jueves, 16 de octubre de 2025

EL PATRIMONIO CULTURAL DE COLLADO DE LA VERA EN CÁCERES


Puente de la Caraba, en Collado de la Vera

Collado de la Vera nunca ha sido más que un refugio, un rincón apartado de la modernidad, donde aún se guarda la memoria de los hombres que vivieron sin prisa, con el rostro curtido por el sol y las manos duras como la roca de sus montañas. Gentes que no salían al mundo, ni a buscar fortuna, sino que se conformaban con lo que la tierra les daba; un par de vacas, unas pocas huertas, unos pimientos rojos que dan la salsa más sabrosa que jamás se haya probado en esta región. La vida aquí es un combate a baja intensidad, de esos que no tienen fanfarria ni banderas, pero que son mucho más dignos que los grandes gestos de quienes creen que el mundo comienza donde termina la última calle asfaltada” y, según afirma el prologuista, el historiador Manuel María Martín Sánchez, “como en todo pueblo pequeño, el verdadero tesoro de Collado de la Vera son sus gentes, su memoria, su historia, un relato que se teje día a día con cada paso que se da sobre sus caminos”.


    Con estas palabras definen los autores en la Introducción el ser de Collado de la Vera, perteneciente a la comarca de Jaraíz, cuya denominación viene determinada por la situación de la población sobre un alcor o collado, [1] en el que abordan el medio natural, su historio y patrimonio arqueológico, las tradiciones populares y las rutas ambientales y patrimoniales.


    El terreno que circunda la localidad es accidentado por frecuentes colinas y cerros de materiales graníticos y pizarrosos, entre los que se abren paso diversas gargantas con aguas procedentes de las cumbres, formaciones geográficas creadas por el paso de los ríos y arroyos a lo largo de los siglos, que han ido escupiendo el paisaje, creando profundos cañones y paisajes de gran belleza.


    El clima de Collado es continental mediterráneo de tipo templado con inviernos fríos y veranos calurosos, típico de las áreas de montaña y del interior de la Península Ibérica. La vegetación refleja la diversidad de paisajes que caracterizan la comarca.


    El municipio tenía 271 habitantes en 1900, 1.600 en 1960 y experimentó un descenso a partir de 1975. Según el último censo de 2021, su población se mantiene en 261 habitantes. La actividad agraria está muy condicionada por las limitaciones físicas que se dan en el término municipal. Los cultivos más comunes incluyen los cereales, frutales y hortalizas; el pimiento para la elaboración del pimentón de La Vera. La cría de animales, especialmente ganado vacuno y bovino, cabras y cerdos, ha sido otra de las actividades económicas claves de la zona. La ganadería extensiva, la leña y el carbón vegetal, sus atractivos naturales, el turismo de agroturismo y los alojamientos rurales son otras actividades económicas.


    La arquitectura popular de la localidad se caracteriza por su funcionalidad, su integración en el entorno natural y el uso de materiales locales. Los elementos arquitectónicos distintivos son los patios interiores, el balcón o galerías, los portales y umbrales y el tejado a dos aguas.


    En la arquitectura popular rural, los molinos hidráulicos caracterizan el término municipal. Los molinos fueron esenciales para la economía local durante siglos, ya que la molienda era una actividad fundamental para el abastecimiento de alimentos básicos, como pan, tortas o gachas, y son un testimonio de la tradición agrícola e industrial de la comarca. Además, hay que citar el pósito y el puente de la Caraba, sobre las aguas de la garganta de Pedro Chate.


    Aunque no es muy conocido por sus yacimientos arqueológicos, se han localizado restos de un yacimiento situado a la izquierda de la población. En la Edad del Cobre censa una de las necrópolis megalíticas más importantes de Extremadura, en la que se encontraron interesantes restos de viviendas, tumbas y material cerámico. La zona fue habitada por los vetones; pero quizá lo más interesante de esta cultura sean los famosos verracos que le dan nombre. Con Roma, Collado fue eje de explotación de recursos naturales, aunque no sufrió un importante proceso de romanización. En los siglos XI y XII fue conquistada varias veces por los cristianos y reconquistada por los árabes. La conquista Alfonso VI y la reconquistaron los almorávides. En 1189, tras la conquista de Plasencia, Alfonso VIII ya trajo repobladores a su territorio. La repoblación fue dirigida por el concejo placentino durante los siglos XIII y XIV. Fue lugar de realengo perteneciente a la comunidad de villa y tierra de Plasencia. Durante la Guerra de la Independencia fue testigo de algunos acontecimientos significativos de ese conflicto, aunque el guerrillerismo, como fenómeno de resistencia, fue muy importante. La zona vivió relativamente tranquila el proceso de la II República y la Guerra Civil la vivió de manera indirecta a través del miedo, la represión y la escasez de recursos. En la década de 1950, el régimen franquista promovió el desarrollo de infraestructuras en las zonas rurales, aunque de manera desigual. Con la democracia experimentó los primeros cambios significativos en su estructura política y social.


    El patrimonio artístico-religioso de la localidad se circunscribe a la iglesia parroquial de San Cristóbal, del siglo XV, y las ermitas de Santa Marina y la de los Mártires.


    Las tradiciones populares más importantes son la fiesta de San Cristóbal, el primer fin de semana de agosto; las fiestas patronales de la Virgen del Rosario, el primer fin de semana de octubre; y el Jubileo, establecido en el siglo XVI, vinculado al cardenal Pedro Carvajal, cada Miércoles Santo, que perdura como parte cultural de su historia.


    Finalmente, entre las rutas ambientales y patrimoniales cabe destacar: la ruta de los molinos del Tiétar, la del Chorro de la Miñaneta, la del Valle del Jerte, la de las Gargantas de la Vera, la Cascada de los Nogales y la subida al puerto de Tornavacas.


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[1] Vid.: Ramos Rubio, José Antonio y De San Macario Sánchez, Óscar: El patrimonio cultural de Collado de la Vera, TAU Editores, Cáceres, 2025, 149 págs.


miércoles, 15 de octubre de 2025

CAJEROS ACCESIBLES




    La trasposición al Derecho español de la Directiva de la UE 2019/882, del Parlamento Europeo y del Consejo, supone que nadie, por razones de edad, discapacidad o desconocimiento digital, se quede fuera del sistema. La medida ya ha entrado en vigor y hemos podido constatarla en determinadas agencias bancarias, que se han visto obligadas a rediseñar la experiencia de usuario para millones de personas.

    Los requisitos de accesibilidad de los productos y servicios van mucho más allá de los cajeros; pero es precisamente en estas máquinas en las que los ciudadanos han notado el cambio, al obtener dinero de su banco con procedimiento más sencillo, intuitivo e inclusivo.

    La norma comunitaria ha establecido un nuevo estándar de accesibilidad para diversos productos y servicios. Uno de ellos serán los cajeros automáticos, un recurso clave en la interoperatividad con los bancos para hacer gestiones que muchas personas discapacitadas no se podían permitir por sus obstáculos físicos y digitales. La directiva no supone solo una modernización tecnológica, sino una transformación social que pretende garantizar que cualquier persona puede operar en un cajero sin ayuda externa. El proyecto simplifica las operaciones habituales (sacar dinero, realizar transferencias…) sin asistencia externa.

    Entre las nuevas medidas que aportan los cajeros accesibles e inclusivos destacan las guías sonaras activadas automáticamente al conectar los auriculares; el brillo automático con sensores que regulan la visibilidad según el entorno; la conexión para auriculares que permite seguir las instrucciones por voz en privado; la interfaz simplificada, pensada para quienes no están familiarizados con la tecnología; las botoneras con relieve, útiles para personas con discapacidad visual o movilidad reducida; las pantallas de tamaño adecuado y elevado contraste, adaptadas para personas con visión reducida y condiciones de luz adversas, y, finalmente, una tipografía sencilla e iconos reconocibles, que eliminan la complejidad visual o con dificultades cognitivas.

    No todos los cajeros en funcionamiento acogen estas medidas. Desde finales de junio, en que se implantó, hay un periodo transitorio de adaptación para los de nueva instalación y los que estaban en funcionamiento. Los cajeros antiguos tienen como fecha límite de adaptación antes del 28 de junio de 2030.

    Todos hemos sido testigos de las dificultades para operar en los cajeros de personas con discapacidad. Nadie les atendía: ni el personal bancario, reacio a dejar sus sillas para atenderles, como dando por hecho de que tendrán que tener un familiar o asistente para ayudarle en las tareas. En otras ocasiones fuimos testigos de cómo el personal bancario invitaba a los usuarios que entraren en la oficina para efectuar alguna consulta que “eso” (poner la cartilla al día, por ejemplo) podrían hacerlo en el cajero.

    Ahora la directiva comunitaria exige que el personal bancario reciba formación específica para atender a personas con discapacidad, porque el acompañamiento profesional sigue siendo imprescindible para las personas discapacitadas.

 

miércoles, 8 de octubre de 2025

LA CATEDRAL DE CORIA, DESDE EL ALTO DE LOS CUESTOS


    En mis viajes a la cuna episcopal de Coria siempre echaba de menos algo. Tras llegar al Alto de los Cuestos, en la bajada hasta la cuenca del río Alagón, podíamos ver la antigua Cauria. Durante casi todo el año, excepto en primavera avanzada y en verano, apenas oteábamos unas luces en el centro que no alumbraren más que las navideñas ni dejaren ver sus principales monumentos: la catedral y el castillo. No se ven las murallas, escondidas tras las nuevas construcciones. Despuntaba el alba y solo veíamos a la derecha el silo más que la catedral.

    Apenaba esa soledad del principal monumento de la capital episcopal que no resaltaba sobre el conjunto urbano. Ni las luminarias laterales que nos indicaban su localización fueren suficientes para verla en su esplendor. Tampoco se ve el palacio ducal, escondido tras ella, pero recuperado al fin para su uso hostelero, como el antiguo palacio episcopal.

    La catedral y el seminario conciliar, antes blanco y ahora oscurecido por su abandono, formaban un conjunto que nos ofrecía una vista del pasado esplendoroso de un casco histórico con monumentos vivos de esa historia; pero la catedral no se ve hasta el amanecer ni en los días de niebla hasta que la mañana no se abre con el sol.

    Me preguntaba si el ayuntamiento y el obispado, junto a otras instituciones públicas, no hicieren nada para darle la luz debida a la catedral, su monumento más simbólico, a oscuras casi todo el año, antes de la amanecida. Desde el Alto de la Cuestos, en el cruce de la carretera hacia Portaje y Pescueza, por la EX­-109, dejando a la izquierda el cruce de la carretera CC-148, a Portaje y Ceclavín, vemos la catedral en los días claros, diáfanos, de primavera o verano; pero no de noche, ni antes del amanecer cuando bajamos hacia la cuenca del Alagón, cubierta casi siempre en invierno por una extensa capa blanca sobre el río.

    Ahora, por fin, podremos ver la catedral al bajar desde el Alto de los Cuestos. La alcaldesa de Coria, Almudena Domingo, ha anunciado que “las obras de iluminación eficiente-artística de la catedral de Santa María de la Asunción de Coria, el edificio más emblemático de la ciudad”, han comenzado. Este proyecto llevaba fraguándose desde la pasada legislatura desde el Ayuntamiento, conjuntamente con la Diputación y el Obispado, gracias al Plan de Sostenibilidad Turística en Destino Valle del Alagón, un instrumento de la Administración Turística Española para impulsar la transformación de los destinos turísticos españoles hacia la sostenibilidad.

    Antes de marcharse a Toledo como arzobispo, el anterior titular de la cátedra, monseñor Francisco Cerro, se empeñó en arreglarla y marcar espacios abiertos junto a ella. Dos grandes luminarias a ambos lados de la seo nos dicen que está allí, entre las nieblas de otoño e invierno; pero nada más veíamos hasta la salida del sol.

    Ahora, el proyecto de mejora de la iluminación ornamental de la catedral modernizará la iluminación eléctrica existente mediante el uso de la tecnología LED de alta eficiencia energética, contribuyendo a la conservación del entorno, el ahorro energético y la puesta en valor del patrimonio histórico. Con esta intervención se busca realzar la belleza arquitectónica de la catedral durante el horario nocturno, favoreciendo además la dinamización turística y cultural del centro histórico.

    La catedral no será ya un punto oscuro en el mapa antes del amanecer. Enhorabuena a las instituciones (Ayuntamiento, Diputación y Obispado) por acogerse al Plan de Sostenibilidad Turística que hará más atractivo el monumento más simbólico de Coria.


martes, 7 de octubre de 2025

MAFALDA DE CASTILLA, LA INFANTA PLACENTINA HIJA DE ALFONSO VIII


Lápida de la infanta Mafalda de Castilla en la catedral de Salamanca, 

réplica de la original, escondida tras el retablo de la Capilla Mayor de la Catedral Vieja. 

(Del blog https://lachovapiquirroja.blogspot.com/2023_03_05_archive.html)

    A los 811 años de la muerte del rey Alfonso VIII de Castilla y Toledo (Soria, 11/11/1155; Gutierre-Muñoz, Ávila, del 5 al 6 de octubre de 1214), fundador de Plasencia en 1186, conviene recordar a su hija, la infanta Mafalda de Castilla (Plasencia, 1191; Salamanca, 1204), de las Casas Reales de Ivrea y Plantagenet, habida en su matrimonio con la reina Leonor de Plantagenet (1162-1214), y fallecida a los 19-20 años de edad  (a los 13 años, según otros historiadores) tras ser prometida en matrimonio al infante Fernando de León, hijo de Alfonso IX de León, que no llegó a celebrarse tras morir aquella en Salamanca. Al momento de su compromiso, Alfonso IX estaba casado con la hermana mayor de Mafalda, Berenguela, pero su matrimonio fue anulado por el papa Inocencio III ese mismo año.

    Los abuelos paternos de Mafalda de Castilla fueron Sancho III de Castilla y Blanca Garcés de Pamplona y los maternos, Enrique II de Inglaterra y su esposa Leonor de Aquitania. Alfonso VIII tuvo, además de a la infanta Mafalda, otros nueve nueve hijos: Berenguela (Segovia, 1179; Burgos, 1246), reina de Castilla en 1217 y reina consorte de León entre 1197 y 1204 por su matrimonio con el rey Alfonso IX; Blanca (Palencia, 1188; Melum, 1252), reina consorte de Francia por su matrimonio con el rey Luis VIII y madre del rey Luis IX, que fue canonizado; Constanza (c. 1199; Burgos, 1243) fue monja y señora del monasterio de Santa María la Real de Burgos); Leonor (c. 1190; 1244), reina consorte de Aragón por su matrimonio con el rey Jaime I de Aragón; Enrique I de Castilla (Valladolid, 1204; Palencia, 1217), rey de Castilla entre 1214 y 1217, tras fallecer en accidente, y a quien sucedió en el trono su hermana Berenguela, quien renunció en favor de su hijo, el futuro Fernando III;  Fernando  (Cuenca, 1189; Madrid, 1211); Sancha (1182;1184); Sancho (abril-julio de 1181), primogénito varón y heredero, que falleció a los tres meses de edad; Urraca (Castilla, 1186; Coimbra, 1220) fue reina consorte por su matrimonio con Alfonso II de Portugal desde 1211 hasta su fallecimiento.

    Algunas crónicas señalan que la infanta Mafalda de Castilla recibió sepultura en la Catedral Vieja de Salamanca y otras que fue trasladado a Burgos e inhumado en el Monasterio de Santa María la Real de las Huelgas, donde recibirían sepultura sus padres y varios de sus hermanos.

    En el lado del Evangelio de la Catedral Vieja de Salamanca, y oculta por su retablo, se halla una placa con la siguiente inscripción: “Aquí yace doña Mafalda, hija de Alfonso VIII y de la reina doña Leonor Berenguela, que finó en Salamanca en 1204.” Sin embargo, en el monasterio de las Huelgas de Burgos se encuentra un sepulcro atribuido a la infanta castellana nacida en Plasencia, situado en la nave de Santa Catalina, junto al que contiene los restos del infante Pedro de Castilla y de Molina, hijo de Sancho IV de Castilla y de la reina María de Molina.

    Plasencia debe al rey Alfonso VIIII su fundación en 1186, en que, además de otorgarle el escudo con la leyenda Ut placeat Deo et hominibus (para que agrade a Dios y a los hombres), que reforzaba la línea del Tajo, con la creación de una retaguardia en el avance de la Reconquista hacia el sur de la Península, al tiempo que restringía la expansión del reino de León en la Trasierra o Sierra de Béjar, obligaba a volver a utilizar la Vía de la Plata como límite entre ambos reinos. Su creación castellaniza el territorio no solo civilmente, sino también eclesiásticamente, por lo que promovió la creación de la nueva diócesis de Plasencia, que consolida la ciudad, que pasa a depender de la metrópoli toledana en lugar de la compostelana.

    El Obispado de Plasencia fue erigido canónicamente por el papa Clemente III, a instancias de Alfonso VIII, en el año 1189, poco después de la fundación de la ciudad. Aunque no se conserva la bula original, su texto íntegro está inserto en otra obra del papa Honorio III, firmada en 1221, en el que se confirma la creación de la diócesis. De otro lado, los orígenes del mercado del martes, que ese día de la semana se celebra en la ciudad, se remontan a finales del siglo XII, coincidiendo con su fundación, que estuvo muy ligada al comercio.

    En 1995, el entonces alcalde de la ciudad, Cándido Cabrera, se despidió de los placentinos con el pregón de la Feria y Fiestas e inauguró la estatua ecuestre levantada en su honor, en la Plaza de San Pedro de Alcántara, entre la Puerta del Sol y la Avenida de La Salle.

    Y, además, en Plasencia nació su hija, la infanta Mafalda de Castilla.


lunes, 6 de octubre de 2025

“GUILLLERMO, LA FERTILIDAD EN EL YERMO”



   Querido presidente:

    Repaso mi archivo cuando recibes el último adiós en tu pueblo natal, Olivenza, a donde hace unos años fui en Navidad a ver una exposición de pintura; paseamos por sus calles, admiramos la portada manuelina del Ayuntamiento; te recordamos a ti y a Ramón Rocha, su primer alcalde democrático, y vimos el puente de Ajuda, destruido en 1709 durante la Guerra de Sucesión, y aún no reconstruido.

    Nos entrevistamos por primera vez en abril de 1999, cuando eras consejero de Bienestar Social de la Junta de Extremadura. Y hablamos del título que emanaba de la consejería que entonces presidías: el bienestar social, que “se construye cada día con el esfuerzo de todos”. Entendías, por ello, que el bienestar social se sustenta en los servicios esenciales (sanidad, educación, pensiones, servicios sociales) y, en unas condiciones de vida dignas (empleo, vivienda, cultura, naturaleza, comunicaciones). Tenías muy clara la diferencia de la política de acción social de un gobierno de centro-derecha y otro de centro-izquierda: los beneficios económicos y las diferencias sociales, de un lado y, en una concepción de izquierda, la consolidación de esos derechos…[1]

    Por ello, cuando te pregunté si tu paso de las Nuevas Generaciones del PP, a la que te invitó en Córdoba nuestro paisano Antonio Hernández Mancha, se debía a una conversión como la de San Pablo, o tras palpar una realidad, como Santo Tomás, me respondiste que tu profesión te dio la oportunidad de comprobar de primera mano que “las desigualdades e injusticias sociales no las pueden corregir los mismos que a lo largo de decenas de años contribuyeron a que se generaran y la respuesta fue que no. A partir de ahí conocí a gente que me hizo ver las cosas de otra manera y que me enseñaron a observar la realidad desde el inconformismo…”

    Aquel paso que originó tanta controversia, como si aquí nadie se cambiare de chaqueta (ya fueren de izquierda o derecha, desde la transición), lo sentenció el presidente Ibarra en la Asamblea con una cita bíblica, que dejó a todos callados (“Hay más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente que por noventa y nueve justos que no necesitan arrepentimiento”, Lc. 15:7).

    En “El perfil” de la entrevista recordaba a un amigo que te definía como “Guillermo, la fertilidad en el yermo”, queriendo indicar con ello que tu juventud, capacidad de trabajo y brillantez estaban bastante alejados de los políticos al uso en Extremadura.

    Cuando desapareció el diario digital Extremaduraaldia.com, de feliz memoria, publiqué el libro “Una mañana sin luz en Extremadura”, en el que seleccioné 150 artículos de los 242 publicados en los más de cinco años del devenir de Extremadura de los siete de vida del diario pionero en su tiempo, que dirigiere José Luis Fernández Castillo. De  los dieciséis capítulos, el VII iba dedicado a ti: “Vara, el heredero por unanimidad”, tras el anterior a “Ibarra, primer presidente de Extremadura”. Eran doce artículos sobre tu obra y discursos.

    Hoy hubieras cumplido 67 años, pero te faltó menos de un día para llegar a la meta. Las demás, todas cumplidas. Al cumplir los 50 años te dediqué el artículo “En los 50 años de Guillermo”. [2] Te decía en él que “la edad no es otra cosa que el simple paso inexorable del tiempo que pende sobre nuestras cabezas. Hay una edad para cada cosa y un tiempo para cada edad… Un día en la vida de Guillermo es un día también en la vida de cada extremeño que sufre la falta de trabajo; de los jóvenes que no lo encuentran,  de las mujeres maltratadas; de quienes no pueden ver otra crisis sino la propia que afecta a su vida de presente y futuro…”

    Quisiste seguir viviendo; pero lo viviste todo. Has visto a tus hijos casados y has disfrutado de tus nietos. Te despediste de tu partido en el relevo diciendo que estabas allí gracias a la Sanidad pública, de la que tan honrado te sentías. Todos te han querido y te echarán de menos…

    “Tu compromiso con los olvidados/ será la mejor recompensa/ a quien vacía su despensa/ para hacer feliz a los marginados…”, [3] decía en la oda.

     Hasta siempre, presidente. Descansa en la paz que guardan en el cielo para los hombres justos.

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[1] Vid.: Pinero, Félix: Guillermo Fernández Vara: El bienestar se construye cada día, en El Periódico Extremadura de 25 de abril de 1999, págs. 10-11.

 [2] Vid.: Pinero, Félix: Una mañana sin luz en Extremadura, Editorial Círculo Rojo, Almería, págs. 237-272 de 483.

 [3] Vid.: Ob. cit., págs.. 251-253.


domingo, 5 de octubre de 2025

“DONDE ARDE EL ALMA”, PRIMERA NOVELA HISTÓRICA SOBRE SAN PEDRO DE ALCÁNTARA


Nadie le conociere por su nombre de pila, Juan de Garabito y Vileta de Sanabria, pero sí por su nombre religioso: fray Pedro de Alcántara (Alcántara, 1499; Arenas, Ávila, 18 de octubre de 1562), asceta, místico y religioso cristiano, perteneciente a la Orden de Frailes Menores (OFM), orden católica religiosa fundada por San Francisco de Asís en 1209, también conocida como la primera Orden Franciscana. Declarado patrono de Extremadura por el papa Juan XXIII en 1962, en el cuarto centenario de su muerte, copatrono con la Virgen de Guadalupe; es, además, patrono de la villa donde falleció, Arenas, Arenas de San Pedro, añadido tras la canonización de fray Pedro; Pueblonuevo de Miramontes, diócesis de Coria-Cáceres, Diputación Provincial de Cáceres, Casa Imperial de Brasil y Alcántara. Es considerado, además, patrono de los guardias y veladores nocturnos por sus vigilias de mortificación. Fue beatificado en 1622 por Gregorio XV y canonizado en 1669 por Clemente IX.

    La vida novelada de San Pedro de Alcántara es una obra que narra la vida del santo extremeño y que se revela como la primera novela histórica de este santo extremeño. El relato escrito por el académico correspondiente de la Historia y de la Real Academia de Extremadura de las Letras y las Artes y cronista oficial de Trujillo, José Antonio Ramos Rubio, [1] ofrece una visión de su vida, marcada por la austeridad, la oración y el fervor reformista de la orden franciscana, en el que combina hechos históricos con elementos de ficción y una importante base documental.

    San Pedro de Alcántara nació en el seno de una familia noble: su padre era el letrado y regidor Alonso Garabito y su madre, María Vilela de Sanabria quien, tras dos inviernos de infortunios, un embarazo perdido en mitad de una tormenta y un segundo que no llegó a buen término, dio a luz un hermoso varón por el que brindó todo el pueblo y repicaron las campanas. El pueblo sentía que aquel niño traería consigo algo más que un apellido ilustre.

    Su madre le enseño los principios de la doctrina cristiana; su padre se ocupó de enseñarle las primeras letras con paciencia y pronto se aficionó a la lectura de libros piadosos y devotos. Tenía ocho años cuando murió su padre. De la nueva unión de su madre nació Pedro en 1519 y después, Francisca. Entre los 10 y 14 años comenzó a estudiar gramática y retórica con el bachiller sacerdote don Diego Durán, preceptor en Alcántara durante muchos años.

    En 1513 se fue a Salamanca para estudiar Leyes. Su vida allí transcurrió entre las aulas, la oración y el estudio. Por las tardes se recogía en alguna iglesia silenciosa (San Esteban, San Martín o la misma catedral). Uno de esos días de estudio y recogimiento conoció a quien sería una de las luminarias espirituales de España: el beato Juan de Ávila. El encuentro se produjo en un claustro en medio de un debate teológico. Juan estudió con empeño no solo las letras sagradas, sino también la filosofía, la teología moral y los textos de los primeros franciscanos. Permaneció en Salamanca hasta 1515 y allí dejo inconclusos los estudios, obedeciendo la llamada que no admitía demora.

    El mismo año toma los hábitos en el convento de los Majarretes, cerca de Valencia de Alcántara, donde su tío, fray Miguel Roco, era el superior. Antes pasó por Alcántara para despedirse de su familia.

    Más conocido en Extremadura por la fundación del convento más pequeño del mundo, en Pedroso de Acim, cerca de Coria, fueron numerosas sus fundaciones conventuales en Extremadura, Andalucía y Castilla, y los cargos desempeñados en su Orden: limosnero en el convento de Badajoz, guardián del convento de Nuestra Señora de los Ángeles (Sierra de Gata), superior en Badajoz, guardián del convento de San Miguel en Plasencia, superior del convento de San Onofre en La Lapa (Badajoz), definidor general de la Provisión de San Miguel, ministro provincial elegido en Albuquerque, ministro provincial de los frailes de la estricta observancia de la provincia de San Gabriel en Extremadura, definidor en Plasencia y comisario general de los franciscanos descalzos en España.

    En 1557, Carlos V le mandó llamar a su retiro del Monasterio de Yuste. “Padre –le dijo—la intención que me mueve al llamaros es confiaros mi alma y haceros mi confesor.” “Señor, –respondió con reverencia-- para tan importante cometido debe buscar Vuestra Majestad otra persona más digna que la mía. Ruego que me dé tiempo para encomendar este asunto al Señor. Si no vuelvo, tenga por seguro que Dios no quiere lo que pretende de mí.” Besó la mano del monarca, se retiró y no volvió.

    En 1560, en uno de sus viajes a Ávila, se encuentra con Teresa de Jesús en casa de Guiomar de Ulloa, protectora de la santa, en uno de los momentos más decisivos para la reforma del Carmelo. El día en que Teresa conoció al alcantarino no lo olvidaría jamás. Años después diría que, aunque parecía hecho de raíces y árboles, su alma tenía la fuerza de un ejército entero. Fray Pedro se convierte en consejero fiel de la santa y ella le dedica tres capítulos de su Autobiografía.

    Fueron muchos los milagros atribuidos a fray Pedro de Alcántara. Cierto día enfermó una joven en Plasencia. El padre estaba lleno de luto anticipado. Su hija, joven y piadosa, yacía en el lecho, pálida como la cera, apenas respirando. Los médicos ya habían bajado los brazos. Llegado fray Pedro de Alcántara a la estancia, le dijo: “No llores la muerte de tu hija. Dios le dará larga vida y salud, para que la emplee en su servicio.” La muchacha se incorporó radiante. La sanación fue tan repentina que nadie dudó que era un milagro. Días después, la joven, llena de gratitud, ingresó, junto a su hermana, en el convento de las clarisas de Trujillo.

    El domingo 12 de octubre de 1562, el espíritu de fray Pedro se apagó como lámpara que cumple su tiempo. Fue inhumado en la ermita de San Andrés del Monte de Arenas. En 1616, medio siglo después, trasladaron sus restos a un lugar más digno: la iglesia conventual de la localidad. Desde entonces, los restos de fray Pedro reposan en aquel lugar, visitados por los fieles y recordados por la historia.

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[1] Vid.: Ramos Rubio, José Antonio: Donde arde el alma, TAU Editores, Cáceres, 2025, 246 págs.


viernes, 3 de octubre de 2025

LA REVISTA DE ESTUDIOS EXTREMEÑOS PRESENTA SU NUEVA ETAPA EN EL HELGA DE ALVEAR DE CÁCERES


Ejemplares de la Revista de Estudios Extremeños

La Revista de Estudios Extremeños (REEX) ha dado a conocer su nuevo diseño y etapa en el Museo de Arte Contemporáneo Helga de Alvear de Cáceres con el número 1 de 2025. La Diputación de Badajoz, a través del Centro de Estudios Extremeños (CEEX), pretende consolidar con ello la dimensión regional de la publicación y su repercusión en el mundo cultural, según informa la institución en su página web.

El diputado de Cultura, Deportes y Juventud, Ricardo Cabezas, ha justificado el escenario elegido para la presentación del número el primer semestre anual con la renovación de la revista, que ya ha cumplido cien años, y ha resaltado que “la mirada amplia, plural e integradora es la que le da sentido a la misma y lo que explica la presentación del primer número de 2025 en Cáceres, en un espacio de modernidad, apertura y diálogo con el mundo.

Cabezas puso en valor la figura del director de la publicación, Luis Sáez. “por su labor paciente y cuidada al lado de la cultura pacense y extremeña durante tantos años” y puso de relieve que la cita en el Museo “es un ejemplo palpable de la buena sintonía cultural que existe entre las dos provincias extremeñas”.

El diputado manifestó que la Diputación de Badajoz, editora de la publicación, seguirá apostando por un futuro alrededor de la cultura “en el que sean protagonistas los que también contribuyen a que sea más rica y mejor, en una tarea compartida entre instituciones, investigadores, artistas y ciudadanía, que debemos mimarla y protegerla juntos”.

En el acto de presentación participaron, además del diputado de Cultura de Badajoz, el director de la REEX, Luis Sáez; y la jefa de Sección del Centro de Estudios Extremeños, Sara Espina, además de miembros del Consejo de Redacción.

Durante el acto mantuvieron una conversación sobre la palabra y la imagen Josefa Cortés Morillo, del Consejo de Redacción; las ilustradoras Mayte Alvarado y Leticia Ruifernández y el poeta visual Antonio Gómez.

La REEX, según expuso su director, es ya el puzzle idóneo para comprender Extremadura desde su diversidad y gracias a las tres secciones en las que se ha decidido divulgar (historia, literaria y artística), y planteó una perspectiva muy positiva para la cultura regional de 2026, avalada por el Consejo Asesor.