Las mujeres tenían vetado entonces estudiar en España. Ni
siquiera Secundaria. Su rol era, en verdad, secundario: limitado al hogar,
donde fuere esposa, madre, ángel custodio y, sobre todo, sirvienta... Un papel
secundario, sí, pero principal, pues sin ellas, qué hubiere sido de los
hogares, de los hijos, de los esposos… A las mujeres que nos dieren la luz, se
le negaban las luces a las que tuvieren acceso los hombres. ¡Qué antinomia…!
El instituto se dirigió al rector de la Universidad de
Sevilla y el Rectorado de esta, al Ministerio de Educación. Su tío Joaquín; el director del centro, Horacio Bell, y el rector de la
Universidad, Federico de Castro,
vieron una puerta abierta para el acceso de la mujer a la enseñanza, hasta
entonces solo contemplada para los varones. El 27 de mayo de 1871, por una
Orden ministerial se accedía a la petición. Antonia no tendría que compartir aula con los varones, podría
prepararse en casa y acudir a los exámenes. El 13 de junio allí estuvo para
hacer el examen. Antonia Arrobas
sentó jurisprudencia, pues su ejemplo sirvió para que la mujer pudiere acceder
a la enseñanza oficial. A ella le siguieron María Elena Maseras
(Barcelona), Clara Costea (1872) y Elena Rodríguez (1873) y, por
extensión, se dejaba la puerta abierta a la enseñanza a todas las mujeres que
lo hicieren por libre y se examinaren en institutos. En 2008, el IES La Rábida
colocó en las paredes del centro un azulejo en el que puede leerse: “La
educación, poderoso elemento de felicidad que no se debería negar a nadie.”
Cómo no conseguirlo Antonia
con la ayuda de su tío, Joaquín Sama,
catedrático de Psicología, Lógica y Filosofía Moral, profesor de la Institución
Libre de Enseñanza, de la que fue director pedagógico, y colaborador de Giner de los Ríos; creador en Huelva de la Escuela Libre
Profesional; licenciado en Derecho; juez municipal y alcalde en su pueblo
natal, casado por lo civil (un escándalo en su tiempo), padre de once hijos y,
sobre todo, innovador educativo, que la Junta de Extremadura recuerda cada año
con los premios a la innovación educativa que llevan su nombre, y maestro de su
sobrina. Discípulo, por último, de Federico
de Castro, uno de los principales representantes del krausismo en España y
de una visión reformista de la educación, profesor de Lógica en el IES de
Huelva antes que rector de Sevilla.
Adelantada en la lucha por la igualdad de las mujeres,
esta extremeña es todo un símbolo en esa lucha de la mujer por convivir al lado
del hombre en igualdad de oportunidades y condiciones; aunque tuviera que
prepararse por libre y acudir al instituto a los exámenes presenciales, como
tantas de los pueblos extremeños que un siglo después hubieren de prepararse
con los maestros y acudir a la ciudad a examinarse en el instituto.
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