martes, 25 de marzo de 2008

PEDRO Y ANTONIO, O LA BIZARRÍA

Se han encontrado en el camino; quizás hubieren hecho juntos el camino: en la Facultad, en el Gabinete, en los propósitos y en las enmiendas. Han unido voluntades; amalgamado objetivos; soñado ilusiones; y creado una obra, no de la nada, sino de la laguna vacía, inadvertida para quienes hubieren teoría y práctica y no obra, del hueco existente.

Pedro y Antonio se han empeñado con Gracián con “novedades de bizarría”. “Ame las bizarrías y los que las realizan el político. La opinión y la muchedumbre van irremisiblemente hacia la nuevo. La bizarría es una fuerza que atrae y hechiza a todos”, recuerda el maestro Azorín.

Pedro Alvarado y Antonio Jiménez encarnan la bizarría de la juventud extremeña que señalaba Gracián. Jóvenes, abogados, letrados de causas nunca perdidas por la interpretación de la ley y por la nobleza de la ley en favor de los justos. No solo la causa “per se” que les es propia. Más allá de su horizonte: la novedad imprevista, la recapitulación no escrita, la novedad no manifestada, el corpus no hecho carne en la autoridad investida.

La bizarría de Pedro y Antonio desconcierta por lo imprevisto. ¿Hubiere alguien advertido la laguna de una compilación del derecho autonómico, de un foro de debate jurídico sobre lo que nos concierne, de un chat –impreso, digital—de dudas jurídicas para quienes las hubieren bastantes en su quehacer por la observancia de la ley? Y para ello, un tomo, una revista, una viva web, una obra toda para rellenar un hueco de Extremadura, en palabras de su Presidente.

¡Tantos huecos por llenar…!, y dos valores que se bastan para hacerlo, con la nueva savia que riega la infertilidad del yermo, como Guillermo. Al abrigo de la juventud creadora, de la autoridad de quienes la hubieren y nunca fueren reconocidos, pero al menos sí el suyo: jóvenes pero no tanto para dar lecciones del valor naciente, de la bizarría andante, empeñada en la mejor fuerza de Extremadura: la inteligencia al servicio de los más. Con el derecho por bandera, sin otro himno que la interpretación del imperio de la ley, la ley que nos dimos y asumimos, la ignorada y no por ello eximida ley en su cumplimiento.

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