidas: una política de alianzas a la izquierda, un partido más abierto a la militancia y con mayor participación de los afiliados en la vida del partido (véase europapress.es, de 25/11/2016). Sánchez siempre apeló a la militancia para salvar el trono que no pudo sostener y el acta de congresista, de la que hubo de dimitir por no abjurar de sus principios. El mismo día de su dimisión como diputado dijo que "defenderá el derecho a votar de toda la militancia para corregir el equivocado rumbo" de la Gestora que preside su partido, y solicitaba ya fecha, lugar y hora para el congreso extraordinario (véase 20minutos.es, de 29/10/2016), con el que amenazaba al Comité y que él aplazó durante casi un año, a sabiendas de que primero estaba la gobernabilidad de España y después, el congreso. ¡Oh, la militancia y  afiliados, tan abandonados por la dirección como recurso para sus propósitos...! En su discurso de despedida como secretario general apeló a la militancia a que decidiera (véase ocadizdigital.es, de 01/10/2016). Ya antes, Sánchez había apelado también a la militancia para que se pronunciara sobre los pactos para formar gobierno, y ganar tiempo (véase foixblog.com, de 30/01/2016); en febrero, la militancia ratificó el acuerdo con Ciudadanos, que avalaba su política de pactos para la investidura (véase elpais.com, de 29/02/2016)... Y así, hasta el Comité Federal del 01/10/2016, en que Pedro Sánchez perdió una votación que pretendió ganar a hurtadillas para convocar un congreso extraordinario, que finalmente perdió por 133 votos contra 107 (véase 20minutos.es, de 02/10/2016), y... fuese a recorrer España en busca de la militancia perdida...

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