Los labriegos del pueblo prefieren el invierno al verano: lo sobrellevan mejor. Los urbanitas prefieren el verano al invierno, quizá porque hubieren las vacaciones que aquellos no tuvieren ni un solo día. Todos hablamos del tiempo, aunque a veces digamos que hablar de él es perderlo, esperar en vano algo que nunca se consumará… Cualquier día de la estación que fuere, nos encontramos a un vecino en el ascensor de la comunidad. No sabemos qué hablar y hablamos del tiempo: qué frío hace hoy, o qué calor… Tiene razón: no he podido dormir… Todos hablan del tiempo. Los informativos de los medios nos dan la información del tiempo que hace o que hará, antes de los deportes. Cada hombre es una criatura del tiempo en que vive.
Mediado agosto, aún no llegado el día de la Virgen (la Asunción, 15 de agosto) y se cumple más que nunca el refrán: “De Virgen a Virgen, el calor aprieta de firme; antes y después, verano no es” (del Carmen a la Asunción). “¡Qué calor!” es la frase más oída estos días. El calor se dice en la lengua culta, es sustantivo masculino, según la RAE; pero hay zonas de España y América donde su uso está extendido en femenino: la calor. De hecho, para algunos hablantes, el femenino posee un significado propio de calor extremo. Como el mar o la mar. Lo normal es el masculino, pero también es válido su uso como femenino: “El mar, la mar. El mar. ¡Solo la mar!” (Rafael Alberti); pescaba en alta mar; vamos a hacernos a la mar…
Estos bruscos cambios de tiempo en cualquier estación son achacados al cambio climático. Unos ya lo abrazan porque lo viven; otros no creen en él. No les preocupa el tiempo, porque no es un referente en su vida. Les da lo mismo el tiempo que haga. Como si todo lo hubieren, haga el que haga. “Quien defiende su tiempo, defiende su dinero”, dice un refrán, o “quien se burla del tiempo, el tiempo se burla de él” (ya es tarde para aprovechar el tiempo malogrado).
Extremeños y los de la meseta buscamos en verano la costa. Hoy, el tiempo se ha invertido. Tanto calor hace en la playa como en el interior. Se buscan tierras, o costas, donde abrigarse de noche, señal de que las temperaturas son más suaves.
Demos tiempo al tiempo. Ya llegará el otoño; ya vendrá el invierno. El tiempo vuela. No es peor que el tiempo pase, sino que nos lleve por delante. Tiempo tuviste: no culpes al tiempo, sino a ti que lo perdiste. ¡Oh, el calor, la calor!”, la fresca de la mañana, la noche tormentosa del día… Ni sábado sin sol, ni moza sin amor, ni viejo sin dolor… Otro día amanecerá y hará buen tiempo… Al buen día, ábrele la puerta, porque a cada día le basta su afán.
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