miércoles, 6 de agosto de 2008

MARTES MAYOR EN PLASENCIA

A Raquel Puertas, concejala de Turismo

Amanece. Sale el astro rey por la Puerta del Sol y se abre paso hasta la plaza. No será hasta mediodía cuando alumbre a la muchedumbre. Hombres y mujeres de los valles, del Jerte, de La Vera y del Ambroz, venidos la noche anterior y a primeras horas del alba, ocupan ya sus sitios en la plaza: cultivadores de frutas y verduras, artesanos, vendedores de dulces, y de ropas, artesanas del hilo y del huso, ocupan ya sus puestos. Como en 1186, cuando Alfonso VIII fundara la ciudad, dando cabida en ella a los musulmanes, comerciantes también donde los hubiere, como en sus zocos.

Nada ha cambiado: todos los martes desde entonces, el mismo mercado, los que vienen a vender y quienes se llegan hasta la ciudad para comprar. Años y siglos perdura la tradición desde finales del XII. Y por qué no hacer una fiesta un día, en homenaje a todos, mercaderes y compradores, memorativa de tan singular efemérides, de la ciudad de acogida.

No hubiere mercado tan singular, expandido, a finales del siglo XX, por todos los pueblos y ciudades de Extremadura. Del zoco al mercado, del Martes Turístico al Martes Mayor, del 12 de octubre al primer martes de agosto, día de mercado en Plasencia. Fiesta ya de Interés Turístico Regional, aún aspira a más: nacional.

No basta ya con un día para rendir homenaje a quienes, generación tras generación, no han faltado a la cita semanal. Y entonces, Plasencia toda, su centro, es una fiesta durante tres días: pregoneros, músicos, conciertos, recreo del medievo, tamborileros, galanura en los balcones, toros en la plaza, concursos para premiar la calidad de los más esmerados y sobresalientes, talleres de animación, paseos en burrito..., vuelta a los orígenes para rendir tributo a quienes han hecho historia de la propia historia comercial de la ciudad.

No es la feria, quizá más sonora; pero, ¿habría alguna más señera, tradicional, perdurable en el tiempo, que rindiere tributo a sus protagonistas y visitantes, a la propia historia que lo hizo posible? No es ya el Martes Turístico, aun a la espera de 30.000 visitantes: es lo que se ve todos los martes, y éste, multiplicado por mil.

No es tampoco el gran zoco de Estambul, pero sí el de Extremadura. Plasencia y su Martes Mayor, el de siempre, pero hoy con el brillo original, acentuado y multiplicado en sus plazas y aledaños; ni un alma más en la plaza, en San Esteban, en la plazuela de la catedral... Cuando más cae el sol, más brilla la fiesta. Ayer, los artesanos; hoy, los mercaderes de frutas y verduras, artesanía, tapices de colores en los balcones... ¿Viene el Rey? No: el pueblo que siempre estuvo, que siempre vino, los turistas expectantes; el ayuntamiento a la espera, un año más.

Se levanta el telón, pero no termina la fiesta, rematada en la noche con el arte del rejoneo en la otra plaza. ¿Hubiere mejor faena para Plasencia y sus comarcas que se rematase con la exaltación nacional, no para sí, sino para ellas: sus comarcas, por quienes Plasencia fue siempre más Plasencia? Historia viva de ella, expandida en sus horizontes del río que siempre las unió, plata del Jerte que baja del Valle, como ellos y ellas, para más señorío de la ciudad que les une.

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