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Iglesia de San Martín de Trujillo, obra de Sancho de Cabrera y Alonso |
“El arquitecto de la eternidad” [1] vio la luz en la calle Afuera de Trujillo. Hasta mediados del siglo XIV, el desarrollo arquitectónico de la ciudad se produjo dentro de la ciudadela. En esos momentos surgen los primeros núcleos extramuros con los arrabales de San Martín y San Clemente, pero no será hasta el siglo XV cuando estos arrabales, sobre todo el primero, adquieran protagonismo y expansión. En este arrabal se forjó la vida de Sancho de Cabrera.
Una tarde se encontró ante un umbral que cambiaría su destino: la casa de Hernán González, oficial de cantería y arquitectura de renombre en la villa, cuya fama se extendía más allá de los muros de la comunidad. El taller de Hernán, con sus herramientas, planos y maquetas, se convirtió en el lugar en el que nació su fascinación por la arquitectura. No solo le atraía el arte de edificar, sino la sabiduría que se encontraba en cada estructura y espacio. Conoció a Alonso, el hijo de Hernán, un mozalbete de su misma edad, quienes acompañaban al maestro al berrocal. Hernán vio en ellos el futuro del arte en la región. Con paciencia, enseñaba a los jóvenes a escuchar la piedra, a sentir la forma que latía dentro de ella. Sancho observaba, tocaba, moldeaba y hasta intentaba crear.
En 1537, el Cabildo de Trujillo encargó a Hernán González la ampliación de la iglesia de San Martín. Bajo su dirección, las obras avanzaban con el esfuerzo de muchos hombres, entre ellos Sancho y Alonso. Mientras transcurrían las obras, Alonso había contraído matrimonio con Constanza, con la que tuvo un hijo, a quien pusieron por nombre Francisco, Francisco Becerra, llamado a convertirse en un arquitecto de renombre en América. Cuando este nació, Sancho de Cabrera tenía 25 años. Con tan corta edad, Sancho de Cabrera se había convertido en un maestro reconocido en el arte de la arquitectura.
Entre 1538 y 1540, Alonso y Sancho levantan el cuerpo principal de la iglesia de san Martín de Trujillo. En cuatro años logran levantar un magnífico templo de arquitectura en la que destaca el estilo gótico en sus bóvedas de crucería.
Una mañana del mes de febrero de 1539 se produce el encuentro de Sancho de Cabrera con el obispo de Plasencia, Gutierre de Vargas y Carvajal, que queda cautivado por su talento para transformar las ideas en piedra. El arquitecto y el obispo entablan una relación de apoyo mutuo. Una alianza que les lleva a la edificación de templos y la renovación de espacios sagrados en la diócesis de Plasencia.
En 1543, los regidores de Trujillo le ordenan tasar las casas que Luis de Góngora tenía en la plaza, que se mandaron tomar para la cárcel. El 30 de enero de 1545, el obispo Gutierre de Vargas otorga una escritura en favor del maestro Cabrera para la construcción del templo de Garciaz, una iglesia de planta rectangular, cubierta en tres capillas con terceletes, arrancando los arcos de unas ménsulas apoyadas sobre la imposta, un templo muy parecido al que construyeron en Jaraicejo.
El obispo tenía su residencia en Jaraicejo, donde pasaba largas temporadas, retirado de las aglomeraciones de la ciudad placentina. Un día decidió que la iglesia del pueblo debía ser ampliada y convocó a Sancho de Cabrera y a Alonso Becerra; pero el camino entre su residencia y el templo estaba salpicado de barro en invierno, y en verano, las piedras ardían bajo el sol. “Es necesario, le dijo a Cabrera, que el acceso a la iglesia sea más directo, más digno de la gravedad de nuestra fe. Construid un puentecillo que comunique mi palacio con la iglesia.” El día de su inauguración, el obispo lo cruzó con paso firme y solemne, como si ese puente no solo fuera un pasaje hacia la iglesia, sino una reafirmación de su cercanía con los fieles.
El 7 de octubre de 1549, Sancho de Cabrera se encargó de erigir la cárcel trujillana donde se hallaban las casas que pertenecieran a Luis de Góngora. En enero de 1553, la iglesia de san Martín de Trujillo fue la primera en acoger su genio como maestro en la construcción del pretil del cementerio, del coro y de la torre. El arcediano de Plasencia Juan de Carvajal convocó a Sancho de Cabrera en 1553 para la construcción de la nueva capilla de la iglesia de Santiago de los Caballeros de Cáceres. La iglesia de santa María, que también se alza en Trujillo, tuvo en él a su maestro de obras.
En 1557, el obispo Gutierre de Vargas encargó a Sancho de Cabrera la construcción de la iglesia de Guareña cuando surgieron los problemas entre el pueblo y los responsables eclesiásticos y el obispo tuvieron que llamar a Rodrigo Gil de Hontañón.
A finales de 1558 le encargó a Sancho la construcción de la sacristía de la iglesia de Santiago de Don Benito, cuyo templo ya existía. El 27 de abril de 1559 muere en Jaraicejo el obispo Gutierre de Vargas. Su sucesor, Pedro Ponce de León, llevó a cabo una gran remodelación del palacio episcopal, amplió el hospital de santa María y terminó las obras de varias iglesias en Navaconcejo, Valdastillas, san Juan de Saucedilla, san Martín de Trujillo, Zorita, Berzocana y santa Cecilia en Medellín.
En 1564, Sancho y Francisco Sánchez, cantero de renombre, fueron comisionados por el Concejo para levantar un puente sobre las aguas del río Tozo. Después vendría otro puente sobre el río Ruecas. En mayo de 1569, otro sobre el río Gargáligas. Sancho fue llamado en 1571 a Arenas de san Pedro para construir uno más sobre el río Ramacastañas. En esta villa firma contrato para la construcción de la iglesia parroquial de Saucedilla en 1574. Entre Arenas, Saucedilla y Trujillo transcurren los últimos años activos de Cabrera.
[1] Vid.: Ramos Rubio, José Antonio: El arquitecto de la eternidad, TAU Editores, Cáceres, 2025, 122 págs.
