La candidatura de Cáceres 2016 no debe constituir una utopía si entre todos los extremeños, de dentro y de fuera de la región, lo vemos y entendemos como una posibilidad; pero ésta, para convertirla en realidad, hay que asumirla y creérsela y, sobre todo, requiere el concurso de todas las instituciones, asociaciones y entidades, públicas y privadas.
La iniciativa, emanada en 2003 en el seno del Grupo Popular en el Ayuntamiento de Cáceres, se consolidó y comenzó su andadura con la constitución del Consorcio Cáceres 2016 en 2007, que es el organismo a través del cual deben canalizarse todas las acciones para hacer realidad lo que hoy solamente es una ilusión.
Es, ciertamente, como ha reconocido en este periódico José Diego Santos, “un proyecto de Cáceres para Extremadura”; pero, aun reconociendo la paternidad del proyecto, disiento de ese sintagma localista, extrapolable a la región, porque desde el momento mismo de la constitución del Consorcio, desde la celebración del Día de Extremadura en Cáceres en apoyo del mismo; desde la apuesta de la Junta de Extremadura y de todas las instituciones; desde la Declaración de Cáceres, en la que todos los ayuntamientos de la región apostaron por la idea, Cáceres 2016 ha dejado de ser un proyecto de Cáceres para Extremadura para convertirse en un proyecto de Extremadura para Europa.
Los localismos, que tanto daño han hecho a Extremadura en el pasado, se han esfumado, afortunadamente, con este proyecto. Y no puede ser de otra forma si queremos conseguir algo. El PP, que últimamente ha hecho ha hecho del consenso, a invitación del PSOE, una bandera en defensa de los intereses de Extremadura por encima de los localismos que nos dividieron en el pasado, no debe olvidar que éste es un proyecto colectivo, aunque la coordinación de cuantas acciones sean precisas para fortalecerlo, recaigan en el Consorcio, que debe asumir el liderazgo compartido por cuantas instituciones están representadas en él.
Si la cultura debe ser el eje estratégico alrededor del cual gire el proyecto, resulta obvio que Cáceres asume por sí misma realidades de presente para soñar y proyectos de futuro para fortalecerlo. Ser Ciudad Patrimonio de la Humanidad desde 1986, pertenecer a la Red de Juderías de España, las celebraciones de Foro Sur sobre arte contemporáneo, del Festival de Teatro Clásico o el propio Womad, o cuantas exposiciones o festivales musicales o congresos puedan celebrarse en una ciudad que ya es capital de congresos, nacionales e internacionales, vertebran ya un proyecto que debe ampliarse en ese horizonte de futuro cercano para hacer realidad el sueño.
Hay proyectos en marcha que caminan ya en esa dirección: el Centro Helga de Alvear de arte contemporáneo, el Palacio de Congresos..., apuntan en la dirección del eje que ha de sustentar un proyecto posible.
El conformismo no es bueno en cualquier aventura humana, como tampoco lo es intentar compararnos con otras ciudades candidatas que no tienen por qué echar tierra sobre nuestro sueño posible. Intentar extrapolar el eje principal que debe sustentar la candidatura a infraestructuras ya en marcha, como el AVE o el aeropuerto internacional, o cualesquiera otras que mejoren la ciudad de cara al futuro, es echar por tierra un proyecto en el que todos los extremeños, no solo los cacereños, deben estar involucrados. No afirmo que sean complementarias e importantes, pero no excluyentes.
Los puntos de colores, instalados en su día en balcones y terrazas de la ciudad, fue un punto de partida, la primera respuesta colectiva de un pueblo como el cacereño que hizo suya la propuesta, diciéndole a sus representantes políticos: adelante. ¡Ya está bien que seamos los eternos olvidados! Méritos, como el que más. Y después llegó la catarata de respuestas, liderada y apoyada por la Junta de Extremadura, que se ha visto respaldada por otras instituciones y colectivos.
Recientemente, el congreso provincial del PSOE de Cáceres acaba de hacer suya, entre sus principales resoluciones, la defensa y apoyo a ultranza de Cáceres 2016 como proyecto de futuro, de la misma forma que defenderá las ayudas al cultivo del tabaco hasta 2013.
Vamos asumiendo paulatinamente cosas que hasta hace poco nos costaba creernos: las autovías eran también un sueño hace solo una década y hoy son una realidad, como las revoluciones industriales perdidas, pero no la tercera, liderada en tantos signos por Extremadura.
Cáceres 2016 es un proyecto europeísta, apoyado por los cacereños y por Extremadura. No debemos trabajar ni perder el tiempo que vuela conformándonos con los cimientos sobre los que debe sustentarse la obra. La capitalidad cultural es un sueño con fecha fija que, entre todos, debemos hacer realidad. Y un sueño colectivo no es responsabilidad exclusiva de los políticos, que deben canalizarlo, sino del pueblo que debe hacerlo suyo. Como éste de Cáceres y de Extremadura para Europa, de las que formamos parte.
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